sábado, 29 de junio de 2019

Recomendaciones de la Librería del Fondo Carlos Monsiváis



Recomendaciones
de la Librería del Fondo Carlos Monsiváis




Obra literaria
Renato Leduc

Renato Leduc, enfrentado al academicismo de inicios del siglo XX, hizo de la desconfianza intelectual y del desprecio al falso refinamiento sus sellos distintivos. Sin embargo, Edith Negrín deja claro que no se trató de un poeta descuidado o simplemente humorístico pues su rebeldía literaria se expresaba en una lucha contra la cursilería, no contra la precisión.

Fondo de Cultura Económica
Colección Letras Mexicanas
Compilación e introducción de Edith Negrín
Prólogo de Carlos Monsiváis
752 págs.

. . . . .




Obra completa
Julio Torri

Torri hace una reflexión íntima y personal, para encontrar respuestas: busca, analizándose a sí mismo, encontrar una explicación a sentimientos comunes. Mediante sus diversos estilos transmite las diferentes aristas del alma humana, reflexionando sobre temas como la figura femenina, el amor a la vida, el fracaso, el antihéroe, etc., sin dejar de lado un ligero toque de ironía y burla.

Fondo de Cultura Económica
Colección Letras Mexicanas
Edición de Serge I. Zaïtzeff
713 págs.

. . . . .




El Rayo Macoy
Rafael Ramírez Heredia

A mediados de la década de los ochenta, Filiberto Macario Reyes se ha convertido en uno de los campeones de boxeo más prometedores, llegando a ser internacionalmente conocido como El Rayo Macoy. De orígenes modestos, pero con una tenacidad inigualable, El Rayo toma su lugar en la historia como uno de los personajes más reconocido de la obra de Rafael Ramírez Heredia, quien en este relato busca plasmar no sólo la vida de un hombre que siendo humilde logra trascender este ámbito para convertirse en un personaje de renombre, si no busca, en gran medida, pintar los excesos de una sociedad signada por la violencia y la desigualdad.

Rafael Ramírez Heredia nació en Tampico, Tams., en 1942, y murió en el DF en 2006. Escritor. Contador público titulado en 1964. Fue profesor de literatura en el IPN, jefe de redacción de las revistas El Cuento, Semana Política, Economía Política y Activa; miembro del consejo de redacción de La Brújula en el Bolsillo y La Talacha y colaborador de numerosos periódicos y revistas. Premio Internacional de Cuento Juan Rulfo, 1984; Premio del Club de Periodistas Primera Plana 1978; Premio Diana de Oro 1980; Nacional de Cuento Policiaco de Ovaciones y Aeroméxico 1983; Juan Ruiz de Alarcón 1990; Rafael Bernal 1993; del IPN 1997 y Dashiell Hammett 1990 y 2005. Medallas Rafael Ramírez Castañeda 1997 y Juan de Dios Bátiz 1999, por 25 años al servicio del magisterio nacional y del IPN, respectivamente. Perteneció al Sistema Nacional de Creadores de Arte y fue miembro de la Asociación Internacional de Escritores Policiacos, la Sogem y la Asociación de Escritores de México.

Fondo de Cultura Económica
Colección Vientos del Pueblo
Ilustraciones de José Hernández
32 págs.

. . . . .




De noche vienes
Elena Poniatowska Amor

«De noche vienes» relata con frescura y humor el interrogatorio que un agente del Ministerio Público realiza a Esmeralda Loyden, mujer polígama. Ante las preguntas del indignado agente, encontramos una mujer encantadora con candorosas respuestas que desarman al funcionario y al resto de los trabajadores de la oficina ministerial. Este cuento es una pequeña probada del estilo de esta reconocida autora y que invita al lector a conocer el resto de su obra.

