viernes, 26 de enero de 2018

Primeras líneas "Un pedigrí" en tres idiomas


Primeras líneas...

Un pedigrí
de Patrick Modiano

en tres idiomas


 
Je suis né le 30 juillet 1945, à Boulogne-Billancourt, 11 allée Marguerite, d'un juif et d'une Flamande qui s'étaient connus à Paris sous l'Occupation. J'écris juif, en ignorant ce que le mot signifiait vraiment pour mon père et parce qu'il était mentionné, à l'époque, sur les cartes d'identité.

[Un pedigree. Versión original en francés de Patrick Modiano. Gallimard, Paris, 2005.]

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I was born on 30 July, 1945, at 11 Allée Marguerite in Boulogne-Billancourt, to a Jewish man and a Flemish woman who had met in Paris under the Occupation. I write «Jewish» without really knowing what the word meant to my father, and because at the time it was what appeared on the identity papers.

[Pedigree. A Memoir. Traducido al inglés por Mark Polizzotti. MacLehose Press, Quercus-London, 2015.]

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Nací el 30 de julio de 1945, en Boulogne-Billancourt, y en el 11 de paseo Marguerite, de un judío y una flamenca que se conocieron en París durante la Ocupación. Escribo judío sin saber qué sentido tenía en realidad esa apelación para mi padre y porque, por entonces, constaba en los carnets de identidad.

[Un pedigrí. Traducción al español de María Teresa Gallego Urrutia. Editorial Anagrama, Barcelona, 2007.]

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jueves, 25 de enero de 2018

Un pedigrí, de Patrick Modiano




Un pedigrí
de Patrick Modiano

Jesús Guerra

Un pedigrí, de Patrick Modiano (Premio Nobel de Literatura 2014), es un libro un tanto más extraño de lo normal, pues sus libros, comparados con la gran mayoría, son ya de por sí algo extraños, y en parte en eso (es decir en sus temas y en su estilo) radica su encanto y su belleza. El libro es, de alguna manera, su autobiografía hasta los 21 años, cuando escribió su primer libro.

Quienes ya hayan leído algunas de sus novelas entenderán muy bien a qué se refieren los críticos que han dicho que Modiano siempre parece escribir el mismo libro... Pero esto no quiere decir que siempre escriba la misma historia, sino que todos sus libros pertenecen a un mismo universo y, por lo tanto, están interrelacionados. Sería más bien como si dijéramos que cada una de sus novelas es un capítulo de ese gran libro que sería su obra completa. Sus libros no son la misma historia sino fragmentos de esa historia. Y quienes hayan leído sus narraciones se habrán dado cuenta, también, que su obra, aunque sea ficción, siempre parte de la misma raíz, que es su historia personal, y su historia incluye, lógicamente, por lo menos una parte de la historia de sus padres.




Un pedigrí no es ficción, es la historia de su infancia, de su adolescencia y primera juventud, pero no está narrada como una autobiografía común y corriente. El libro está escrito con una estructura misteriosa, a saltos, ordenado de manera cronológica, sí, pero no hilado de manera tradicional. Parece más bien que nos contara su historia a pedazos, a saltos, de la manera más neutra posible, distante, intentando darle un orden y un sentido a recuerdos borrosos, a memorias fragmentarias y, de alguna manera, incomprensibles. Lo que el autor quería, en todo caso, era evitar dramatizar los hechos. Es decir, evita convertir su vida, que en esos años no fue fácil, en un melodrama, por eso la cuenta sin adornos, de manera sencilla, y en algunas partes con la ayuda de documentos, algunos que él mismo guardó, en otras con documentos que logró encontrar años después.


Edición en francés


Como en muchas de sus novelas, el personaje central —en este caso el propio autor— hace una investigación de ciertos hechos y de ciertas personas del pasado tratando de encontrar la solución a algunos misterios relacionados, finalmente, con su propio pasado, es decir, con la identidad del propio investigador. Y este procedimiento, que en otros casos podría resultar artificioso, en su caso es natural, debido precisamente a las características de su historia personal, historia que determinó al escritor que es, a los temas que trata en sus obras de ficción, y al estilo con el que desarrolla su narrativa.


