jueves, 11 de junio de 2015

En el café de la juventud perdida, de Patrick Modiano





En el café de la juventud perdida
de Patrick Modiano

Jesús Guerra

En el café de la juventud perdida, del escritor francés Patrick Modiano, ganador del Premio Nobel de Literatura 2014, es una novela breve que a mí me ha parecido bellísima, comenzando por el título, uno que acepta por lo menos dos interpretaciones.

Edición francesa,
de bolsillo
La novela está dividida en cinco capítulos sin número y la historia está contada de manera fragmentaria por cuatro narradores diferentes, siempre en primera persona. La novela abre con los recuerdos de un hombre, cuyo nombre nunca sabemos, quien en aquellos años era un joven estudiante e iba con frecuencia a un café parisino llamado Le Condé, el cual tenía una clientela particular. Nos habla de los personajes que ahí se juntaban, la mayoría jóvenes de entre 19 y 25 años de edad, aunque en el grupo había varios hombres que andaban por la cincuentena. Casi todos eran o querían ser artistas o escritores, o por lo menos eso es lo que parecían. En la memoria del narrador sobresale una chica guapa, medio solitaria, callada pero luminosa, cuyo nombre real nunca supo, y al parecer no lo supo nadie de los asistentes de ese café. «Hay que dejar claro lo siguiente: el nombre de Louki se lo pusieron cuando empezó a ir asiduamente por Le Condé. Yo estaba allí una noche, cuando entró a eso de las doce y ya no quedaban más que Tarzan, Fred, Zacharias y Mireille, sentados a la misma mesa. Fue Tarzan quien exclamó: “Anda, aquí viene Louki…” Primero pareció asustada y, luego, sonrió. Zacharias se puso de pie y, con tono de fingida seriedad, dijo: “Esta noche te bautizo. A partir de ahora te llamarás Louki.” Y según iba pasando el rato y todos la llamaban Louki, creo que sentía alivio por tener ese nombre nuevo. Sí, alivio. Porque, desde luego, cuanto más lo pienso más vuelvo a mi primera impresión: se refugiaba aquí, en Le Condé, como si quisiera huir de algo, escapar de un peligro».
 
Edición en catalán
El narrador recurre a su memoria, pero también a un cuaderno en el que otro de los miembros del grupo llevaba el registro de todos los asistentes al café debido a una estrambótica teoría suya, cuaderno que finalmente heredó el narrador cuando ese compañero se fue del país; y recurre también a unas fotos de aquellos días, tomadas por un fotógrafo quien finalmente las publicó en un libro acerca de la gente de los cafés de la ciudad.

Esta novela, a su manera, es una obra de misterio, y el misterio central es esta chica, Louki, en la que cada uno de los narradores aporta una parte de la historia, desde su personal perspectiva, incluida la propia joven. Otro de los misterios es el tiempo; otro es la identidad. El tono general es nostálgico; y la nostalgia es por el pasado, por la juventud desaparecida, por ciertos momentos clave, por ciertos lugares, por ciertas personas, por ciertos deseos; y, como siempre en la obra de Patrick Modiano, uno de los personajes centrales es la ciudad misma, París. «Vamos a suponer que llevan allí a alguien con los ojos vendados, lo sientan a una mesa, le quitan la venda y le preguntan: ¿En qué barrio de París estás? Bastaría con que mirase a los vecinos y escuchase lo que decían y es posible que lo adivinara: Por las inmediaciones de la glorieta de L'Odéon, que siempre me imagino igual de lúgubre bajo la lluvia».

Edición en alemán
Otra de las constantes de Modiano es su estilo literario. Escribe con sencillez, con una aparente, engañosa sencillez. Frases cortas, claras, con palabras cotidianas, comprensibles, y sin embargo cuenta historias muy complejas en libros de pocas páginas, y logra decirnos muchísimo; su prosa, atmosférica, resuena en el lector y lo emociona. ¿Cómo lo logra? Es, además, un maestro para las descripciones. Nos dice apenas lo necesario, unos cuantos trazos y los lectores vemos el lugar. Estamos ahí.

Los cuatro narradores, que son personajes muy diferentes entre sí, pueden batallar en ciertos momentos con la memoria, pueden olvidar en qué año o en qué estación sucedió lo que cuentan, pueden no estar seguros de algunas cosas, pero son todos muy observadores y retienen algunos elementos fundamentales para la evocación; y por lo mismo de que son observadores, son intuitivos pues aunque pueden no saber por qué, en ciertos momentos parecen sentir o adivinar significados de los comportamientos o actitudes ajenas, como en esa frase transcrita líneas arriba, que es importante para el argumento, en la que el narrador apunta: «Porque, desde luego, cuanto más lo pienso más vuelvo a mi primera impresión: se refugiaba aquí, en Le Condé, como si quisiera huir de algo, escapar de un peligro». El misterio está planteado.


Esta novela de Patrick Modiano es una obra espléndida, y es uno de los libros más recomendables para comenzar a leer la obra de este autor importantísimo.

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En el café de la juventud perdida. Patrick Modiano. Traducción de María Teresa Gallego Urrutia. Anagrama, colecciones Panorama de Narrativas y Compactos. 136 págs.

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