martes, 30 de abril de 2019

El año de Gracia, de Cristina Fernández Cubas





El año de Gracia
de Cristina Fernández Cubas

Jesús Guerra

En el pasado mes de enero recomendé aquí un libro de cuentos llamado La habitación de Nona, de la escritora española Cristina Fernández Cubas, una narradora nacida en Barcelona en 1945, y que está considerada como una de las mejores cuentistas de España. El asunto es que ese libro me gustó tanto, que de inmediato me puse a buscar otros libros de su autora. En nuestro país no son tan fáciles de encontrar sus obras (por lo menos algunas de ellas), pero tampoco son imposibles de conseguir, ni mucho menos. Las librerías en Internet están llenas de posibilidades. Así que pronto tuve en mis manos la primera de sus novelas, publicada originalmente en 1985, la cual ha tenido posteriores reimpresiones, llamada El año de Gracia.

Se trata de una novela bastante breve, de 162 páginas, muy bien escrita, como los cuentos que de ella he leído, y también al igual que esos relatos, algo extraña, muy intrigante e inquietante, y con un desarrollo y un final que nos dejan pensando en esta historia durante varios días después de haberla terminado de leer. El libro está narrado en primera persona por un joven cuyo nombre no aparece sino muchas páginas después del inicio, aunque no importa si yo se los menciono aquí de una vez: se llama Daniel, y estuvo varios años en un seminario, en contra de los deseos de sus padres y de su hermana mayor. Ahora (en 1980) tiene 24 años y a esa edad sale voluntariamente del seminario. Para entonces sus padres ya han muerto, así que va a Barcelona ver a su hermana, llamada Gracia, para comunicarle su decisión, y de alguna manera pedirle su ayuda para sobrevivir unos meses en lo que decide qué quiere hacer con su vida.

Las primeras líneas de la novela dicen así: «Aunque los mejores años de mi vida transcurrieron de espaldas al mundo, dedicado al estudio de la teología y al aprendizaje de las lenguas muertas, a nadie, más que a mí mismo, puedo culpar de las innombrables desventuras que me acechan». Un inicio muy apropiado para una novela de aventuras en un momento en el, se supone, nuestro mundo ya no tiene lugares apropiados para las aventuras.




Luego de años de rezos, silencios, soledad y muchas traducciones del latín y del griego antiguo, Daniel cayó en la cuenta de que el mundo seguía su marcha, que su juventud pasaba y él no había vivido. Gracia, una mujer recién divorciada, amiga de las fiestas y el alcohol, estuvo encantada al escuchar la decisión de su hermano, y luego de hacer algunos arreglos financieros le dijo a Daniel que le regalaría un año para que hiciera lo que deseara. Y a esa suerte de año sabático que su hermana le donaba, Daniel dijo que lo llamaría «el año de Gracia».

Daniel se va entonces a París, a donde mes a mes su hermana le enviará un cheque. Luego de instalarse, Daniel pasa unos días de soledad, hasta que comienza, poco a poco, a hacer amistades, y hasta comienza una relación con una fotógrafa de prensa llamada Yasmine, y la acompaña en sus viajes, pero de alguna manera lo que está haciendo es vivir la vida de Yasmine y decide detenerse pues, piensa Daniel, lo que requiere es tener sus propias experiencias, vivir sus propias aventuras.

Un día, en la ciudad francesa de Saint-Malo, conoce al capitán de una vieja embarcación llamada —muy adecuadamente— Providence, se deja fascinar por las historias de mar, y recordando los libros de aventuras que leyó en su infancia, decide embarcarse con el marinero, a quien todos llaman Tío Jean, rumbo a Glasgow. En la embarcación va también un marino egipcio, llamado Naguib, quien desprecia y humilla a Daniel cada vez que puede. Pronto, Daniel se da cuenta de que no todo es lo que parece a bordo de la nave de Tío Jean, o quizá Daniel malinterpreta algunas cosas que escucha sin ser visto, o no termina de entender algunos mensajes y señales. Su destino parece incierto... Una noche de tormenta, el viaje termina abruptamente.




Daniel despierta, empapado, al pie de un rocoso acantilado cerca de los restos de la embarcación. Si Daniel estaba deseoso de aventuras, el destino (la providencia) parecía complacerlo. Daniel carga algunas cosas del naufragio, sufre para escalar el acantilado, encuentra una cueva. Y poco después Daniel comienza a escribir —pues entre las cosas rescatadas del naufragio hay un cuaderno, un tintero y algunas plumillas—, un diario de supervivencia, que es, por supuesto, el libro que leemos.

