La ninfa inconstante
de Guillermo Cabrera Infante
Jesús Guerra
Cuando me enteré que había muerto Guillermo Cabrera Infante (murió el 21 de febrero de 2005, en Londres), pensé con enorme tristeza, pero de manera perfectamente lógica, que se había cerrado la posibilidad de que nos siguiera entregando libros maravillosos. Pensamiento que entristecía, puedo suponer, a todos sus lectores. Tendríamos que resignarnos a buscar los libros suyos que aún no habíamos leído y a releer las obras suyas por las que nos habíamos convertido en sus fans. De ahí que la noticia, de la que yo me enteré muchos meses después, de que había dejado tres libros listos, o casi listos, para enviar a sus editores, me dejara contentísimo. Ahora sólo había que esperar...
En 2008 apareció en Barcelona, bajo el sello Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, el primero de estos libros inéditos, una novela llamada La ninfa inconstante. Yo me enteré de esto leyendo algún sitio de internet. Estaba próximo a leer una nueva novela del autor de Tres tristes tigres (1964 y 1967), La Habana para un infante difunto (1979) y de Cine o sardina (1997), entre otros libros fenomenales. Sin embargo, la espera se convirtió en desesperación y luego en olvido. ¡Cuál no sería mi sorpresa cuando me encontré su novela, en 2010, en un montón de libros en oferta en un supermercado! ¡Qué alegría (por mi bolsillo) y qué tristeza (por los lectores mexicanos, por el estado de las cosas en el mundo editorial de lengua española, por la memoria de GCI)!
Lo compré y lo leí de inmediato. ¿Qué me pareció? A ver si me doy a entender. Me pareció una obra que como novela es mala pero como libro es una maravilla.
Como novela es mala porque casi no nos cuenta nada, en realidad, de la trama central. Y nos lo cuenta en fragmentos pequeños, a saltos y un poco en desorden. El argumento bien podría narrarse en un cuento de 10 páginas; el libro, sin embargo, tiene 283. ¡Ah, pero todo lo que el autor nos dice en el resto de las páginas es maravilloso! Claro que GCI no es un autor para todos los gustos. Quizá ningún autor lo sea. Los personajes centrales de la novela, que se ubica en La Habana en 1957, son el narrador, un joven crítico de cine que escribe en la revista Carteles, es decir aunque sin decirlo el propio GCI, la ninfa del título, una jovencita muy atractiva, inculta y medio loca llamada Estela Morris ("Ella era tan ajena a su encanto como a la moral", nos dice de Estelita el narrador, su enamorado), y el mejor amigo del narrador, Roberto Branly ("Branly era triste pero divertido"), un corrector de pruebas de Carteles, cultísimo y con un extraordinario sentido del humor. Los personajes centrales del libro, además de los mencionados, son La Habana y la evidente nostalgia de GCI por esa ciudad y por esa época, el cine, la literatura y el lenguaje. Es decir, todos los elementos por los que los fans de GCI somos sus fans están ahí.
La nostalgia. La obra tiene un prólogo que inicia con las siguientes líneas:
Según la física cuántica se puede abolir el pasado o, peor todavía, cambiarlo. No me interesa eliminar y mucho menos cambiar mi pasado. Lo que necesito es una máquina del tiempo para vivirlo de nuevo. Esa máquina es la memoria. Gracias a ella puedo volver a vivir ese tiempo infeliz, feliz a veces. Pero, para suerte o desgracia, sólo puedo vivirlo en una sola dimensión, la del recuerdo.
Y más adelante nos suelta otra frase magistral: "Esta narración está siempre en el presente a pesar del tiempo de los verbos, que no son más que auxilios para crear o hacer creer en el pasado". Esta nostalgia permea toda la obra. Podemos imaginar a GCI en algún momento del primer lustro del siglo XXI, a los setenta y tantos años, sentado a su mesa de trabajo de su casa en Londres, en donde vivió más de 30 años, mirando por la ventana y viendo La Habana. La de fines de los años 50. Y luego escribir fragmentos de este libro cuyo argumento transcurre casi medio siglo atrás, apuntando datos precisos de la geografía y de la atmósfera de la ciudad en la que vivió en su juventud. "La vi ahora como la vería otra vez en el futuro o en ese extraño fruto del futuro, la nostalgia".
