sábado, 26 de enero de 2019

La habitación de Nona, de Cristina Fernández Cubas





La habitación de Nona
Cristina Fernández Cubas

Jesús Guerra

Muchas veces encuentra uno, de casualidad, mirando libros en una librería, una obra que se ve interesante, de un autor desconocido (para uno). Algunas veces ese libro nos decepciona; la mayoría de las ocasiones resulta ser, en efecto, interesante —pues uno llega a desarrollar un cierto instinto que nos ayuda a evadir los libros malos— pero sin llegar a ser una sorpresa. Y otras veces, las menos, se topa uno con un libro que no sólo rebasa nuestras expectativas, sino que nos convierte en seguidores de ese autor. Pues eso me sucedió con el volumen de relatos La habitación de Nona, de la escritora española (novelista y cuentista, sobre todo dentro del género de lo fantástico) Cristina Fernández Cubas, nacida en Barcelona (aunque escribe en castellano) en 1945, la cual resulta que es considerada como una de las mejores cuentistas de ese país.

Con lo primero que se enfrenta uno, luego de la portada, es con esas frases entresacadas de reseñas de los grandes diarios que vienen en la contraportada o en alguna de las solapas. Uno nunca sabe si son los críticos son amigos del autor, o si, de alguna manera, se trata de recomendaciones pagadas. A veces son simplemente exageraciones. Las que se encuentran en la segunda solapa del libro que les comento son las siguientes:

«Relatos que se leen sin respirar», de Ángel Vivas, en la revista Leer.

«La mejor cuentista en la literatura española... En la tradición de Poe, Dickens, Chesterton, Conan Doyle o Kafka», de J.M. Pozuelo Yvancos en el ABC Cultural.

«¿Cómo se las apaña Cristina Fernández Cubas para atraparnos en sus redes?», de Fernando Castanedo, en el diario El País.

Esas frases suenan muy bien. Pero lo que me convenció fue leer los inicios de un par de los relatos del libro. Sonaban todavía mejor. Lo compré, lo leí, y el libro me sorprendió. Así que esas frases promocionales, por lo menos en este caso, no son exageraciones.

La obra de esta autora no es muy extensa, pero si toda tiene la misma o parecida calidad a su más reciente volumen de cuentos, es para nosotros una muy buena noticia porque significa que tenemos más libros de calidad para conseguir y disfrutar.

Su obra está compuesta de los siguientes libros de cuentos: Mi hermana Elba (1980), Los altillos de Brumal (1983), El ángulo del horror (1990), Con Agatha en Estambul (1994), Parientes pobres del diablo (2006), luego, aunque no tengo el dato del año, Tusquets publicó todos los relatos de estos libros bajo el título Todos los cuentos, y en 2015 publicó el libro que comentamos: La habitación de Nona, libro que se ganó el Premio de la Crítica, en España, en 2015, y el Premio Nacional de Narrativa 2016.

Es autora también de tres novelas: El año de Gracia (1985), El columpio (1995), y La puerta entreabierta (2013), esta última bajo el seudónimo Fernanda Kubbs.

Ha escrito, además, una obra de teatro: Hermanas de sangre (1998), y un libro de memorias con un título estupendo: Cosas que ya no existen (2001).

Todos estos libros o bien los publicó desde un inicio Tusquets Editores o bien han recuperado los títulos y han realizado nuevas ediciones. Aun así, por lo menos en nuestro país, algunos de sus libros no son tan sencillos de conseguir, pero vale la pena buscarlos. El más sencillo de conseguir es, por supuesto, el más reciente: La habitación de Nona, que fue publicado en España en 2015 y en México un año después, y está compuesto por seis cuentos: «La habitación de Nona», «Hablar con viejas», «Interno con figura», «El final de Barbro», «La nueva vida» y «Días entre los Wasi-Wano». El volumen tiene 186 páginas y se lee compulsivamente, porque es interesantísimo, misterioso, sorprendente y está muy bien escrito.

«La habitación de Nona» es un cuento muy ingenioso, absolutamente delirante y espectacular que nos deja, literalmente, con la boca abierta y con un torbellino de ideas en la cabeza. Una niña nos cuenta, en primera persona, lo que es su vida junto a sus padres, su abuela y, sobre todo, junto a su hermana menor, la Nona del título. Nona nació siendo «especial», así entre comillas. La narradora la describe con labios hinchados y ojos achinados. Y con la imposibilidad de pronunciar la letra R, así que algunas palabras suenan —así lo dijo su abuela— como si fueran dichas con acento francés.

