Tombuctú
de Paul Auster
Jesús Guerra
Tombuctú suena a
lugar exótico, y de hecho, para nosotros, lo es. Se trata de una región, y de
su capital del mismo nombre, de Malí, en África, y tiene una importancia
histórica y mítica que les dejaré investigar por ustedes mismos. La región fue
colonia francesa durante parte del siglo XIX y parte del XX, así que en francés
es Tombouctou, y de ahí sale la versión castellana, con la misma
pronunciación, y en inglés es Timbuktu. Pero en el idioma que lo
digamos, e independientemente de cómo sea en la realidad actual, suena a región
exótica y maravillosa. Tanto, que para Willy G. Christmas (en realidad William
Gurevitch), un vagabundo que por lo menos bajo los estándares psicológicos
aceptados no es del todo un hombre mentalmente sano, Tombuctú es el lugar,
placentero y asombroso, al que se llega después de morir.
Willy es un
poeta. Tiene más de cien cuadernos llenos de sus escritos, aunque escribe a
saltos, cuando su azarosa vida le permite tener algo de tranquilidad, como
cuando visita a su madre, una inmigrante polaca, en Nueva York. Pero a Willy le
gusta vagar y le gusta beber, así que visita muchas ciudades de los Estados
Unidos, y siempre lo hace, en los últimos años, con su fiel perro, a quien
llama Míster Bones.
Míster Bones es
un perro sumamente inteligente. La novela no lo explica, porque no es una obra
de tintes científicos, es una obra de Paul Auster, en donde las cosas son como
son, el caso es que Míster Bones entiende perfectamente a su amo, porque Willy
se la pasa hablando con él, todo el tiempo, desde que Míster Bones era un
cachorro, y como entiende a Willy, entiende a todas las personas a las que
frecuenta Willy y, por lo tanto, digámoslo así, piensa en lenguaje humano, en
este caso en inglés. Míster Bones, por supuesto, no habla, pero piensa, y el
narrador nos cuenta lo que el perro piensa, lo que siente, lo que supone, las
confusiones que tiene, y lo que sueña, y en sueños, algunas veces, Míster Bones
habla, aunque él mismo sabe que sólo habla porque está soñando.
Una buena parte de
lo que les sucede a Wlly y a Míster Bones se nos narra en flashbacks,
porque para el momento en que conocemos a Willy, él ya está en las últimas,
aunque es apenas un hombre de cuarenta y tantos años. Y los conocemos cuando
llegan a Baltimore porque Willy quiere encontrar a la señora Bea Swanson quien
fue maestra suya en la preparatoria y lo animó a escribir. Eso es muy
importante para Willy: ella lo animó a escribir, y era una buena persona. Así
que Willy sabe que debe encontrarla antes de morir para dejarle la llave del
maletero de la estación de autobuses en donde guardó todos sus cuadernos; es
decir, quiere dejarle su obra, y quiere dejarle también a Míster Bones.
Se trata de una
de las novelas más cortas de Paul Auster, tiene en la edición en español apenas
171 páginas, y está dividida en cinco capítulos, pero a grandes rasgos la
historia está divida en dos partes, la primera trata sobre Willy y su perro, y
la segunda, la historia subsecuente de Míster Bones sin Willy. Es una obra
enigmática, como toda la obra de Paul Auster, en sus alcances finales, por
decirlo de alguna manera, pero la prosa del autor es muy clara y la narración
es sencilla. Las complejidades estructurales están ocultas y no le estorban al
lector común. Pero están ahí, si uno las busca, las encuentra, y esto es parte
del placer de la lectura, por lo menos para algunos tipos de lectores.
Aparentemente se
trata de una novela que se sale un poco del estilo argumental de las obras de
Paul Auster, pero en realidad no es así, en el fondo es una obra que trata de
los temas preferidos de este autor, como la identidad y el sentido de la
existencia personal. Y como en las otras obras de Auster el lenguaje es el
elemento principal, y aquí, con un gran sentido del humor, Auster nos presenta
las confusiones de Míster Bones a partir de ciertas palabras que no termina de
entender porque las ha escuchado en contextos diversos pronunciadas por
personas muy diferentes.
Quizá para
quienes nunca hayan leído a Paul Auster, ésta sea la novela adecuada para
entrar en su obra, por las características de Tombuctú —su brevedad, su
claridad, su personaje central—, y para quienes ya han leído algunas de sus
novelas pero no ésta, Tombuctú es sumamente recomendable. Además, hay
que reconocer que Willy es un personaje simpático, y Míster Bones es un perro
genial… es más, es un ser vivo genial.
Paul Auster es
uno de los escritores norteamericanos más importantes de la actualidad, y lo ha
sido desde los años 90. Nació el 3 de febrero de 1947, lo que quiere decir que
tiene ahora 66 años. Él mismo ha declarado que descubrió la literatura gracias
a la biblioteca de un tío suyo que era traductor, y que comenzó a escribir
desde los 12 años de edad. Estudió literatura inglesa, francesa e italiana en
la universidad. Luego viajó a Francia, y tiempo después regresó a vivir a París
durante tres años, en donde trabajó como traductor y redactor, en los años 70.
