miércoles, 26 de febrero de 2014

Las 100 mejores novelas de la lengua española de los años 1981-2006


Las 100 mejores novelas de la lengua española
de los años 1981-2006

Jesús Guerra

En marzo de 2007 se celebró en Cartagena, Colombia, el Cuarto Congreso Internacional de la Lengua Española, y en Medellín el Décimo Tercer Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Por este motivo, la revista Semana, de Colombia, realizó en ese año una encuesta con 81 escritores, editores y críticos literarios de España y Latinoamérica para determinar las 100 mejores novelas en lengua española de los últimos 25 años (es decir, los 25 años que terminaban en 2006), o sea, publicadas entre 1981 y 2006. El método fue sencillo: a cada participante invitado se le pidio que enviara los títulos de los cinco libros que consideraban más importantes de esos 25 años. Y las obras que más veces aparecieran serían las que conformarían la lista.

Los resultados son interesantísimos. Este tipo de listas, como ya lo hemos apuntado aquí antes, si bien no son definitivas, sí nos sirven de guía a los lectores.

De las cien obras transcribo a continuación las diez primeras, junto con su autor, el país del autor y el año de publicación:


1. El amor en los tiempos del cólera
Gabriel García Márquez
Colombia, 1985

2. La fiesta del Chivo
Mario Vargas Llosa
Perú, 2000

3. Los detectives salvajes
Roberto Bolaño
Chile, 1998

4. 2666
Roberto Bolaño
Chile, 2004

5. Noticias del imperio
Fernando del Paso
México, 1987

6. Corazón tan blanco
Javier Marías
España, 1992

7. Bartleby y compañía
Enrique Vila-Matas
España, 2000

8. Santa Evita
Tomás Eloy Martínez
Argentina, 1995

9. Mañana en la batalla piensa en mí
Javier Marías
España, 1994

10. El desbarrancadero
Fernando Vallejo
Colombia, 2001



La lista completa pueden leerla en el sitio de la revista Semana

Esta lista es interesante por muchos motivos. Evidentemente podemos ver cuántas de estas novelas hemos leído, para sentirnos súperlectores, o bien podemos martirizar nuestro ego literario comprobando cuántas no hemos leído... aún. Analizar esta lista en términos cuantitativos tiene también su interés. Por ejemplo:

Países con obras en esta lista, son 11, así que el promedio tendría que ser de 9.09 novelas por país, y si nos pusiéramos a tomar en cuenta el número de pobladores, la proporción sería diferente a la que realmente es. Leo la lista, de menos a más:
* Guatemala: 1
* Paraguay: 1
* Cuba: 2
* Venezuela: 2
* Uruguay: 2
* Perú: 4
* Chile: 9
* México: 11
* Colombia: 13
* Argentina: 23
* España: 32


Es decir: España sola se lleva casi la tercera parte de la lista de 100, con 32. Argentina sola se lleva casi la cuarta parte con 23. Entre las dos se llevan 55 de las 100 novelas. Como verán algo no está bien, y no me refiero a la lista sino a la realidad.

Luego vienen los autores con más obras en la lista, que son 7 y todos con 3 obras:
* Gabriel García Márquez (Colombia)
* Roberto Bolaño (Chile)
* Javier Marías (España)
* Juan José Saer (Argentina)
* Antonio Muñoz Molina (España)
* César Aira (Argentina)
* Diamela Eltit (Chile)

Diamela Eltit es la única mujer con tres obras en la lista.

Los autores con dos novelas en la lista son 12:

* Ignacio Martínez de Pisón (España)
* Osvaldo Soriano (Argentina)
* Alfredo Bryce Echenique (Perú)
* Carlos Fuentes (México)
* Álvaro Pombo (España)
* Álvaro Mutis (Colombia)
* Javier Cercas (España)
* Fernando Vallejo (Colombia)
* Enrique Vila-Matas (España)
* Tomás Eloy Martínez (Argentina)
* Mario vargas Llosa (Perú)
* Y la única mujer del grupo, con dos novelas en la lista: Ángeles Mastretta (México)


Es decir que 19 autores son los responsables de 45 de las mejores novelas de las 100 de la lista.
Quedan, por lo tanto, 55 autores con una novela por cabeza.
Son 74 autores para 100 novelas. Y de esos 74 autores, sólo son mujeres: siete.
Es evidente una enorme desproporción de género.