Nona es menor, pero ha crecido tanto que ahora parece la mayor. Y su condición «especial», su físico, su forma de comportarse, han hecho que la narradora tenga una relación ambigua y problemática con su hermana. Nona, de alguna manera, mantiene a los miembros de su familia alejados, y ella vive en su recámara como si viviera en una fortaleza, en un mundo propio. La narradora, al sentirse excluida, ha comenzado a odiar a Nona.

Nona tiene amigos imaginarios. Esto, a su padre le preocupa. Su madre, en cambio, dice que eso la va a ayudar a entenderse. Pero la narradora cree que los amigos imaginarios de Nona podrían ser reales, aunque invisibles para todos los demás. Cree que podrían ser extraterrestres o fantasmas de niños muertos, pues desde su recámara, en las noches, escucha voces diferentes provenientes de la recámara de Nona y, además, han sucedido varios incidentes inquietantes... Por supuesto, ya no puedo contarles nada más de este relato intenso, estupendo y escalofriante, digno de la mejor antología de cuentos del mundo. Definitivamente, tienen que leerlo.


Edición en inglés


El segundo cuento del libro tiene el título «Hablar con viejas». El personaje central es Alicia, una guionista de televisión que tiene un tiempo sin trabajo, ya se quedó sin dinero y debe varios meses de renta de su departamento. Y ya recibió el aviso de que la van a desalojar. Su última oportunidad, según piensa ella, la hace sentir mal, pero no le queda otro recurso: le llama por teléfono a Andrés, un viejo amigo al que no ha visto desde hace varios años, y quedan de verse en la noche en un bar. Ella sabe que le gustaba a Andrés, y sabe que él está bien económicamente. Su plan es sencillo, pero moralmente reprochable: se arregla provocativamente y luego de unos minutos de charla le pedirá el dinero de la renta a Andrés. Obviamente como préstamo. Espera conquistarlo esa noche, pero ella se repite que sólo será un préstamo. Todo lo que necesita es salir de ese problema. Aún no sabe cómo pagará ese dinero, pero se repite, para convencerse, que lo pagará. Y es que Alicia no tiene a nadie más a quien recurrir.

Llega al bar media hora antes de la cita y pide una bebida. Pasa el tiempo. 40 minutos después de la cita, se le acerca una mesera y le pregunta si ella es Alicia. Ella dice que sí. La mesera le comunica que habló una persona por teléfono al bar y pidió que le dieran un mensaje. Que la persona a la que esperaba no podrá asistir por asuntos de trabajo, pero le pide que ella lo llame de nuevo la siguiente semana para ponerse de acuerdo de nuevo. Alicia pierde toda esperanza. Paga su bebida y se queda con sólo cinco euros en la bolsa. No sabe qué hacer. Ya en la calle, una anciana le pide de favor que la ayude a cruzar la calle. Luego la invita a su departamento a tomar un té. Alicia, de inmediato, comienza a forjar un nuevo plan moralmente reprochable...

En el cuento «Interno con figura», la narradora coincide, por lo menos en la ficción, con la autora del libro. Ella, de visita en Madrid para dar un taller literario, asiste a una exposición de pintura italiana del siglo XIX. Un cuadro en particular le llama la atención, cuyo título es el mismo del relato: Interno con figura, en el cual, en una habitación casi vacía, con una cama que parece demasiado grande y una puerta entreabierta, se encuentra una niña o una jovencita, hincada al lado de la cama, con la cabeza recargada en ésta. No sabemos si se esconde, o si llora, o si descansa. La imagen y el cuadro mismo son muy ambiguos, y por eso llama tanto la atención. (Hay que decir que el cuadro existe y es el que ilustra la portada de este libro.)

La autora mira el cuadro cuando un grupo de niños, guiado por una instructora, se sienta en el piso frente al cuadro. La narradora se queda a escuchar por curiosidad, para oír las interpretaciones de los niños acerca de ese cuadro. Y las primeras voces dicen cosas previsibles, simpáticas, hasta que una niña, muy seria, mirando el cuadro fijamente, dice que la niña del cuadro está escondida porque sus padres la quieren matar por algo que ésta vio. Se crea un momento de tensión que luego la guía rompe hablando de otra cosa, pero la narradora se queda pensando si en realidad la niña estaría hablando de sí misma... Ya no puedo contarles nada más de este relato, lo que puedo decirles es que, como todos los cuentos de este libro, es sorprendente y esplendido, y está deliciosamente escrito. 