Edición en inglés


El padre de Patrick Modiano se llamó Albert Modiano y era un judío de origen italiano que siempre estuvo metido en negocios oscuros y extraños. Literalmente, el autor nunca supo a ciencia cierta qué era lo que hacía su padre. Sólo sabía que era negociante. La madre del autor era belga de ascendencia holandesa, y llegó a París con la intención de convertirse en bailarina y luego en actriz. Sus padres se conocieron durante la ocupación nazi de Francia, una época particularmente compleja. Y el autor nació en 1945, el año en que terminó la Segunda Guerra Mundial.


Edición en inglés


Debido a las características personales de los padres, su hijo mayor, el autor de la autobiografía, siempre estuvo lejos de ellos, primero físicamente, luego emocionalmente. Estaban demasiado ocupados, cada uno en sus propios asuntos como para atenderlo, para quererlo. Así, de niño, pasó largas temporadas en la casa de una amiga de su madre, y luego lo mandaron a diversos internados, siempre lejos de París. Y cuando estaba en el departamento «familiar», su padre lo llevaba de un lado a otro, a citas que tenía de negocios, en cafés y en los bares de los hoteles, siempre con personas peculiares, ensombrecidas y enrarecidas en la memoria, cuya ocupación nunca quedó clara para el niño o el joven Patrick.

Hay partes del libro que parecen fichas, y otras que parecen una galería de personajes, algunos sólo nombrados, otros apenas esbozados, apenas insinuados, como insinuadas están sus sospechosas actividades comerciales o artísticas, según el caso, porque su madre también estuvo siempre rodeada de personajes que el recuerdo ha dejado entre sombras.


Edición en italiano


Si nunca han leído a Patrick Modiano y leen Un pedigrí, el libro les parecerá mucho más inusual de lo que en realidad es. Recomiendo leer esta obra después de conocer algunas de las novelas de Modiano, para poder realizar conexiones entre la biografía infantil y juvenil del autor con ciertos personajes, pasajes y argumentos de sus libros. A su vez, el conocimiento de la información de este breve volumen ayuda a leer otros libros del autor.

Pero este libro no es sólo una explicación a los lectores, sino el resultado de la investigación del autor para sí mismo, investigación tanto documental como de sus recuerdos, para intentar encontrar su propia identidad, para intentar comprender su pasado familiar, es decir, como si de un perro se tratara, para buscar y registrar su pedigrí.

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Un pedigrí. Patrick Modiano. Traducción de María Teresa Gallego Urrutia. Anagrama, en sus colecciones Panorama de Narrativas y Compactos. 134 págs.

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* Dora Bruder

* En el café de la juventud perdida

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martes, 16 de enero de 2018

La lechuza ciega, de Sadegh Hedayat




La lechuza ciega
de Sadegh Hedayat

Jesús Guerra

La lechuza ciega es un libro extraño, pero (o: y) fascinante. Comienzo con mi historia con el libro: Hace un buen número de años compré, en una librería de viejo de la Ciudad de México, este libro de título raro, La lechuza ciega, de un autor, en ese entonces, completamente desconocido para mí, llamado Sadegh Hedayat. Había sido publicado otros tantos años antes, en octubre de 1966, por la editorial mexicana Joaquín Mortiz, en su famosa Serie del Volador, y el original había sido publicado en iraní, o persa, o farsi —como quieran llamar al idioma de Irán—, pero no en Irán sino en La India, con un tiraje pequeñísimo, en el año de 1936. La traducción al español es de Agustí Bartra, a partir no de alguna edición en farsi sino de la traducción al francés, a cargo de Roger Lescot, que se había publicado en Francia en 1953.