Volviendo al número de novelas por país, de esta lista de las mejores 100 novelas en lengua española, la desproporción es enorme... Comparemos tres países por número de novelas en esta lista y por número de habitantes por país.

* México tiene 11 novelas en esa lista. Y tiene alrededor de 120 millones de habitantes.
* Argentina tiene 23 novelas en esa lista, y tiene alrededor de 42 millones de habitantes.
* España tiene 32 novelas en la lista, y tiene alrededor de 47 millones de habitantes.


No es que sean los únicos datos a considerar, pero puede uno darse cuenta de que algo no está bien.
España tiene más o menos 39 por ciento de la población de México, pero México tiene sólo el 34 por ciento de novelas de calidad con relación al número de novelas de España en la lista.

Esto quiere decir que si la educación y la economía de nuestro país fueran lo que deberían de ser, y teniendo en cuenta nuestro número de habitantes, el centro literario y editorial de la lengua española tendría que ser México, pero no es así. España es el centro literario y editorial de lengua española... y curiosamente dentro de España lo es Barcelona, la capital de Cataluña, cuya lengua es el catalán. Por motivos como éstos es por lo que el realismo mágico nos representa tan bien.


Como último dato curioso, ya que se trata de las 100 mejores novelas de los 25 años que van de 1981 a 2006, deberían de ser, en promedio, cuatro novelas por cada uno de esos años, pero obviamente no es así (había escrito «pues ni el talento ni el azar parecen tener nada que ver con las matemáticas», pero me retracto pues sospecho que los matemáticos dirían que esa frase no es correcta, espero que ustedes entenderán lo que intenté decir).

* Sólo cinco de esos años tienen sus cuatro mejores novelas: 1991, 1997, 2000, 2001 y 2004.
* El año inicial, 1981, sólo tiene una.
* El año final, 2006, sólo tiene dos.
* Hay un año con 8 novelas: 2005.
* Y dos con 7: 1996 y 2003.


Parece ser que a los 81 críticos, editores y escritores invitados a participar en esa encuesta no les gusta mucho la literatura en español de los años 80. ¿Realmente es inferior a la de los 90?

Termino con estas curiosidades, les recomiendo que revisen esa lista de las 100 mejores novelas en lengua española de 1981 a 2006, la tomen como guía y se pongan a leerlas, que es lo que yo quiero hacer. Para cuando termine (porque obviamente ésta no es la única lista que sigo), de seguro ya habrá otra lista nueva.





lunes, 24 de febrero de 2014

Recomendaciones de la Librería del Fondo Carlos Monsiváis



Recomendaciones de
la Librería del Fondo Carlos Monsiváis




Por qué la austeridad mata
El costo humano de las políticas de recorte
David Stuckler y Sanjay Basu

Este es el primer libro que afronta el debate político y económico sobre la crisis desde una nueva y necesaria perspectiva: su costo humano. La recesión mundial ha tenido un impacto brutal sobre la riqueza de los países, pero todavía ignoramos cómo afecta el bienestar físico y mental de sus ciudadanos. ¿Por qué al enfrentarse a crisis similares la salud en algunas naciones (como Grecia) se ha deteriorado gravemente mientras en otras (como Islandia) ha llegado a mejorar? Tras una década de investigaciones, David Stuckler y Sanjay Basu nos demuestran que incluso ante las peores catástrofes económicas los efectos negativos en la salud pública no son inevitables. Es la mala gestión de los gobiernos la que puede conducir a un desastroso saldo de tragedias humanas.
Por qué la austeridad mata presenta una conclusión demoledora: los recortes son seriamente perjudiciales para la salud de las personas. Son las recetas de austeridad las que agravan fatalmente las consecuencias de las crisis, mutilando programas sociales clave justo en el momento en el que más se necesitan, empeorando el desempleo y obstaculizando la recuperación.