«El final de Barbro» es contado por una de tres hermanas de veintitantos años. El padre de las tres jóvenes, viudo, les presenta una tarde a su novia, llamada Barbro, una belleza nórdica de ojos azules, mucho menor que él, pero no tanto como para que pueda ser confundida con su hija. A las tres chicas les cae bien la mujer, pero ya no tan bien cuando, una semana después, su padre y Barbro se presentan en el departamento con las maletas de ella porque acaban de casarse. Así que Barbro vivirá ahí, a partir de ese mismo momento.

A las jóvenes no les hace ninguna gracia, no sólo por lo que consideran una invasión, sino por el hecho de que su padre, siempre tan amoroso y atento con ellas, no les hubiera dicho nada de la boda ni les hubiera consultado sobre vivir con Barbro en casa. Piensan que la nórdica ha tomado el control de la voluntad de su padre y eso no les gusta nada, así que consideran iniciada una guerra de baja intensidad en contra de la belleza nórdica, guerra que tiene insospechadas consecuencias a lo largo del tiempo... Es un cuento imprevisible y, a su manera, terrible, pero narrado con una gracia que resulta sumamente divertida.

En «La nueva vida» una mujer (que suponemos es también un alter-ego de la autora) llega a Madrid a pasar un par de días debido a algunos compromisos. Pero cuando llamó por teléfono para reservar una habitación en su hotel de siempre se encontró con que estaba lleno. Así que consiguió un departamento rentado por tres días. Al llegar al departamento lo encuentra maravilloso, tal y como le gustaría uno para vivir ahí. Se siente en casa. Mira la ciudad por la ventana y se encuentra optimista por primera vez en mucho tiempo, siente que ese podría ser el inicio de una nueva vida. Una nueva vida que ha estado esperando desde hace varios meses que murió su marido, el hombre de su vida. Ahí, en ese departamento, siente que le vuelven las ganas de escribir, de leer, de ir al teatro y al cine. Baja a la calle, a la Gran Vía de Madrid, camina, se mezcla con la gente, pide una cerveza en un bar de mesas en la acera, y de pronto lo ve...

El sexto y último cuento del libro es también el más extenso y lleva por título «Días entre los Wasi-Wano». La narradora (de 14 años) y su hermano Pedrito (de 9 años) son enviados por sus padres a pasar un mes del verano a la casa de Tristán (hermano de la madre de los chicos) y de la esposa de éste, Valeria. A los niños les llamó la atención que los mandaran con Tristán y Valeria puesto que toda la familia se ha referido a ellos siempre con frases que denotan que los ven como irresponsables y medio locos. Algo así como los hippies de la familia.

Cuando llegan los niños a la casa de sus tíos, en un pueblo remoto, se sorprenden de lo diferentes que son del resto de la familia, y de hecho de cualquier persona que conocen. Parecían mucho más jóvenes de lo que eran (andaban en la cincuentena), hacían gimnasia semidesnudos, nadaban en el río, Valeria hacía experimentos con plantas para crear y recrear olores... Eran simpáticos, tranquilos, nada formales. Quizá la explicación estuviese en que Tristán era antropólogo. Para sus sobrinos, en las noches extendía en la mesa un mapa de la Amazonía y les contaba historias de indígenas sudamericanos. Sobre todo, de la tribu de los Wasi-Wano. Y les recalcaba que casi todo lo que los demás antropólogos decían saber de ellos era falso. Pero él sí sabía pues había pasado una temporada con ellos... Ya no les cuento nada más, pero sí puedo decirles que los sobrinos de Tristán nunca olvidarían esos días con su tío, y posiblemente los lectores de este libro no lo olvidemos tampoco.

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La habitación de Nona. Cristina Fernández Cubas. Tusquets Editores, colección Andanzas. 186 págs.




miércoles, 16 de enero de 2019

Leer es bueno para la salud



Leer es bueno para la salud

Jesús Guerra

En la entrada anterior comenté que sería bueno para todos incluir en nuestros propósitos de Año Nuevo el de leer más. Hoy quiero complementar esta idea con la información de un artículo buenísimo que leí llamado «Los libros son buenos para tu cerebro». El artículo es de Dan Seitz y se publicó en Internet el primero de enero de este año en el sitio de Popular Science (es decir Ciencia Popular). El artículo está en inglés. Quien quiera leerlo puede hacer clic aquí, pues yo no voy a traducirlo (salvo algunas líneas específicas) sino a extraer algunas de sus informaciones y comentarlas.

Este artículo menciona que la lectura de libros es buena para ejercitar nuestro cerebro y para aumentar nuestra inteligencia emocional. Y dice que incluso sabiendo esto, una cuarta parte de los norteamericanos no leyó ni un libro el año pasado. Y yo agrego que puedo suponer que en el caso de México este porcentaje de habitantes que no leyeron ni un libro en 2018 debe de ser aún mayor.