La autora nació en París en 1932. Llegó a México muy niña y poco antes de cumplir 20 años empezó a publicar entrevistas y crónicas en el diario Excélsior. Los 15 años siguientes se consagró al periodismo: después de Excélsior en Novedades, y más tarde en el suplemento México en la Cultura de la revista Siempre dirigido por Fernando Benítez. Desde el comienzo, Elena Poniatowska impuso a sus colaboraciones un estilo fresco, incisivo y literario. Hoy es una autora cuya obra ha sido traducida a una veintena de idiomas, entre ellos el ruso, el chino, el japonés, el checo, el holandés y el danés y es materia de estudios de programas de posgrado de numerosas universidades de distintos países. Fue la primera mujer en recibir el Premio Nacional de Periodismo (en 1979); ha sido galardonada con el Premio Mazatlán de Literatura, por Hasta no verte, Jesús mío y por Tinísima; el Premio Alfaguara de Novela, por La piel del cielo, obra reconocida a su vez por el gobierno de China como la mejor novela de habla hispana en 2002; la legión de Honor del Gobierno de Francia, y el doctorado Honoris Causa de parte de distintas universidades de los Estados Unidos, Francia y México. En diciembre de 2002 obtuvo el Premio Nacional de las Artes y Ciencias, máximo reconocimiento que otorga México a sus creadores.

Fondo de Cultura Económica
Colección Vientos del Pueblo
Ilustraciones de César Silva Páramo
40 págs.

. . . . .



lunes, 24 de junio de 2019

La sangre de los libros, de Santiago Posteguillo





La sangre de los libros
de Santiago Posteguillo

Jesús Guerra

Hace ya un buen tiempo comenté aquí un libro del escritor español Santiago Posteguillo titulado La noche en que Frankenstein leyó el Quijote, título que, por cierto, me parece estupendo. Ese libro está formado por diversos artículos relacionados con libros o autores importantes, en los que nos narra anécdotas ciertas, historias falsas que se han contado como ciertas, o detalles poco conocidos de lo que podríamos denominar la historia secreta de los libros. Es un libro muy ameno, fácil de leer, ligero e interesante, y la verdad se los vuelvo a recomendar. En esta ocasión quiero comentarles otro libro del mismo autor, con las mismas características del que les acabo de mencionar, llamado La sangre de los libros. Está compuesto por un pequeño prólogo, y 30 artículos breves, de entre cinco y ocho páginas cada uno, acerca de libros y de autores, pero no son ensayos acerca de las obras, sino historias acerca de cómo se escribieron, o de las circunstancias, a veces extrañas, a veces simpáticas, que rodean ciertas obras conocidas. Algunas incluso tienen ese aire sabroso de chisme literario.

El autor del libro, Santiago Posteguillo, es un escritor español nacido en Valencia en el año de 1967. Es profesor universitario de Lengua y Literatura Inglesas; estudió Escritura Creativa en Estados Unidos y Análisis del Discurso y Traducción en el Reino Unido. Es muy conocido por ser el autor de dos trilogías de novelas históricas que se desarrollan en la antigua Roma: la trilogía sobre Escipión El Africano, y la trilogía sobre Trajano, las cuales han tenido mucho éxito de crítica y público en España y en América Latina.

En el prólogo de la obra, Posteguillo apunta: «La sangre de los libros propone un viaje alternativo y diferente por la historia de la escritura. Detrás de grandes clásicos de la literatura universal, sea la Eneida, La vida es sueño, Jane Eyre o Drácula, por mencionar sólo algunos títulos que el lector va a visitar en este viaje en el tiempo, hay misterios y enigmas y, con frecuencia, sangre: la sangre de los escritores esparcida de forma silenciosa por entre las líneas de sus libros».

En el primer texto, titulado «El gran rescate. Cuando Europa del Sur rescató a Europa del Norte», nos narra primero un hecho ocurrido en Roma en el año 62 antes de cristo. Linio Archia, el antiguo maestro griego de retórica de Cicerón iba a ser juzgado pues algunos de sus enemigos querían desterrarlo de la ciudad aprovechando una nueva ley que permitía denunciar «altas erróneas en la ciudadanía romana». El maestro de Cicerón era, por supuesto, ciudadano romano, pero, según decían sus acusadores, no había en los archivos documentos que demostraran que el trámite se había llevado a cabo. El defensor era el propio Cicerón. Tomó la palabra y destrozó a sus oponentes. El tribunal falló a favor de la defensa. Sin embargo, el discurso de Cicerón, nos dice el autor, «como tantas otras obras maestras clásicas, se desvaneció en el olvido del tiempo tras la caída de Roma».

