domingo, 28 de septiembre de 2014

Recomendaciones de la Librería del Fondo Carlos Monsiváis



Recomendaciones de la Librería del Fondo Carlos Monsiváis




El hombre que perseguía al tiempo
Diane Setterfield

Fábula sobre la ambición y la inevitabilidad de la muerte que recuerda a Charles Dickens.

William acababa de cumplir diez años cuando consiguió la admiración de todos sus amigos: su ojo experto apuntó a un grajo que descansaba en un árbol lejano y, tras un instante de concentración, el tirachinas dio en el blanco. Nada grave, en apariencia; sólo una chiquillada, pero desde entonces su vida cambió y William se propuso olvidar el pasado, trabajando duro para adelantarse al tiempo y a sus leyes. Los años fueron pasando, y un hombre vestido de negro empezó a rondar a William en las circunstancias más trágicas. Nació así una extraña unión entre los dos caballeros, y se inauguró en Londres una tienda espléndida, donde se exponían las telas y los complementos adecuados para el duelo de los difuntos. El negocio fue un éxito, y William durante un tiempo pensó que su apuesta por el olvido era acertada, pero llegó un día en que un grajo muy negro surcó el techo acristalado del almacén y de golpe el pasado volvió, cargado de secretos y dispuesto a tomarse su venganza... La famosa autora de El cuento número trece nos sorprende ahora con una hermosa historia donde el misterio y el recuerdo van de la mano.

Lumen narrativa
432 págs.
$289.00




El poeta de Gaza
Yishai Sarid

Una novela de intriga fascinante que además de ofrecernos la voz de uno de los escritores israelís más importantes de la actualidad, arrastra al lector a lo largo de un tumultuoso viaje hasta lo más hondo del conflicto israelí.

Un agente de los servicios de seguridad del estado de Israel, entregado a la labor de prevenir ataques terroristas suicidas, y con una vida profesional y personal complicada, tiene una nueva misión: asistir a las clases de creación literaria de una escritora de Tel Aviv, militante para la paz, e introducirse en su vida privada. Esto le permitirá acercarse a un viejo poeta palestino de Gaza, quien ha obtenido permiso para entrar a Israel con el fin de tratarse una enfermedad terminal. Su verdadero objetivo es Yotam, hijo del poeta y líder terrorista.

Cuando está a punto de lograr su objetivo en Limasol, pueblo costero donde el servicio secreto israelí estará acechando con la finalidad de asesinar a Yotam, el agente tendrá que decidir entre sus lealtades profesionales y el inusitado sentido de pertenencia y amistad que sus nuevos amigos han logrado despertar en él.

Mondadori
208 págs.
$229.00




El cartero de Neruda
(Ardiente paciencia)
Antonio Skármeta

«Un canto emocionante a la poesía y al amor en sus más contundentes y jocundas expresiones de vitalidad.»
Miguel García-Posada, Babelia

Mario Jiménez, un joven pescador, decide abandonar su oficio para convertirse en cartero de Isla Negra, donde la única persona que recibe y envía correspondencia es el poeta Pablo Neruda. Jiménez admira a Neruda y espera pacientemente que algún día el poeta le dedique un libro, o que se produzca algo más que un brevísimo cruce de palabras y el pago de la propina. Su anhelo se verá finalmente recompensado y entre ambos se entablará una relación muy peculiar. Sin embargo, la enrarecida atmósfera que se vive en el Chile de aquellos años precipitará un dramático desenlace.

Debolsillo
144 págs.
$149.00

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jueves, 18 de septiembre de 2014

Primeras líneas... Venganza en dos idiomas


Primeras líneas...

Venganza
de Benjamin Black

en dos idiomas


Davy Clancy was not a good sailor, in fact he was secretly afraid of the sea, yet here he was, on this fine summer morning, about to set out on it in a boat that looked to him like a large and complicated toy. It was, they all said, a perfect day to be on the water. They did not say it was a perfect day to be in a boat, or to be out sailing. No: a perfect day to be on the water, as if it was their motto or something.

[Vengeance. Versión original en inglés de Benjamin Black. 2012. Picador.]

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Davy Clancy no era un buen marinero; de hecho, temía al mar en secreto. Pero estaba aquella hermosa mañana de verano, a punto de zarpar en un barco que más le parecía un juguete grande y complicado. Según decían todos, era un día perfecto para estar en el agua. No decían que fuese un día perfecto para estar en un barco o para salir a navegar. No, decían: «Un día perfecto para estar en el agua», como si fuese una consigna.


[Venganza. Traducción al español de Nuria Barrios. 2013. Alfaguara.]