El artículo dice a continuación que estudios científicos hechos con niños gemelos han demostrado que leer es esencial para tener un cerebro sano, y que otros estudios han demostrado que la lectura hace que el cerebro de los adultos siga desarrollándose y en adultos mayores, ayuda a hacer más lento o incluso a detener del todo la atrofia cognitiva.

Con respecto a la inteligencia emocional, un estudio de 2016 mostró que los lectores de narrativa de ficción tienden a «tener bien desarrollada su habilidad para atribuir estados mentales a uno mismo y a otros, es decir, a entender que las otras personas pueden tener diferentes deseos, pensamientos y emociones, lo que significa que los lectores de ficción tienden a tener más empatía». Lo que a su vez significa, en términos generales, que la lectura (en este caso de ficción) nos ayuda a ser mejores personas.

Luego, el artículo de Dan Seitz da algunos consejos sobre cómo comenzar a leer, poco a poco, para las personas que no tienen el hábito diario de leer o que creen no tener tiempo para leer. Dice que es necesario establecer metas concretas y realistas, y luego irlas incrementando. Por ejemplo: establecer la meta de leer cinco páginas diarias de un libro. Pero es necesario que el libro sea de un autor o un tema que nos interese mucho.

Luego de un tiempo en que se alcance la meta de leer cinco páginas diarias, se puede subir la meta a leer 10. Y como el libro es interesante, la meta será un paso lógico. Luego se puede subir a 15 o a 20 páginas diarias. También aconseja que no se debe ser demasiado duro con uno mismo. Habrá días que realmente tengamos otra cosa qué hacer o estemos muy cansados y no podamos cumplir con la meta establecida. Lo importante es haber leído algo. Ya al día siguiente podremos alcanzar la meta de nuevo.

Un consejo importante para ayudar a alcanzar la meta de páginas por leer es la de no cerrarse ante ninguna de las alternativas de lectura. Se pueden leer libros impresos y también libros digitales o se pueden escuchar audiolibros. «Para efectos de lectura, los audiolibros también cuentan», por supuesto.

En tiempos en que casi todos traemos teléfonos inteligentes, podemos traer nuestro libro digital en el teléfono o en una tableta. El teléfono es bueno porque lo llevamos a todas partes. Entonces se puede aprovechar de leer en cualquier tiempo muerto. Al hacer fila en el banco, por ejemplo, en lugar de sacar el teléfono para jugar o para revisar las redes sociales, podemos leer unas páginas de esa historia que, además, nos interesa, nos emociona, y si el libro en realidad es bueno, nos tendrá ansiosos por saber qué sigue.

Y también en el teléfono podemos traer algunos audiolibros, lo cual nos permite escucharlos (es decir, leerlos) mientras caminamos y mientras hacemos ejercicio. El autor del artículo menciona que, según otro estudio, en este caso de la Universidad de Pennsylvania, a personas a las que sólo se les permitió escuchar audiolibros emocionantes (libros de misterio, por ejemplo) mientras iban a hacer ejercicio al gimnasio, terminaron por ir con más frecuencia al gimnasio, lo que significa que la lectura auditiva de libros interesantes nos ayuda a mantenernos sanos y en forma.

Y para los fanáticos de la productividad y el trabajo: está demostrado que leer libros ayuda a aumentar la productividad. «Dejar de hacer una tarea para centrarse en otra, que requiere otras habilidades, ayuda a regresar a la primera tarea con una visión renovada y con mayor atención». Así que el autor recomienda leer en los coffee breaks o en la hora para comer, para ser más productivo al regresar al trabajo un rato después.

En cuanto a la discusión sobre cómo es mejor leer, si en libros impresos, en libros digitales o en audiolibros, la discusión en realidad terminó hace tiempo. Dan Seitz menciona un estudio hecho con niños a los que se les dio a leer el mismo libro, a unos se les dio libros impresos, a otros libros digitales en un iPad. No hubo diferencias en cuanto a comprensión o retención de lo leído, que es lo importante. Para los niños, además, todos los medios estaban ahí cuando nacieron.

En realidad —agrego yo— todo esto es una cuestión de gustos y costumbres. Para los lectores de mayor edad, que siempre leyeron libros impresos, los libros digitales pueden ser extraños, o no ser de su gusto. Pero las generaciones posteriores nos hemos acostumbrado a todo: lo importante es leer.