La segunda parte de esta historia se desarrolla más de un milenio después, en el monasterio de Lieja, en 1333. Llegaron al monasterio, a buscar al abad, un joven de 28 años llamado (ni más ni menos que) Francesco Petrarca y su asistente. Ya era tarde. Les dijeron que el abad los recibiría a la mañana siguiente. Les dieron de cenar y luego, mientras les preparaban la celda en donde pasarían la noche, Petrarca se puso a curiosear en la cocina y encontró un montón de rollos manuscritos en un rincón. Le peguntó al monje que los atendía qué era aquello y el hombre respondió que era leña. Que no se preocuparan, que no eran nada importante. Petrarca se puso a revisarlos, varios no eran, en efecto, nada importante, pero de repente se sorprendió: tenía en sus manos un discurso de Cicerón. Precisamente, el discurso que salvó al maestro de Cicerón de ser desterrado. El autor apunta: «El italiano inició uno de los mayores rescates de la historia del mundo: salvar del fuego, de los basureros y de la aniquilación decenas de textos clásicos que se desdeñaban por paganos. A Petrarca lo siguieron Coluccio Salutati, Niccoló Niccoli y Poggio Bracciolini. Entre ellos recuperaron a Cicerón, Virgilio, Lucrecio, Quintiliano, Tito Livio y tantos otros: discursos, poemas, oratoria; historia y literatura salvadas del fuego».




En un formato similar, el autor narra y comenta muchas otras historias de la literatura. En el texto llamado «De una mosca y un mosquito a una obra maestra de la literatura universal» nos cuenta dos historias relacionadas con la figura de uno de los grandes poetas de la antigüedad: Virgilio. «Las tres condenas a muerte» trata de Séneca y su problemática relación con el poder de Roma. En «La biblioteca de Drácula» —artículo de título engañoso, justificable en parte porque el nombre es muy bueno— nos cuenta de las importantes correcciones finales al libro por parte de Bram Stoker, a partir de una nota de pie de página. Este artículo en particular me parece discutible, pues otros libros que he leído sobre este tema dicen que Stoker tenía un conocimiento mucho mayor del personaje histórico en el que se basó para crear a su vampiro de lo que sugiere el autor. Aun así, por supuesto, este relato que nos brinda Santiago Posteguillo me parece de mucho interés para cualquier lector, y más para los admiradores de la obra de Bram Stoker.

En el artículo llamado «Los versos perdidos», el autor nos cuenta del tiempo en que estuvieron perdidos —en realidad ocultos— los últimos 13 cantos de la Divina Comedia, de Dante. «El proyecto secreto y una tumba perdida» nos cuenta la triste historia de Johaness Gutenberg. Para colmo, ni siquiera sabemos ahora en dónde está la tumba de este hombre que murió pobre y desconocido, luego de haberle dado a la humanidad el invento más importante del segundo milenio. En «Una noche de pendencia» se nos narra un episodio en la vida no muy reposada de Pedro Calderón de la Barca, y algo similar nos cuenta en «El arresto», que trata de la impresionante vida de Félix Lope de Vega y Carpio, quien no sólo escribió muchísimo, sino que tuvo una experiencia vital rica en amores, hijos y problemas. ¿A qué hora escribía Lope de Vega, teniendo una vida como la que tenía?

«Un calambur» es uno de los textos más divertidos del libro. Nos narra una de esas anécdotas que no se puede saber si son ciertas o no, pero que por su osadía es más probable que sea falsa, aunque no por ello menos disfrutable, y su estrella es don Francisco de Quevedo. En «Los poetas del Heavy Metal» Posteguillo cuenta las circunstancias —o probables circunstancias— en que nacieron dos poemas importantes del romanticismo europeo, uno del romanticismo inglés, y otro del español. El primero es «La balada de viejo marinero», de Samuel Coleridge, y el segundo, la «Canción del pirata», de José de Espronceda. Y luego nos narra un momento de un concierto del grupo de rock inglés Iron Maiden interpretando «La balada del viejo marinero», y después la «escena» en que el grupo de rock español Tierra Santa grabó su «Canción del pirata». Luego apunta: «Está claro que las bandas de heavy metal, que buscan con frecuencia temas misteriosos o épicos, cuando no ambos a la vez, han sabido ver que la poesía romántica de todas las tradiciones literarias les ofrece exactamente eso que anhelan, y, con audacia, se han lanzado a poner música a esa gran literatura sin atender a limitaciones ni a complejos. El resultado es sorprendente.»

