jueves, 18 de junio de 2020

El enigma de la habitación 622, de Joël Dicker






El enigma de la habitación 622
de Joël Dicker

Jesús Guerra

Los primeros días de este mes, Alfaguara publicó, en e-book, la más reciente novela de Joël Dicker —el famoso escritor suizo, nacido en 1985, autor del súper célebre thriller La verdad sobre el caso Harry Quebert—, llamada El enigma de la habitación 622, y la publicó casi de manera simultánea con la edición francesa de Éditions de Fallois, que apareció a fines de mayo pasado. La edición impresa de Alfaguara estará en librerías a fines de este mes.

Ningún autor es del todo consistente en su calidad, eso lo sabemos bien, sin embargo, el caso de Joël Dicker es algo extraño en este sentido. La calidad de sus novelas ha ido disminuyendo, aunque esto es discutible pues muchos de sus fans no piensan lo mismo. Su primera novela no la he leído aún (Los primeros días de nuestros padres), pero la obra que lo lanzó a la fama, la ya mencionada La verdad sobre el caso de Harry Quebert, publicada cuando Dicker tenía 28 años, es verdaderamente extraordinaria, tanto en su argumento, como en su estructura, en sus personajes y en la calidad de su escritura. Su novela siguiente, El libro de los Baltimore, no es propiamente un thriller, aunque sí tiene secretos y suspenso, es más bien un drama familiar, de la familia de Marcus Goldman, el personaje-escritor que narra el libro y narró también la novela de Harry Quebert. Decepcionó a algunos lectores por no ser un thriller, pero el libro, me parece, es estupendo, aunque quizá no sea tan bueno como el anterior. Con su siguiente novela, La desaparición de Stephanie Mailer, Dicker volvió al thriller, y otra vez, al igual que sus dos libros anteriores, se desarrolla en los Estados Unidos, con personajes estadounidenses, pero en este caso el escritor-narrador Goldman ya no apareció. La novela está narrada por varios personajes. Es un thriller muy entretenido, muy interesante, y para mi gusto muy bien estructurado, aunque, en efecto, no tiene la calidad de Harry Quebert.

En El enigma de la habitación 622, el autor escribe de nuevo un thriller mezclado con diversos dramas familiares, pero cambia de escenario, ahora se desarrolla en su propio país, Suiza, específicamente en Ginebra y en un pueblo de los Alpes llamado Verbier; y utiliza también un personaje-escritor que narra la historia: él mismo, Joël Dicker o, si prefieren, su versión literaria.

Edición francesa

Joël Dicker trabaja en su departamento de Ginebra en un libro sobre su recién fallecido editor, amigo y mentor Bernard de Fallois, pero por esos días conoce a una vecina del edificio, Sloane, comienzan una relación que no funciona y decide irse a pasar 15 días a un conocido hotel de lujo de los Alpes, a hora y media de Ginebra en carro, el famoso Palace de Verbier. Le dan la suite 623. Y pronto entabla amistad con su vecina de habitación, una inglesa llamada Scarlett, que está alojada en el cuarto 621 bis, que está entre el 623 y el 621. Les llama poderosamente la atención por qué no existe la habitación 622 y van a preguntar a la administración. Les dan una respuesta cualquiera, que no los convence, y deciden investigar el asunto. Así, en un libro comprado por Scarlett en el pueblo cercano al hotel, encuentran que sí existía esa habitación, y luego, revisando los archivos de un periódico local, descubren que hace años hubo un asesinato en la habitación 622. Un asesinato del que nunca logró la policía descubrir al culpable.

Así inicia esta obra. De entrada, no se sabe quién fue el asesino, pero tampoco quién fue la víctima, y para saber esto último se tiene que leer hasta la mitad de la novela y para saber lo primero hasta las últimas páginas. Como ya es una costumbre, o el estilo estructural («la receta», dirán algunos) de Dicker, la historia es contada a través de tres tramas paralelas en tres momentos diferentes, aunque todas, finalmente, son parte de la misma. Uno: Dicker cuenta lo que sucede en el presente (2018), mientras Scarlett y él realizan la investigación y, al mismo tiempo, Dicker va escribiendo la historia (y aquí intercala, en conversaciones con Scarlett, su homenaje a su amigo, el editor Bernard de Fallois, homenaje que, a pesar de estar un tanto metido con calzador, es interesante en sí mismo y muy emotivo). Dos: luego está el tiempo del crimen (desde meses antes hasta meses después) y Tres: lo sucedido en una fecha muy significativa 15 años antes del crimen (también, desde meses antes hasta meses después de esa fecha).

En realidad, se trata del pasado de los personajes 15 años antes del asesinato, en una fecha particular y por motivos especiales, que de alguna manera pone las cosas en marcha para que después suceda lo que sucedió. Luego, en otra fecha especial, la realización de un asesinato y sus consecuencias. Y el presente en el que el escritor investiga lo sucedido y nos lo cuenta.