Este libro defiende que las decisiones económicas no son únicamente una cuestión de ideologías, de tasas de crecimiento y de déficits presupuestarios, sino también una cuestión de vida o muerte. Sólo un sistema más justo e igualitario garantizará el bienestar de nuestras sociedades.

David Stuckler es investigador y experto en los aspectos económicos de la salud. Actualmente es Senior Research Leader en la Universidad de Oxford y Honorary Research Fellow en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres. Ha escrito más de 90 artículos en publicaciones científicas y su trabajo ha sido reseñado en medios como The New York Times, The Economist, The Lancet, Nature, British Medical Journal, New Scientist, Scientific American, la BBC, la National Public Radio y la NBC.

Sanjay Basu es epidemiólogo y profesor asistente de Medicina en el Centro de Investigación para la Prevención de la Universidad de Stanford. Ha trabajado para Oxfam International y es miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. Ha escrito más de 80 artículos en medios especializados y ha aparecido en publicaciones como The Wall Street Journal, The New York Times, The Boston Globe, The Washington Post, Nature, Science y New England Journal of Medicine. Es autor del blog sobre salud, política y economía EpiAnalysis, que cuenta con más de 50.000 lectores.

Taurus
368 págs.
$ 269.00




Una historia secreta de la consciencia
Gary Lachman

Durante los últimos cuatro siglos, la ciencia ha tratado de interpretar la realidad en términos puramente materiales de átomos, moléculas y leyes físicas. Gary Lachman apunta hacia otra manera de considerar las cosas en donde el sentido del mundo no proviene del exterior, sino de la consciencia misma. Su libro es un intento de compensar esta parcial unilateralidad de la visión científica y presentar todo el pensamiento que sobre la evolución de la consciencia ha quedado fuera de la historia oficial y académica, incorporando una visión más amplia de la consciencia, su historia y su futuro. Para ello, Lachman traza esta fascinante y enriquecedora Historia secreta de la consciencia que agrupa desde las ideas sobre el futuro de la humanidad de R. M. Bucke, las teorías psicológicas de William James, el «impulso vital» de Bergson y el superhombre de Nietzsche, a la cuarta dimensión de Ouspensky, las revelaciones esotéricas de Madame Blavatsky o la antroposofía de Rudolf Steiner, a las que hay que añadir las investigaciones sobre la hipnagogia de Andreas Mavromatis, los estudios sobre el lenguaje de Owen Barfield y las indagaciones filosóficas de Yuri Moskvitin sobre el origen del pensamiento, para terminar con los cinco estados evolutivos de la consciencia postulados por Jean Gebser.

Gary Lachman es escritor y músico. Nació en Bayonne, Nueva Jersey, en 1955, y desde 1996 vive en Londres. Entre 1975 y 1977 fue bajista, letrista y miembro fundador del grupo Blondie, y en 1981 guitarrista de Iggy Pop. Actualmente escribe y colabora para The Guardian, Mojo y The Times Literary Supplement. Es autor de In Search of Ouspensky: The Genius in the Shadow of Gurdjieff (2004), A Dark Muse: A History of the Occult (2005), Rudolf Steiner (2007), publicado por Atalanta (núm. 67), Politics and the Occult: The Left, the Right, and the Radically Unseen (2008) y Jung The Mystic (2010), así como de numerosos artículos. Tal vez su libro más importante sea The Secret History of Consciousness, publicado en 2003.

Atalanta
470 págs.
$ 520.00




El artista adolescente
que confundía el mundo con un cómic
Sergio González Rodríguez

Sus personajes simbolizan una pugna generacional desde las obsesiones más íntimas cuya aventura encubre, como en cualquier persona, un secreto que determina los actos de la vida: un joven viajero, escritor de cuentos inescrutables y aspirante a creador de novelas gráficas; un librero de viejo; una muchacha que trabaja como doble de la modelo y actriz Paris Hilton; un ex guardaespaldas convertido en instructor de artes marciales; y una tríada de criminales de Hong Kong, protagonizan una trama de suspenso que proyecta la sombra del crimen y los negocios en el mundo actual.

El artista adolescente que confundía el mundo con un cómic refleja sus vastas posibilidades al desplegarse en diversos niveles de lectura, reto para la complicidad de lectores hartos de relatos convencionales. Nunca la sencillez narrativa tuvo tanta riqueza como en esta novela diamante: valiosa, enigmática, sorprendente y de facetas múltiples.