Venganza, de Benjamin Black





Venganza
de Benjamin Black

Jesús Guerra

Venganza es la sexta novela negra de Benjamin Black, la sexta de ocho que lleva publicadas, de las cuales están traducidas siete al español. Se publicó en inglés en 2012 (Vengeance) y en español en febrero de 2013, bajo el sello de Alfaguara, como el resto de las traducciones de este autor. Los títulos de las otras novelas son: El secreto de Christine, de 2007 (Christine Falls, 2006); El otro nombre de Laura, 2008 (The Silver Swann, 2007); El Lémur, de 2009 (The Lemur, 2008); En busca de April, de 2011 (Elegy for April, 2010); Muerte en verano, de 2012 (A death in Summer, 2011); Holy Orders, de 2013, no traducida aún, y La rubia de ojos negros, de 2014 (The Black-Eyed Blonde, 2014).

Con excepción de El Lémur y de la La rubia de ojos negros, las otras seis novelas forman parte de una serie que se desarrolla en la ciudad de Dublín durante la década de los 50, en la que los personajes principales son el patólogo forense Quirke y el inspector de policía Hackett. En español esta serie no tiene nombre. Alfaguara ha publicado estas novelas en una colección llamada Alfaguara Negra, pero en inglés se le ha llamado Quirke Mysteries. Esto, por supuesto, es un juego del autor. El apellido del personaje lleva una e final, pero la pronunciación es la misma de quirk que traducido al español puede ser ‘peculiaridad’, ‘singularidad’, ‘rareza’, ‘excentricidad’. Por su parte, la novela La rubia de ojos negros, que ya comentaremos aquí dentro de poco, es una obra del investigador Philip Marlowe, creado por Raymond Chandler, cuyas versiones cinematográficas de los años 40, famosísimas también, fueron interpretadas por Humphrey Bogart.

La vuelta de tuerca de todo esto es que Benjamin Black es en realidad el seudónimo de un gran escritor irlandés, conocido sobre todo por ser un estilista de su lengua y que ha ganado una enorme cantidad de premios, incluido el Premio Franz Kafka, y apenas en junio de este año se le concedió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras; su nombre es John Banville.

Banville, gran maestro de la prosa inglesa, tiene un sentido del humor que, se dice, es influencia de Nabokov. Con su nombre ha publicado libros de cuentos, biografías y novelas. Entre sus obras de ficción más recientes, y traducidas al castellano, se encuentran: El intocable, Anagrama, 1997 (The Untouchable); Imposturas, Anagrama, 2005 (Shroud, 2003); El mar, Anagrama, 2006 (The Sea, 2005); Los infinitos, Anagrama, 2010 (The Infinities, 2009) y Antigua luz, Alfaguara, 2012 (Ancient Light, 2012).

Volvamos a la novela Venganza. Dos familias han estado interrelacionadas desde finales del siglo XIX, cuando Samuel Delahaye y Philip Clancy se hicieron socios para crear una empresa de importaciones y exportaciones. Desde un inicio Samuel Delahaye tomó las riendas de la empresa, y su socio, Phlip Clancy, se tuvo que conformar con ser el segundo al mando. El cambio de generación no redefinió las cosas en la empresa. Los hijos de ambos mantienen estos mismos roles, aunque nominalmente siguen siendo socios. En este caso se trata de Victor Delahaye y de Jack Clancy. Y ambos tienen hijos veinteañeros, dispuestos a tomar el timón cuando haga falta. Los hijos de Victor son gemelos, Jonas y James Delahaye, y son tan parecidos que nadie está seguro de poder distinguirlos. El hijo de Jack es Davy Clancy.


Una noche en una fiesta, el director real de la empresa, Victor Delahaye, invita al hijo de su socio, el joven Davy Clancy, a que a la mañana siguiente lo acompañe a navegar un rato. Por las características de las relaciones entre las familias, Davy siente que no puede negarse, a pesar de que a él no le gusta ni sabe navegar y, de hecho, a pesar de que le tiene miedo al mar. Así, a la mañana siguiente, estos dos hombres salen al mar en el bote del poderoso Victor. Ya muy lejos de la costa, Victor le pide a Davy que tome el timón unos momentos, le cuenta una historia de su infancia, toma una pistola que tenía escondida en el barco, se apunta al pecho y se dispara. Davy, sin entender nada, aterrorizado y sin saber navegar, se queda en el bote, aturdido. Un día después lo encuentran unos marineros de otra embarcación y lo llevan a la costa. Davy tiene quemaduras y está deshidratado. Cuando le piden que cuente lo que sucedió, lo que cuenta no tiene mucho sentido para quienes lo escuchan. ¿Por qué se suicidó el poderoso Victor, quien lo tenía todo? ¿Y para que querría a un testigo de su suicidio?

