La loca de la casa
de Rosa Montero
Jesús Guerra
Las obras de la periodista y novelista española Rosa
Montero son por lo general emocionantes y divertidas, vitales, entrañables y
curiosamente cercanas a los lectores. Así son sus novelas, y así es, aunque no
es una novela, La loca de la casa, que apareció por primera vez en el
año 2003; y este libro es interesante, entre otras muchas cosas, por su mezcla
de géneros: es al mismo tiempo un ensayo sobre la novela, comentario biográfico
de diversos escritores y autobiografía novelada. En el capítulo 18 del libro,
la autora nos explica cómo fue evolucionando el libro mismo que leemos, al
inicio del capítulo apunta: «Cuando empecé a idear este libro, pensaba que iba
a ser una especie de ensayo sobre la literatura, sobre la narrativa, sobre el
oficio del novelista». Más adelante escribe: «[...] la cosa se fue convirtiendo
en algo distinto, o más bien se añadió otro tema al proyecto original: no sólo
iba a tratar de la literatura, sino de la imaginación». Y luego: «[...] advertí
que no sólo estaba escribiendo sobre la literatura y sobre la imaginación, sino
que este libro también trata otro tema fundamental: la locura». Y todavía
después agrega: «He aquí otro tema sobre el que trata este libro: la pasión amorosa».
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Pero todo esto no nos lo dice de antemano, nos lo dice en
el penúltimo capítulo, en el que comenta cómo se fue formando el libro que
leemos. Para ese momento los lectores reconocemos los temas, y vemos con
claridad que están ligados unos a otros: la literatura, que en términos
generales sería la creatividad, la imaginación, la locura y la pasión
amorosa. Y todo perfectamente resumido en el título, que es un fragmento de una
frase de Santa Teresa de Jesús, quien escribió que «la imaginación es la loca
de la casa».
Cada tema que toca la autora relacionado con la escritura
de novelas, como la infancia de los autores, la memoria, las relaciones con el
poder, la imaginación, el tiempo, la nostalgia, y un larguísimo etcétera, lo
ilustra con anécdotas de otros escritores, sobre todo de los famosos de varias
épocas, tomados de autobiografías y biografías, pero también ilustra ciertos
pasajes con anécdotas propias o que leyó en libros que menciona o que le
contaron otros escritores, y en ciertos momentos con pasajes de su propia vida.
Pero en todo esto también hay un juego. En una nota al
final del libro, Rosa Montero apunta lo siguiente: «Todo lo que cuento en este
libro sobre otros libros u otras personas es cierto, es decir, responde a una
verdad oficial documentalmente verificable. Pero me temo que no puedo asegurar
lo mismo sobre aquello que roza mi propia vida. Y es que toda autobiografía es
ficcional y toda ficción autobiográfica, como decía Barthes».
Y es que hay varias partes del libro en el que toca el
tema de la memoria. Nuestros recuerdos conforman nuestra identidad. Todos
podemos narrar nuestra vida, y de hecho, aunque no la escribamos, nos narramos
nuestra vida a nosotros mismos, en un afán narrativo propio de la novela, de
darle una estructura y un sentido a nuestra vida y a la realidad. Pero resulta
que nuestra memoria no es confiable. Olvidamos algunas cosas. Mejoramos algunos
momentos del pasado en nuestros recuerdos, algunas, pocas veces, empeoramos
otros. Y además nuestros recuerdos están grabados desde un sólo punto de vista:
el nuestro. Así que nuestros recuerdos quizá no coincidan, y de hecho pocas
veces lo hacen, con los recuerdos de otras personas sobre un mismo evento. Una
de las tareas de los escritores, entonces, es la de crear otras posibilidades,
otras versiones de recuerdos que ya de por sí pueden ser otra versión de lo
ocurrido. Y Rosa Montero desarrolla, a lo largo del libro, un juego narrativo
interesantísimo con esta idea. En tres partes diferentes del libro nos cuenta
un recuerdo de su juventud. Pero aunque comienzan igual, el desarrollo y el
final de ese recuerdo, en esas tres versiones, son diferentes.
Rosa Montero, además, nos brinda ciertas claves de su
propia narrativa y nos permite vislumbrar su proceso creativo al escribir sus
novelas. En fin, se trata de una obra muy entretenida que nos enseña o nos
recuerda muchas cosas fascinantes, que además es una reflexón sobre la
escritura, y por tanto sobre la lectura, muy útil y cercana para cualquier
lector, y obviamente también para cualquier escritor o aspirante a escritor. Es
tan entretenido e interesante este libro que para cuando nos damos cuenta ya lo
hemos terminado. La loca de la casa es una delicia que les recomiendo
ampliamente.
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La loca de la casa. Rosa Montero. Santillana (hay
ediciones tanto en Punto de Lectura como en Alfaguara). La edición de Punto de
Lectura tiene 256 páginas.