Como ya se ha dicho de sus obras, se trata de un mecanismo de relojería (obviamente suizo), de una precisión asombrosa, sumamente eficaz, que nos mantiene leyendo para saber qué sigue. Por supuesto, el camino está lleno de giros y vueltas de tuerca inesperados. Lo primero que uno piensa de este argumento es que es inverosímil. Y es cierto. Pero eso, a fin de cuentas, a mí no me molesta demasiado (hay una enorme cantidad de películas y novelas que son inverosímiles y que de todas maneras disfrutamos muchísimo). Pero sí es cierto que si lo contado está en el ámbito de lo increíble, la novela, por realista que sea su ambientación, pasa a otro nivel, por lo menos mental, y se convierte en una especie de juego, pues tampoco es una obra del género fantástico.
 
Edición en catalán

Entonces, para quedar claros, a mí esta historia, con todo y que me parece increíble, me gusta, y me gusta la estructura utilizada para contarla, aunque también es cierto que los saltos de una trama a la otra son tantos que por momentos la novela marea. No tiene el nivel de equilibrio de Harry Quebert, obviamente.

En cambio, lo que no me gustó de esta obra es su escritura. Me parece plana, a veces hueca, tanto que por momentos parece que el autor cuenta, de manera muy simple, lo que será su novela en lugar de narrarnos la novela. Y los diálogos son, en general, muy malos. Al grado de que uno se pregunta en ciertas secciones de la novela si no se tratará en realidad de una comedia, una comedia que no es lo suficientemente graciosa y por eso nos damos cuenta tan tarde. Ahora bien, si a final de cuentas uno decide que esta obra es en realidad un juego, el hecho de que tenga secciones en un aparente tono de comedia tiene sentido, pero los lectores nos sentimos un tanto ofendidos por habernos dejado afuera del conocimiento oportuno de este detalle.

Y el otro gran problema es que todos los personajes hablan igual. Están, en general, bien trazados, aunque no desarrollados a profundidad. Sin embargo, entendemos bien las características de los personajes principales (que son bastantes), pero todos hablan igual, lo cual no es lógico. En un principio pensé que podría ser un problema de la traducción (no necesariamente porque sea una mala traducción sino porque a veces es muy difícil o imposible recrear en otra lengua características específicas del habla de un personaje), pero al revisar en Internet encontré que muchos lectores de lengua francesa se quejan de lo mismo.

Me parece, pues, que El enigma de la habitación 622 es la peor de las novelas de Dicker hasta el momento, o si prefieren, «la menos buena» (aunque estoy convencido de que alguno de los próximos libros del autor nos sorprenderá de nuevo en el futuro por su gran calidad en todos los rubros). Es la que menos he disfrutado en términos de lenguaje, incluso me llegó a molestar en algunos pasajes, sin embargo, en ningún momento pensé en dejar de leerla, porque su argumento me gusta (aunque sí creo que le sobran páginas). Ahora bien, si esta novela es un juego, tal vez sea el último homenaje posible de Joël Dicker a Bernard de Fallois: mostrarnos cómo le hace falta a un novelista, y a Dicker en particular en esta novela, la guía de un editor genial.

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El enigma de la habitación 622. Joël Dicker. Traducción de María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego. Alfaguara, colección Narrativa Internacional [1a. ed., junio 2020]. 624 págs. [Estará en librerías el 25 de junio. La edición digital se publicó a principios de junio 2020.]

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domingo, 7 de junio de 2020

Agua por todas partes, de Leonardo Padura






Agua por todas partes
Leonardo Padura

Jesús Guerra

Agua por todas partes es un libro de ensayos del escritor cubano Leonardo Padura, autor de las conocidas y, algunas de ellas, premiadas novelas policiacas de Mario Conde. El libro está dividido en tres partes: la primera se llama «La maldita circunstancia del agua por todas partes», tomado de un verso del poeta y dramaturgo Virgilio Piñeira; la segunda lleva por título «¿Para qué se escribe una novela?», y la tercera: «Vocación y posibilidad». El volumen está precedido por un texto introductorio titulado: «Desproporción, singularidad y escritura», y cada una de las tres partes contiene su propio texto introductorio, sin título.

La primera parte contiene siete ensayos: «La ciudad y el escritor», «El reguetón de La Habana», «La maldita circunstancia del agua por todas partes», «La generación que soñó con el futuro», «Soñar en cubano: crónica en nueve innings», «Fotos de Cuba» y «Yo quisiera ser Paul Auster».

La segunda parte está formada por cinco ensayos: «El soplo divino: crear un personaje», «La novela que no se escribió. Apostillas a El hombre que amaba a los perros», «La libertad como herejía», «La novela de su vida. José María Heredia o la elección de la patria» y «¿Para qué se escribe una novela?»

Y la tercera parte tiene cuatro ensayos: «Cuba y la literatura: vocación y posibilidad», «Revolución, utopía y libertad en El siglo de las luces», «Virgilio Piñeira: historia de una salación» y, finalmente, «La Habana nuestra de cada día».