Esta estupenda y rápida novela —no sólo por su relativa brevedad, sino realmente por la velocidad de su narración, que cobra sentido al tratarse del diario de un náufrago— es un sorprendente relato al estilo de las novelas clásicas de aventuras, como Robinson Crusoe, de Daniel Defoe, la que deliberadamente nos recuerda, pero también tan inquietante e intensa como novelas más cercanas en el tiempo, como La invención de Morel, de Bioy Casares.

Aparte de las interpretaciones y reflexiones políticas y ecológicas que esta novela sugiere, y de otras más que cada lector encontrará, me parecen de particular interés las reflexiones acerca de nuestras aventuras infantiles y juveniles, y de nuestros sueños y fantasías que tendemos a crear en nuestra infancia y juventud acerca de lo que haremos y seremos cuando seamos adultos, y finalmente, cerrando el círculo, de la nostalgia adulta por esos sueños y fantasías infantiles... Es decir, es una obra que, entre otras cosas, nos invita a preguntarnos si a lo largo de nuestra vida realmente apreciamos el presente, o si, como casi todos, encontramos la felicidad en el futuro o en el pasado. Y ya que estamos en eso, nos permite reflexionar también acerca de qué es o qué significa la felicidad. El final de esta obra me parece muy provocador. Y, a fin de cuentas, como muchas otras obras literarias, también nos recuerda esta obra que debemos de tener cuidado con lo que deseamos... porque puede volverse realidad.

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El año de Gracia. Cristina Fernández Cubas. Tusquets Editores, colecciones Andanzas y Fábula. 162 págs.

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martes, 23 de abril de 2019

El Libro del desasosiego, de Fernando Pessoa





Libro del desasosiego
de Fernando Pessoa

Jesús Guerra
 
Edición en portugués
Fernando Pessoa
Fernando Pessoa es uno de los poetas más importantes de la literatura portuguesa; para muchos, el más importante, por lo menos del siglo 20, y, definitivamente, el más enigmático.

Fernando Pessoa nació en Lisboa, el 13 de junio de 1888. Su nombre completo era Fernando António Nogueira Pessoa. Murió también en Lisboa el 30 de noviembre de 1935, a los 47 años de edad. Su padre, Joaquim de Seabra Pessoa, falleció también muy joven, de tuberculosis, a los 43 años, cuando Fernando tenía sólo cinco años. Dos años después, su madre se casó con João Miguel Rosa, cónsul de Portugal en Durban, Sudáfrica —que en esa época era colonia británica—, motivo por el que Fernando se mudó junto con su madre a ese país, en donde recibió lo que se llama una educación inglesa y, por lo tanto, un profundo conocimiento del inglés.
 
Edición en italiano
En 1905 se regresó solo a vivir de nuevo a Lisboa, y vivió con su abuela. Entró a la universidad a estudiar Letras, pero debido a una huelga universitaria abandonó sus estudios. En esta época conoció a importantes figuras de la literatura portuguesa. Trabajó, sobre todo, como traductor de correspondencia comercial, y, por otra parte, hacía traducciones literarias y colaboraba en diversas revistas literarias de Lisboa. Tenía una vida modesta y discreta. Su imagen es, incluso, la de un hombre tímido. En vida sólo publicó un par de libros de poemas en inglés y otro de poemas en portugués, un año antes de su muerte.
 
Edición en francés
No deja de ser curioso que este poeta tuviera el apellido Pessoa que en portugués significa ‘persona’. Y etimológicamente, tanto en portugués como en español, ‘persona’ proviene de la palabra que en latín significaba ‘máscara de actor’, es decir ‘personaje’. Y si digo que no deja de ser curioso se debe a que ningún otro escritor del que yo tenga noticia intentó esfumar más su propia persona, sustituyéndola con personajes, que es lo que son sus famosos heterónimos.

Esto debe quedar claro. Hay personas que tienen un trastorno de personalidad múltiple. Tienen diversas personalidades, pero se supone que la persona real, la personalidad central, ni siquiera sabe que tiene otras personalidades, a pesar de que esas personalidades sí se conocen unas a otras. Pero los heterónimos son otra cosa. Son personajes creados conscientemente por la persona real, por el autor, con todo y biografía, y cuando sus obras son firmadas con el nombre de uno de sus heterónimos es porque estas obras tienen un estilo literario propio, distinto al del autor, como si hubieran sido realmente escritas por alguien más.
 
Edición en inglés
Los heterónimos también hay que distinguirlos de los pseudónimos, fenómeno mucho menos interesante, puesto que este «personaje» no es en realidad más que un nombre que sirve para que el autor real de un texto, por el motivo que sea, permanezca sin ser conocido por los lectores.