Con esta obra, Sergio González Rodríguez renueva el género novelístico en las letras iberoamericanas y ratifica la creatividad que lo distingue. La recompensa de un escritor que día tras día disfruta de mayor prestigio dentro y fuera del país.

Mondadori
192 págs.

249.00

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martes, 18 de febrero de 2014

La revelación del significado, de Domingo Ortiz Montes




La revelación del significado
de Domingo Ortiz Montes

Cirilo G. Recio Dávila

En la sección «La lucha de todos los días se funda en el amor», de su libro La revelación del significado, Domingo Ortiz hace una exploración sobre la forma de abordar a la elusiva condición humana. En 14 ensayos breves reflexiona de manera empírica sobre las capacidades del ser humano para afrontar la realidad. Nos recuerda que somos seres libres y también sujetos a las contingencias. Son palabras que nacen desde luego de la propia experiencia, de ese conocimiento que todos nosotros vamos adquiriendo a través de lo vivido, esa filosofía personal que nos dice cuál es el sentido de la voluntad, de la libertad, del trabajo o del amor. No son reflexiones para leer en cualquier momento, porque el ruido ambiente, así como el ajetreo cotidiano son condiciones cuasi permanentes en nuestros días y por lo tanto es muy difícil que podamos encontrar ese espacio que se requiere para leer una reflexión de este talante.

Sin embargo estos ensayos pueden encontrar su cauce en la lectura pausada, en esos momentos en los que el río de la conciencia hace un remanso de tranquilidad y mesura. Es entonces cuando podemos ver en estos breves pensamientos articulados un paralelo con nuestras propias vidas, en nuestro propio pensamiento, puesto que nadie es ajeno a esa capacidad de interpretación y de reflexión acerca del vivir. En ese tiempo de silencio que se produce entre el trajinar cotidiano y el reposo indispensable, siempre hay valiosos períodos en los que no ocurre nada y por lo tanto podemos disponer nuestra atención a la lectura de la reflexión y asimismo reflexionar.

Por otra parte «La lucha de todos los días se funda en el amor» es un trabajo que tiene una característica inherente que es difícil de soslayar: está dirigido explícitamente a despertar, a provocar, a enseñar un camino y hasta a servir de faro y de guía a los lectores que así lo necesiten. Y este afán de didactismo ocurre porque a Domingo le preocupan las situaciones humanas que en llegando al límite, rozan ya con la desesperación y el pavor de vivir. Ese fue de hecho el origen de este escrito, porque —aunque sin ser expertos en política pública o en salud mental— es muy evidente que en estos días de velocidades apabullantes, cuando es posible comunicarnos por medios instantáneos a enormes distancias y cuando los automóviles y vías rápidas nos ponen en minutos en lugares extremos, es muy evidente que llegamos en instantes al otro lado del mundo, pero no sabemos para qué, el sinsentido de la vida humana es más palpable que nunca si podemos pasar horas ante una pantalla pero no sabemos para qué nos sirven la razón, las emociones y los sentimientos.

Estamos sujetos a nuestras propias pasiones y no conocemos la razón de ello. Llegamos en unas horas a ciudades lejanas para cerrar un negocio, para encontrar la playa adecuada a nuestras vacaciones o para entrar a trabajar a la fábrica y la oficina, pero no advertimos cuáles son las motivaciones que hacen de todo esto algo en verdad valioso: ¿mera sobrevivencia? ¿Competencia y rivalidad para ser los mejores? ¿Encontrar la felicidad? ¿Huir del dolor, de la inseguridad, la duda, la violencia y la muerte? Y si es así, ¿es suficiente lo que hacemos para lograr estos fines?

«La lucha de todos los días se funda en el amor» se inscribe en La revelación del significado, un proceso más depurado por Domingo, que implica también otra aproximación a una filosofía personal y vitalista, un paseo por «Las mil y una razones para entender que el mundo no es cuadrado»: máximas, pensamientos, fragmentos, retazos, aforismos que como si fueran un prisma que modifica el curso de la luz, le proponen al lector una nueva mirada sobre las cosas y la realidad cotidiana.