Cuando lo adquirí lo leí, o quizá sólo lo medio leí, y lo guardé. Y el libro, junto con el resto de mis libros de entonces, me acompañó en varias mudanzas y luego se quedó en la sección de libros en «añejamiento», hasta que hace poco lo rescaté y lo leí. Lo leí casi de un tirón, pues se trata de una novela corta, y si bien su redacción es perfectamente comprensible, y tiene pasajes deslumbrantes, su significado y su interpretación no son sencillos. Entre otras cosas por su utilización de una mezcla de simbolismos, de la cultura folclórica de Irán —aunque por fortuna cuenta, por lo menos la edición de Joaquín Mortiz, con un apartado de notas—, y simbolismos oníricos y por tanto psicoanalíticos, especialmente jungianos, y algunos otros que no soy capaz siquiera de percibir, ya no digamos de interpretar.




Ahora, gracias a Internet —instrumento inexistente para el público cuando adquirí el libro—, me entero de que el libro está considerado como la obra maestra de Sadeg Hedayat, y el escritor como uno de los grandes autores de Irán del siglo XX. Sin embargo, así como fue de extraña y, en parte, tremenda, la vida del autor así ha sido también la trayectoria de este libro, el cual, como comenté, se publicó en La India en 1936, con la nota de que estaba prohibida su venta y su publicación en Irán, pues en esos momentos políticamente el libro no hubiera sido bien recibido, por decir lo menos. Cuando finalmente se publicó en Irán, en los años 40, la novela causó revuelo y muy pronto sufrió de intentos de censura, y uno de sus defensores, fuera de Irán, fue André Bretón, pues a los surrealistas franceses les había entusiasmado mucho la obra. Finalmente, el libro fue censurado, así como otras obras de Hedayat (y muchos otros autores), y con la revolución islámica de 1979, la censura de libros no ha hecho más que empeorar en ese país.




Sadegh Hedayat —su nombre también puede aparecer en español como Sadiq Hidayat—, nació en 1903, en Teherán, en el seno de una familia aristocrática; tuvo muy buena educación y fue a estudiar su carrera a París a fines de los años 20. Iba a estudiar odontología, carrera que abandonó para estudiar una ingeniería, carrera que abandonó igualmente para estudiar literatura, gracias a su contacto, ahí, con la literatura occidental. Varios años después regresó a Irán y comenzó a publicar cuentos y ensayos, y a traducir del francés obras de Maupassant, de Sartre, de Chéjov y de Kafka, y se convirtió en una figura importante del panorama intelectual y literario de su país. Al parecer, sin embargo, para fines de los años 40 se dio cuenta que no podía producir las obras que quería y que su público esperaba de él, y también estaba decepcionado de la vida política de Irán. Su única esperanza era regresar a vivir a París, lo cual hizo en 1950, pero ya fuera porque el París de la postguerra no era la ciudad que conoció en su juventud, ya por la frustración que sentía por no poder escribir como deseaba, ya porque estaba demasiado imbuido del pensamiento del absurdo de la época, ya porque fuera un solitario melancólico, o porque —lo diríamos hoy— sufría de depresión, o quizá por todo eso junto, se quitó la vida en su departamento rentado de París en abril de 1951, dos meses después de haber cumplido 48 años de edad.




¿Pero de qué trata el libro?, se preguntarán ustedes. Bueno, eso depende, pues como comenté antes, tiene varias interpretaciones posibles. El narrador escribe para su sombra, para la sombra que proyecta sobre la pared mientras escribe y que parece una lechuza que fuera leyendo al mismo tiempo que él redacta. Según unas interpretaciones el narrador es un demente, según otras es un pintor fumador de opio y el texto es su delirio, según otra es un muerto que describe su confusión... Por supuesto, estas interpretaciones no son excluyentes: podría perfectamente tratarse de un adicto al opio cuyos delirios son idénticos a los de un demente que describe las sensaciones y la confusión de un muerto, o bien de un muerto que describe sus pensamientos y sensaciones creyendo estar en el delirio del opio, o cualquier variación que se les ocurra. En todo caso, hay una obsesión con el delirio onírico y con la muerte, y el personaje-narrador, que en ciertos pasajes está solo y, en otros, acompañado de algunos personajes misteriosos y siniestros, va participando a lo largo de la narración de la identidad de los otros personajes...