Al frente de la investigación queda el inspector Hackett, y lo ayuda, un tanto extraoficialmente puesto que su verdadero trabajo está en la morgue, el patólogo Quirke. Ambos son obsesivos pero no lo parecen, dan la impresión de ser distraídos, de que piensan en otras cosas, sin embargo poco a poco van recabando la información que requieren. Para este caso tienen que entrevistar a una buena parte de la familia Delahaye y a otros personajes de su entorno, lo que nos permite entender a los personajes y conocer algunos de sus secretos.

Quirke: «Vestía un traje cruzado de doble botonadura, como era habitual en él. El inspector sospechaba que disponía de tres o cuatro trajes idénticos. Empezaba a tener un aire de encargado de funeraria, aunque ése debía de ser uno de los riesgos laborales implícitos en la profesión de patólogo forense». En un momento dado, Quirke se da cuenta de que todas las conversaciones que mantiene con Hackett están relacionadas con cadáveres y crímenes. «¿Qué sabía cada uno de la vida del otro? Apenas nada. Y, sin embargo, llevaban a su espalda muchos años de historia en común. No podía evitar que aquello le resultara ligeramente descorazonador». Quirke es un tipo que a veces usa el sombrero ladeado sobre el ojo izquierdo, y según Hackett, y otro personaje, después, sus pies son «incongruentemente pequeños». Quirke es huérfano. No conoció a ninguno de sus padres. Creció en un orfanatorio. No tiene certificado de nacimiento. No sabe el día de su cumpleaños. Su hija, Phoebe, selecciona un día que le parece interesante, y le celebra su cumpleaños. Casi al final de la novela, Quirke dice: «Soy muy curioso. Si fuese un gato, hace tiempo que estaría muerto».

Hackett: «Llevaba el grasiento pelo negro aplastado y Phoebe se preguntó si se lo lavaría alguna vez. ¿Qué sabía de él? Poca cosa. Que estaba casado y que vivía en algún lugar de las afueras. Aparte de esa mínima información no sabía nada. Le recordaba al perro que tuvo cuando era pequeña. Se llamaba Ruff». Ya muy adelantada la historia, cuando el inspector comienza a desenredar los hilos de la madeja, el narrador apunta: «Para Hackett, aquél era el momento crucial de cada investigación, cuando se sentaba frente a la persona que él creía artífice de la muerte de otro ser humano. Siempre estaba el problema de la credibilidad. Los asesinos nunca parecían asesinos. ¿Qué aspecto tenía un asesino?»

La escritura de esta novela es muy buena, lamentablemente lo leemos en traducción. Con esto no digo que la traducción sea mala, sino que una prosa muy estilizada de una lengua simplemente no puede pasar a otra. El motivo más sobresaliente de Venganza es la luz. Banville-Black describe la luz en todos los ambientes, a todas horas, lo cual nos da una imagen muy clara de cómo se ve cada escena, lo cual puede ser muy disfrutable por lo menos para algunos lectores. Un par de ejemplos al azar: «Cuando salieron de la ciudad caía una ligera llovizna, pero pronto perdió cuerpo y paró y un sol mojado apareció arrancando un brillo cegador a la carretera que se extendía frente a ellos». El otro: «La última luz del día poseía un intenso resplandor de un rosa dorado sobre las aguas inmóviles de la bahía».

Después de leer Venganza, sé que buscaré las otras novelas que componen esta serie de Hackett y Quirke.

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Venganza. Benjamin Black. Traducción de Nuria Barrios. Alfaguara. Colección Alfaguara Negra. 2013. 304 págs.

viernes, 12 de septiembre de 2014

El corazón del Tártaro, de Rosa Montero





El corazón del Tártaro
de Rosa Montero

Jesús Guerra

Los títulos de los libros de Rosa Montero son, por lo general, interesantes y enigmáticos, y en algunas ocasiones admiten interpretaciones diversas. En este caso, El corazón del Tártaro —obra publicada originalmente en el año 2001, y reeditada en 2012 por la editorial Alfaguara—, el título alude a la parte más profunda del infierno, el infierno de la mitología griega, llamado precisamente el Tártaro. Aunque, por supuesto, hay por lo menos otra interpretación posible. «Bárbaros llegados desde la estepa gélida para acabar con la vida civilizada, tártaros violentos de corazón torcido».