Esto tiene en mi opinión un valor relevante, porque la reflexión sobre la vida es un proceso universal en el sentido de que nadie puede sustraerse del pensar, de interpretar la realidad y de generar un proceso de reflexión sobre lo que se vive, pero es la relación que establecemos entre nuestras propias reflexiones y las de los demás que ocurre el movimiento, en esta comunicación es que se produce el desarrollo del pensamiento humano. Son pues tres libros en uno. El primero («La lucha de todos los días se funda en el amor») está compuesto por ensayos, el segundo («Las mil y una razones para entender que el mundo no es cuadrado») por breves destellos aforísticos y el tercero, que le da el título al libro, revela el significado de las cosas.

En esta trilogía el autor no propone un camino unívoco. No intenta ofrecer un dictado absoluto. Es más bien un conjunto de razonamientos personales que trazan una posibilidad didáctica. Es el intento personal de proporcionar a las demás personas reflexiones a que su autor ha llegado. Es decir, Domingo ofrece al lector sus propias conclusiones sobre los sentidos, las lamentaciones, el amor, la gratitud, el trabajo, la voluntad, el destino, el origen, el miedo, los dones y la fortuna, el orden, las palabras y la divinidad, la constancia y las múltiples posibilidades de la vida.

Al establecer este texto de esa forma el escritor abre las posibilidades a la reflexión de los lectores, que habrán de coincidir o diferir de lo que se propone en estas páginas. Por otra parte, esta calidad empírica del texto le confiere un atributo interesante: su didactismo. Si nos atenemos al hecho de que toda educación, toda enseñanza —para que sea tal— requiere que el que aprende lo haga en libertad, sin condicionamientos ni obligaciones por parte de quien educa, entonces un escrito que pretenda dar un aprendizaje ha de tener en sí mismo esta virtud: dejar en libertad de decidir sobre lo que postula.

En este sentido el libro que comento tiene el hándicap —la ventaja y la desventaja simultáneas— de que los lectores pueden muy bien pensar «¿Cuál es la razón para leer estar reflexiones, si yo mismo tengo mi propia filosofía de la vida?», o también «¡Qué bien que alguien me ofrece estas reflexiones!» Para el autor y su obra estas dos posiciones son irrelevantes puesto que el libro ha sido erigido desde una actitud de generosidad y responsabilidad personal. También es preciso decir que no se trata en ningún sentido de una obra de filosofía como la que uno puede atender en personalidades como Erich Fromm, J. Krishnamurti o Wilhem Reich, ni tampoco un texto que nazca de la fusión del arte con las respuestas a la existencia, como podemos verlo en Rabindranath Tagore, Robert Musil o Gibran Jalil Gibran. Tales posibilidades están fuera del campo de este trabajo.

Domingo parece en cambio dirigirse coloquialmente al lector, como en una conversación de tú a tú. En este sentido sus reflexiones no exigen conocimientos profundos, ni tampoco una sensibilidad artística depurada, que serían sine qua non en obras de mayor complejidad (como ocurre por ejemplo en otros libros de nuestro autor). Pienso que esto es así por la naturaleza y origen de estos textos. Naturaleza y origen sentimentales, íntimos y enraizados en preocupaciones que el autor tiene sobre nuestras realidades caóticas. Veámoslo en algunos fragmentos del texto:

«…En la historia el hombre ha sido el artífice maravilloso de sí mismo, lo es por esa capacidad de adaptación y de transformación, su presencia en la tierra ha señoreado los más remotos espacios y lugares, el dominio de la inteligencia lo hizo el factor de cambio dominante, creó las ciudades y ese miedo ancestral que nos hizo huir de un lugar para subir a la montaña y vivir en los sitios más escarpados, fue uno de los ingredientes en el desarrollo del hombre.» (p. 87, «El miedo»).