Los ensayos incluidos fueron escritos, según las fechas que aparecen al final de cada texto, entre 2001 y 2018 —algunos de ellos fueron escritos en 2013 y reescritos o retocados en 2018— pero no aparecen en el libro en orden cronológico sino temático; así, la primera parte trata sobre Cuba y el significado de la cubanía, el sentido de pertenencia y la insularidad. La segunda trata sobre la literatura del autor, y la tercera sobre la literatura de otros autores cubanos.

En la primera parte, «La maldita circunstancia del agua por todas partes», el autor se «queja», digámoslo así, aunque evidentemente entiende el motivo, de que cada vez que lo entrevistan periodistas extranjeros le preguntan por qué decidió quedarse a vivir en Cuba (teniendo en cuenta que tiene, también, la ciudadanía española y que es un autor conocido, que publica en diversos países, y está traducido a múltiples lenguas). Su respuesta final se encuentra en estos ensayos y básicamente es la misma que la que da su personaje de la cinta Regreso a Ítaca (Laurent Cantet, 2014, con guion de Padura), quiere vivir en Cuba porque es su país, claro que la respuesta de Padura es más compleja pues, como escritor, escribe en cubano, escribe sobre Cuba y sus personajes son cubanos y necesita nutrirse, vivir esa realidad. Vive en Cuba porque es cubano. Y, para esto, nos explica lo que para él es el sentido de pertenencia, y cómo, otros escritores que salieron de su país en realidad nunca lo hicieron, como, entre muchos otros, Guillermo Cabrera Infante y Reynaldo Arenas, pues toda la narrativa que escribieron en el exilio se desarrolla en Cuba.

Pero en esta sección también escribe sobre lo que significa para él, lo que ha significado para otros escritores cubanos y lo que, hasta donde entiende, significa para cualquier cubano el hecho de vivir en una isla, es decir, rodeado de agua por todas partes. Nos habla de la música cubana, del dominio actual del reguetón, de beisbol —hasta hace relativamente poco «el deporte nacional»— y su paulatina desaparición ante el futbol, nos habla del peso de la Historia (con mayúscula) en la vida cotidiana de los habitantes de la isla y de cómo su generación, la de los nacidos a mediados de los años 50, ha sido, quizá, la gran perdedora en las seis décadas de la implantación del socialismo en Cuba. Padura escribe, por supuesto, de La Habana, de su Habana, de los años 60 para acá, y en particular de su barrio, Mantilla, en donde nació y ha vivido toda su vida, y de lo que para él significa escribir sobre esa ciudad y sus habitantes. Y escribe sobre el verbo fundamental para el día a día de los habitantes de Cuba: resolver (equivalente, más o menos a «inventar cómo sobrevivir hoy», o esta semana, o este mes), aunque, al mismo tiempo y sin que nadie pueda explicarlo del todo, nadie se muere de hambre en Cuba.

En la segunda parte, «¿Para qué se escribe una novela?», el autor explica cómo creó a su personaje más conocido: Mario Conde, que interviene en nueve de sus libros (15 de ellos son los más fáciles de conseguir pues se encuentran publicados por Tusquets Editores). Escribe sobre las circunstancias que lo llevaron a escribir «El hombre que amaba a los perros», la novela sobre el asesino de Trotsky, un ensayo de casi 50 páginas que es casi la novela que está detrás de la novela, y lo mismo hace con respecto a su novela «Herejes»; en el cuarto ensayo de esta sección escribe sobre el poeta José María Heredia, personaje central de su libro «La novela de mi vida», y el quinto ensayo, importantísimo, trata sobre una pregunta fundamental para un escritor, y para muchos lectores: «Para qué se escribe una novela».

En la tercera sección, Padura escribe sobre lo que significa ser un escritor en Cuba, con los vaivenes de las políticas culturales y cómo les fue a figuras esenciales de la literatura cubana en los períodos más duros; sigue un ensayo sobre la novela de Carpentier «El siglo de las luces»; luego nos cuenta la vida trágica del poeta, dramaturgo y narrador Virgilio Piñeira, y termina el libro con una panorámica de la novelística cubana a través de su historia, más bien centrada en las últimas décadas.

El libro, interesantísimo, está escrito con mucha claridad, y es muy orgánico, pues de alguna manera todos o casi todos los temas tratados tienen que ver con los demás, de ahí que algunos elementos que son tratados con rapidez en unos ensayos, en otros son desarrollados más extensamente. Al terminar de leerlo dan ganas de guardarlo cerca, a la vista, para poder releer pronto por lo menos algunos de los ensayos. La selección y la edición de los textos están acreditadas a su esposa, Lucía López Coll. Sin duda alguna es un libro muy recomendable para cualquier lector interesado en estos temas, fundamental para narradores, e imprescindible para los lectores de las novelas del autor.

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Agua por todas partes. Leonardo Padura. Selección y edición de Lucía López Coll. Tusquets Editores, colección Andanzas (1a. ed. en España, febrero de 2019; 1a. ed. en México, agosto de 2019). 361 págs.

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