Sofía Zarzamala —Zarza— es una pelirroja de treinta y seis años de edad que vive sola en un departamento de Madrid, no tiene amigos, y se dedica exclusivamente a trabajar como editora de libros medievales, y a visitar a su hermano menor, Miguel, un joven autista que vive recluido en una institución. Zarza es vista un poco como una mujer extraña por quienes la rodean. «Zarza siempre había desconfiado de la normalidad; siempre había temido que la cotidianidad fuera una construcción demasiado frágil, demasiado fina, tan fácilmente desbaratable como la vaporosa tela de una araña», aunque más bien es una mujer lúcida debido a terribles experiencias pasadas. Una mañana, mientras Zarza se prepara para irse a su trabajo, recibe una llamada telefónica. Al contestar escucha una voz de hombre que sólo le dice «Te he encontrado». Y esto desencadena una huida, una especie de aventura urbana, un juego del gato y el ratón que se desarrolla por los más diversos paisajes madrileños con una duración aproximada de 24 horas.


Lo primero que hace Zarza es escapar lo más rápidamente posible de su departamento, aunque luego de pensar las cosas decide enfrentar a su perseguidor, no sin antes realizar algunos preparativos, como conseguir una pistola en el mercado negro. Mientras Zarza huye y luego se prepara para el enfrentamiento, reflexiona y recuerda sus vidas anteriores, es decir, el período de su juventud relacionado con su actual perseguidor, y su infancia, dos vidas relacionadas pero completamente diferentes, como diferentes son de su vida actual de historiadora y editora especialista en temas medievales.
 
Edición en alemán
La novela, en términos generales, intercala la historia del presente, esas 24 horas angustiantes, con las historias del pasado. Así, los lectores nos enteramos de los motivos de la situación presente de la protagonista. La extraña infancia de Zarza, con una madre con depresión crónica, un padre abusivo, una hermana mayor que finge que todo está bien, un hermano menor desvalido y un hermano gemelo manipulador. Y luego la pavorosa historia de su juventud, en la que tanto Zarza como su gemelo se internan en el bosque oscuro de la droga blanca. Debido a la especialidad de los estudios de Zarza —la historia y la literatura de la Edad Media—, estudios que realizó después de su casi mortal experiencia con las drogas duras, toda esa etapa es contada con un lenguaje relacionado con las sagas medievales: la Torre, el poder de la Reina Blanca, la ciudad de la Reina, y hasta algunos personajes tienen sobrenombres como «el Duque».

Edición francesa
También se encuentra intercalada una parte del argumento de la historia medieval en la que trabaja Zarza en esos días, argumento que, de manera metafórica, se relaciona con la vida de Zarza y nos da claves de interpretación a los lectores. El corazón del Tártaro, de apenas 228 páginas, se deja leer con mucha rapidez debido a sus capítulos cortos y concisos, y al interés que nos despiertan todas estas historias interrelacionadas. Como de costumbre en los libros de Rosa Montero, el volumen está lleno de reflexiones interesantes, reflexiones que parten de la historia narrada pero que en general corresponden a la vida de todos, frases que atrapan al lector y que nos permiten vernos reflejados, que nos hacen sentirnos identificados con el personaje central, a pesar de que nuestra vida no tenga nada que ver con los acontecimientos narrados. Un ejemplo, tomado de la primera página de la novela. Se nos cuenta el momento en que Zarza comienza a despertar, y se da cuenta que está angustiada: «Porque se necesita cierto grado de confianza en el mundo y en uno mismo para suponer que la realidad cotidiana sigue ahí, al otro lado de tus párpados apretados, esperando con mansedumbre a que te despabiles». Frases subrayables, de atinados aforismos que resuenan en el lector. El corazón del tártaro quizá no sea una de las mejores novelas de Rosa Montero, pero aun así es una buena novela, y aunque tiene un pequeño problema de ritmo, la estructura es interesante y el final es, de verdad, estupendo.

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El corazón del Tártaro. Rosa Montero. Alfaguara. 228 páginas.

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Te puede interesar leer:





martes, 9 de septiembre de 2014

El ruido de las cosas al caer, de Juan Gabriel Vásquez




El ruido de las cosas al caer
de Juan Gabriel Vásquez

Maru Galindo

Una sola sombra larga
Nunca será uno de mis muertos
La mitad de los ausentes
Somos todos escapados
What's there to live for?
Arriba, arriba, arriba


¿Qué hay detrás del hombre? Una historia, profunda, misteriosa, mágica, trágica, en fin cada uno de nosotros tenemos una y ésta novela trata, en un hilo narrativo principal, de la reconstrucción de una vida, la de Ricardo Laverde, resultado de un momento histórico donde el miedo colectivo y la violencia sofocaban, nadie se sentía seguro y de alguna u otra manera eran cómplices o víctimas.

