jueves, 27 de julio de 2017

Primeras líneas "Nosotros tres" en dos idiomas


Primeras líneas...

Nosotros tres
de Jean Echenoz

en dos idiomas



Je connais bien le ciel. Je m'y suis habitué. Toutes ses nuances terre d'ombre, tilleul, chair ou safran, je connais. Dans mon fauteuil, sur la terrasse, je l'examine. Il est midi. Le ciel es blanc. J'ai tout mon temps.

Pas de gros projets pour moi ce lundi, juste deux objectifs légers pour meubler en douceur la soirée : le versnissage de Max chez Pontarlier, boulevard des Italiens, puis l'intervention de Blondel à l'auditorium de l'agence.

[Nous trois. Versión original en francés de Jean Echenoz. Les Éditions de Minuit, 1992. Paris.]

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Conozco bien el cielo. Me he acostumbrado. Todos sus matices tierra de Venecia, tilo, carne o azafrán, los conozco. En mi butaca, en la terraza, lo examino. Es mediodía. El cielo es blanco. Dispongo de todo el tiempo.

Ningún proyecto importante para mí este lunes, tan sólo dos objetivos ligeros para llenar como si nada la velada: la inauguración de Max en la sala de Pontarlier, luego la intervención de Blondel en el auditorio de la agencia.

[Nosotros tres. Versión en español de Josep Escué. Editorial Anagrama, 1996. Barcelona.]


martes, 25 de julio de 2017

Nosotros tres, de Jean Echenoz




Nosotros tres
de Jean Echenoz

Jesús Guerra

Nosotros tres es la sexta novela del escritor francés Jean Echenoz, la cual fue publicada en Francia en 1992, cuando el autor, nacido en 1947, tenía 45 años, aunque en nuestro idioma no se publicó sino hasta cuatro años después, en 1996, en la Editorial Anagrama. La novela es compleja, pero está escrita con una aparente ligereza y con gran economía de medios, pues suceden muchas cosas en tan sólo 190 páginas. Y no todo lo que sucede es narrado, es decir, lo que se cuenta es sólo una parte (de acuerdo, entre otras, a la teoría del iceberg de Hemingway, quien decía que lo narrado debe de ser sólo un pequeño porcentaje de lo que sucede) el resto queda debajo (siguiendo la imagen del iceberg), pues el autor sugiere muchas cosas con pocas palabras. Esto, de hecho, es cierto para la gran mayoría de los autores, pero en el caso de Echenoz es una de sus características más notables.

El narrador, de apellido DeMilo, es un astronauta francés, un hombre exitoso, narcisista, distante, mujeriego, que vive muy bien, y es uno de los tres personajes principales. El segundo, Louis Meyer, es un ingeniero que trabaja para la industria espacial, separado, que extraña a su exesposa pero que no pierde el tiempo a la hora de intentar seducir a cuanta mujer se cruza en su camino, aunque no siempre con éxito. El tercer personaje central es una mujer, importante para estos dos hombres, cuya identidad no puedo revelar para no echarles a perder la lectura de la novela.

El argumento es casi una caricatura, una exageración, una parodia de diversos géneros. En el curso de esas 190 páginas mencionadas, hay conferencias, exposiciones de pintura, viajes a la costa, fiestas, seducciones, accidentes, carros incendiados, encuentros casuales, búsqueda de antiguas amantes, infidelidades, secretos, malentendidos, terremotos y viajes al espacio exterior. Es una historia aparentemente absurda que tiene, sin embargo, su sentido, y en realidad más de uno.


Edición francesa original


Hay que tener en cuenta a la hora de leerlo, que el autor está considerado como uno de los herederos de la generación del «Nouveau Roman» o Nueva Novela, de mediados del siglo pasado, aunque actualizado, menos ortodoxo. Recordemos que ese movimiento literario, que se corresponde con la «Nouvelle Vague», la Nueva Ola del cine francés, intentaba quitarles peso a los argumentos y darle más consistencia al estilo y a la reflexión. Uno de sus lemas era «Más Flaubert y menos Balzac», y algunos de los miembros de ese movimiento literario pretendieron, incluso, escribir novelas sin historia, es decir, sin argumento, sin trama, lo cual era un exceso.

Para Echenoz el argumento sí es importante, pero tiene, para él, el mismo valor que la escritura misma. Es decir, el estilo y la historia narrada tienen, más o menos, el mismo peso. Y si bien le quita importancia a lo que serían ciertos puntos clave de la estructura argumental, se la otorga a algunos detalles relacionados con los personajes o con el contexto geográfico de los acontecimientos lo mismo que al ritmo y a las palabras con que nos cuenta su historia.

