lunes, 13 de agosto de 2012

La casa infernal, de Richard Matheson





La casa infernal
de Richard Matheson

Jesús Guerra

A fines del año 1970, Rolf Rudolph Deutsch, un millonario a punto de morir, contrata a tres expertos en fenómenos parapsicológicos, les ofrece cien mil dólares a cada uno y les pide que le den pruebas contundentes, ya sean positivas o negativas, acerca de la existencia de la vida después de la muerte. Para ello ofrece darles todo lo que necesiten y enviarlos a la famosa Casa Belasco, conocida también como la Casa Infernal, de la que se dice es «el Everest de los fenómenos paranormales», la cual —para evitarse cualquier problema— adquirió recientemente. Sólo les pone un límite y es temporal: los resultados deben de estar listos en una semana.

La Casa Belasco, construida en 1919 por un millonario excéntrico y de pésima reputación, Emeric Belasco, tiene una fama aterradora. Según se dice, Belasco invitaba grandes grupos de personas a su casa a pasar largas temporadas y ahí los invitaba a dar rienda suelta a sus más bajos instintos, aunque él mismo nunca participaba en las actividades que se desarrollaban en su alejada mansión. Según se supone, Belasco «estudiaba», por decirlo así aunque no se conocen sus propósitos, la capacidad del ser humano para el mal.

A fines de la década de 1920 la policía entró a la casa, a petición de parientes de algunos de los invitados, y encontraron sólo cadáveres. Todo parecía indicar que en dicha mansión, los habitantes temporales de la misma luego de permitirse todo tipo de excesos por mucho tiempo, terminaron asesinándose unos a otros, practicando el canibalismo y dementes. Pero nunca se encontró el cadáver del elegante hombre altísimo, de barba, guapo pero de rasgos crueles, de Emeric Belasco.

Cuando se percataron que la casa parecía «encantada», es decir, habitada por fantasmas, se desarrollaron dos estudios de la misma: uno en 1931 y el otro en 1940. Ambos terminaron de manera trágica: con la muerte de la mayor parte de los investigadores o la locura de los sobrevivientes. Sólo un sobreviviente del estudio de 1940 sobrevivió y no enloqueció, un joven médium de 15 años, el mejor de los Estados Unidos en ese memento, un joven de interesante nombre: Benjamin Franklin Fischer.

Y es Fischer, precisamente, uno de los contratados para la investigación exprés de 1970. Fisher, quien después de su experiencia de 30 años atrás quedó tan aterrado que dejó de ejercer como médium y pasó a vivir en una suerte de anonimato. Los otros contratados son la conocida médium Florence Tanner y el doctor Lionel Barret.

Mientras que Fischer era un médium «físico» (de los que admiten una especie de posesión por parte de los espíritus), Tanner es una médium mental, sólo admite la presencia de los espíritus contactados de manera mental, como una idea o visión. Por su parte, el doctor Barret es un estudioso de los fenómenos parapsicológicos desde la perspectiva de la ciencia, y aunque cree en una parte de los fenómenos paranormales, los describe como provocados por energías residuales de los muertos, energías carentes de objetivo y de inteligencia, o sea, para decirlo de manera clara, Barret no cree en los fantasmas, aunque admite que la energía de las personas que murieron pueda quedarse impregnada en un inmueble por variadas razones. Como el doctor Barret es el especialista de mayor edad (está cercano a los 60 años) y sufre las secuelas de la polio, asiste a la investigación acompañado de su esposa, veintitantos años más joven, Edith.

Éste es el equipo que llega a la Casa Infernal para habitarla y estudiarla durante una semana, y mientras que Barret y Tanner llegan con la esperanza de demostrar cada uno su propia teoría, Fischer llega con la única esperanza de sobrevivir para poder cobrar su dinero.

El tema de las casas embrujadas es uno de los más conocidos y usados tanto en la literatura de horror como en el cine, y si bien hay una enorme cantidad de libros y filmes de pésima categoría, hay algunas obras de calidad. La casa infernal (Hell House) de Richard Matheson es una de las novelas más interesantes del tema, y por eso se ha convertido en un verdadero clásico. No es una obra perfecta, claro está, y es posible que el final esté demasiado explicado... o quizá está demasiado explicado para los lectores de 2012, pero no para los de 1971, que fue cuando se publicó en inglés por primera vez, pero tiene (es decir, sigue teniendo en 2012) una característica que ya quisieran muchos escritores que tuvieran sus obras: es una novela que no nos deja soltarla hasta llegar al final. Y eso es ya un mérito.

Richard Matheson (nacido en 1926 en Estados Unidos) ha escrito muchos cuentos, algunas novelas y muchos guiones para cine y televisión: colaboró con series clásicas como The Twilight Zone, y él mismo adaptó algunos de sus relatos y de sus novelas al cine, y estas películas se han vuelto a filmar varias veces, como por ejemplo Soy leyenda (I Am Legend) cuya versión más reciente es de 2007, con Will Smith en el papel protagónico. La casa infernal se filmó en 1973, con el título The Legend of Hell House bajo la dirección del inglés John Hough, con Roddy McDowall, Pamela Franklin, Clive Revill y Gayle Hunnicutt en los papeles principales. Pueden consultar la filmografía completa de Matheson aquí

Stephen King ha escrito que Richard Matheson es uno de los escritores que más han influido en su obra. Luego de leer La casa infernal puede uno notar su influencia, por ejemplo, en la novela El resplandor (The Shinning), e incluso en la adaptación fílmica de Kubrick.

Quizá La casa infernal no sea una novela que consiga en la primera librería en donde la busque, sin embargo hay dos ediciones en español, una de La Factoría de Ideas y otra de Minotauro (además de una edición más antigua de Ediciones Vidorama). Mi recomendación es que la busque y la lea, porque La casa infernal es una narración que se lee con placer. Leerla es como entrar a un parque de diversiones: ya sabemos lo que vamos a encontrar y lo encontramos y lo disfrutamos enormemente, y además es mejor de lo que esperábamos, y más aún, tiene algunas sorpresas para nosotros. Es divertida y tiene, por supuesto, algunos pasajes aterradores.

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La casa infernal. Richard Matheson. La Factoría de Ideas. España. 352 págs.

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La casa infernal. Richard Matheson. Minotauro. Barcelona. 320 págs.

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