La historia es relatada por un narrador —Antonio Yammara— quien vive su propio proceso de cuestionamiento interno con respecto a su vida profesional y familiar, motivo que da como resultado esta intensa y conmovedora narración. Encontramos varias vidas unidas por el azar y en el contexto de la terrible historia del narcotráfico. Una historia de amor, de miedo colectivo, de invasión norteamericana, contada en primera persona con una técnica narrativa impecable y con un magistral juego del tiempo.

La acción se desarrolla en Colombia, específicamente en Bogotá y sus alrededores, después de que trascurrieran diez años de la época más violenta que haya vivido la sociedad colombiana debido al esplendor, primero, de la marihuana, y después de la cocaína, durante las décadas de los ochenta y noventa.

Edición en inglés
Es la narración de una sociedad que no termina de sanar sus heridas ni de sentirse vulnerable como tampoco ha dejado de escuchar el ruido de las cosas al caer. «He leído en alguna parte que un hombre debe contar la historia de su vida a los cuarenta años, y ese plazo perentorio se me viene encima: en el momento en que escribo estas líneas, apenas unas cuantas semanas me separan de ese aniversario ominoso. La historia de su vida. No, yo no contaré mi vida, sino apenas unos cuantos días que ocurrieron hace mucho, y lo haré además con plena conciencia de que esta historia, como se advierte en los cuentos infantiles, ya ha sucedido antes, y volverá a suceder. Que me haya tocado a mí contarla es lo de menos». (p. 15.)

Una noticia en la televisión detona toda la historia, que se va tejiendo con una magnifica técnica narrativa y en uno de sus hilos queda adherido Antonio Yammara, joven abogado y profesor universitario, casado con Aura, a quien conoce como alumna en la universidad. «Por esos días mi ciudad comenzaba a desprenderse de los años más violentos de la historia reciente. No hablo de la violencia de cuchilladas baratas y tiros perdidos, de cuentas que se saldan entre traficantes de poca monta, sino la que trasciende los pequeños resentimientos y las pequeñas venganzas de la gente pequeña, la violencia cuyos actores son colectivos y se escriben con mayúscula: el Estado, el Cartel, el Ejército, el Frente». (p.18.)

Otra edición en inglés
La misma noticia comenta Ricardo Laverde, ex presidiario, quien era cliente del mismo billar en la calle 14 que también frecuentaba Antonio Yammara. «Billarista que comentó sobre los animales del zoológico de Pablo Escobar: a ver qué van hacer con los animales, dijo. Los pobres se están muriendo de hambre y a nadie le importa». (p. 20.) «Era tan delgado que su estatura engañaba, y había que verlo de pie junto a un taco de billar para percatarse que apenas si llegaba al metro setenta; su escaso pelo del color de los ratones y su piel reseca y sus uñas largas y siempre sucias daban una imagen de enfermedad o delgadez... acababa de cumplir 48, pero parecía mucho más viejo». (p. 21.)

Ahí en el billar y así, comentando la noticia de los animales, se conocen Ricardo Laverde y Antonio Yammara, quienes se convierten en compañeros de juego. «Piloto que no me permitió saber más y del cual yo concluí: este hombre no ha sido siempre este hombre. Este hombre era otro hombre antes». (p. 29.)

Edición italiana
Dos sucesos que se encadenan los unen: escuchar la cinta de la caja negra de un avión Boeing que cae cuando cubría la ruta Miami-Cali entre cuyos pasajeros se encontraba la ex esposa del piloto, Elaine Fritts. «Huérfana, Elaine Fritts se crió con sus abuelos y éstos la apoyaron en todas sus decisiones, solamente cuando les dijo que se iría a Colombia el abuelo le dijo: que no te quedes por allá, como tantos otros. Está muy bien ayudar, pero tu país te necesita más». (p. 140.) «Llegó al centro de Estudios Universitarios Colombo-Americanos en donde todos eran jóvenes cansados de su país, de las guerras, de Vietnam, de Cuba, de Santo Domingo, una generación que sufrió la infamia de la historia, la muerte de Malcolm X, Wharlest Jackson, Fred Conlon... Somos todos escapados». (p. 142.) «Elaine deja el cuarto de huéspedes para rentar en otro lado, mejor. Ahí conoce a Ricardo Laverde, se enamoran y se casan. Él como nieto de un héroe de guerra adquirió el gusto por los aviones, primera sorpresa que le prepara a Elaine el día de su boda: la lleva con los ojos vendados a bordo de un Cessna Skylark que su abuelo le consiguió para impresionar a la novia». (p. 174.)

El otro suceso es el asesinato de Ricardo Laverde, quien iba acompañado de Antonio, que sobrevive, pero cae en una profunda depresión de la que no logra salir, afectando así su vida familiar. Sin embargo, esa situación le intriga y lo lleva a investigar por qué sucedió el crimen y así saber quién era en realidad ese conocido solitario y taciturno que alguna vez lo invitara a conversar después de echarse unos tragos a la salida del billar. Momento que desaprovechó Yammara.
 
