sábado, 21 de diciembre de 2013

Recomendaciones de la Librería del Fondo Carlos Monsiváis



Recomendaciones de
la Librería del Fondo Carlos Monsiváis




Antología universal del relato fantástico
Edición y prólogo de Jacobo Siruela

«Impresionante antología compilada por Siruela (sabio y ecléctico editor) como sobrio y clásico ejemplo del género.»
Alberto Manguel. El País. Babelia

«Esta antología está hecha además merced a una suerte de encadenamiento mágico a través de los elementos que habitan los relatos, como un extraño collar. En la introducción, un magnífico ensayo sobre el género fantástico y sus ramificaciones, Jacobo Siruela aclara que su intención en el momento de ordenar los textos ha sido “mostrar con claridad la evolución de la literatura fantástica en el curso del tiempo”, de manera que ese encadenamiento de elementos posee también una correspondencia con el tratamiento de los temas de lo fantástico que se va modificando a lo largo del tiempo.»
Ana García Bergua. Confabulario. El Universal. México

«La antología que comentamos es un verdadero festín. Las traducciones son excelentes; la selección, enormemente atractiva; los criterios, me parece, impecables».
Andrés Ibáñez. La belleza de los espectros. ABC Cultural

«Esto no es un libro, es una biblioteca portátil. 1200 páginas a las que no les sobra una letra.»
Toni Iturbe. Qué leer

Esta antología recoge 55 de los mejores relatos fantásticos de los siglos XIX y XX de los siguientes autores de tres continentes:

E. T. A. Hoffmann, Honoré de Balzac, Alexander Pushkin, Edgar Allan Poe, Nathaniel Hawthorne, Théophile Gautier, Villiers de L’Isle-Adam, Wilkie Collins, Bulwer-Lytton, Fitz James O’Brien, Charles Dickens, Iván Turguéniev, Sheridan Le Fanu, Vernon Lee, Guy de Maupassant, Rudyard Kipling, Arthur Machen, Ambrose Bierce, Charlotte Perkins Gilman, Margaret Oliphant, Henry James, Robert Hichens, O. Henry, M. R. James, Leonid Andréiev, Leopoldo Lugones, Hanns Heinz Ewers, Algernon Blackwood, Giovanni Papini, Junichiro Tanizaki, Oliver Onions, Saki, E. F. Benson, Gustav Meyrink, H. P. Lovecraft, Lord Dunsany, May Sinclair, Hugh Walpole, Ann Bridge, María Luisa Bombal, Jorge Luis Borges, Dino Buzzati, Francisco Tario, Alejo Carpentier, Adolfo Bioy Casares, Shirley Jackson, Rosa Chacel, Julio Cortázar, Silvina Ocampo, Robert Aickman, Paul Bowles, Danilo Kiš, Javier Marías, Cristina Fernández Cubas y Naiyer Masud. Todos ellos han sido vertidos al español desde sus idiomas originales por una excelente nómina de traductores.

La totalidad de estos cuentos demuestra sobradamente que la literatura fantástica es mucho más que un mero género literario. Su vasto abanico de temas, complejidad narrativa y continuidad en el tiempo, y el hecho de que tal vez los mejores relatos de los dos últimos siglos ya transcurridos sean fantásticos —pensemos en Poe, Maupassant o Henry James en el XIX, y en Borges o Kafka en el XX—, es ya una prueba cabal de que constituyen una categoría literaria universal de primer orden e inagotable potencia.

Jacobo Siruela, editor de dos celebradas colecciones de literatura fantástica en la editorial Siruela y autor de la más completa y documentada antología de cuentos sobre vampiros publicada en español (Atalanta, núm. 48), rinde con este libro su personal tributo a toda una vida de lecturas sobrenaturales.