Claro que cada medio tiene sus ventajas y sus desventajas. Los libros impresos se pueden no sólo tocar, sino acariciar. Nos gusta la textura del papel y hasta el olor de la tinta. Y se pueden subrayar y apuntar anotaciones al margen. Además, no requieren electricidad para funcionar, y se pueden hojear con facilidad. Como desventaja, si es un libro grueso, por ejemplo, tiene el peso. Y en la oscuridad se requiere de una luz para leerlos.

Los libros electrónicos requieren de un aparato para leerlos, pero se pueden leer en la oscuridad porque tienen su propia luz. Pero claro, requieren que la batería esté cargada. También se pueden subrayar y hacer notas al margen. Además, se pueden traer muchos libros en el mismo aparato, que puede ser incluso nuestro teléfono inteligente. Los puede uno leer en cualquier parte, en cualquier momento.

Los audiolibros no se pueden subrayar ni se les pueden hacer notas. Y se requiere un aparato para escucharlos. Pero se pueden leer, es decir escuchar, mientras hacemos otras actividades, como caminar, hacer fila en el banco o mientras hacemos ejercicio en el gimnasio. Por si fuera poco, recrean esa magia antigua de que alguien nos cuente una historia, con su voz, y su sabiduría para contarla.

En lugar de discutir qué es mejor, mi opinión es que debemos utilizar los tres medios para leer libros. Hay que encontrar el medio adecuado para el momento adecuado. Eso es todo. Lo importante es leer.

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viernes, 11 de enero de 2019

Sobre los propósitos (de lectura) de año nuevo



Sobre los propósitos (de lectura) de año nuevo

Jesús Guerra

Creo que todavía estamos a tiempo para tratar de los muy populares propósitos de Año Nuevo. Crear una lista, de preferencia pequeña, de estos propósitos es algo bueno pues por lo menos indican la intención de mejorar, la intención de cambiar algo en su vida, por parte de quien realiza estos propósitos. Revisando en Internet algunos artículos sobre el tema, encontré que los propósitos más comunes de las personas, agrupándolas por rubros, son más o menos los siguientes:

1. Bajar de peso, comer de manera más nutritiva, hacer ejercicio
2. Ahorrar dinero, pagar deudas, conseguir un empleo extra o un trabajo nuevo
3. Evitar el estrés o aprender a bajar el nivel de estrés
4. Comprar casa, o remodelar la casa
5. Comprar un carro o arreglar el que se tiene
6. Dejar de fumar, o dejar de beber
7. Ser mejor persona, o pasar más tiempo con la familia
8. Viajar, o viajar más, o realizar ese viaje a alguna ciudad o país con el que se ha soñado por mucho tiempo
9. Encontrar pareja, o casarse, o tener hijos.

Por supuesto, para lograrlos y no abandonarlos a las pocas semanas, es necesario tener fuerza de voluntad, disciplinarse. No siempre se puede, pero intentarlo ya es algo. Mientras más corta la lista, y más cercana a la realidad, más sencillo será lograrla.

Lo que los expertos en el tema (porque también hay expertos en esto de los propósitos de Año Nuevo) aconsejan es: escribir estos propósitos en un cuaderno (en un diario personal, por ejemplo), para que el compromiso con nosotros mismos sea mayor, y para que podamos tener esa lista presente cada vez que abramos el cuaderno. También se aconseja decirles estos propósitos a otras personas de confianza, familiares o amigos, para que el compromiso sea mayor. Por último, se aconseja juntarse con otras personas que tengan el mismo propósito (por ejemplo, ir al gimnasio) para que sea más sencillo realizarlo.

Por otra parte, es evidente que no es necesario esperar a que comience un año para comenzar a hacer los cambios que queremos en nuestra vida. Podemos empezar cuando en realidad lo queramos (de preferencia, ya).

Todo esto viene a cuento porque quiero comentarles un propósito que no está entre los más comunes pero que es muy importante para nuestra vida, para mejorar, que es lo que realmente deseamos: el propósito de leer más libros. Y subrayo la palabra libros. También podemos proponernos leer más, en general, y así leer más revistas, más periódicos, más textos en Internet, y todo esto también está bien, por supuesto, pero las obras importantes están publicadas en libros, y éstos pueden ser de ciencia, de psicología, de filosofía, ensayos diversos, de cualquier tema que nos guste, y, por supuesto, libros literarios.

Y el propósito de leer más es sencillo, pues sólo competimos con nosotros mismos. Si el año pasado leímos, por ejemplo, cinco libros, este año podemos intentar leer ocho. No es muy difícil, es realista, podemos lograrlo; es divertido, interesante y útil. Leer ocho libros en un año equivale a leer sólo dos terceras partes de un libro por mes.

