sábado, 16 de agosto de 2014

Pasado perfecto (serie Mario Conde 1), de Leonardo Padura





Pasado perfecto
(serie Mario Conde 1)
de Leonardo Padura

Jesús Guerra

Ya he comentado aquí dos libros de Leonardo Padura, dos novelas de su investigador Mario Conde: Adiós, Hemingway (número 5 de la serie de Mario Conde) y La cola de la serpiente (número 7 de la serie; reseñas que puedes leer aquí), dos libros estupendos que tienen lugar de honor en la literatura policiaca latinoamericana y más allá, en la literatura policiaca mundial, puesto que sus obras se traducen a varias lenguas y son muy apreciadas en diversos países, como Francia e Inglaterra.

Ya en esas reseñas mencioné que el autor sólo tenía proyectadas cuatro novelas con su personaje Mario Conde, en una tetralogía denominada Cuatro Estaciones, pues en efecto cada una de estas novelas transcurre en una estación del año, y que los títulos de las obras que componen esta tetralogía son: Pasado perfecto (de 1991), cuya trama sucede los primeros días de enero de 1989, y por tanto en invierno, aunque en un invierno tropical en el que los personajes sienten frío a 15 grados centígrados; Vientos de cuaresma (de 1993), que sucede en primavera, en los últimos días de marzo del mismo 1989; Máscaras (de 1997), cuya historia se desarrolla en verano, en el mes de agosto, y Paisaje de otoño (de 1998), cuyo título dice claramente la estación en la que transcurre el argumento.


Sin embargo, con el tiempo la tetralogía se desbordó y el autor ha ido sumando novelas con Mario Conde como protagonista. Agregó primero Adiós, Hemingway (que se publicó en 2001 en Cuba pero en España se publicó hasta 2006), luego La neblina del ayer (que es del 2003 pero en España se publicó hasta 2005), "posteriormente" La cola de la serpiente (que se publicó en Cuba en 1998, en una versión más corta, junto con Adiós, Hemingway, y en España, en una versión corregida y aumentada, hasta 2011), y el año pasado Herejes (la cual no sé cuándo se publicó en Cuba pero la editorial española Tusquets la publicó en 2013).

Vale la pena señalar de una vez que todas estas novelas se consiguen con cierta facilidad porque están publicadas por Tusquets, tanto en la colección Andanzas, que es la grande, como en la colección Maxi, que es la de bolsillo, e incluso tienen el sello de su propia serie, llamada por supuesto serie Mario Conde.

Luego de leer y reseñar esas dos novelas que señalé al inicio de este comentario, decidí conseguir la serie completa y leerla en el orden de aparición, orden en que las iré comentando en este espacio.


Pasado perfecto es importante como novela en general, y como novela policiaca, pero en el contexto mencionado de la serie, su importancia aumenta para los lectores justamente por ser la primera, porque es en donde se nos presenta al personaje central, Mario Conde, conocido por sus amigos como 'el Conde', y aquí se nos brinda la historia de personajes como Tamara, una mujer de la que el Conde estuvo enamorado desde que estudiaban juntos en la preparatoria, cuyas sombras —la de Tamara y la del Pre de La Víbora— seguirán mencionándose en las demás novelas de la serie. Aquí nos presenta el autor también al mejor amigo del Conde, el Flaco Carlos, quien ya no es flaco pues fue enviado por el gobierno a pelear a Angola, fue herido en la espalda, y desde entonces se encuentra en una silla de ruedas y sus placeres se limitan a escuchar música, ver partidos de beis-bol por televisión, comer mucho, beber más (siempre acompañado por el Conde) y platicar. Aquí aparece también su amiga Patricia, una mulata hija de negra y chino, que es también investigadora y, por supuesto, tiene un cuerpo fenomenal. Y aquí aparecen ya muchas de las constantes del Conde, entre ellas su odio a las tardes de domingo y su amor por la canción Strawberry Fields, de los Beatles.
 