Atalanta
Colección Ars brevis
1,247 págs.
$ 1,060.00




La casa del silencio
Blanca Busquets

La ganadora del prestigioso Premi Llibreter 2011, Blanca Busquets, nos regala una magnífica novela que une la historia musical de la Europa del siglo XX con las pasiones de una saga de personajes sólidamente construidos. Ésta es la historia de varias mujeres y de algún hombre. Mujeres valientes y sensibles, mujeres apasionadas, mujeres que aman a los hombres pero que, por encima de todo, aman la música. Ésta es la historia de un violín que pasa de mano en mano, de un director de orquesta exiliado que vive entre notas musicales y faldas, de madres ausentes, de desamores y venganzas, de guerras que separan, de mujeres que toman chocolate caliente... Ésta es la historia de La casa del silencio, donde la música jamás deja de sonar.

Blanca Busquets nació en Barcelona en 1961. A los doce años escribió su primer relato corto y, desde entonces, jamás ha dejado de escribir. Ha estudiado música (piano y canto), y ha realizado varias incursiones en el mundo del teatro. Durante siete años ha colaborado como redactora en un programa de música clásica en Televisió de Catalunya. Desde 1986 trabaja en Catalunya Ràdio, donde ha realizado todo tipo de programas y transmisiones relacionados con la cultura. Ha publicado Presó de neu (Proa, 2003), El jersei (Rosa dels Vents, 2006), Tren a Puigcerdà (Rosa dels Vents, 2007), A saber dónde está el cielo (Plaza & Janés, 2008) y La nevada del cuco (Grijalbo, 2012) con el que ganó, con la edición en catalán, el Premi Llibreter 2011. Asegura que la música la acompaña siempre y que la radio le fascina, pero que escribir es su vida. Su obra ha sido traducida al castellano, alemán, italiano y ruso. La casa del silencio es su sexta novela y se publica simultáneamente en castellano y catalán.

Grijalbo
240 págs.
$ 219.00




Anoche dormí en la montaña
Héctor Manjarrez

Héctor Manjarrez publica una nueva e insólita colección de cuentos. Cuentos de Londres, de La Habana, de Managua, de la Sierra Madre Occidental, de la Ciudad de México. Cuentos sobre el siglo XX que acabó y que no acaba. Cuentos sobre cómo recordamos, añoramos y no logramos salir del siglo XX, con sus revoluciones políticas y sus revoluciones íntimas, sus aventuras y sus exilios. Cuentos de mujeres: presentes o añoradas, oprimidas o liberadas. Todas estas mujeres están interminablemente vivas. Sobre todas, la vivísima Concha que apareció por primera vez en El otro amor de su vida y ahora nos regresa en los seis cuentos enlazados de una semana santa entre los indios.

El tiempo en Anoche dormí en la montaña pasa a veces muy rápido y en otras con la lentitud placentera cifrada en la palabra despacito. Como en la buena música. Como en la buena cama. Y es que en estos doce cuentos —ya el número es sabio— la velocidad y la paciencia son especies del mismo saber: el de quien inventa como si recordara y escribe como si estuviera platicando. Es el tiempo del tigre que reposa y del tigre que ataca.

Estos cuentos laten con tanta fuerza que son, con toda la potencia de la palabra, memorables. La precisión de sus verdades, de los detalles que se observan con amor y dolor, nos comunica un genio verbal generoso, que nunca se pierde en su propia celebración, que está tan cerca de la voz de todos como de la suya propia, la de cada ocasión y cada personaje.

Éste es el libro perfecto para empezar a leer a Héctor Manjarrez o para seguir leyendo a uno de los autores más entrañables, más sabios, más honestos de la literatura de América Latina.

Era
169 págs.
$ 174.00

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miércoles, 18 de diciembre de 2013

Los años de peregrinación del chico sin color, de Haruki Murakami




Los años de peregrinación del chico sin color
de Haruki Murakami

Maru Galindo

«Tsukuru Tazaki no tiene ningún lugar concreto o especial al que ir. Ése había sido una especie de leitmotiv en su vida. No tenía un lugar adonde ir o al que regresar. Nunca lo había tenido, y ahora tampoco. Su lugar era aquel en el que se encontraba en cada momento» (p. 302).