Edición francesa
«Lara Bonilla, ministro de Justicia, primer enemigo público del narcotráfico, y el más poderoso entre los legales; la modalidad del sicario en moto, por la cual un adolescente se acerca a un carro donde viaja la víctima y le vacía una mini Uzi sin siquiera reducir la velocidad, comenzó con su asesinato». (p. 227.) «Vivir así, pendiente de la posibilidad de que se nos hayan muerto los otros, pendiente de tranquilizar a los otros para que no crean que uno se encuentra entre los muertos. Vivíamos en casas particulares, ¿se acuerda?, evitábamos los lugares públicos... Cualquier casa era preferible a un lugar público...» (p. 230.)

La vida de Antonio Yammara sufre una severa crisis a partir del suceso. No puede reponerse porque el miedo lo sobrepasa y la angustia lo invade. La comunicación entre él y su esposa y la hija de ambos, Leticia, se modifica caóticamente. Antonio recibe una sorpresiva llamada de Maya Fritts, única hija de Elaine y Laverde, quien le pide que se reúnan en una finca, La Dorada, ubicada entre Bogotá y Medellín, porque ella no se anima a ir a Bogotá, la ciudad la asfixia y le trae recuerdos muy tristes. La hija de Laverde le cuenta a Antonio: «Ese es uno de los poquísimos recuerdos de verdad que tengo. Mi papá cuidando a los caballos. Mi papá acariciando al perro de mi mamá. Mi papá regañándome por no dar de comer al armadillo. Los únicos recuerdos de verdad, los demás son inventados, Antonio, recuerdos de mentira. Lo más triste que puede pasarle a una persona, tener recuerdos de mentira». (p. 238.)

Antonio llega a la finca y se encuentra con una mujer joven, solitaria y desconfiada; poco a poco la plática fluye. «Maya Fritts tenía los ojos verdes más claros que he visto nunca, y en su cara se daban cita la piel de una niña y la expresión de una mujer madura y trasegada: su cara era como de una fiesta de la cual ya se han ido todos. No había adornos en ella, salvo por dos chispas de diamante...» (p. 100.)

«En la oscuridad del cuarto pensé en eso, aunque pensar en la oscuridad no es conveniente: las cosas parecen más grandes o más graves en la oscuridad, las enfermedades más destructivas, la presencia del mal más cercana, el desamor más intenso, la soledad más profunda». (p. 242.)

Edición de bolsillo,
en francés
Y así, a través de anécdotas, fotografías y cartas que Maya guardó, arman la vida de Laverde. Y simultáneamente ella conoce los últimos días de su padre perfectamente descrita a través de una metáfora que utiliza los siguientes versos: «Eso me gustaría saber, cuántos salieron de mi ciudad sintiendo que de una u otra forma se salvaban, y cuántos sintieron al salvarse que traicionaban algo, que se convertían en las ratas del proverbial barco por el hecho de huir de una ciudad incendiada. Yo os contaré que un día vi arder entre la noche / una loca ciudad soberbia y populosa, dice un poema de Aurelio Arturo. Yo, sin mover los párpados, la miré desplomarse, / caer, cual bajo un casco un pétalo de rosa». (pp. 254-255.)

«Hay un ruido que nunca he logrado identificar: un ruido que no es humano o es más que humano, el ruido de las vidas que se extinguen pero también el ruido de los materiales que se rompen. Es el ruido de las cosas al caer desde la altura, un ruido interrumpido y por lo mismo, eterno, un ruido que no termina nunca, que sigue sonando en mi cabeza desde esa tarde y no da señales de querer irse… Ese ruido es lo último que se oye en la cabina del vuelo 965.» (p. 83.)

¿Encontrará Antonio Yammara su equilibrio en ese país tan convulsionado por la violencia? ¿Cómo recordará Maya a sus padres? ¿Leticia recuperará a su padre? Pero sobre todo, ¿qué hay detrás de todos estos personajes y cómo lidian con la vida diaria, cómo superarán el dolor y las heridas que ha dejado el narcotráfico?

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El ruido de las cosas al caer. Juan Gabriel Vásquez. Premio Alfaguara 2011. Alfaguara. 260 págs.