En el escenario de los heterónimos, al autor real se le denomina ‘ortónimo’. El ortónimo de Pessoa es Pessoa, y Pessoa llegó a crear alrededor de 70 heterónimos, algunos mucho más importantes que otros, por supuesto, cada uno con una biografía más o menos detallada y con sus propias obras. Algunos de estos heterónimos son menos conocidos que otros pues escribieron poco, o lo que escribieron es de menor calidad.
 
Edición en portugués
Es interesante que Pessoa creó su primer heterónimo, llamado Chevalier de Pas, a los 6 años. Los heterónimos más importantes y conocidos de Pessoa son: Alberto Caeiro, Álvaro de Campos y Ricardo Reis. Alberto Caeiro, por ejemplo, era considerado por los demás heterónimos como el maestro. Nació en Lisboa y sólo estudió la primaria. Era campesino. Murió de tuberculosis.

Según el sitio argentino Poéticas, Ricardo Reis es «Médico de profesión, monárquico —circunstancia que lo llevó a vivir emigrado algunos años en Brasil—, educado en un colegio de jesuitas, recibió una formación clásica y latinista y fue imbuido de principios conservadores. Domina la forma de los poetas latinos y proclama la disciplina en la construcción poética». Además: «Es el heterónimo que más se aproxima a su creador, tanto en el aspecto físico —es moreno, de estatura media, camina algo curvado, es magro y tiene apariencia de judío portugués [Fernando Pessoa tenía ascendencia judía]— tanto en la manera de ser como en el pensamiento. Es adepto del sensacionismo que hereda del maestro Caeiro, pero al aproximarlo al neoclasicismo lo manifiesta en un plano distinto.»
 
Edición en inglés
Hay algunos problemas con la biografía de este heterónimo, pues el propio Pessoa da fechas distintas de su nacimiento, en textos diferentes. En sus Páginas íntimas y de autointerpretación, por ejemplo, apunta Pessoa: «El Dr. Ricardo Reis nació dentro de mi alma el día 29 de enero de 1914 a las once de la noche.» Después, en una carta dirigida a Adolfo Casais Monteiro en 1935, dice que Ricardo Reis nació en su espíritu en 1912. 

Álvaro de Campos, por su parte, «nació en Tavira, en 1890 y es ingeniero de profesión. Estudió en Escocia y se formó en Glasgow en ingeniería naval. Fue a Oriente y navegando por el Canal de Suez, escribió el poema ‘Opiário’». Fue discípulo de Alberto Caeiro. «Su primera composición data de 1914 y aún el 12 de octubre de 1935 firmaba poesías, es decir, poco antes de la muerte de Fernando Pessoa, el cual dejará de escribir textos antes que Alvaro de Campos.»
 
Libro de la editorial
portuguesa Ática
Además de los heterónimos, Pessoa tuvo algunos semi-heterónimos, que fueron «personajes no totalmente independientes de la figura del poeta.» Esto, debo confesarlo, es para mí más difícil de comprender que el concepto mismo del heterónimo. Pero así son las cosas. Entre los semi-heterónimos están, por ejemplo: Bernardo Soares, Pedro Botelho, Antonio Mora, Alexander Search, Frederico Reis —que era hermano de Ricardo Reis—, Barón de Teive y Vicente Guedes.

Y si aún quieren complicar más el asunto, en algunas ocasiones «Pessoa escribía bajo su propia personalidad pero tras un seudónimo». Algunos de sus pseudónimos fueron: Raphael Baldaya, A.A.Cross, Thomas Crosse, Pantaleao, Charles Robert Anon, María José, Adolf Moscow, y Jean Seul de Méleuret.


Todo esto, en realidad, es un asunto para especialistas. Si les interesa, pueden que buscar no sólo la obra de Pessoa sino leer algunos de los estudios sobre su obra y alguna de sus biografías. Sin embargo, entendiendo lo que les he comentado hoy, es suficiente para disfrutar la obra poética y la obra en prosa de Fernando Pessoa. Si pueden conseguir sus Poemas completos será excelente, pero también hay algunas antologías de su poesía que por lo menos los introducirán a su espléndida obra. Les recomiendo la antología poética El poeta es un fingidor, con selección, introducción y traducción de Ángel Crespo, publicada por la editorial Austral, que tiene 384 páginas.

 
Edición de Ángel Crespo
Libro del desasosiego
Pessoa fue fundamentalmente un poeta, sin embargo, yo soy un apasionado de un libro suyo en prosa, un volumen que tiene, por fortuna, muchos apasionados en el mundo. El estudioso Luis Morales ha escrito: «[...] nos atrevemos a decir que es un secreto a voces en el mundillo literario que tal vez sea el Libro del desasosiego, en realidad, el libro más importante de la literatura universal del siglo XX».