Esta nueva novela de Haruki Murakami narra desde las diferentes perspectivas de sus personajes la sensación de no pertenencia; lo hace a través de alegorías cromáticas y musicales. Es una historia que explora los sentimientos de abandono, melancolía, pérdida y amor; además de la manera en que los enfrentan estos personajes para no ser devorados por ellos. A través de un narrador omnisciente y focalizado sabemos lo que ocurre en la vida de cada uno de los integrantes de la pandilla, adolescentes cuyos apellidos tienen una peculiaridad especial, un color que los distingue, a excepción de Tsukuru Tazaki, el chico sin color, el constructor.

Iniciamos la historia conociendo a la pandilla integrada por jóvenes de 16 años; tres hombres, Akamatsu (Aka rojo), Oumi (Ao azul) y Tsukuru, (sin color), y dos mujeres, Shirare (Shiro blanco) y Kurono (Kuro negro). «Los primeros ideogramas de cada apellido se leen aka, ao, shiro y kuro, que, respectivamente, significan rojo, azul, blanco, y negro» (p.14).

Ellos compartieron la época en la que se crean lazos fraternos muy fuertes, dónde se construye la lealtad, porque sólo el afecto es lo que se involucra; pasaban mucho tiempo juntos, asistían a la misma escuela en Nagoya, y compartían intereses y hobbies. «Tal vez por azar, las familias de los cinco eran de la clase media alta y vivían en las afueras de Nagoya. Sus progenitores pertenecían a las generación del primer baby boom de la posguerra; los padres era profesionales especializados o trabajaban en grandes empresas» (p. 13). Una vez que terminaron sus estudios en el instituto debieron decidir a qué se dedicarían el resto de su vida. Sólo Tsukuru decidió salir de Nagoya e ir a la Universidad Tecnológica de Tokio para aprender a diseñar y construir estaciones de tren.

Un día regresa a Nagoya, a hora y media en el tren bala, y se da cuenta de que sus amigos lo excluyeron del grupo, no le tomaban las llamadas telefónicas, hasta que uno de ellos le dijo directamente que no lo querían más en el grupo, sin darle motivos de su rechazo. «Ocurrió durante las vacaciones del segundo curso. Y, a partir de ese verano, la vida de Tsukuru Tazaki sufrió una transformación. Del mismo modo que, en las crestas escarpadas, la flora sufre trasmutaciones que modifican su aspecto» (p. 33).

Así inició Tsukuru su peregrinación desolada, estigmatizada, dejándolo al borde del suicidio, sin comprender lo que había pasado y que por vergüenza él tampoco preguntó. Una profunda introspección de nuestro personaje y una búsqueda de lo que sucedió 15 años atrás, pues ahora Tsukuru es un treintañero. Esto es lo que encontramos a partir de este punto de la historia.

Con la ayuda de Sara, su amiga, el personaje busca a su pandilla, sale de Japón acompañado siempre de su melodía predilecta, Le mal du pays, del compositor Franz Liszt, interpretada por Lázar Berman. «Quiere decir nostalgia o melancolía por la tierra de uno, pero también para algunos, es la tristeza sin razón aparente, que la contemplación de un paisaje bucólico despierta en el alma» (p. 62). Tal vez así se sentía Tsukuru.

Además encontramos interesantes historias paralelas que conforman la vida de cada uno de los personajes, con partes luminosas y oscuras; heridas que sanar y misterios por resolver. «‘La vida es como una compleja partitura’, pensó Tsukuru. ‘Está llena de semicorcheas, fusas, signos raros, anotaciones indescifrables. Leerla correctamente es una tarea ardua, y aunque uno lo consiga, no siempre la interpreta de la manera correcta ni la valora en su justa medida. No siempre hace felices a las personas’» (p. 290). Explora además la opinión que tiene el mundo sobre los japoneses: «Es posible que Japón se haya convertido en un país próspero, pero la mayoría de estos japoneses cabizbajos no parecen demasiado felices» (p.297).