El lenguaje. Aquí se mezclan los juegos de palabras, que pueden ser bilingües o incluso trilingües, y esa suerte de metaconciencia textual que le permite, entre paréntesis, subrayar elementos del propio texto, como si se detuviera y en un susurro se burlara de algo que ha dicho, es decir, en un susurro a nuestros ojos se burla de algo que ha escrito. "Luego no hubieron más que obstáculos. ¿Hubieron? Hubo, vaya. Es que el mal no sabe de gramática". O: "No se sonrió, ni siquiera un rictus en la comisura. Comic sure. Tenía menos sentido del humor que la Mona Lisa. Ah, las mujeres. Cherchez la fun". Y: "Entre este párrafo y el anterior sucedió algo imprevisto". Y: "Comprendí que se había pintado parapintado para la guerra. Ella quería batalla pero a mí me pareció una mascaramuza. (Es que no puedo, no puedo evitarlo.)" Y ésta otra: "Antes, pañuelo mediante, borré mis huellas digitales --y tal vez alguna huella de ella. (Detesto las rimas involuntarias.)"
Podríamos seguir pero se disfrutan más en su contexto. Mejor busquen este libro divertidísimo, inteligente, nostálgico, y léanlo a placer.
En 2010 Círculo de Lectores-Galaxia Gutenberg publicó el segundo de sus libros inéditos: Cuerpos divinos, que son sus memorias. No he visto circular el libro, quizá sea cuestión de buscarlo como se merece.
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La ninfa inconstante. Guillermo Cabrera Infante. Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores. Barcelona, 2008. (La impresión de libro que circuló en nuestro país se llevó a cabo en México, en octubre de 2008.) 283 págs.
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El Autor:
Nació en Gibara, Cuba, el 22 de abril de 1929 y falleció en Londres el 21 de febrero de 2005. En 1954 comenzó a ejercer como crítico de cine en la revista Carteles con el seudónimo G. Caín. Fue fundador y director de la revista literaria Lunes de Revolución hasta su cierre, en 1961. En 1962 fue nombrado agregado cultural de la embajada cubana en Bélgica. En 1965 renunció a la diplomacia y se exilió en Europa. Desde 1966 vivió en Londres junto a su esposa Miriam Gómez. Se le otorgó el Premio Cervantes en 1997.
Todos sus libros son importantes. Menciono algunos:
* Así en la paz como en la guerra (1960; Alfaguara. Cuentos)
* Un oficio del siglo XX (1963, Alfaguara. Críticas de cine)
* Tres tristes tigres (1964 y 1967, Seix Barral. Novela)
* Arcadia todas las noches (1978, Alfaguara. Críticas de cine)
* La Habana para un infante difunto (1979, Alfaguara. Novela)
* Puro humo (escrita en inglés como Holy Smoke, 1985; traducida en 2000, Alfaguara. Ensayo)
* Mea Cuba (1992, Alfaguara. Artículos. En México fue publicado por la editorial Vuelta)
* Cine o sardina (1997, Alfaguara. Críticas de cine)
* Todo está hecho con espejos. Cuentos casi completos (1999, Alfaguara)
* La ninfa inconstante (2008, Círculo de Lectores-Galaxia Gutenberg. Novela)
* Cuerpos divinos (2010, Círculo de Lectores-Galaxia Gutenberg. Memorias)
También escribió varios guiones de cine. El más famoso, pues llegó a convertirse, ya filmado, en una película de culto, es el de Vanishing Point (1971). También el de La ciudad perdida (2005), dirigida y protagonizada por Andy García; ambientada en la Cuba pre y post revolucionaria.