Pero si su propósito es algo más serio pueden proponerse leer un libro por mes. Tal vez se tarden más de un mes en leer un libro de 600 páginas, pero la siguiente lectura puede tener sólo 250 páginas. Luego de los dos meses habrán conseguido leer, de todas maneras, dos libros en dos meses. Leer un libro al mes equivale a 12 libros al año. Es una buena meta. No es muchísimo, pero es mucho más del promedio nacional.

Y quienes leen 12, pueden proponerse leer 18, o 24. Al año, 24 libros es un libro cada quincena, aproximadamente. O ya, de plano, pueden proponerse leer un libro por semana, para alcanzar la cifra de 52 libros al año.

Hay una conocida encuesta mundial (de la agencia de investigación de mercado NOP World) que se centró en el número de horas a la semana que los habitantes de diversos países dedican a la lectura. Con esto no sabemos cuántos libros leen, pero por lo menos sabemos cuánto tiempo leen a la semana.

En primer lugar, La India, con 10.7 horas a la semana.
En segundo, Tailandia, con 9.4 horas a la semana.
En tercer lugar, China, con 8 horas.
En cuarto Filipinas, con 7.6 horas.
En quinto Egipto, con 7.5 horas.
En sexto la República Checa, con 7.4 horas a la semana.
En séptimo Rusia, con 7.1 horas.
En octavo, empatados Suecia y Francia, con 6.9 horas.
Y en noveno lugar Hungría, con 6.8 horas a la semana.

Esto quiere decir que La India, que está en primer lugar, dedica un poco más de hora y media diaria a la lectura. E incluso los países que menos leen, de esos 10 primeros lugares, leen casi una hora al día.

El promedio mundial es de 6.5 horas diarias dedicadas a la lectura. En América Latina, Venezuela es el país con el mayor promedio y está sólo un poco por debajo del promedio mundial: 6.4 horas por semana. El país que menos lee de América Latina es México, con 5 horas y media a la semana (lo cual, de México, es creíble, pero para la lectura en general, no de libros). Sin embargo, según una nota de la revista Proceso (del 31 de agosto de 2015), México ocupó el penúltimo lugar de lectura entre 108 países.

Todo esto quiere decir que, si ustedes ponen en sus propósitos de Año Nuevo leer una hora diaria, es decir 7 horas a la semana, estarían dedicándole a la lectura media hora más por semana que el promedio mundial. Y por supuesto, mucho más que el promedio mexicano.

La relación entre tiempo dedicado a la lectura y libros leídos es personal, depende de la velocidad de lectura de cada uno. Hay quienes leen rapidísimo y quienes leemos un poco más lento. Hay quienes han tomado cursos de lectura rápida, pero hay que aclarar que las técnicas de la lectura rápida si bien son muy útiles para leer periódicos, revistas y reportes de oficina, no sirven para leer literatura. La literatura hay que disfrutarla.

Pero esta relación personal pueden establecerla muy bien si se proponen leer una hora diaria. ¿Cuántos libros a la semana, o a la quincena, o al mes pueden terminar leyendo tan solo una hora por día? Se van a dar cuenta de que pueden leer mucho más de lo que imaginan.

En cuanto a las encuestas, sólo sirven de vaga referencia, pues son contradictorias. En la encuesta de horas de lectura por semana el Reino Unido, Brasil, Taiwán, Japón y Corea leen menos horas a la semana que México. Pero en la encuesta de CERLAC, Corea lee 10 libros por año mientras que China lee 7 (y Finlandia 17, y Canadá 20)... pero en la de horas por semana se dice que China lee 8 horas a la semana mientras que Corea lee sólo 3:06 horas. ¿Será que los coreanos leen rapidísimo?

Según un artículo de Ana Karen García, publicado en el periódico El Economista, el 26 de octubre pasado, en México se leen, en promedio, 3.8 libros al año por persona, pero ¡sólo 2 de cada 10 comprende totalmente el contenido que leyó! Como pueden ver el estado de la lectura en México es desastroso, pero podemos contribuir a nuestros promedios, aunque nadie nos venga a encuestar. Es una tarea personal, así como es un asunto de mejora personal: propongámonos leer por lo menos una hora diaria, y luego pueden platicarnos de los logros alcanzados.

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Ligas:




viernes, 4 de enero de 2019

Recomendaciones de la Librería del Fondo Carlos Monsiváis



Recomendaciones
de la Librería del Fondo Carlos Monsiváis




Kassel no invita a la lógica
Enrique Vila-Matas

El humor y la lucidez de Enrique Vila-Matas en una aventura delirante en la feria de arte contemporáneo más importante del mundo.