Finalmente agrego que para mí es una adicción leer a Haruki Murakami; siempre se me escapa una nota, una corchea o la mitad de la partitura, así que vuelvo a él buscando… buscándome… ¿Y usted ya se atrevió a leerlo?

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Los años de peregrinación del chico sin color. Haruki Murakami. Tusquets Editores. Colección Andanzas. España. 2013. 320 págs.


lunes, 16 de diciembre de 2013

El canto del cuco, de Robert Galbraith




El canto del cuco
de Robert Galbraith

Jesús Guerra

La novela El canto del cuco, que se desarrolla en Londres, comienza una noche helada cuando una modelo cae a la calle desde el balcón de su departamento en un tercer piso. La policía llega, realiza su investigación, y al poco tiempo determina que fue un suicidio. Los medios de comunicación están muy pendientes y lo publican todo. Tiempo después otros eventos de moda ocupan el espacio dedicado a la famosísima modelo Lula Landry y a su muerte. Lula Landry era guapísima, joven, elegante y negra, aunque había sido adoptada por una familia blanca de dinero.


Tres meses después llega a la oficina del detective privado Cormoran Strike un hermano de la modelo, un hombre blanco llamado John Bristow (Lula usaba el apellido de la familia de su madre adoptiva en su nombre artístico), a pedirle que investigue por su cuenta, pues él —John—, está convencido de que su hermana no se suicidó y, por lo tanto, alguien la asesinó empujándola por el balcón. En un principio el detective no quiere tomar el caso pues ha estado tan expuesto a los medios que no cree que la policía haya cometido un error, sin embargo, está quebrado y como su cliente está dispuesto a pagarle muy bien, el detective acepta.

Como ya pasaron tres meses desde los acontecimientos, no le queda de otra al detective que conseguir una copia del expediente oficial de la investigación policiaca del caso, y luego entrevistar a todas las personas posibles con las que la modelo tuvo algo que ver durante sus últimos días con vida. Así, entrevista a todos los miembros de la familia, incluida la agonizante madre adoptiva, a una amiga —supermodelo también—, al ex novio, a la madre biológica, al diseñador de ropa para el que trabajaba la modelo, a los vecinos de la modelo, al portero del edificio donde vivía Lula, a una amiga pobre de la modelo, etcétera, y poco a poco va reconstruyendo lo que fue el último día de vida de Lula y todas sus interacciones con otras personas, hasta que logra descifrar el misterio de su muerte.
 
Edición en inglés
Este procedimiento nos permite tener una visión muy clara de todos los personajes y comprender los posibles motivos de varios de ellos para asesinarla, en el caso de que el culpable fuese alguno de ellos. En el camino, por supuesto, tenemos también una visión muy clara del detective, Cormoran Strike, un tipo alto, corpulento, peludo, con cara de boxeador y cabello muy chino, de treinta y tantos años de edad, que fue soldado en la guerra de Afganistán —donde perdió la parte inferior de una pierna y ahora usa una prótesis—, que está endeudado y quebrado, y también está en bancarrota emocional porque acaba de terminar con su novia, Charlotte, una chica guapísima pero extremadamente neurótica... así que de momento el detective vive en su oficina, con un catre, una maleta con ropa y cuatro o cinco cajas con sus pocas pertenencias. Tiene a su servicio una secretaria muy eficiente a la que le encanta ayudarlo en su trabajo de investigación, llamada Robin, a la que Cormoran apenas le puede pagar.

