El canto del cuco
de Robert Galbraith
Jesús Guerra
La novela El canto del cuco, que se
desarrolla en Londres, comienza una noche helada cuando una modelo cae a la
calle desde el balcón de su departamento en un tercer piso. La policía llega,
realiza su investigación, y al poco tiempo determina que fue un suicidio. Los
medios de comunicación están muy pendientes y lo publican todo. Tiempo después
otros eventos de moda ocupan el espacio dedicado a la famosísima modelo Lula
Landry y a su muerte. Lula Landry era guapísima, joven, elegante y negra,
aunque había sido adoptada por una familia blanca de dinero.
Tres meses después llega a la oficina del detective
privado Cormoran Strike un hermano de la modelo, un hombre blanco llamado John
Bristow (Lula usaba el apellido de la familia de su madre adoptiva en su nombre
artístico), a pedirle que investigue por su cuenta, pues él —John—, está
convencido de que su hermana no se suicidó y, por lo tanto, alguien la asesinó
empujándola por el balcón. En un principio el detective no quiere tomar el caso
pues ha estado tan expuesto a los medios que no cree que la policía haya
cometido un error, sin embargo, está quebrado y como su cliente está dispuesto
a pagarle muy bien, el detective acepta.
Como ya pasaron tres meses desde los acontecimientos, no
le queda de otra al detective que conseguir una copia del expediente oficial de
la investigación policiaca del caso, y luego entrevistar a todas las personas
posibles con las que la modelo tuvo algo que ver durante sus últimos días con
vida. Así, entrevista a todos los miembros de la familia, incluida la
agonizante madre adoptiva, a una amiga —supermodelo también—, al ex novio, a la
madre biológica, al diseñador de ropa para el que trabajaba la modelo, a los
vecinos de la modelo, al portero del edificio donde vivía Lula, a una amiga
pobre de la modelo, etcétera, y poco a poco va reconstruyendo lo que fue el
último día de vida de Lula y todas sus interacciones con otras personas, hasta
que logra descifrar el misterio de su muerte.
Este procedimiento nos permite tener una visión muy clara
de todos los personajes y comprender los posibles motivos de varios de ellos
para asesinarla, en el caso de que el culpable fuese alguno de ellos. En el
camino, por supuesto, tenemos también una visión muy clara del detective,
Cormoran Strike, un tipo alto, corpulento, peludo, con cara de boxeador y
cabello muy chino, de treinta y tantos años de edad, que fue soldado en la
guerra de Afganistán —donde perdió la parte inferior de una pierna y ahora usa
una prótesis—, que está endeudado y quebrado, y también está en bancarrota
emocional porque acaba de terminar con su novia, Charlotte, una chica guapísima
pero extremadamente neurótica... así que de momento el detective vive en su
oficina, con un catre, una maleta con ropa y cuatro o cinco cajas con sus pocas
pertenencias. Tiene a su servicio una secretaria muy eficiente a la que le
encanta ayudarlo en su trabajo de investigación, llamada Robin, a la que Cormoran
apenas le puede pagar.
La novela, se los recuerdo, se llama en español El canto
del cuco (en inglés se llama Cuckoo's Calling), y les recuerdo también que el cuco
es un ave que existe sobre todo en Europa, y su canto es el que conocemos todos
de los relojes de los que sale un pequeño pájaro y hace como hacen los cucos
reales: cú-cu. El título de la novela
está relacionado con un poema y tiene que ver con esta obra policiaca debido a
que a Lula Landry, su diseñador le decía Cuco. La obra es muy
interesante y muy disfrutable, porque está bien escrita, tiene un argumento
endiabladamente complejo y muy entretenido, y porque el autor logra que nos
interesemos por los personajes, a los que podemos distinguir no sólo por lo que
hacen y dicen sino por la manera en que hablan (y estoy hablando de la traducción).
Edición en francés |
Pero la novela es interesante por muchas otras cosas. En
primer lugar, porque a pesar de que se desarrolla en nuestros días, con
personajes ingleses de todos los niveles socioeconómicos, no es una novela
negra, sino una novela policiaca clásica, que recupera el tipo de investigación
de detectives de ficción como Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle, y como
Hércules Poirot, de Agatha Christie. En segundo lugar, porque el caso mismo de
la novela es también interesante ya que, a pesar de haber sido publicada con el
nombre de Robert Galbraith como autor, se supo después —tres meses después de
estar a la venta en Inglaterra y en los Estados Unidos— que su verdadero autor,
o autora, es JK Rowling, la autora de la serie de Harry Potter.
Aparentemente se trataba, entonces, de la primera novela
de un autor desconocido. Sin embargo, en julio se filtró la información, a
través de una cuenta de Twitter, de que en realidad la autora de la novela era
JK Rowling. De inmediato un diario de Londres lo hizo público y sucedió lo
obvio: tanto la autora como la editorial tuvieron que reconocerlo, y el libro
se convirtió en un éxito de la noche a la mañana, tanto en formato impreso como
en libro electrónico.