«…Soy el mejor, nada hay que me pueda detener, (debemos) vernos de frente y así sabremos poco a poco del gran cambio que vamos haciendo en nuestras vidas. No debemos perder de vista que una de las mejores fórmulas o certezas existentes para combatir el miedo nos la da la verdad, la certeza y su luz, el conocimiento, son herramientas para erradicar el miedo, para borronear los prejuicios y los sinsabores, las inseguridades y los fantasmas. De hecho debemos pensar en la vocación que tenemos de aprender y de ser en el conocimiento, que la mejora y más apropiada canción que podamos entonar es la que nos dicta la sabiduría.» (p. 89, «El miedo»).


Domingo Ortiz


Es evidente que el escritor no teme al escrutinio público, esa pusilanimidad le es ajena. La escritura, desde el periodismo hasta la más depurada literatura es una profesión de libertad ética, temer al juicio de la mirada ajena, del público o de la historia nos dejaría sin escritores y traicionaría voces como las de Borges, el Marqués de Sade, Beaudelaire o Mario Vargas Llosa. Escribir es un reto que es asumido desde la perspectiva de un compromiso personal. En ese sentido es valioso que una entidad pública como lo es el Consejo Editorial del Estado haya levantado el guante para poner esta edición en manos de sus posibles lectores.

En momentos como los de hoy en que la incapacidad para el compromiso es patente en todos los medios, es muy interesante y valioso advertir que alguien como Domingo Ortiz emprende una causa personal. Qué tan atinada sea esta empresa, qué tan efectiva resulte para los propósitos que el propio autor se trazó, es una incógnita que no pertenece al alcance de este comentario. El evidente propósito de este libro de servir de guía didáctica para la vida debe probarse en el criterio de sus lectores.  

Ahora bien, este texto no carece de otros valores: no es una obra acuñada en el ámbito artístico, pero su factura contiene valores estéticos al proponer un discurso de reflexiones personales que muestran la vida interior del autor. Podemos estar de acuerdo o no con sus palabras, podemos haber llegado a razonamientos semejantes por nosotros mismos, podemos tener pensamientos contrarios y distintos a los que plantea Domingo, pero la cualidad más valiosa de su texto está en la sinceridad con que ha sido elaborado. Esta sinceridad me permite disculpar lo que en mi breve juicio estimo impreciso. Por ejemplo al hablar del orden señala:

«… Hay una parte de los hechos futuros que corresponde al azar, pero puede ser la definitiva, aunque se puede decir que en la mayoría de los casos, en casi todos los casos, es de menor impacto o efecto, pero esa parte o ese segmento, es el que va a corresponder a la decisión intervenida, a la que podemos, casi de manera inmediata, mover a fuerza de voluntad propia, podemos así en el mejor de los casos, abolir el azar.»

Ahora bien, pienso, si una parte de los hechos pertenece al azar y puede ser la definitiva, no puede ser entonces que en la mayoría de los casos sea la de menor efecto, aun cuando la voluntad individualmente intervenga para modificar el azar. No obstante, tales imprecisiones son producto de la naturaleza del libro, puesto que Domingo va perfilando el discurso así como el explorador camina por la selva desconocida en A prueba de todo y supuestamente va encontrando un mundo nuevo para él. Domingo Ortiz va revelando su discurso desde un razonamiento dialéctico, tamizando por la razón los valores que considera pertinentes.

Enseguida quiero referirme a un par de cosas más que incitan a la reflexión. En la parte de la lucha cotidiana que se fundamenta en el amor, se observa un discurrir formulado desde un nosotros y de un deber ser. Abundan entonces afirmaciones que señalan por ejemplo: «Debemos buscar la felicidad…» o «debemos ser congruentes con nosotros mismos…» o «debemos intentar con todas nuestras fuerzas alcanzar el éxito.» Esta construcción del discurso le otorga entonces un carácter dogmático que puede llevar, uno, a sentir como lectores una imposición de criterios, y dos, a pensar que el autor habla a partir de un yo plural, desde una convención universal, de un conocimiento mutuo. Me decanto definitivamente por la segunda alternativa, por la propia naturaleza del texto. Ahora me explico, los mismos ensayos que lo conforman, van señalando la zozobra, la duda, en errabundo peregrinaje de toda obra de creación, por eso, esos «debemos ser» pueden considerarse como las tentativas del arquero que afina su puntería y no sabe todavía lo que va a pasar…

El arquero, el arco, la flecha y el blanco son una sola cosa, nos dice —de otra manera, claro— Lao Tse en el camino del Tao, el Tao Te King. Pero las revelaciones de Domingo, sus reflexiones apocalípticas, por así decir, están más cerca del razonamiento monacal, de los monjes occidentales que del Oriente, aunque también intenten orientarnos.