La novela, se los recuerdo, se llama en español El canto del cuco (en inglés se llama Cuckoo's Calling), y les recuerdo también que el cuco es un ave que existe sobre todo en Europa, y su canto es el que conocemos todos de los relojes de los que sale un pequeño pájaro y hace como hacen los cucos reales: cú-cu. El título de la novela está relacionado con un poema y tiene que ver con esta obra policiaca debido a que a Lula Landry, su diseñador le decía Cuco. La obra es muy interesante y muy disfrutable, porque está bien escrita, tiene un argumento endiabladamente complejo y muy entretenido, y porque el autor logra que nos interesemos por los personajes, a los que podemos distinguir no sólo por lo que hacen y dicen sino por la manera en que hablan (y estoy hablando de la traducción).

Edición en francés
Pero la novela es interesante por muchas otras cosas. En primer lugar, porque a pesar de que se desarrolla en nuestros días, con personajes ingleses de todos los niveles socioeconómicos, no es una novela negra, sino una novela policiaca clásica, que recupera el tipo de investigación de detectives de ficción como Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle, y como Hércules Poirot, de Agatha Christie. En segundo lugar, porque el caso mismo de la novela es también interesante ya que, a pesar de haber sido publicada con el nombre de Robert Galbraith como autor, se supo después —tres meses después de estar a la venta en Inglaterra y en los Estados Unidos— que su verdadero autor, o autora, es JK Rowling, la autora de la serie de Harry Potter.

Aparentemente se trataba, entonces, de la primera novela de un autor desconocido. Sin embargo, en julio se filtró la información, a través de una cuenta de Twitter, de que en realidad la autora de la novela era JK Rowling. De inmediato un diario de Londres lo hizo público y sucedió lo obvio: tanto la autora como la editorial tuvieron que reconocerlo, y el libro se convirtió en un éxito de la noche a la mañana, tanto en formato impreso como en libro electrónico.
 
Edición en italiano
JK Rowling publicó entonces las respuestas a las preguntas más frecuentes que le hicieron al respecto en la página de internet de Robert Galbraith. Ella dice ahí que quiso publicar una novela policiaca bajo seudónimo para poder escribir y publicar sin presiones, y que el libro fuese leído sin prejuicios de ningún tipo. Es decir, quería publicar un libro para ver qué sucedía con él, qué decía la crítica y cómo le iba en ventas sin que su nombre, famosísimo, creara prejuicios en los lectores, en los críticos, en los editores extranjeros, etcétera, como sí sucedió el año anterior, cuando publicó su primer libro para adultos, Una vacante imprevista, mismo que, aunque se convirtió en un best-seller, de alguna manera fue percibido, debido a las críticas literarias, como una obra buena pero decepcionante (ya publicaremos aquí nuestra reseña).

Podemos preguntarnos, lógicamente, si esa filtración de información fue real, o si fue una maniobra publicitaria para aumentar las ventas del libro. Parece ser que eran pocas las personas que sabían que ella era la autora del libro. Su agente literario, algunas pocas personas de la editorial que sacó el libro en Inglaterra, y algunas pocas personas de una firma legal, la que tenía que manejar las cosas para asentar que ella era la autora, para cuestiones relacionadas con las ganancias de la obra. Parece ser, también, que fue una de las personas de esta firma la que se lo dijo a algún familiar, que fue quien lo publicó en Twitter. JK Rowling demandó a la firma legal, y la compañía tuvo que pagar una buena cantidad.

Edición en catalán
Pudo ser así, una indiscreción. O pudo ser una maniobra, quizá, de la editorial, para aumentar las ventas del libro. En todo caso, al parecer no estuvo involucrada JK Rowling, pues las ganancias del libro ni siquiera son para ella pues todas las regalías de este libro ella las ha donado a una institución que ayuda a los veteranos de guerra ingleses. Ella tiene tanto dinero que no necesita las ganancias millonarias de este libro. Para ella era más importante el experimento. Quizás quería una valoración justa de la obra en el mundo real de la publicación. Sin embargo, este caso creó una polémica muy interesante en el mundo editorial en inglés con respecto a las relaciones existentes entre calidad literaria, éxito de ventas, publicidad, crítica literaria y nombre del autor.