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Juan Gabriel Vásquez
Escritor colombiano, Juan Gabriel Vásquez pasó dos años en París estudiando Literatura Latinoamericana en La Sorbona. Tras un período en Bélgica se asentó en España, concretamente en Barcelona. Es colaborador habitual de numerosos periódicos de España y de Latinoamérica. En 2011 resultó ganador del prestigioso Premio Alfaguara con su novela El ruido de las cosas al caer. La traducción al inglés de esta novela (The sound of things falling) fue considerada por The New York Times como una de las obras notables de 2013. Otras obras del autor: El doble, Las reputaciones, El arte de la distorsión y Los informantes.



jueves, 4 de septiembre de 2014

Primeras líneas... Máscaras, de Leonardo Padura, en dos idiomas


Primeras líneas...

Máscaras
de Leonardo Padura

en dos idiomas


El calor es una plaga maligna que lo invade todo. El calor cae como un manto de seda roja, ajustable y compacto, envolviendo los cuerpos, los árboles, las cosas, para inyectarles el veneno oscuro de la desesperación y la muerte más lenta y segura. Es un castigo sin apelaciones ni atenuantes, que parece dispuesto a devastar el universo visible, aunque su vórtice fatal debe de haber caído sobre la ciudad hereje, sobre el barrio condenado.

[Máscaras. Versión en español original de Leonardo Padura. Tusquets Editores.]

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The heat is a malign plague invading everything. The heat descends like a tight, stretchy cloak of red silk, wrapping itself round bodies, trees and things, to inject there the dark poison of despair and a slower, certain death. It is a punishment without appeal or relief that seems ready to ravage the visible universe, though its lethal vortex must fall on a heretic city, on a district condemned to hell.

[Havana Red. Traducido al inglés por Peter Bush. Bitter Lemon Press. Londres]




miércoles, 3 de septiembre de 2014

Máscaras, de Leonardo Padura





Máscaras
(serie Mario Conde 3)
de Leonardo Padura

Jesús Guerra

Máscaras es la tercera novela del detective habanero Mario Conde, la tercera de la tetralogía Las Cuatro Estaciones, de Leonardo Padura, a las que el autor ha agregado otras cuatro novelas posteriores. (La información de estas novelas y de la tetralogía la pueden encontrar en las reseñas que he escrito hasta el momento, aquí —la ligas se encuentran al final del comentario—: Pasado perfecto [Mario Conde 1], Vientos de Cuaresma [MC 2], Adiós, Hemingway [MC 5] y La cola de la serpiente [MC 7].) Las novelas de la tetralogía original se desarrollan en el año 1989, la primera en enero de ese año, por tanto en invierno, la segunda en la primavera, y Máscaras en verano. «Tenía que ser el verano más caliente que había vivido, concluyó mientras se desvestía para darse una ducha».


Las tres obras son espléndidas, están muy bien escritas, los personajes, sobre todo los habituales, están muy bien desarrollados, y son deliciosamente atmosféricas; los casos policiacos, además, han ido aumentando su intensidad y se han vuelto más complejos. En Pasado perfecto Mario Conde se ocupa de la desaparición de un funcionario del gobierno, en Vientos de Cuaresma del asesinato de una profesora de Química de una preparatoria de la capital cubana, y en Máscaras investiga otro asesinato, uno mucho más complejo, con muchos elementos simbólicos: el de un travesti en el Bosque de La Habana. Si en las dos primeras novelas muchos hilos partían de un sitio conocido para el Conde, un sitio añorado de una época mitificada, la preparatoria en donde estudió y en donde conoció a sus mejores amigos, en la tercera aventura el investigador debe de entrar a un mundo desconocido para él, el ambiente gay y de travestis.

En el lugar del crimen, un forense le dice al investigador: «—¿Qué te parece, Conde? Sí, es un hombre. Vestido y maquillado de mujer. Ya tenemos hasta travestis asesinados, casi somos un país desarrollado. A este ritmo ahorita fabricamos cohetes y vamos a la luna...» La víctima se llamaba Alexis Arayán; murió el 6 de agosto, día de la Transfiguración de Cristo (esto lo encuentra el Conde, ateo con pasado católico). La víctima fue asfixiada con una banda de seda roja, y todo indica que el victimario lo asfixió de frente y que, al parecer, la víctima no opuso resistencia. Para complicar las cosas, se entera después el Conde, Alexis era homosexual pero no era travesti. Y para complicarlas más aún, en el plano político, era hijo de un diplomático importante, Faustino Arayán, «último representante cubano en la Unicef, diplomático de largas misiones, personaje de altas esferas».
 