La segunda cosa a la que quiero referirme es a la dificultad práctica de llevar estas sopesadas argumentaciones a la atmósfera de la realidad. Primero es comer y luego ser cristiano —reza un dicho que el propio Sancho Panza hubiera suscrito—. En un medio sociocultural como el nuestro, quienes viven en los mayores agobios, las personas más vulnerables y vulneradas por las dificultades económicas, materiales y culturales, las desigualdades, la violencia o la injusticia son quienes menos acceso pueden tener a una obra de esta índole. Quien vive en medio de la violencia, en la prisión, en las colonias marginales, en condiciones de inseguridad, difícilmente encontrará el tiempo y el espacio para leer las reflexiones que puedan ofrecerle el estímulo para levantar la frente y el corazón. Esto desde luego que no demerita, de ninguna manera, el trabajo de Domingo Ortiz. Pero sí señala que en una labor de desarrollo social y sustentable son necesarios esfuerzos concurrentes a las iniciativas individuales.

Enhorabuena que el Consejo Editorial del Estado se haya hecho eco de la revelación del significado. Ello significa que va por buen camino. O para decirlo con palabras de Domingo Ortiz, en la página 231 leemos el versículo 510: «A veces la realidad es la metáfora de nuestro pensamiento y puede ser que en esa realidad emergente, que implica la realidad de todos los días veamos a nuestros sueños cobrar vida.»

Felicitaciones a la Librería del Fondo de Cultura Económica Carlos Monsiváis y a su atinado equipo, por programar una presentación de este talante. Esto da constancia de que existen en el medio institucional preocupaciones vitales para mejorar nuestro entorno.

¡Y qué puedo decir de José Domingo sino reconocer con estimación, respeto y admiración esta labor que se ha echado sobre los hombros para corregir el rumbo de los pasos humanos! Y ahora, considerando, como dicen los abogados, considerando las propias palabras de nuestro autor que entre los aforismos que nos ofrece nos dice que: Entendió que era un escritor cuando descubrió que faltaban muchas cosas por decir, y para dar cabida a otras posibilidades se hizo el propósito de ser más breve, considerando también que el silencio es la voz más perfecta, no digo más que muchas gracias.

[Este texto fue leído por su autor en la presentación del libro, el martes 6 de noviembre de 2013, en la Librería del Fondo Carlos Monsiváis, en Saltillo, Coahuila, México.] 

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La revelación del significado. José Domingo Ortiz Montes. Consejo Editorial del Estado de Coahuila. 2013. 380 págs.

jueves, 6 de febrero de 2014

El cerebro de mi hermano, de Rafael Pérez Gay





El cerebro de mi hermano
de Rafael Pérez Gay

Maru Galindo

Después de que Rafael Pérez Gay vivió la experiencia de ver cómo se apagaba, poco a poco, la vida de su hermano, escribió este informe que documenta, con anécdotas familiares y reflexiones, el progresivo deterioro del cerebro de su hermano, el escritor José María Pérez Gay, quien murió a los 70 años víctima de una enfermedad incurable.

«...ustedes saben: la vida es breve; el arte largo; la ocasión fugaz; la experiencia engañosa; el juicio, difícil. De eso trata esta historia, de ese trozo aforístico de Hipócrates, y de las sombras y fantasmas en que nos convierte la enfermedad y el tiempo» (p. 15).

«Somos nuestra memoria. Si no recuerdas, dejas de ser alguien para convertirte en nadie. Pepe no recordaba: así murió la primera vez, caminando a ciegas, sin saber quién era» (p. 127).

«Me tomó años entender que la muerte es un hecho cruel que define la vida: sin la conciencia de ese acto sin retorno, nadie comprenderá la índole misma de la existencia; si no admitimos que los días felices están contados, no hay lugar para el placer y la diversidad de cosas magníficas que hay en el camino a la tumba» (p. 93).