JK Rowling publicó entonces las respuestas a las preguntas
más frecuentes que le hicieron al respecto en la página de internet de Robert
Galbraith. Ella dice ahí que quiso publicar una novela policiaca bajo seudónimo
para poder escribir y publicar sin presiones, y que el libro fuese leído sin
prejuicios de ningún tipo. Es decir, quería publicar un libro para ver qué
sucedía con él, qué decía la crítica y cómo le iba en ventas sin que su nombre,
famosísimo, creara prejuicios en los lectores, en los críticos, en los editores
extranjeros, etcétera, como sí sucedió el año anterior, cuando publicó su
primer libro para adultos, Una vacante imprevista, mismo que, aunque se
convirtió en un best-seller, de alguna manera fue percibido, debido a las
críticas literarias, como una obra buena pero decepcionante (ya publicaremos
aquí nuestra reseña).
Podemos preguntarnos, lógicamente, si esa filtración de
información fue real, o si fue una maniobra publicitaria para aumentar las
ventas del libro. Parece ser que eran pocas las personas que sabían que ella
era la autora del libro. Su agente literario, algunas pocas personas de la
editorial que sacó el libro en Inglaterra, y algunas pocas personas de una
firma legal, la que tenía que manejar las cosas para asentar que ella era la
autora, para cuestiones relacionadas con las ganancias de la obra. Parece ser,
también, que fue una de las personas de esta firma la que se lo dijo a algún
familiar, que fue quien lo publicó en Twitter. JK Rowling demandó a la firma
legal, y la compañía tuvo que pagar una buena cantidad.
Edición en catalán |
Pudo ser así, una indiscreción. O pudo ser una maniobra,
quizá, de la editorial, para aumentar las ventas del libro. En todo caso, al
parecer no estuvo involucrada JK Rowling, pues las ganancias del libro ni
siquiera son para ella pues todas las regalías de este libro ella las ha donado
a una institución que ayuda a los veteranos de guerra ingleses. Ella tiene
tanto dinero que no necesita las ganancias millonarias de este libro. Para ella
era más importante el experimento. Quizás quería una valoración justa de la obra
en el mundo real de la publicación. Sin embargo, este caso creó una polémica
muy interesante en el mundo editorial en inglés con respecto a las relaciones
existentes entre calidad literaria, éxito de ventas, publicidad, crítica
literaria y nombre del autor.
A esta novela policiaca, en los tres meses en que se
suponía que era la primera obra de un autor desconocido, Robert Galbraith, no
le fue mal: algunos críticos se ocuparon de ella y dijeron que era una buena
novela, sobre todo para ser una primera obra, y vendió alrededor de 8,500
ejemplares. Tan pronto se supo que se trataba de una novela de JK Rowling, en
pocas semanas vendió más de un millón de ejemplares, y muchos más críticos
literarios se ocuparon de ella. Incluso nosotros, en el mercado de los libros
en español, de no haberse tratado de una novela de esta autora, quizás ni
siquiera la hubiéramos leído porque tal vez no hubiera sido traducida. Pero
como es de JH Rowling, de inmediato se tradujo.
Si las mismas editoriales destinan su presupuesto de
publicidad sólo a algunos de sus títulos, a los que de entrada creen que se van
a vender más, sobre todo a partir del nombre del autor, ¿cómo suponen que se
van a vender los otros títulos que publican? La pregunta importante, en todo
caso, es: ¿cómo le hace el gran público para descubrir obras de calidad que no
tienen el respaldo de la publicidad? Entonces nos damos cuenta que en el mundo
de los libros sucede lo mismo, pero mucho más en nuestros días que en épocas
anteriores, que sucede en el mundo de la música y, sobre todo, en el mundo de
las artes plásticas: que lo que se vende no es tanto la obra sino el nombre del
autor. Y eso, evidentemente, es un problema enorme, para los lectores, claro,
pero sobre todo para los autores nuevos y los autores poco conocidos.
Por su parte, JK Rowling dijo que lamentó mucho que se
filtrara su nombre, y sobre todo tan rápido. Dijo que seguirá escribiendo
novelas de esta serie del detective Cormoran Strike, y que de hecho ya terminó
la siguiente novela, que será publicada bajo el nombre de Robert Galbraith y
aparecerá en 2014. Yo lo digo de una vez, cuando se publique, la voy a comprar
y la voy a leer de inmediato.
. . . . . . . . . .
El canto del cuco. Robert Galbraith (pseudónimo de JK
Rowling). Editorial Planeta. 480 págs. (Se consigue también en versión
digital.)
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