sábado, 15 de octubre de 2011

Adiós, Hemingway, de Leonardo Padura





Adiós, Hemingway
(serie Mario Conde 5)
de Leonardo Padura

Jesús Guerra

Desde 1939 y hasta 1960, Ernest Hemingway (1899-1961) vivió en Cuba, en la Finca Vigía, a unos 24 kilómetros de La Habana, aunque también vivió en ese período temporadas en otras partes del mundo. Después del episodio histórico de Bahía de Cochinos, en 1961, el gobierno cubano expropió la finca, junto con la biblioteca del escritor, que tenía entre 4,000 y 6,000 volúmenes. Por una serie de circunstancias, como la de haber estado en España durante la guerra civil del lado de los republicanos, por tener amigos «comunistas» y, a últimas fechas, también por vivir en Cuba, el FBI vigilaba a Hemingway.

Éste es el contexto histórico de la estupenda novela Adiós, Hemingway, del escritor cubano Leonardo Padura (La Habana, 1955), que escribió a pedido de sus editores brasileños para una serie llamada «Literatura o Muerte». La novela la terminó en el verano del año 2000 y fue publicada en 2001, pero por razones contractuales no fue sino hasta 2006 que fue publicada en español por la editorial Tusquets.

Nueva portada en Andanzas
de Tusquets
Padura es el creador del investigador cubano Mario Conde, a estas alturas de fama internacional. Publicó una tetralogía llamada Las Cuatro Estaciones con el Conde como protagonista, de la que forman parte las novelas Pasado perfecto, Vientos de Cuaresma, Máscaras y Paisaje de otoño. Cuando el autor pensaba darle un descanso al personaje fue cuando recibió la invitación de sus editores brasileños; la novela debía de tratar sobre un escritor y Padura eligió a Hemingway, autor con el que tenía una relación de amor-odio, según nos dice en la nota inicial de la obra, así que recurrió de nuevo a su investigador y le pasó sus obsesiones al Conde, personaje que, al final de la tetralogía, renuncia a su cargo en la policía de La Habana para intentar convertirse en escritor; en Adiós, Hemingway, al que encontramos es al ex inspector, escritor en ciernes y, para vivir, comerciante de libros usados. James Parker escribió en su crítica para The New York Times que «El ex inspector Conde es el detective aficionado a la literatura con el que soñaría cualquier lector de Paul Auster».

Como ya quedó asentado, la relación de Mario Conde con Hemingway, como escritor, es de amor-odio. En 1960, cuando Conde era un niño y paseaba de la mano de su abuelo, vio a Hemingway en la playa. De joven, comenzó a escribir bajo la influencia de Hemingway e hizo excursiones con sus amigos de la escuela al que ya para entonces era el Museo Finca Vigía, la casa del famoso escritor que recibió el Premio Nobel cuando vivía en Cuba. Ya más grande se enteró de que Hemingway no siempre era una buena persona, comprendió que era un gringo que en realidad nunca entendió a los cubanos a pesar de haber vivido en el país por dos décadas, que había demasiado mito y autoconstrucción de una personalidad legendaria en la biografía del escritor y que había demasiada muerte en su vida. Aún así, como autor, seguía siendo fundamental en la vida literaria del Conde.
Edición italiana

Es entonces cuando, a fines de los años 90, Mario Conde recibe la visita de su ex compañero de trabajo, el teniente Manuel Palacios, quien le comunica que acaban de descubrir, en los terrenos de la Finca Vigía, los restos de un hombre que lleva alrededor de 40 años muerto, que murió a causa de dos impactos de bala en el pecho, y que, para agravar las cosas, junto al cadáver apareció una placa del FBI. El Conde decide sumarse a la investigación porque sabe que si el caso, que suena difícil por la distancia de los acontecimientos, no se cierra de manera concluyente, cuando se dé a conocer a la prensa, los rumores le cargarán el muerto a Hemingway, pues la idea es tentadora para cualquiera, y más para sus detractores.

Edición en inglés
Adiós, Hemingway nos narra esta investigación, pero también, en capítulos intercalados, nos cuenta lo sucedido en los primeros días de octubre de 1958, desde la perspectiva del propio Hemingway, quien se siente envejecido y cansado, a quien se le dificulta escribir, a quien le han prohibido beber y aún así bebe, aunque con cierta moderación. Un Hemingway que comienza a tener problemas de memoria y aún así recuerda su vida con una nostalgia feroz.

La investigación es interesante y los descubrimientos de la misma todavía más. El Conde y el Hemingway de esta historia son dos personajes deliciosos, y la novela está llena de momentos y de frases que se quedan en la memoria.

Para propósitos de este blog libresco, apunto estas líneas de la novela, en la que se expresa el amor de Mario Conde por los libros:

Además, zambullirse entre libros, dispuesto a buscar lo que quizá nadie había buscado en las obras y la vida de Hemingway, le provocaba una agradable sensación, exclusiva de los bibliófilos incurables. En momentos así el Conde disfrutaba con la idea de que los libros podían hablar, cobraban vida y autonomía. Entonces comprendía que su amor por aquellos objetos, gracias a los cuales ahora vivía y de los que a lo largo de los años había obtenido una felicidad diferente a todas las otras modalidades posibles de la felicidad, era una de las cosas más importantes de su vida, en la cual cada vez quedaban menos cosas importantes, [...]

Adiós, Hemingway, es una novela sumamente recomendable, inteligente, muy bien escrita, espléndidamente ambientada y con detalles maravillosos, entre los que sobresale, obviamente, una prenda íntima de Ava Gardner.

. . . . . . . . . . . . . . .

Adiós, Hemingway. Leonardo Padura. Tusquets Editores. Colección Andanzas. España, febrero de 2006. México, marzo de 2006. 190 págs.

. . . . . . . . . . . . . . .

Información sobre el autor:

. . . . . . . . . . . . . . .

Te puede interesar leer:
(haz clic en los títulos)

Pasado perfecto [Mario Conde 1],

Primeras líneas de Pasado perfecto, en dos idiomas


Primeras líneas de Vientos de Cuaresma, en dos idiomas

Primeras líneas de Adiós, Hemingway, en dos idiomas








No hay comentarios:

Publicar un comentario