sábado, 1 de octubre de 2011

El diablo me obligó, de F.G. Haghenbeck



Ecos de la FIL-Saltillo 2011



El diablo me obligó,
de F.G. Haghenbeck

Jesús Guerra

El espléndido nombre del personaje central de El diablo me obligó es una suerte de homenaje a la cultura popular mexicana y a la estadounidense, o a su extraña mezcla, la cultura chicana: Elvis Infante (supongo que también pudo haberse llamado «Pedro Presley», pero evidentemente no suena tan bien y es menos reconocible). Así, pues, el mexicoamericano Elvis Infante, ex presidiario y ex soldado (estuvo en Afganistán en los tiempos del presidente Bush Jr.), tiene una tienda de objetos de santería y religiones mágicas similares, que le sirve de pantalla y oficina, pero su verdadero oficio es el de «diablero», una especie de exorcista pero de una tendencia mucho más pragmática. Tanto Elvis como otros diableros no se conforman con expulsar al demonio en turno del cuerpo de su víctima, sino que los atrapan, para, entre otras cosas, venderlos en el mercado negro de demonios, ángeles caídos, querubines o karibúes y algunos otros seres celestedemoniacos, pues una mafia internacional se encarga de organizar peleas entre ángeles y demonios, arte que tiene nombre propio: karibumaquia. Pero el caso más reciente de Elvis es mucho más complejo de lo «normal»...

El diablo me obligó estructuralmente es compleja pero se deja leer con mucha rapidez. Salta del presente al pasado y del punto de vista de un personaje a otro, sin embargo la prosa es directa y, aunque la historia está llena de escenas violentas y terroríficas, rebosa de humor (negro y ácido pero humor al fin).

La mayor parte de los personajes son realmente espléndidos y las escenas en las que participan, narradas con toda naturalidad, son alucinación en su estado más puro. Delirante sería el adjetivo para calificar esta novela en una sola palabra. Mr. Nice Suit, la Curlys (prostituta y «host para diableros»), Trou Macaq (el nombre es ya en sí delicioso), la sicaria Lil Gotik, la aventurera Kitty Satana son algunos de los elementos de esta galería de personajes que se encuentran a medio camino entre la novela negra dura, la literatura de terror y el universo del cómic fantástico, ubicados en diversas zonas de la ciudad de Los Ángeles.

F.G. Haghenbeck

Entre las influencias de esta obra, citadas por el autor en varias entrevistas y en la nota final de la novela, se encuentran Stephen King, escritores ingleses de fantasía oscura de los años setenta, S.M. Servín, Clive Barker, el autor de cómics Alan Moore, y directores fílmicos como Quentin Tarantino y Robert Rodríguez. Ya con estos datos pueden visualizar por dónde va la cosa, por lo menos en términos estilísticos.

Precisamente en esa nota final del libro que menciono, Haghenbeck nos cuenta el origen de esta novela: una noche, hace muchos años, en Monterrey, platicaron estas ideas él, el dibujante Edgar Clement y el creativo Francisco Ruiz Velasco, y se prometieron desarrollar, cada uno a su manera, historias con estos elementos (y él mismo nos recuerda que así surgieron tanto la novela Frankenstein como el cuento de Polidori «El vampiro», cuando Lord Byron, Percy Shelley, su joven esposa Mary Shelley y el mencionado Polidori se prometieron escribir una historia de terror). Después, Clement publicó su novela gráfica Kerumin, Ruiz Velasco «está levantando su película sobre el mismo tema en Hollywood» y Haghenbeck nos presenta su versión en esta obra que él califica como «novela negra-fantástica». Léanla, les aseguro que la van a disfrutar muchísimo. Y fíjense bien, la portada es una maravilla.

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El diablo me obligó. F.G. Haghenbeck. Suma de Letras. México. Febrero de 2011. 218 páginas.

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