martes, 26 de abril de 2016

Bestiaria vida, de Cecilia Eudave





Bestiaria vida
de Cecilia Eudave

Alicia Rico

Cecilia Eudave (Guadalajara, Jalisco, 1968) es doctora en Lenguas Romances por la Universidad Paul Valéry III, en Montpellier, Francia. En la actualidad se desempeña como profesora e investigadora en la Universidad de Guadalajara donde coordina la maestría en Literatura Mexicana. Según Juan Tomás Martínez Gutiérrez, la autora es «reconocida sobre todo por sus relatos breves, por su regular actividad ensayística enfocada a asuntos tan diversos como la novela mexicana, la narrativa fantástica, el cine y otras producciones visuales» (125). Sin embargo, también incursiona en otras modalidades literarias: poesía —con que obtuvo mención honorífica en el Certamen Nacional Alfonso Reyes—, narrativa, microrrelatos y, recientemente, literatura infantil y juvenil. Comúnmente su obra narrativa se presenta bajo las categorías de literatura fantástica, de lo maravilloso o de lo insólito. Algunos críticos califican así su novela Bestiaria vida, publicada por la editorial Ficticia en 2008 y galardonada con el Premio Nacional de Novela Corta Juan García Ponce en 2007.

Pese a lo dicho anteriormente, no hay consenso en cuanto a la pertenencia de dicha novela a la categoría de la literatura fantástica. Daniela Tarazona sí la enclava en el ámbito de lo insólito o fantástico, mientras que Manuel Tejada Loria afirma que podría considerarse como tal, aunque más adelante señala que «[e]n la medida que la trama va develándose, la novela más allá de sus aspectos lúdicos, va tornándose en un realismo capaz de consternarnos. No es un realismo basado en la descripción fiel de lo observado, sino más bien de lo sentido». En oposición a esto, Carlos Martín Briceño apunta que «[c]ontrario a lo que uno podría creer, la novela de Eudave, aunque a veces lo parezca, no es un relato netamente fantástico; es más bien un texto de realidades alternativas». Martínez Gutiérrez considera que es un texto que alude a la tradición gótica y fantástica, pero que «plantea problemáticas que no necesariamente hacen factible clasificarla [...] dentro de alguno de estos subgéneros literarios». Estima que «debe ser leída considerando la rica simbología y mitología medieval y los subgéneros narrativos que integra y recrea» (124). Se desprende de estas opiniones, encontradas en algunos casos, la complejidad de una novela corta y, en apariencia, sencilla. Del mismo modo, esta pluralidad certifica la originalidad de la narrativa de Cecilia Eudave cuyos relatos no se ajustan a los patrones acostumbrados y, por lo tanto, no son fácilmente adscritos a un corpus literario exclusivo.

Es una novela contada en primera persona por Helena, una treinteañera cuyo nombre no se revela hasta el final. En el momento que inicia la narración está pasando por una crisis anímica que la lleva a rememorar sus vivencias para intentar encontrarse a sí misma y dar sentido a su vida. Así conduce al lector por su visión del mundo mientras éste observa su desarrollo y maduración. Una de las particularidades de su perspectiva es la identificación de las personas de su círculo más íntimo con un animal o ser mitológico, según las características que la narradora aprecia en ellos. Se trata de un modo particular de ver la realidad que le permite hacerla comprensible para ella. Por esto, los miembros de la familia, incluyendo a su esposo, pierden su nombre propio y las alusiones a los mismos se hacen según el ser alternativo escogido, hasta que nos aproximamos al final de la narración cuando algunos de los personajes recuperan su apelativo. La propia narradora se refiere a sí misma como el «caracol»; en este caso no por decisión propia sino porque así la caracterizaron sus familiares desde el momento de su nacimiento, tal como le han relatado en múltiples ocasiones desde entonces. Apreciamos así la animalización del ser humano y de la sociedad circundante. El uso que hace de los animales y seres mitológicos para representar características degradadas de los miembros de la familia y el adjetivo «bestiaria» aplicado a «vida» en el título que reaparece a lo largo de la narración sitúan la novela en la tradición de los bestiarios, junto a autores como Horacio Quiroga, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Augusto Monterroso, Juan José Arreola, Guadalupe Dueñas, Pablo Neruda, Pedro Ángel Palou y Brianda Domecq, entre otros.

Aunque corta, la novela está compuesta por trece capítulos no dependientes entre sí, pero que conforman un sentido global al acabar la lectura sin proporcionar un final cerrado. Esta falta de interdependencia refleja la fragmentación de la memoria de la narradora y, a la vez, la fragmentación que la misma está atravesando en el proceso de búsqueda de su propia identidad y de su lugar en la sociedad. Pese a que empieza por su nacimiento, el orden no es ni lineal ni cronológico, más bien son los diferentes miembros de su familia y los estados anímicos de la narradora los que guían el orden, en ocasiones por asociación de ideas. En este ir y venir narrativo, los recuerdos giran primordialmente alrededor de los años formativos de la narradora, período de la vida en que la familia es la unidad central. Por tradición, este núcleo es, o al menos debe ser, el que protege al individuo y lo afianza en su desarrollo como ser social y como sujeto independiente. Sin embargo, esto no es lo que se observa en el recuento al que asistimos. A medida que narra retrospectivamente su vida, se aprecia que el núcleo familiar es disfuncional desde el inicio.

El lector se encuentra, pues, con una novela corta y amena cuya prosa sencilla enmascara una realidad compleja. Contada dentro de un paradigma realista, desde mi punto de vista, con un tono ligero e incluso cómico en ocasiones, subyace una veta existencialista y una profunda crítica a la sociedad contemporánea, que produce monstruos incapacitadores del desarrollo del individuo. La realidad animalística que presenta refleja el mal funcionamiento de la familia coetánea, a la vez que afecta la evolución personal de la protagonista. Por eso, esta treintañera está buscando su lugar en la sociedad y para encontrarlo debe hallarse a sí misma y aprender a convivir con los «animales» que la han rodeado a lo largo de su vida. Se trata de una aportación muy personal a la tradición de los bestiarios.

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Bestiaria vida. Cecilia Eudave. México. Ficticia, 2008. Biblioteca Premios Nacionales No. 8.

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Obras citadas
Martín Briceño, Carlos. Blog: Al final de la vigilia. «Bestiaria vida o la vida en las alfombras». https://carlosmartinbriceno.wordpress.com/2010/07/16/bestiaria-vida-o-la-vida-en-las-alfombras/Bestiaria vida o la vida en las alfombras
Martínez Gutiérrez, Juan Tomás. «El monstruo como instrumento cognitivo y último refugio ante el mundo. Acercamiento a Bestiaria vida, novela de Cecilia Eudave». Nada es lo que parece: estudios sobre la novela mexicana. Ed. Miguel G. Rodríguez Lózano. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2012.
Tarazona, Daniela. «Los cuerpos insólitos en tres novelas de escritoras mexicanas contemporáneas». Estrategias y figuraciones de lo insólito en la narrativa mexicana (siglos XIX-XXI). Ed. Javier Ordiz. Bern, Peter Lang, 2014.
Tejada Loria, Manuel. «Entre bestias te veas». http://www.ficticia.com/libreria/reporte/entre_bestias_te_veas