En el artículo titulado «Del poder de Ramsés II al ingenio de Woody Allen» el autor hace una reflexión sobre el paso del tiempo y su efecto en el ser humano, sin importar lo importante y poderoso que alguien pueda ser en un momento dado. Esto se encuentra relacionado con el faraón Ramsés II, con un poema de Percy Shelley, y con un diálogo de una película de Woody Allen. Y señala: «Historia, cine y literatura caminan de la mano mucho más de lo que a veces imaginamos».

Posteguillo nos cuenta también historias sobre Víctor Hugo, sobre las extrañas circunstancias de la muerte de Edgar Allan Poe, sobre Charlotte Brontë y su secreto, sobre los duelos de Pushkin, sobre las extrañas coincidencias relacionadas con la muerte de Gustavo Adolfo Bécquer, sobre las coincidencias entre realidad y ficción en la vida de Robert Louis Stevenson, sobre la agorafobia de Emily Dickinson, y sobre las terribles circunstancias en las que D.H. Lawrence escribió su libro Hijos y amantes, y la conmoción que causó, entre muchas otras historias de la literatura.

Ojalá que les interese este libro, que me parece sumamente ameno, tanto que se deja leer con facilidad y rapidez. Además, esta obra trata de uno de los temas preferidos de los amantes de los libros, la literatura y la lectura.

. . . . . . . . . . . . . . .

La sangre de los libros. Santiago Posteguillo. Planeta (2014). 222 págs. 

. . . . . . . . . . . . . . .

Te puede interesar:

La noche en que Frankenstein leyó el Quijote




lunes, 3 de junio de 2019

El descenso del monte Morgan, de Arthur Miller






El descenso del monte Morgan
de Arthur Miller

Jesús Guerra

No siempre podemos ver las obras de teatro que quisiéramos, pero podemos leerlas; por eso, hoy les recomiendo una obra estupenda, El descenso del monte Morgan, su autor es Arthur Miller, uno de los grandes dramaturgos estadounidenses del siglo XX (y de cualquier época). Un autor cuya obra hay que leer, sin lugar a duda, la cual, en su momento, tuvo una influencia enorme en el mundo.

Arthur Miller nació en Nueva York, en octubre de 1915, y murió en el estado de Connecticut, en febrero de 2005, a los 89 años. Estuvo casado tres veces, su segunda esposa fue nada menos que Marilyn Monroe (de 1956 a 1961). Algunas de sus obras de teatro están consideradas clásicos contemporáneos. Fue también ensayista, novelista y guionista de cine.

A continuación transcribo los títulos de algunas de sus obras más importantes: Un hombre de suerte (1940, The Man Who Had All the Luck), Todos eran mis hijos (1947, All My Sons), Muerte de un viajante (1949, Death of a Salesman), Las brujas de Salem (1953, The Crucible), Panorama desde el puente (1955, A View from the Bridge), Recuerdo de dos lunes (1955, A Memory of Two Mondays), Después de la caída (1964, After the Fall), Incidente en Vichy (1964, Incident at Vichy), El precio (1968, The Price) y La creación del mundo (1972, The Creation of the World and Other Business), entre otras. En 2002 publicó Resurrection Blues, y en 2004, es decir, un año antes de su muerte, publicó Finishing the Picture. Estas dos últimas no sé si tengan ya traducción al español.

Fue presidente del PEN Club Internacional de 1965 a 1969. Fue ganador, entre otros, de Premios Tony (que son como los Óscares del teatro norteamericano), el Pulitzer, el Premio del Círculo de Críticos de Teatro de Nueva York, y en 2002, tres años antes de morir, ganó el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.