Una extraña llamada interrumpe la rutina de un escritor. La enigmática voz femenina al otro lado de la línea le dice que los McGuffi no quieren invitarlo a cenar para desvelarle la solución al misterio del universo. Pronto descubrirá que se trata de una convocatoria para participar en la Documenta de Kassel, la mítica feria de arte contemporáneo, donde su cometido será convertirse en instalación artística viviente y sentarse a escribir cada mañana en un restaurante chino de las afueras.

En Kassel, el escritor comprueba sorprendido que su estado de ánimo no decae al atardecer y que, en cambio, el optimismo lo invade mientras pasea impulsado por una energía inagotable que late en el corazón de la feria. Es la respuesta espontánea e imaginativa del arte que se levanta contra el pesimismo.

Con humor, hondura y lucidez, Enrique Vila-Matas cuenta la historia de una gran expedición: la del paseante solitario que, rodeado de rarezas y maravillas, se atreve a traducir un idioma que no conoce, participa en bailes invisibles, pernocta en su particular tierra prometida y, finalmente, encuentra un hogar en el camino. Desde su terraza de Kassel, este paseante nos invita a ver el mundo desde otro ángulo y desvela la esencia misma de la literatura: la razón, la verdadera razón, para escribir.

Enrique Vila-Matas. De su obra narrativa destacan Historia abreviada de la literatura portátil, Suicidios ejemplares, Hijos sin hijos, Bartleby y compañía, El mal de Montano (Seix Barral, 2012), Doctor Pasavento, Exploradores del abismo, Dietario voluble, Dublinesca (Seix Barral, 2010), Chet Baker piensa en su arte y Aire de Dylan (Seix Barral, 2012). Entre sus libros de ensayos literarios encontramos Para acabar con los números redondos, Desde la ciudad nerviosa, Aunque no entendamos nada, El viento ligero en Parma, Perder teorías (Seix Barral, 2010) y El viajero más lento. El arte de no terminar nada (Seix Barral, 2011). Traducido a 32 idiomas, ha obtenido un amplio reconocimiento internacional y ha recibido, entre otros, el Premio Nacional de la Crítica, el de la Real Academia Española, el Ciutat de Barcelona, el Herralde de Novela, el Fundación Lara, el Leteo, el Argital, el del Círculo de Críticos de Chile, el Meilleur Livre Étranger, el Fernando Aguirre-Libralire, el Médicis-Roman Étranger, el Jean Carrière, el Ennio Flaiano, el Elsa Morante, el Mondello, el Bottari
Lattes Grinzaine y el Gregor von Rezzori. Es chevalier de la Legión de Honor francesa, pertenece a la Orden de Caballeros del Finnegans, y es rector (desconocido) de la Universidad Desconocida de Nueva York (McNally Jackson).

Seix Barral
Colección Biblioteca Breve
304 págs.

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Todo cuanto amé
Siri Hustvedt

La novela emblemática de Siri Hustvedt, su hito literario. Una brillante historia que combina la intimidad de una saga familiar con el suspense de un thriller, y que nos habla del arte, el amor, la pérdida y la traición.

El aprecio por un cuadro de Bill Wechsler lleva al historiador de arte Leo Hertzberg a querer conocer a su autor. Una profunda amistad, basada por igual en afinidades y contrastes, los unirá desde entonces, e incluirá asimismo a sus familias. A lo largo de los años, tres mujeres orbitan en su universo: Erica, la hermosa profesora casada con Leo, y las dos esposas del pintor, Lucille y Violet. Pero cuando una muerte trágica sacude inesperadamente el mundo de estos personajes, entre ellos surge un nuevo orden bajo el que late un oscuro engaño que acabará por erigirse en una amenaza de imprevisibles consecuencias.

Siri Hustvedt nació en Minnesota en 1955. Licenciada en Filología Inglesa por la Universidad de Columbia, es una aclamada autora de novelas y ensayos: Leer para ti (1982); Los ojos vendados (1992), por el que obtuvo el Premio de la Crítica Internacional en el Festival de Cine de Berlín por su adaptación cinematográfica; El hechizo de Lily Dahl (1996); En lontananza (1998); Todo cuanto amé (2003), ganadora del Premio de Libreros del Quebec y Premio Femina Étranger, finalista del Premi Llibreter y del Waterstones Literary Fiction Award; Una súplica para Eros (2005); Los misterios del rectángulo (2005); Elegía para un americano (2008); La mujer temblorosa o la historia de mis nervios (2009); Ocho viajes con Simbad: palabra e imagen (2011); El verano sin hombres (2011), finalista del Premio Femina Étranger; Vivir, pensar, mirar (2012) y El mundo deslumbrante (2014), ganadora del premio al mejor libro de no ficción de Los Angeles Times, finalista del Dublin Literary Award y seleccionada para el Premio Booker. En 2012 recibió el Gabarron International Award de pensamiento y humanidades y, en 2014, fue nombrada doctora honoris causa por la Universidad de Oslo. Doctora y conferenciante sobre temas de psiquiatría en la Facultad de Medicina Weill Cornell de Nueva York, colabora regularmente como columnista en The New York Times y Psychology Today.