Edición inglesa
El Conde ni siquiera tendría que estar al frente de esta investigación, junto con su asistente, el sargento Manuel Palacios —Manolo—, pues estaba suspendido, condenado a realizar tareas administrativas menores por su pleito con otro policía (que leímos en Vientos de Cuaresma), pero el mayor Rangel, su jefe, quien realmente aprecia al Conde pero casi nunca se lo demuestra, le levanta temporalmente el castigo por andar corto de personal, y porque el Conde es su mejor investigador (y más si el caso puede tener consecuencias políticas). Así que el Conde está feliz de salir del submundo de los papeleos burocráticos y el caso le parece estimulante, sin embargo Mario es —supongo que como reflejo del mundo en el que se mueve y por la cultura que lo rodea—, homofóbico. Sin embargo, el Conde es también sensible y culto, amante de los libros, buen lector y aspirante perpetuo a escritor, así que es previsible su metamorfosis en este sentido para el final del libro, y esto gracias a un personaje maravilloso, que intriga y termina por fascinar al Conde: Alberto Marqués, otro personaje con apellido de resonancia aristocrática.

Edición francesa, con un
cintillo humorístico que dice:
"Este policiaco no es sueco.
Ron, puros, corrupción:
investigación en Cuba".
Alberto Marqués vive en el «número 7, de la calle Milagros, entre Delicias y Buenaventura. ¿Sería un invento de Alberto Marqués aquel número y aquellos tres nombres de calles para ubicar su casa en un rincón del Paraíso Terrenal, dentro de una gloria perfecta y edénica?» El primer encuentro entre el Conde y el Marqués se produce porque en casa de este último vivía Alexis. Pero entonces el Conde se topa no sólo con el Marqués, sino con su historia y su personaje (pues todo en el mundo del Marqués y en el de los travestis es teatral): un dramaturgo y director de teatro importante que fue obligado por el régimen a abandonar sus tareas artísticas años atrás, y obligado a trabajar como bibliotecario en una pequeña biblioteca pública, debido a su homosexualidad y a que sus obras no tenían los «parámetros» ideológicos requeridos. Esto resuena en el investigador, quien ya había sufrido una represión mínima, a nivel escolar, cuando escribió su primer cuento para una revista de la preparatoria (historia que leímos en Pasado perfecto), y el Conde comienza a sentir una especie de simpatía y hasta admiración por Marqués, quien además es cultísimo y sumamente inteligente. Y es Alberto Marqués quien guía al investigador al mundo habanero homosexual y travesti, y quien le cuenta historias y le da claves para entender, finalmente, lo sucedido.
 
Edición en alemán
El propio Marqués guía también al Conde, aunque de manera involuntaria, hacia Poly, Poly polifónica como la llama el Conde, su Dulcinea provisional, una chica que provoca una de las escenas más candentes de las ya de por sí exaltadamente eróticas escenas amatorias del Conde, muy inusuales en la literatura policiaca. Cuando el Conde va a una reunión gay para ver a algunos travestis (fiesta en la que conoce a Poly), la descripción que se hace a sí mismo de los asistentes y el diálogo posterior con Poly son muy divertidos y terriblemente ciertos. Concluye luego que «En el aire se respiraba una libertad de gueto, pequeña pero bien aprovechada».
 
Edición griega
Miki, el amigo escritor (malo y vendido al poder) del Conde le explica quién es Marqués, y le dice que si se pusiera de pie en la puerta del café de la Unión de Escritores y gritara ¿quién es Alberto Marqués?, «enseguida van a salir doscientos tipos, se van a arrodillar en el piso, van a hacer reverencias y te van a decir: Es Dios, es Dios, y si los dejas un rato más le organizan un homenaje...», pero, le dice Miki, si hubiera gritado la pregunta 15 años antes, los mismos doscientos tipos le hubieran respondido «Es el Diablo, el enemigo de clase, el apóstata [...] Porque esto aquí es así, Conde: antes era mejor ni hablar de él, y ahora es el monumento vivo a la resistencia ética y estética...»
 
Edición italiana
Mientras el Conde investiga un asesinato, el Conde descubre una Habana completamente diferente a la suya, y encuentra a personajes que sufrieron una cruel represión debido a sus ideas estéticas, políticas y a sus preferencias sexuales, hechos que agravan el estado de ánimo del investigador y oscurecen su visión del mundo. «Llévame para mi casa, creo que me hace falta dormir. Tal vez soñar —citó, encendió un cigarro y escupió hacia la calle—. Qué mierda, ¿no?»

Máscaras está firmada en Mantilla, 1994-1995. En el 95 ganó el Premio Café Gijón de Novela, convocado por el Ayuntamiento de Gijón y patrocinado por la Caja de Asturias. La primera edición en la colección Andanzas de Tusquets Editores es de febrero de 1997. La primera edición en Maxi, en Tusquets Editores México, es de enero de 2012.

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Máscaras. Leonardo Padura. Tusquets Editores (se encuentra en las colecciones Andanzas y Maxi). 233 págs.

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