A pesar de que lo que acabo de decir puede sonar a que la novela es aburrida o lenta, la verdad es que se deja leer con fluidez y de aburrida no tiene ni una línea, lo cual puede parecer extraño, pero la explicación, evidentemente, está en el estilo del autor. Es irónico, socarrón, paródico, pero su humor es sutil, no nos provoca carcajadas la lectura de esta obra, pero sí sonrisas cómplices, arqueos de cejas y rascaduras de cabeza.


Edición francesa de bolsillo


Algunos de los críticos franceses, además de mencionar la imaginación y la originalidad del mundo narrativo del autor, celebran su escritura y no falta quien dice que Echenoz es un virtuoso del lenguaje. Lamentablemente ese nivel nos lo perdemos quienes leemos la novela en traducción, la cual, en el caso de la versión española, corrió a cargo de Josep Escué, y si bien es evidente el trabajo que debió costarle al traductor verter la prosa de Echenoz al castellano, su versión no tiene ese virtuosismo que comentan los críticos galos.

Una de las características estilísticas, por lo menos de este libro en particular, es el tratamiento de los animales, en las descripciones de sus actitudes, como si fueran seres humanos, y lo mismo sucede con los objetos y otros elementos, a los que se describe como si fueran seres vivos. A esta figura se le llama «prosopopeya» o «antropomorfismo», que, por supuesto, es una figura clásica, pero Echenoz no sólo la utiliza bien sino con insistencia. Por ejemplo, fíjense en el tratamiento que da a la descripción de unas cortinas envejecidas y a las imágenes de animales que cubren esas cortinas:

«En el cuarto piso, las cortinas de una ventana a la izquierda, no se habían sustituido, jovial tela senegalesa que había representado, en tiempos, orgullosos leones y tigres altivos sobre fondo azul vivo, rojo sangre, deslumbrantes, pero que tres años de erosión solar habían apagado, vuelto sombría, transformando su fondo en gris perla y rosa viejo, amaestradas todas sus fieras, domesticadas, encorvadas».


Edición en inglés


Y esta descripción de unas palmeras mientras uno de los personajes pasa entre ellas:

«Cantidad de alegorías coloniales recargaban la escalera, enmarcada por dos altísimas palmeras datileras en posición de firmes. Disgustadas por tener que encarnar aquel empleo tan distante de su vocación indolente, ondulantes, decepcionadas porque su esencia exótica no se empleara mejor, aquellas palmeras se volvían amarillas, aprisionadas en su sitio, sin más perspectiva que ésa...»

Como es una novela breve, uno tiende a leerla rápido, sobre todo porque su prosa fluye bien a pesar de las complejidades que conlleva, pero es recomendable leerla con cierta lentitud, o en todo caso, releerla pronto, pues Nosotros tres es una de esas obras que son muy sugerentes y que significan mucho más de lo que dicen sus páginas.

Por supuesto, como sucede con la producción de todo artista, la obra de Jean Echenoz no es para todos los gustos. Habrá quien piense que es un autor absolutamente genial y, también, quien juzgue que su obra es extraña, que sus argumentos son intrascendentes, o simplemente que su estilo no es de su agrado. Cada lector tiene su propia opinión.


Edición italiana


Jean Echenoz —quien nació en Orange, Francia, el 26 de diciembre de 1947, lo que quiere decir que a fines de este año cumplirá 70 años—, publicó su primera novela, El meridiano de Greenwich, en 1979, a los 31 años, pero la traducción no apareció en nuestra lengua sino hasta 1998, casi dos décadas después, cuando él ya había publicado en Francia siete novelas. De hecho, otros de sus libros fueron traducidos al español antes que esa primera novela, como lo pueden ver a continuación.

Echenoz publicó después Cherokee (en Francia en 1983; la traducción al español, en Anagrama, en 1989); La aventura malaya (Francia, 1986; España, 1990); La ocupación de los terrenos (1988; 2003); Lago (1989; 1991); Nosotros tres (1992; 1996); Rubias peligrosas (1995; 2004); Un año (1997; 2011); Me voy (1999; 2004); Jérôme Lindon: mi editor (2001; 2009); Al piano (2003; 2004); Ravel (2006; 2007); Correr (2008; 2010); Relámpagos (2010; 2012); 14 (2012; 2013); Capricho de la reina (2014; 2015), y Enviada especial (2016; 2017).

Entre los premios importantes que ha recibido Jean Echenoz se encuentran el Premio Médicis 1983 (por Cherokee), el Premio Goncourt 1999 —el de mayor prestigio en Francia— (por Me voy), y los premios Aristeion y François Mauriac 2006, por su novela Ravel.

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Nosotros tres. Jean Echenoz. Anagrama, colección Panorama de Narrativas. 190 págs.