Los hermanos Pérez Gay se han distinguido por profesar una pasión por las humanidades. José María fue narrador y ensayista; se doctoró en filosofía y germanística en Berlín. Fue director del Canal 22 en la ciudad de México y agregado cultural en Alemania. También tradujo a Thomas Mann, Franz Kafka y Elias Canetti, entre otros autores. Escribió El imperio perdido o las claves del siglo; Hermann Broch, una pasión desdichada; El Príncipe y sus guerrilleros: La destrucción de Camboya; La supremacía de los abismos; La difícil costumbre de estar lejos y Tu nombre en el silencio.

El informe, no sólo es eso, trasciende la forma ya que es un homenaje a un hombre que amó las humanidades, «me salió al paso el joven estudiante de filosofía que había encontrado en el humanismo una razón de ser y en la literatura una realización profunda del alma» (p. 139).

El narrador supo, mucho antes, que escribiría este informe que resumiría dos vidas principalmente. «Desde entonces supe que escribiría este informe, un poco para despedirlo de este mundo, para sentirlo cerca antes de que desapareciera para siempre» (p. 24).

Los Pérez Gay, dice el narrador: «imprudentes como éramos, mi hermano y yo decidimos unir a nuestras familias para que nuestros hijos conocieran Orlando… Nuestra vida entonces también era un parque temático: una raíz común, literatura, familia, nuestro pasado y la idea de que en cierto sentido habíamos derrotado a nuestro destino de jóvenes de clase media, sin dinero, con un padre extraordinario, ausente, loco y una madre melancólica solidaria» (p. 20).

A través de la reflexión y recuerdos que brotan del corazón, el narrador puede asimilar la irremediable y gradual pérdida de su hermano, quien primero perdió la palabra y después otras facultades. Los informes médicos, las resonancias y las interpretaciones se mezclan con los recuerdos de la infancia.

«Al derrumbe físico lo acompañó la erosión del habla: mi hermano perdió el lenguaje. Digo perdió en el sentido literal de la palabra, el silencio lo encontró y lo llevó a vivir a la enorme casa de sus misterios» (p. 85).

«La mañana que despedimos a mi hermano, la familia estaba lista a las ocho de la mañana: un padre, una madre, tres hijas y un niño de siete años. El niño soy yo» (p. 26).

«Una beca de cinco años en Alemania era mudarse al otro lado del mundo, al fin del mundo» (p. 26).

Así es como nuestro narrador recuerda haber despedido del aeropuerto de la ciudad de México a su hermano, 14 años mayor que él, quien con el tiempo se convertiría en un sibarita… «leía, viajaba, se enamoraba con locura, comía en París, dormía en un lujoso departamento de Berlín, caminaba por la ciudad de Colonia» (p. 110).

«Mi hermano en los setenta era un joven guapo de treinta años con canas prematuras, un diplomático que hablaba alemán en su cargo de agregado cultural en la Embajada de México en Alemania y había obtenido una clase como profesor adjunto en la Universidad Libre de Berlín; su formación le permitía competir con los filósofos de fuste sin sufrir demasiado…» (p. 101).

Encontramos menciones de personajes como Héctor Aguilar Camín, Ángeles Mastretta, Luis Linares y Manqué, Alberto Román, que siempre estuvieron pendientes de su salud, y anécdotas del siempre polémico Carlos Monsiváis; y la historia de lugares emblemáticos de la ciudad de México, como el primer inmueble de correos en el país, el Palacio de Correos.

El relato, estructurado en doce partes, es fluido y apasionado; tiene, por ejemplo, referencias a la política mexicana desde diferentes posturas, puesto que los hermanos Pérez Gay militaban en diferentes partidos, por lo cual en las reuniones familiares se debatía el punto de vista hasta las últimas consecuencias.

Así transcurre este informe, cuya lectura se te va en un suspiro, con el recuento de una vida que se formó en la trinchera del saber y un hermano que supo reconocerla y entender «que la medicina no puede responder a todos los misterios de la vida» (p. 24).

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El cerebro de mi hermano. Rafael Pérez Gay. Seix Barral. México. 2013. 141 págs.