La piscina
de Yoko Ogawa
Jesús Guerra
La piscina es el primer libro que leo de Yoko Ogawa, a pesar de que es —nos
informa el texto de contraportada de este libro de la editorial española
Funambulista— «la novelista más leída en Japón desde hace dos décadas». Su
novela más conocida es La fórmula preferida del profesor, y la
mencionada editorial ha publicado también El embarazo de mi hermana, Perfume
de hielo, La residencia de estudiantes y La niña que iba en
hipopótamo a la escuela.
La piscina, aparecida en Japón en el año 1990 y en español en abril de 2012,
es una novela corta, de apenas 101 páginas de formato pequeño, que
tranquilamente puede leerse de un tirón, y me parece que por su brevedad es una
buena puerta de entrada a la obra de esta autora ya que nos permite conocer su
estilo y el tipo de historias que narra en un volumen que terminamos con
rapidez, y con esto podemos decidir si la obra de Yoko Ogawa es una que
queremos seguir. Yo, por ejemplo, he decidido que sí buscaré y leeré otros de
sus libros; su prosa me ha gustado mucho, es clara y precisa, limpia, y la
traducción de Héctor Jiménez Ferrer es muy buena. La historia que esta novela
nos cuenta es un tanto extraña, muy sencilla en un nivel y muy compleja en
otro, de manera simultánea, en la que la interioridad del personaje central, y
además narrador de la historia, es más importante que los acontecimientos
narrados. Es un estilo muy representativo de la cultura japonesa. Aya escribe:
«De repente me di cuenta de que me embargaba una sensación desagradable e
incoherente. Era la primera vez que me ocurría. Quizás fuera la leche de la
higuera o la blandura del cuerpo de Jun. O quizás ya tuviera esta mala
sensación desde antes de nacer».
Edición en francés |
El personaje central es Aya, una
adolescente hija de una pareja que tiene un orfanato. Aya ha pasado su vida con
niños y jóvenes que son como sus hermanos pero a los que en algún momento ha
tenido que decir adiós, cuando cada uno de ellos ha sido adoptado. Así, aunque
Aya no es huérfana, ha crecido con la sensación de serlo y además sin la
posibilidad de algún día ser adoptada y llevada a otra parte.
Por meses, después de las
clases, Aya va a sentarse a las gradas de la piscina de la escuela, en donde
Jun —un adolescente que vive en el orfanato de los padres de Aya—, practica sus
clavados. Evidentemente Aya está enamorada de Jun, aunque ella ni siquiera es
capaz de aceptar este hecho. Sabe, eso sí, que le gusta ver el cuerpo de Jun
cuando se lanza desde el trampolín. Aya dice, en una de las primeras páginas
del libro: «A veces, me gustaría saber por qué me siento tan feliz cuando lo
observo, durante esos segundos que transcurren desde que levanta las manos para
agarrar un punto en el aire hasta que desaparece en el agua. Pero no soy capaz
de entenderlo. Quizás sea porque cae en un valle donde el tiempo es tan
silencioso que no se oyen las palabras».
Otra edición en inglés |
Quizá su relación con él es
confusa. Quizá todo su mundo es confuso. Quizá simplemente se siente sola. La
adolescencia es una edad turbulenta, y para Aya las cosas no han sido fáciles,
con un padre silencioso que además es religioso; una madre atolondrada que
habla demasiado, y rodeada de hermanos que no lo son en realidad, el mundo
interior de esta chica es como un volcán a punto de explotar, aunque en la
superficie todo parece tranquilo y en paz.
Hay también, en esta obra, una
inquietante exploración de la crueldad juvenil, un elemento sintomático que
forma parte del universo de Aya, de este universo hipnótico tan hábilmente
descrito, creado a partir de la acumulación de pequeños detalles. «Mientras jugaba
en la arena, Rie [una bebé del orfanato] se me acercaba con regularidad para
que le sacudiera la mano, cada dos o tres minutos. Aquella regularidad provocó
en mí un sentimiento de crueldad. No era un sentimiento desagradable. Contenía
incluso una especie de secreta sensación placentera».
Otra edición en francés, junto a otros dos libros de Ogawa |
Yoko Ogawa, nacida en marzo de
1962, tiene una gran cantidad de libros publicados en su país. Lamentablemente
en español se han traducido apenas un puñado de ellos; quizás el francés sea la
lengua occidental que más traducciones tiene de su obra. Tres de sus novelas
han sido adaptadas al cine, la primera en Francia en el año 2005, y las otras
dos en Japón, en 2006 y en 2014. La cinta de 2006 es la adaptación de La
fórmula preferida del profesor.
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La piscina. Yoko Ogawa. Traducción de Héctor Jiménez Ferrer. Editorial
Funambulista. Colección Los Intempestivos. Madrid, 2012. 104 págs.
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