A esta novela policiaca, en los tres meses en que se suponía que era la primera obra de un autor desconocido, Robert Galbraith, no le fue mal: algunos críticos se ocuparon de ella y dijeron que era una buena novela, sobre todo para ser una primera obra, y vendió alrededor de 8,500 ejemplares. Tan pronto se supo que se trataba de una novela de JK Rowling, en pocas semanas vendió más de un millón de ejemplares, y muchos más críticos literarios se ocuparon de ella. Incluso nosotros, en el mercado de los libros en español, de no haberse tratado de una novela de esta autora, quizás ni siquiera la hubiéramos leído porque tal vez no hubiera sido traducida. Pero como es de JH Rowling, de inmediato se tradujo.

Si las mismas editoriales destinan su presupuesto de publicidad sólo a algunos de sus títulos, a los que de entrada creen que se van a vender más, sobre todo a partir del nombre del autor, ¿cómo suponen que se van a vender los otros títulos que publican? La pregunta importante, en todo caso, es: ¿cómo le hace el gran público para descubrir obras de calidad que no tienen el respaldo de la publicidad? Entonces nos damos cuenta que en el mundo de los libros sucede lo mismo, pero mucho más en nuestros días que en épocas anteriores, que sucede en el mundo de la música y, sobre todo, en el mundo de las artes plásticas: que lo que se vende no es tanto la obra sino el nombre del autor. Y eso, evidentemente, es un problema enorme, para los lectores, claro, pero sobre todo para los autores nuevos y los autores poco conocidos.

Por su parte, JK Rowling dijo que lamentó mucho que se filtrara su nombre, y sobre todo tan rápido. Dijo que seguirá escribiendo novelas de esta serie del detective Cormoran Strike, y que de hecho ya terminó la siguiente novela, que será publicada bajo el nombre de Robert Galbraith y aparecerá en 2014. Yo lo digo de una vez, cuando se publique, la voy a comprar y la voy a leer de inmediato.

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El canto del cuco. Robert Galbraith (pseudónimo de JK Rowling). Editorial Planeta. 480 págs. (Se consigue también en versión digital.)


miércoles, 4 de diciembre de 2013

Los 100 autores más influyentes, de Daniel S. Burt





Los 100 autores más influyentes
(The Literary 100. A ranking of the most influential novelists, playwrights and poets of all time)
de Daniel S. Burt

Jesús Guerra

Ya hemos comentado aquí varias listas de los «100 mejores». Comentamos aquí la lista del escritor cubano-mexicano Francisco Prieto, y después la realizada en el año 2000 por el periódico francés Le Monde, ambas sobre «los 100 mejores libros del siglo XX», y otras más. Hay muchas listas similares. Y todas son correctas e incorrectas al mismo tiempo. Son correctas en el sentido de que efectivamente nos sirven de guía y resaltan grandes obras. Son incorrectas en cuanto a que son limitadas. Si por algún método milagroso se pudiera realmente hacer una lista de las mejores novelas de un siglo, o de varios siglos, la lista sería en realidad larguísima. Pero si a la calidad le agregamos la popularidad y otros elementos, siempre engañosos, se puede ir acotando esa lista, que servirá de guía, sí, pero será siempre incompleta y, sobre todo, siempre subjetiva. Siempre estará limitada por motivos culturales.