En todo caso, el libro es una locura, y, como apunté ya, es una obra fascinante. Curiosamente hay una adaptación cinematográfica de esta novela, de 1987, una adaptación muy libre del realizador chileno de cine de arte Raúl Ruiz, quien hizo toda su carrera en Francia (murió en el año 2011).

Si les interesa leer esta novela, evidentemente no van a conseguir ya, a menos de que sea en una librería de viejo, la edición mexicana de Joaquín Mortiz, pero hay ediciones españolas recientes, una de Ediciones Hiperión (su edición lleva el título El búho ciego) y otra de Ediciones Siruela, con traducción de María Isabel Reverte y María Teresa Gallego Urrutia. Esta edición de Siruela, se consigue con cierta facilidad y consta de 120 páginas.



miércoles, 10 de enero de 2018

Cuando fuimos huérfanos, de Kazuo Ishiguro




Cuando fuimos huérfanos
de Kazuo Ishiguro

Jesús Guerra

En una entrada de hace pocas semanas comenté (aquí) un poco sobre la obra del autor que ganó el Premio Nobel de Literatura correspondiente a 2017: el inglés, nacido en Japón, de padres japoneses, Kazuo Ishiguro. Probablemente muchos de ustedes ya han leído algunas obras de este autor, pues es muy conocido a nivel internacional desde su tercera novela, Los restos del día, publicada en 1989 en inglés, y en español en 1992, la cual fue aún más conocida a partir de que se estrenó su adaptación cinematográfica en 1993 (dirigida por James Ivory, con las actuaciones de Anthony Hopkins y Emma Thompson, cinta que estuvo nominada en los premios de la Academia para varios Óscares, incluido el de mejor película del año).

La primera obra que yo leí de este autor, sin embargo, fue la que se publicó en inglés en el año 2001, y poco después en español, en la editorial Anagrama, su quinta novela llamada Cuando fuimos huérfanos. La leí y me gustó. Ése era mi recuerdo, que me había gustado, y que me había parecido extraña y deslumbrante, pero ahora, tantos años después, sólo recordaba algunas escenas y una parte mínima de la trama. Así que la releí. Y definitivamente se las recomiendo. Me sigue gustando, me sigue pareciendo deslumbrante, y me sigue pareciendo extraña.




La novela está narrada por el personaje central, un inglés llamado Christopher Banks, y está dividida en siete partes, y cada una de ellas tiene como título un lugar y una fecha: «Primera parte: Londres, 24 de julio de 1930», «Segunda parte: Londres, 15 de mayo de 1931», «Tercera parte: Londres, 12 de abril de 1937», «Cuarta parte: Cathay Hotel, Shanghái, 20 de septiembre de 1937», «Quinta parte: Cathay Hotel, Shanghái, 29 de septiembre de 1937», «Sexta parte: Cathay Hotel, Shanghái, 20 de octubre de 1937» y «Séptima parte: Londres, 14 de noviembre de 1958».

Es decir, la novela es contada por el narrador, en parte y a saltos, a lo largo de 28 años, desde 1930 hasta 1958, pero la historia que nos cuenta, la suya propia y la de sus padres, comienza en realidad años atrás, en Shanghái, en donde vivía Christopher Banks cuando era niño, con sus padres, y donde su padre trabajaba para una compañía inglesa.