Seix Barral
Colección Biblioteca Formentor
496 págs.

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Denuncia inmediata
Eugenides, Jeffrey

Un joven viaja por el mundo en busca de iluminación y se enfrenta a todo tipo de experiencias, no siempre agradables; una estudiante de origen indio seduce a un profesor buscando una salida desesperada a la situación de su familia; un poeta fracasado que ha encontrado trabajo en la editorial de un antiguo pornógrafo acaba dejándose arrastrar por la tentación del dinero y la América del pelotazo; un sexólogo tiene un perturbador encuentro sexual en una selva remota; un matrimonio que empezó por conveniencia acaba en desastre; un músico que toca el clavicordio se enfrenta a la dificultad de combinar su arte con su condición de esposo y padre y termina perseguido por unos cobradores de morosos; una chica decide quedarse embarazada sea como sea; una mujer visita a una vieja amiga a la que le están haciendo pruebas para saber si padece alzhéimer y le regala un libro que ambas adoraban en su juventud... Jeffrey Eugenides, que ha demostrado en tres novelas excepcionales —Las vírgenes suicidas, Middlesex y La trama nupcial— su capacidad para ahondar en la complejidad de las relaciones humanas, continúa su exploración en esta envolvente colección de cuentos. Nos encontramos aquí una vez más con hombres y mujeres que se enfrentan a sus miedos, toman decisiones drásticas y se adentran en territorios desconocidos. En dos de los cuentos reaparecen personajes de sus novelas, que, al igual que los nuevos, son seres humanos desamparados que el autor retrata con perspicacia y humanidad, plasmando sus anhelos y contradicciones. Elegante, sutil, a ratos irónico y en otros momentos hondo y conmovedor, Eugenides traza aquí un poderoso mapa de las emociones humanas.

«Eugenides disfruta poniendo a sus personajes ante situaciones límite... Escribe sobre vidas complejas con profundidad y compasión» (Kirkus Reviews).

«El libro es un despliegue de las virtudes literarias de Eugenides» (Publishers Weekly).

«Eugenides consigue lo más extraordinario a lo que puede aspirar un gran cuentista; concentrándose en una pequeña parte de la vida, es capaz de sugerir la magnitud de la totalidad» (Lisa Zeidner, The Washington Post).

«Aborda el fracaso y la inmoralidad con una enorme fuerza moral... Unos cuentos deliciosos y profundos» (Dwight Garner, The New York Times).

«Un amplio repertorio de temas... Una colección de cuentos en conjunto impresionante» (Andrew Irvin, The Times Literary Supplement).

«Excelente... Eugenides despliega sus notables dotes para la comedia y la caracterización de los personajes, y al mismo tiempo construye unas apabullantes atmósferas claustrofóbicas» (Chris Power, The Guardian).

«Una colección de cuentos maravillosamente escritos... Lo mejor que he leído este año» (Rohan Silva, Evening Standard).

Jeffrey Eugenides (Detroit, 1960) estudió en las universidades de Brown y Stanford. Es autor de tres aclamadas novelas, todas ellas publicadas por Anagrama: Las vírgenes suicidas, llevada al cine por Sofia Coppola: «Extraordinaria novela, las hermanas Lisbon son a la literatura de los noventa lo que el Holden Caulfield de El guardián entre el centeno fue a la de los cincuenta» (Sergi Sánchez, El Mundo); Middlesex, que obtuvo el Pulitzer 2003 y fue considerada una de las mejores novelas de las últimas décadas: «Sobresaliente, poderosísima» (Antonio Fontana, ABC); «Magnífica saga familiar, una novela deslumbrante» (Ignacio Martínez de Pisón); «Colosal» (David Guzmán, La Razón); y La trama nupcial: «Fino y empático... Eugenides vuelve para reclamar su lugar entre los maestros artesanos de la (gran) novela (americana)» (Rubén Pujol, Rockdelux); «Una luminosa meditación acerca de la distancia que media entre la literatura y la vida» (Eduardo Lago, El País).

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