Al regresar a los
Estados Unidos se puso a escribir en serio. A fines de los años 70 escribió su
primera novela, que en español se llama Jugada de presión. En su país se
publicó a principios de los años 80 y en español no apareció sino hasta el
2006. Se trata de una novela negra tradicional, que no tuvo éxito en su
momento, ni crítico ni comercial, y que si ahora es importante se debe a la
relevancia que adquirió su autor con el tiempo. Yo, la verdad, no la he leído,
así que no puedo decir nada acerca de su calidad. Ya la comentaremos aquí algún
día.
A mediados de los
años 80, publicó tres novelas breves que lo hicieron famoso: en 1985 Ciudad
de cristal, y en 1986 Fantasmas y La habitación cerrada. Al
año siguiente se publicaron juntas bajo el título global de La trilogía de
Nueva York, que es una obra muy importante en su carrera y en la literatura
norteamericana del siglo 20. Dos años después, en 1988, aparecieron en español
bajo el sello de la Editorial Júcar, de España, pero en realidad la resonancia
del nombre de Paul Auster se hizo esperar algunos años más en nuestra lengua, y
las ediciones que ahora circulan son de la Editorial Anagrama, que volvió a
publicar estos títulos a mediados de los años 90, con diferentes traducciones.
Luego vinieron El
país de las últimas cosas, del 87, pero en español se publicó en el 94 en
Anagrama; El palacio de la luna, del 89, y en español en el 91; La
música del azar, del 90, y en España en el 97; Leviatán, del 92, y
en español en el 97, y Mr. Vértigo, del 94, y en español en el 95.
Para esos
momentos, en algunos países de Europa, como Francia y España, Paul Auster era
ya considerado la gran estrella literaria del momento. Las revistas francesas
dedicadas a la literatura y al mundo editorial, como Lire y Le
Magazine Littéraire le dedicaban extensos artículos, publicaban largas
entrevistas con él y, en general, comentaban sus libros con mucho
entusiasmo.
Paul Auster, por
supuesto, siguió escribiendo y publicando, y ganando lectores en todo el mundo.
Publicó Tombuctú en el 99, y en español en el 2000; El libro de las
ilusiones en 2002, y en español en 2003; La noche del oráculo en el
2004, y en español el mismo año; Brooklyn Follies en 2005, y en nuestra
lengua en 2006; Viajes por el Scriptorium en 2006, y en español en 2007;
Un hombre en la oscuridad en 2008, y en español el mismo año; Invisible,
en ambos idiomas en 2009; Sunset Park en 2010, en los dos idiomas, y Diario
de invierno en 2012, en inglés y también en español.
Hasta aquí, hemos
apuntado sus novelas, pero además de las novelas, Paul Auster ha escrito muchas
otras cosas, como ensayos (A salto de mata, del 97, y 98 en español),
novelas autobiográficas (La invención de la soledad, en el 82 y en
español en el 94), relatos (El cuento de Navidad de Auggie Wren, en el
90, y en español en el 2003), textos autobiográficos (El cuaderno rojo, en
el 93, y en español en el 94, por cierto con traducción de un novelista español
muy bueno, Justo Navarro), libros de poemas (Desapariciones: poemas
[1970-1979], que apareció en inglés en el 88 y en español en el 96), una
selección de poemas y ensayos de los años 70, publicado en inglés en el 91 y en
español en el 98 (Pista de despegue), y guiones de cine: Smoke, y
Blue in the face, ambos del 95 (fueron publicados en español en el 99,
con esos mismos títulos), los cuales se filmaron, y aunque él no tiene crédito
como tal, fue también codirector, junto con el chino Wayne Wang. En 98 se
estrenó la película Lulu on the bridge, que sería «Lulu en el puente»,
pero la verdad no recuerdo cómo se llama en México. Esta película además de ser
escrita por él, fue dirigida por él, ahora sí exclusivamente.
Hay otras
películas cuya historia original es de Paul Auster, o en las que ha sido
coguionista, como: The center of the world, del 2001; Fluxus, del
2004, y El cuaderno rojo, también del 2004. En 2007 volvió con todo al
cine, cuando escribió, produjo y dirigió La vida interior de Martin Frost
(el guión fue publicado por Anagrama en español ese mismo año). Además, Paul
Auster ha escrito algo de teatro, ha publicado traducciones del francés, y
tiene en inglés algunos libros que aún no han sido traducidos al español.
Sus obras tienen
una característica muy interesante: el lector común puede leer sus novelas y
puede gustar de ellas, sin complicarse mucho la existencia, porque sus
historias son muy interesantes y emocionantes, y están escritas con un estilo
engañosamente sencillo. Y sin embargo, los críticos literarios le encuentran
mucha profundidad a sus textos, y analizan la escondida complejidad de las estructuras
de sus novelas. Con autores como Paul Auster hay material para todo tipo de
lectores. Sólo tienen que hacer la prueba.
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Tombuctú. Paul Auster. Traducción de Benito Gómez Ibáñez.
Editorial Anagrama, en sus colecciones Panorama de Narrativas y Compactos. 171
páginas.
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