En las listas hechas en Francia sobresalen las obras en francés, en las listas hechas en Estados Unidos o en Inglaterra sobresalen las obras en inglés, etcétera. Entonces, aunque sabemos de antemano que no son completas y que nunca nos dejarán del todo conformes, siempre las revisamos, por lo menos por curiosidad. Cuando uno revisa esas listas, además, por mucho que uno lea siempre se queda corto. Siempre nos faltan por leer algunos —o muchos— de esos libros importantísimos, siempre desconocemos algunos de los autores de mayor calidad. Siempre estamos en deuda con la literatura, pero es ahí donde, como lectores, podemos hacer una pequeña lista personal para intentar pagar esas deudas, a plazos, poco a poco, porque, claro, siempre estamos también tratando de llevar el paso de las novedades, por mucho que nos rebase —y no podía ser de otra manera— el número de publicaciones recientes.

The Literary 100 es un libro norteamericano que se publicó en el año 2001 en la editorial Checkmark books, y es de un crítico literario y maestro de literatura llamado Daniel S. Burt. Él también hizo su lista, pero en lugar de libros, lo que seleccionó fueron autores, y como tenía que poner un límite escogió el 100 (hay una edición posterior, corregida y aumentada, de dicho libro —que yo no tengo—, en la que la lista aumentó a 125 autores), y se trata de «los 100 autores más influyentes de la literatura mundial de todos los tiempos». La tarea es ambiciosa pero valía la pena intentarlo. Es importante aclarar que a la hora de hablar de «autores» en este libro, el autor se refiere específicamente a novelistas, dramaturgos y poetas (como lo dice claramente el subtítulo del volumen).

Por supuesto que su lista se queda corta, por supuesto que sobresalen los autores que escriben en inglés, por supuesto que su lista es muy subjetiva, pero como decía, nos sirve de guía. Él lo sabe y propone su libro como una obra que puede abrir la puerta al debate.

Es importante recalcar que no se trata de «los mejores autores» sino de «los más influyentes», y aunque ambas cosas son difíciles de cuantificar, es más sencillo en términos «objetivos» rastrear la influencia de un autor que medir su calidad. Daniel S. Burt dice, en la introducción de su libro, que tomó en cuenta la originalidad de los autores, su capacidad para romper con el pasado y abrir nuebas rutas expresivas que, evidentemente, siguieron otros autores. De ahí su influencia. Además, la influencia también se puede rastrear en el impacto que la obra de estos autores tuvieron en otras áreas de la cultura.

Algunas de las preguntas que el autor del libro se hizo al plantearse este trabajo son, por ejemplo, ¿debería una obra literaria ser evaluada for su impacto en su propio tiempo o en el nuestro?, ¿en su propia cultura o en la cultura occidental o universal?, y apunta que al establecer su lista intentó equilibrar estos temas, aunque reconoce que otro escritor, de otro tiempo o de éste, y de otra cultura o de la suya misma, podría haber realizado una lista diferente.

Paso entonces a la transcripción, en orden inverso, de los cien autores más influyentes de la literatura universal de todos los tiempos, según la propuesta de Daniel S. Burt:

Oscar Wilde

100: Oscar Wilde
99. Zeami Motokiyo
98. Gertrude Stein
97. Richard Wright
96. Jun'ichiro Tanizaki
95. Isaac Bashevis Singer
94. E. M. Forster
93. Lu Xun
92. Günter Grass

Daniel Defoe


91. Daniel Defoe
90. Rabindranath Tagore
89. Victor Hugo
88. F. Scott Fitzgerald
87. Anthony Trollope
86. Ralph Ellison
85. Theodore Dreiser
84. Nathaniel Hawthorne
83. Federico García Lorca
82. Catulo

Flannery O'Connor


81. Flannery O'Connor
80. Alfred, Lord Tennyson
79. Robert Musil
78. Pablo Neruda
77. Walter Scott
76. Gabriel García Márquez
75. Lord Byron
74. Wallace Stevens
73. Eugene O'Neill
72. Percy Bysshe Shelley


William M. Thackeray


71. William Makepeace Thackeray
70. Laurence Sterne
69. Voltaire
68. Giovanni Boccaccio
67. Cao Xueqin
66. Jorge Luis Borges
65. Émile Zola
64. August Strindberg
63. Mark Twain
62. Jean Racine