Y este libro tiene una historia interesantísima, una historia que aún sigue escribiéndose... A lo largo de más de 20 años —entre 1913 y 1935, el año de su fallecimiento— fue escribiendo Fernando Pessoa los fragmentos de este libro, aunque los períodos de escritura están centrados en dos etapas fundamentales, el primero entre 1913 y 1920, y el segundo entre 1929 y 1935.
 
Edición de Manuel Moya
Pero ¿de qué tratan estos fragmentos que componen el libro? Para responder esto cito unas líneas de otro de sus estudiosos, Richard Zenith (citadas a su vez por Luis Morales en la introducción a su propia antología de fragmentos del libro de Pessoa): «Son sobre todo las impresiones de su vida interior —registradas en “fragmentos de una autobiografía”, “Diario al azar” y textos afines [...]—. El Libro del desasosiego —siempre provisional, indefinido y en transición— es una de aquellas obras infrecuentes donde el fondo y la forma influyen entre sí perfectamente. Siempre con la intención de revisar y organizar los fragmentos, pero sin coraje y paciencia para enfrentarse a la tarea, Pessoa fue incrementado el material, y los parámetros de la obra amorfa se iban dilatando. Además de textos simbolistas y de dietario, Pessoa añadió especulaciones filosóficas, credos estéticos, observaciones sociológicas, apreciaciones literarias, máximas y aforismos [...]».
 
Edición de Zenith
y traducción de Cuadrado
En efecto, el Libro del desasosiego se puede leer como una suerte de diario de Pessoa, o más exactamente de su semi-heterónimo Bernardo Soares. Ahora bien, también se puede leer como una novela, como lo señaló el escritor español Antonio Trapiello: «Para muchos no hay ninguna duda de que se trata de un diario íntimo, [...]. Pero también podemos considerarlo una novela. No se trata, claro, de una atribución interesada. Lo dice él mismo: “Mi ideal sería vivir todo en forma de novela”. El argumento es sencillo: un hombre oscuro que trabaja en una sombría oficina de la Rúa dos Douradores a las órdenes de un patrón idiota mira el mundo desde su insignificancia social y personal, pero también desde su extrema lucidez y agudeza. “Toda la literatura consiste en un esfuerzo para hacer real la vida”, dirá como una criatura cervantina. Y a partir de ese punto, ese hombre busca la manera de estar en un mundo que no es el suyo, sabiendo que no tiene otro.»
 
La edición de Emecé
Ahora voy a hablarles un poco de la historia editorial de este libro para mostrarles por qué digo que es sumamente interesante y que esta historia sigue escribiéndose.

Ya señalé que Pessoa escribió entre 1913 y 1935 los fragmentos de este libro, y que los períodos fundamentales de escritura están centrados en dos etapas: la que va de 1913 a 1920, y la de 1929 a 1935. En ese año murió Pessoa, y dejó un baúl lleno de escritos suyos. Recordemos que, en vida, Pessoa sólo publicó dos libros de poemas en inglés y uno de poemas en portugués, más los poemas y prosas que publicó en revistas.


Una editorial portuguesa comenzó a publicar entre los años 50 y 60 algunos de los libros de poemas de Pessoa que eran relativamente sencillos de compilar entre sus papeles. Y en los años 60 se hicieron los primeros intentos de publicar una primera versión del Libro del desasosiego, pero la tarea era titánica. Finalmente, un equipo de estudiosos portugueses logró publicar, en 1982 —cuando Pessoa cumplía 47 años de muerto, curiosamente los mismos años que vivió—, la primera edición portuguesa del libro, en la editorial Ática, de Lisboa. Pero años después, otro estudioso portugués, Eduardo Lourenço, dijo que esa versión era un laberinto de fragmentos.

Dos años después, en 1984, apareció en español la primera traducción en el mundo del Libro del desasosiego, publicada en Barcelona por la editorial Seix Barral, con traducción, edición e introducción de Ángel Crespo, la cual tenía una disposición diferente de los fragmentos. El ya mencionado estudioso portugués Eduardo Lourenço dijo de esta edición en español: «Crespo lo convirtió en un libro-libro y abrió una nueva recepción internacional, la segunda vida de Fernando Pessoa, su conversión en un autor mítico y mágico que es leído en todo el mundo».
 
