lunes, 21 de enero de 2013

La maleta de mi padre, de Orhan Pamuk






La maleta de mi padre
de Orhan Pamuk

Jesús Guerra

Orhan Pamuk, nacido en 1952, es el novelista y ensayista turco que ganó el Premio Nobel de Literatura en 2006. Es, hasta el momento, el único turco que ha ganado este galardón. Escribe a mano y con lentitud, porque es muy exigente con su prosa. Dice que escribe 10 horas diarias y que en ese tiempo de trabajo consigue media página de escritura. Quizás exagera.

Ha publicado ocho novelas:
* Cevdet Bey y sus hijos, de 1982, inédita en español.
* La casa del silencio, de 1983; Metáfora Ediciones, 2001.
* El astrólogo y el sultán, de 1985, fue publicada en español por Edhasa en 1994; y por Mondadori en 2007, con el título El castillo blanco.
* El libro negro, de 1990; Alfaguara, 2001.
* La vida nueva, de 1995; Alfaguara, 2002.
* Me llamo rojo, de 1998; Alfaguara, 2003.
* Nieve, de 2001; Alfaguara, 2005.
* El museo de la inocencia, de 2008; Mondadori, 2009.

Ha publicado también un libro de memorias:
* Estambul. Ciudad y recuerdos, de 2005; Mondadori, 2006.

Y tres libros de ensayos:
* Otros colores, de 1999; Mondadori, 2008.
* La maleta de mi padre, de 2007; Mondadori, 2007.
* El novelista ingenuo y el sentimental, de 2010; Mondadori, 2011 (primero fue publicado por Harvard Press en 2010 y al año siguiente en turco).

La maleta de mi padre es un libro muy breve y muy bueno, que contiene tres discursos del autor, pronunciados en ocasión de recibir tres importantes premios. El orden de los discursos en el libro es cronológicamente inverso. El primer discurso del libro es «La maleta de mi padre», que dio al recibir el Premio Nobel; el segundo es «El autor implícito», que leyó en abril de 2006 al recibir el premio Puterbaugh, otorgado por la revista estadounidense World Literature, y el tercero es «En Kars y en Frankfurt», leído al recibir el Premio de la Paz de la Unión de Libreros Alemanes en 2005.


Edición francesa


Se trata de un libro muy «citable»; si uno no subraya con cuidado, puede uno terminar por subrayarlo completo. El libro trata, lógicamente, de su amor por la literatura, como lector y como escritor. Trata de lo que significa ser escritor, por lo menos para él. Trata de la importancia de la literatura pero de manera específica de la importancia de la novela, y de cómo leer y escribir novelas nos sirve para entendernos a nosotros mismos, para entender una cultura, para entender y embellecer la vida cotidiana, sirve para ayudarnos a vivir al permitirnos escapar del aburrimiento de la vida diaria y permitirnos habitar, aunque sea por algunos momentos al día, en nuestra imaginación, y sirve para que nos pongamos en el lugar de los demás.

Dice, por ejemplo: «Para mí, ser escritor es descubrir, luchando pacientemente durante años, la segunda persona que se esconde en el interior de uno y el universo que convierte a esa persona en lo que es. Y cuando me refiero a la escritura lo primero que se me viene a la mente no es la novela, la poesía ni la tradición literaria, sino alguien encerrado en una habitación y sentado a una mesa que se vuelve sobre sí mismo a solas y gracias a eso forja con palabras un nuevo mundo» (p. 15).

El título del discurso se debe a que, nos cuenta el autor, cuando él ya era un escritor profesional, su padre, poco antes de morir, le entregó una pequeña maleta llena de cuadernos y papeles, y le pidió que cuando ya hubiera muerto, los revisara. Pero al escritor esa maleta le daba miedo, porque, entre otras cosas, podía descubrir que su padre pudo haber sido un buen escritor y por ser un hombre muy sociable y muy apegado a su vida cómoda, no se dedicó a la literatura, como lo hacía el autor.

Hay algunas ideas que el autor repite de alguna u otra manera en sus tres textos, y hay una que me gusta en especial, la de que el novelista intenta contar su vida como si fuera la de otro, y contar las vidas ajenas como si fuese la suya. «La historia de la novela también podría escribirse como la historia de la forma en que nos liberamos y nos transformamos mediante la imaginación al ocupar el lugar de otro» (p. 77).


Edición en inglés


En «El autor implícito», dice: «Para poder escribir bien tengo que aburrirme como es debido, y para aburrirme como es debido tengo que sumergirme en la vida. Cuando estoy en medio de todo ese barullo, de todos esos despachos, teléfonos, amores, amistades, costas soleadas y entierros, o sea, cuando estoy a punto de zambullirme en el corazón de los acontecimientos, de repente siento que en realidad estoy al margen. Empiezo a fantasear. O, desde una perspectiva pesimista, se puede pensar que empiezo a aburrirme. En cualquier caso, hay una voz interior que me dice 'vuelve a tu habitación, siéntate a tu mesa'» (p. 54).

En este discurso apunta la noción de «autor implícito», la que a grandes rasgos dice que cada novela implica a un autor específico, como si fuese la novela la que creara a su autor, y el escritor tiene que luchar, en cada novela que escribe, por ser ese autor que la novela implica.

El tercer discurso del libro, el primero en orden cronológico, llamado «En Kars y en Frankfurt», es el que toca temas políticos, y en el texto mismo se disculpa por ello, pero sucede que el premio mismo que le dieron, premio que origina el discurso en cuestión, es en sí mismo un premio literario y político, pues es el Premio de la Paz de la Unión de Libreros Alemanes, y debido a la relación ambigua entre Europa y Turquía, y a la relación, aún más específica, entre Turquía y Alemania, el tema era inevitable. Sin embargo, tan pronto puede, vuelve a lo literario, y explica: «Al contrario de lo que se cree, para un novelista la política no consiste en consagrarse a causas políticas ni en afiliarse a asociaciones, partidos o grupos. Para un novelista, la política es algo que se origina en la imaginación, en la capacidad que tiene el autor de una novela de ponerse en el lugar de otro» (p. 79).

Tres discursos breves, concentrados, esenciales. Este libro, de gran importancia para narradores y en particular para novelistas, es de interés también para los lectores en general, para conocer el pensamiento de este importantísimo autor de la literatura contemporánea mundial; y puede servir como puerta de entrada a sus novelas.

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La maleta de mi padre. Orhan Pamuk. Traducción de Rafael Carpintero. Mondadori. 2007. 97 págs.




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