Edición francesa
En Pasado perfecto (título de muchas resonancias en esta historia, tanto personales como políticas), el Conde trabaja para la policía cubana, es teniente, y el caso que tiene que resolver es la desaparición de un hombre llamado Rafael Morín, que es jefe de la Empresa de Importaciones y Exportaciones del Ministerio de Industrias, es decir el encargado de negociar con empresas capitalistas del extranjero para la compra-venta de productos, y por lo tanto un hombre acostumbrado a viajar, a salir del país, y a manejar grandes cantidades en dólares. El hombre ha sido reportado como desaparecido luego de un día de haber salido de su casa, el primero de enero de 1989. Pero da la casualidad de que el desaparecido fue excompañero de preparatoria del Conde (y la imagen de este hombre "le revolvía recuerdos que creía perdidos en los rincones más obsoletos de su memoria") y ya desde que eran compañeros, el Conde tuvo "la certeza de que ese muchacho había nacido para ser dirigente" (y ya con eso, por lo menos los lectores latinoamericanos, tenemos una idea bastante clara de cómo era ese joven), y para colmo era el hombre que se quedó con Tamara, la mujer de la que estaban enamorados en esa época tanto el Conde como el Flaco Carlos, así que el investigador conoce al desaparecido y tiene una idea muy personal del sujeto aunque, en apariencia, el tal Rafael Morín era un hombre ejemplar del sistema, un ciudadano, un militante y un funcionario intachable.

La investigación, por supuesto, tiene que intentar localizar al hombre, vivo o muerto, por una parte, y por la otra, investigar los motivos posibles por los que este hombre pudo haber desaparecido, de manera voluntaria o por culpa de alguien más. ¿Fue asesinado o secuestrado? ¿Realizó una salida ilegal del país? ¿Está escondido? Y en cualquiera de estos casos: ¿por qué?
 
Edición en inglés
Mario Conde es un personaje estupendo y entrañable, y está perfectamente definido desde esta primera entrega: un amante de la literatura y permanente aspirante a escritor, enamoradizo, melancólico y nostálgico ("un recordador", como lo define su amigo el Flaco que ya no es Flaco), fumador empedernido, bebedor de café y de ron (aunque no al mismo tiempo), delgado pero amante de las comidas abundantes, inteligente, excelente investigador pero desencantado de la vida y del trabajo policiaco, y siempre a la caza de la mujer perfecta que lo libere de su soledad, aunque sabe que quizá no exista, o por lo menos que quizá no exista para él. Y si hay algo de lo que todos lo acusan en uno u otro momento es de "pensar demasiado", porque además de reflexionar acerca de los casos por resolver, el Conde piensa, entre otras muchas cosas, sobre la vida y en particular sobre la suya: "¿Qué has hecho con tu vida, Mario Conde?, se preguntó como cada día, y como cada día quiso darle marcha atrás a la máquina del tiempo y uno a uno desfacer sus propios entuertos, sus engaños y excesos, sus iras y sus odios, desnudarse de su existencia equivocada y encontrar el punto preciso donde pudiera empezar de nuevo. ¿Pero tiene sentido?, también se preguntó, ahora que hasta me estoy quedando calvo (...)"

Pasado perfecto, como toda buena novela policiaca, no sólo nos entrega un acertijo por resolver, sino un panorama de la sociedad en la que se desarrolla la investigación. Y como toda buena novela, a secas, está muy bien escrita y tiene, como las otras novelas de esta serie que he leído, diálogos excelentes. Pasado perfecto es, por tanto, una buenísima novela que se lee con mucho placer y mucha rapidez, y es sumamente recomendable para todo tipo de lector, además de los entusiastas de la novela policiaca, de los amantes de la literatura cubana, y de los fans de Padura y del Conde.

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Pasado perfecto. Leonardo Padura. Tusquets Editores (colección Andanzas y Maxi; serie Mario Conde). 240 págs.


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