Como guionista de cine, por ejemplo, estuvo nominado al Oscar por mejor guion adaptado, por The Crucible, basado en su propia obra, que, en español, tanto la obra como la película, se llaman Las brujas de Salem (estoy hablando de la versión de 1996, dirigida por Nicholas Hytner, con Daniel Day-Lewis y Winona Ryder, pues esta obra ha tenido varias adaptaciones al cine y a la televisión, en diversas partes del mundo).

Y casi como una curiosidad, una muy importante, escribió el guion de la película The Misfits, de 1961 —que en México se llama Los inadaptados—, dirigida por John Huston, en la que los papeles principales los interpretaron Clark Gable, Montgomery Clift y Marilyn Monroe, la cual, por azares del destino, fue la última película tanto de Clark Gable como de Marilyn Monroe.

Pero pasemos a El descenso del monte Morgan: Lyman Felt comienza a despertar de su sueño de anestesia. Está confundido. La enfermera le informa que tuvo un accidente en la carretera que baja del monte Morgan, que estaba congelada, y que tuvieron que operarlo. Que se encuentran en el hospital de Clearhaven. Está enyesado de varias partes. Lyman no se puede mover. La enfermera le avisa que en la sala de espera están su esposa y su hija. Él se molesta. ¿Por qué no lo consultaron antes de hablarles? Le pide a la enfermera que les diga que se regresen a Nueva York, que no puede verlas.

La enfermera sale y les dice que aún no pueden ver al herido. Les ofrece llamar a un hotel para conseguirles una habitación. La esposa, llamada Theo, y la hija, Bessie, están muy preocupadas. En eso llega otra mujer a la sala de espera. Se llama Leah. Leah dice que está ahí porque su marido tuvo un accidente. Las tres se compadecen unas de otras. Tratan de animarse, platican. Al poco rato las tres mujeres van atando cabos. En realidad, hablan del mismo hombre. Tanto Theo como Leah son esposas del herido. Las dos se indignan. Theo se desmaya.




A través de recuerdos, como flashbacks de una película, manejados de manera muy ingeniosa en las indicaciones para el escenario, los lectores-espectadores de esta obra nos vamos enterando de fragmentos anteriores de esta historia. A Theo, por supuesto, Lyman nunca le dijo nada. Simplemente pasaba mucho tiempo fuera de casa, en las oficinas de seguros que manejaba en otra ciudad. A Leah, en cambio, Lyman le hizo creer que se había divorciado de Theo. Ya llevan nueve años en esta situación.

En una mezcla de sueños, pensamientos, recuerdos, y, por supuesto, conversaciones, esta obra realiza un análisis del engaño matrimonial, análisis que también incluye al amor, a la hipocresía moral de la sociedad, a los deseos personales enfrentados con la imagen pública, con la responsabilidad personal hacia los demás, a los prejuicios, a las obligaciones sociales, a la lealtad con uno mismo y con los demás, y, por supuesto, este análisis tiene otro elemento fundamental: la culpa.

La obra comienza casi como una comedia y termina siendo un drama intimista. Pero hay que tener en cuenta una nota inicial en la que se nos dice que la obra sigue los pensamientos del Lyman Felt a lo largo de las escenas, tanto en tiempo real como en los recuerdos y el sueño. De tal manera que al terminar la obra, no podemos estar seguros si Lyman ha imaginado todo esto (es decir, lo sucedido después del accidente), o si la obra mezcla los pensamientos de Lyman con los acontecimientos reales. Esto podemos descifrarlo haciendo un análisis de la obra, pero esto tiene que hacerlo cada espectador, o, en este caso, cada lector.




La obra es sumamente interesante, está muy bien planteada y estructurada, es muy ágil y, al mismo tiempo, muy compleja. Como siempre en la obra de Miller, se trata, por supuesto, de una crítica social, una obra que no sólo nos invita, sino que nos incita a reflexionar acerca de la sociedad en la que vivimos y nuestro papel en ella.

. . . . . . . . . . . . . . .

El descenso del monte Morgan. Arthur Miller. Traducción de Carlos Milla Soler. Tusquets Editores, colección Fábula, Biblioteca Arthur Miller. (España, 1a ed.: enero 2006; México, 1a ed.: marzo 2013.) 130 págs.