La antología de Luis Morales
Y es que, lo que sucedió, fue que una buena parte de las traducciones a otras lenguas, utilizaron el ordenamiento de los fragmentos de la edición de Ángel Crespo. Pero la historia no acaba aquí, pues han seguido apareciendo nuevas ediciones con nuevos ordenamientos e incluso con nuevos fragmentos, pues algunos de ellos que eran difíciles de entender, han ido siendo, digámoslo así, «traducidos» al portugués y se han agregado, pero hay ediciones que también suprimen algunos fragmentos teniendo en cuenta diversas consideraciones.
 
La antología de Luis Morales
en Gandhi Ediciones
En 1986, António Quadros publicó en Portugal una nueva edición, y en 1991, también en Portugal, Teresa Sobral Cunha publicó una edición en dos volúmenes, el primero de ellos atribuido al heterónimo Vicente Guedes, y el segundo a Bernardo Soares. Y todavía en 1998, el ya mencionado estudioso norteamericano Richard Zenith, publicó una nueva edición portuguesa (que luego tradujo él mismo al inglés), y esta nueva disposición la publicó en España la editorial Acantilado en 2002, en traducción de Perfecto Cuadrado. Esta última edición vuelve a atribuir toda la obra al semi-heterónimo Bernardo Soares. (No podemos negar que estos dos estudiosos, António Quadros y Perfecto Cuadrado, tienen nombres dignos de heterónimos de Pessoa.)

Y, por si fuera poco, el estudioso colombiano Jerónimo Pizarro publicó en 2010 una edición con los textos fechados. Una parte con las fechas calculadas y otra parte en que los textos sí están fechados por el autor. Hasta donde sé, esta es la edición más nueva, por lo menos de momento.

Y todavía hay otras antologías de fragmentos de este libro, que colocan dichos fragmentos en otros órdenes, siguiendo ideas diferentes, que no dejan de ser interesantes. Por ejemplo, la antología llamada Vasques & Cía. Fragmentos de la oficina del desasosiego [extraídos de Libro del desasosiego de Bernardo Soares], con presentación y traducción de Manuel Moya, publicado por la editorial Berenice en su colección Contemporáneos, la cual tiene 176 páginas. Vale la pena aclarar que Manuel Moya tiene también su propia edición de la versión completa del libro.

Otra de estas antologías (cuya introducción he seguido muy de cerca para redactar este texto) es Libro del desasosiego. Un día en la (no) vida de Bernardo Soares, antología, introducción y traducción de Luis Morales que toma un poco de los diversos temas tratados en este libro (textos reflexivos, textos relacionados con las calles de Lisboa, textos sobre la oficina, textos sobre restaurantes, etc.), y compone lo que sería el diario de un día del semi-heterónimo de Pessoa, Bernardo Soares. La edición original es de la Editorial Funambulista, pero hay una impresión mexicana realizada por la librería Gandhi, en sus Gandhi Ediciones, de 164 páginas, que es breve y económica, y tiene el propósito de que los lectores prueben el libro. Si no les gusta por lo menos ya saben más o menos de que va esta obra, pero si les gusta (muy probablemente les encante), entonces ya pueden proceder a conseguir una de las ediciones completas del libro. De hecho, ésta es la edición que yo recomiendo para acercarse por primera vez a este libro fascinante de Pessoa.

Consigan, finalmente, la edición que puedan. Lo importante es que lo lean. El Libro del desasosiego es, verdaderamente, un libro excepcional y bellísimo.

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Antología poética. El poeta es un fingidor. Fernando Pessoa. Selección y traducción de Ángel Crespo. Austral, colección Clásica, serie Poesía. 384 págs.

Libro del desasosiego. Un día en la (no) vida de Bernardo Soares. Fernando Pessoa. Antología, introducción y traducción de Luis Morales. Editorial Funambulista / Gandhi Ediciones. 164 págs.

Vasques & Cía. Fragmentos de la oficina del desasosiego [extraídos de Libro del desasosiego de Bernardo Soares]. Fernando Pessoa. Presentación y traducción de Manuel Moya. Editorial Berenice, colección Contemporáneos. 176 págs.

Libro del desasosiego. Fernando Pessoa. Edición y traducción de Ángel Crespo. Seix Barral, colección Biblioteca Formentor. 432 págs.

Libro del desasosiego. Fernando Pessoa. Edición y traducción de Manuel Moya. Alianza Editorial, colección El Libro de Bolsillo. 664 págs.

Libro del desasosiego. Fernando Pessoa como Bernardo Soares. Emecé. Edición de Richard Zenith. Traducción de Santiago Kovadloff. 514 págs.

Libro del desasosiego. Fernando Pessoa. Edición de Richard Zenith. Traducción de Perfecto E. Cuadrado. Acantilado, colección Acantilado Bolsillo. 582 págs.

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