Al inicio están sus recuerdos infantiles: los juegos que jugaba con su mejor amigo, Akira, un niño japonés que era su vecino en el barrio internacional de Shanghái, y la realidad adulta vista desde su perspectiva de niño. Cuando Christopher tenía 10 años, una mañana, su padre salió a trabajar y no regresó. Se supuso que fue víctima de un secuestro y aunque los mejores detectives de la ciudad trabajaron en el caso, nunca lo resolvieron. Pasaron las semanas, y una mañana desapareció también la madre de Christopher. ¿Qué es lo que sucedió y por qué? Una noche, personas cercanas a los padres de Christopher decidieron enviarlo a Inglaterra, encomendándoselo al capitán de un barco inglés, pues allá vivía una tía del niño, la cual se haría cargo de él. Christopher, confundido y triste, se embarcó con la esperanza de que de un momento a otro encontraran a sus padres y él pudiera regresar a Shanghái y reanudar su vida tal como era hasta unas semanas atrás...

Pasan los años y en Inglaterra el joven Christopher sale de la universidad con la intención de convertirse en detective. Este deseo se manifestaba ya en sus juegos en Shanghái con su amigo Akira, pero está claro que luego de lo sucedido con sus padres, ese deseo se acentuó, con la intención, aunque fuese una fantasía, de algún día resolver él mismo el misterio de la desaparición de sus padres. Christopher se convierte en detective y pronto adquiere notoriedad social. Con el tiempo, sin embargo, su necesidad de saber qué sucedió realmente lo lleva de regreso a Shanghái, en 1937, al inicio de la segunda guerra chino-japonesa.




Si Shanghái era una ciudad muy compleja debido, entre otras cosas, a las muchas nacionalidades de su población, más compleja se volvió en 1937 con el inicio de las hostilidades y de la invasión japonesa, y, simultáneamente, con las luchas entre nacionalistas chinos y comunistas chinos. Y ahí se complican también las cosas para el detective Christopher Banks, que está a la búsqueda de sus padres o por lo menos de la resolución del misterio de su desaparición, y todo se complica también para el lector cuando comprendemos cabalmente que Christopher Banks es lo que se llama en literatura un «narrador no confiable». Pero, nos preguntamos, ¿nunca es confiable, a lo largo de toda la narración, o sólo en algunos momentos críticos?

Como ya apunté, a mí esta novela me parece interesantísima, y me llevé una sorpresa cuando al buscar información sobre la misma, me enteré que la crítica inglesa y estadounidense no considera esta obra como una de las mejores de Kazuo Ishiguro (de hecho, el mismo autor ha declarado que no es de sus mejores novelas, lo que, evidentemente, no implica que sea una mala novela). El crítico inglés Philip Hensher, del periódico The Guardian, por ejemplo, alabó la arquitectura de la novela, pero atacó el lenguaje, la voz con la que está escrita la obra. Sin embargo, las objeciones que le hace al lenguaje de la novela son muy específicas del inglés y esos problemas que el crítico señala no se encuentran, por lo menos no tal como las señala, en la traducción a nuestro idioma, pues esas características problemáticas no existen, por lo menos no así, en español, y además porque las traducciones normalmente neutralizan la voz de los narradores.


Edición francesa de bolsillo


Otros críticos comentaron las inconsistencias con las novelas de detectives, y es cierto, esta obra de Ishiguro sólo es policiaca a ratos y en determinadas perspectivas, aunque también, me parece, es parte de su encanto. Y si, a final de cuentas, llegaran ustedes a la conclusión de que Cuando fuimos huérfanos es, de alguna manera, una novela fallida, vale la pena que comparen, en ese caso, lo que es una novela fallida de un Premio Nobel de Literatura en relación con una novela fallida de un autor menor.

No puedo, claro está, comentar puntos específicos de la novela sin echarles a perder su lectura, porque tendría que contárselas completa, lo que arruinaría el placer del descubrimiento del argumento de esta obra. Repito, eso sí, que a mí, en términos generales, me gusta mucho este libro, así que se los recomiendo. Hagan la prueba, confío en que no se van a arrepentir.

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Cuando fuimos huérfanos. Kazuo Ishiguro. Traducción de Jesús Zulaika. Editorial Anagrama (se encuentra en dos de sus colecciones: Panorama de Narrativas y Compactos). 408 págs.

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* Artículo sobre Ishiguro y el Nobel:

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