El amor,
de Marguerite Duras
Jesús Guerra
Me permito, antes que nada, transcribir lo que dice la
contraportada de este enigmático libro:
Tres
personas —una mujer encinta, un viajero y un hombre que camina— han terminado
por encerrarse, cada una de ellas con alguna poderosa razón, en el espacio
abierto de una isla. Sólo ellas tres parecen ocupar el espacio soleado y
ventoso de la playa desierta delimitada, a un lado, por el malecón y, al otro,
por el río. En su melancólico vaivén, se miran a sí mismas y entre sí en el
silencio atemporal, con la mirada hueca y fría de quienes han llegado al final.
Todo parece haber quedado atrás: entre los brazos de una esposa y de sus hijos
para el viajero; en un remoto salón de baile para la mujer encinta; y en el
recuerdo intenso de un nombre olvidado para el hombre que camina. Pero, de
pronto, por un instante, un atisbo de deseo vuelve a animarlas; se acercan, se
rozan, se hablan, se interrogan en la noche, ante el mar... ¿El amor?
En efecto, tres personajes de los que nunca sabemos su
nombre se encuentran frente al mar. A sus espaldas está un hotel y más allá del
río una ciudad extraña. Lo que los personajes dicen es en realidad poco. Sus
relaciones, su presente y su pasado son confusos. Podríamos presenciar un
sueño, el limbo, la realidad de un cuadro surrealista a la Giorgio de Chirico,
o la metáfora de una realidad desesperada, lejana, vacía, insignificante o, por
el contrario, llena de significados ocultos.
Aunque la traducción al castellano, de Enrique Sordo
(Tusquets Editores), es de 1990, la novela de Duras es de 1971, uno de los
momentos de mayor experimentación novelística —desde fines de los años 50—, a
partir de los manifiestos de la «antinovela» y de la «nueva novela» («nouveau
roman») francesa. Recordemos que entre las propuestas del «nouveau roman»
estaba la eliminación de la interpretación psicológica e incluso de la
eliminación del argumento de las novelas. Si la pintura se había quitado de
encima el yugo de la representación de la realidad, ¿por qué la novela no se
iba a quitar de encima la obligación de narrar historias?, argumentaban los partidarios
de este movimiento.
Las novelas de esa corriente literaria funcionaban más
bien como catálogos de una exposición fotográfica, o como guiones de
sorprendentes películas, la mayor parte de ellas incomprensibles pero, quizá,
muy bellas y sugerentes. Aunque El amor ya no es propiamente
dicho una novela de esa corriente, es un derivado de ella. Tiene mucho de guión
cinematográfico (recordemos que Marguerite Duras escribió guiones y dirigió
filmes), pero es también literatura, o por lo menos escritura, a veces
hipnótica.
Edición francesa, de bolsillo, en Folio |
Si bien El amor no es la mejor introducción a la
obra de Marguerite Duras (es preferible comenzar a leerla con algunos de sus
primeros libros, como Un dique contra el pacífico, de 1950, o
quizá con alguno de los últimos, como El amante, de 1984 —que le
dio fama mundial y el premio Goncourt—), se trata de un libro interesante y es
una lectura obligada para los «durasianos» de corazón, que son muchos y con
toda razón, pues Marguerite Duras es, sin duda, una de las escritoras más
importantes del siglo XX.
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El amor. Marguerite Duras. Traducción:
Enrique Sordo. Tusquets Editores. 1a edición, Barcelona, 1990. 1a
edición en la colección Fábula, Biblioteca de Autor, México, marzo de 2010.
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Para leer algunos datos de la vida de la autora, su
bibliografía y su filmografía, ver:
El Amor, no se me da trabajo el poder terminar de leerlo.
ResponderEliminarEsta novela es una continuación de El arrebato de Lol V Stein. Leyendo esa, esta es completamente clara.
ResponderEliminarEsta novela es una continuación de El arrebato de Lol V Stein. Leyendo esa, esta es completamente clara.
ResponderEliminarLean primero El arrebato de Lol V Stein. Son sus personajes, el libro cobra mucho más sentido si se sabe quien es Lol
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