Emily Brontë


61. Emily Brontë
60. Charlotte Brontë
59. Albert Camus
58. Robert Browning
57. Joseph Conrad
56. Henry Fielding
55. Edgar Allan Poe
54. Emily Dickinson
53. Francesco Petrarca
52. François Rabelais

Alexander Pope


51. Alexander Pope
50. Virginia Woolf
49. Samuel Beckett
48. Charles Beaudelaire
47. D.H. Lawrence
46. Ernest Hemingway
45. George Bernard Shaw
44. Thomas Hardy
43. Stendhal
42. Jonathan Swift

Honoré de Balzac


41. Honoré de Balzac
40. Walt Whitman
39. Vladimir Nabokov
38. Henry James
37. Anton Chejov
36. Henrik Ibsen
35. Thomas Mann
34. Aristófanes
33. William Wordsworth
32. Molière

Franza Kafka


31. Franz Kafka
30. Gustave Flaubert
29. Esquilo
28. William Blake
27. Tu Fu
26. Ovidio
25. John Keats
24. Herman Melville
23. John Donne
22. Eurípides

Pushkin


21. Aleksandr Pushkin
20. William Butler Yeats
19. George Eliot
18. Jane Austen
17. Marcel Proust
16. T.S. Eliot
15. Fiódor Dostoyevski
14. William Faulkner
13. Sófocles
12. Murasaki Shikibu

Cervantes


11. Miguel de Cervantes
10. Johann Wolfgang Goethe
09. Virgilio
08. John Milton
07. James Joyce
06. Charles Dickens
05. Geoffrey Chaucer
04. León Tolstoi
03. Homero
02. Dante Alighieri
01. Shakespeare

Shakespeare


Por una parte, están muchos de los nombres que esperaríamos de una lista como ésta. Otros, por supuesto, no aparecen. Ni siquiera, quizá, en la lista de otros 100 autores que se encuentran en un apéndice final del volumen llamado «menciones honoríficas» (en el cual, por cierto, se encuentra Carlos Fuentes). Y hay autores casi desconocidos para los lectores mexicanos, o latinoamericanos, o hispanohablantes, en general, conocidos más bien por escritores y especialistas en literatura, como Zeamy Motokiyo (actor y dramaturgo japonés, 1363-1443); Jun'ichiro Tanizaki (novelista japonés, 1886-1965); Lu Xun (novelista chino, 1881-1936); Cao Xueqin (escritor chino, 1724-1763), y Tu Fu (poeta chino, 712-770).

Luego está el asunto del nivel de los autores en la lista. Concentrémonos en los primeros (es decir, en los últimos 25, según mi transcripción inversa) 25 autores, y ya surgen dudas. Evidentemente desde nuestra perspectiva, la lengua española, las cosas me parecen diferentes. Quizá es cierto que Shakespeare, que tiene el puesto 1, es más influyente que Homero, que tiene el puesto 3, pero ¿será cierto que John Milton, con el puesto 8, es más influyente para la cultura universal que Virgilio, en el puesto 9, o que Cervantes, en el puesto 11? ¿Será cierto que Faulkner, en el puesto 14, ha sido más influyente que Dostoievski, en el puesto 15? Sin embargo, si nos olvidamos de los puestos que tienen, es indudable que se trata de 25 autores de indudable influencia literaria. Y así con los 100.

Es evidente que esta lista, aunque incluye autores de diversas culturas, y de todos los tiempos, está muy centrada en la cultura occidental, y específicamente en la lengua inglesa. Aun así, y termino de una vez, por criticable que sea este listado, me parece interesante y creo que tiene su utilidad.

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The Literary 100. A ranking of the most influential novelists, playwrights and poets of all time. Daniel S. Burt. Checkmark Books. Nueva York, 2001. 400 págs.