Blanco Nocturno
de Ricardo
Piglia
Jesús Guerra
Ricardo Piglia
fue un novelista, cuentista, guionista de cine y crítico literario argentino,
nacido en Adrogué, en noviembre de 1941, y fallecido en Buenos Aires, en enero
de 2017, a los 75 años. También fue profesor de Literatura Latinoamericana en
varias universidades estadounidenses, entre ellas Harvard y Princeton. Fue un
hombre de una enorme inteligencia y una muy amplia cultura.
Escribió y
publicó mucho, aunque lamentablemente pocas novelas: Respiración artificial (1980),
La ciudad ausente (1992), Plata quemada (1997), Blanco
nocturno (2010) y El camino de Ida (2013).
Publicó libros
de cuentos: Jaulario (1967), La invasión (que es una modificación
y ampliación del libro anterior, 1967), Nombre falso (1975), Prisión
perpetua (1988), Cuentos morales (1995), El pianista (2003) y
Los casos del comisario Croce (2018).
Sus libros de
ensayo y crítica son los siguientes: Crítica y ficción (1986), Diccionario
de la novela de Macedonio Fernández (2000), El último lector (2005),
Teoría del complot (2007), La forma inicial (2015), Por un
relato futuro. Conversaciones con Juan José Saer (2015), Las tres
vanguardias (2016), Escritores norteamericanos (2017), Teoría de
la prosa (2019).
Publicó también:
Antología personal (2015), Los diarios de Emilio Renzi, en tres
volúmenes: Los años de formación [1957-1967] (2015), Los años felices
[1968-1975] (2016) y Un día en la vida [1976-1982] (2017).
Recibió
numerosos galardones, y su novela más premiada fue Blanco nocturno, por
la que ganó: el Premio de la Crítica de narrativa castellana 2010 (de España),
el Premio Rómulo Gallegos 2011 (de Venezuela), el Premio Hammett 2011 (de la
Semana Negra de Gijón), y el Premio de Narrativa José María Arguedas 2012 (de
Cuba).
Y es que Blanco
nocturno es una gran novela literaria disfrazada de novela policiaca, o
quizá una novela policiaca que desborda sus límites genéricos y estilísticos, o
tal vez simplemente sea una gran novela, a secas, en la que, entre muchas otras
cosas, hay un crimen, dos investigadores y hasta dos culpables, uno verdadero y
uno falso.
Tony Durán («un
aventurero y un jugador profesional»), era un ciudadano estadounidense nacido
en Puerto Rico, mulato de buen porte, que en un casino norteamericano conoció a
las gemelas Belladona, argentinas de una familia de dinero de una población de
rancheros y gauchos. Luego de que las hermanas regresaron a su país, y a la
casa familiar, apareció Tony, con una maleta, se metió en el mejor hotel del
pueblo y comenzó a conocer a la gente del lugar. Cuando se reencontró con las
gemelas, Ada y Sofía, todos comenzaron a murmurar y a hacer suposiciones.
Cuando le
preguntaban a Tony que hacía ahí, él decía que había ido a hacer negocios.
Luego empezó a conocer el mundo de los criadores locales de caballos y todos
creyeron que iba a comprar algunos en nombre de algún millonario norteamericano,
hasta que, todos, incluido el propio Tony, comenzaron a olvidarse de los famosos
caballos, pero seguía dejándose ver en el Club Social con alguna de las
gemelas, y en las madrugadas, paseándose por las calles vacías acompañado de un
empleado del hotel llamado Yoshio Dazai, de origen japonés, a quien todos
llamaban el Japo. Pero a los tres meses y cuatro días de haber llegado al
pueblo, fue encontrado el cuerpo sin vida de Tony Durán en su cuarto de hotel.
Entra en escena
el comisario Croce, un policía a la antigua, nada científico, pero muy
efectivo, basado sólo en su intuición y en el conocimiento de la gente, seguido
para todas partes por su ayudante, el inspector Saldías. Y entra en escena,
también, el fiscal Cueto, un abogado con muchas conexiones y con prisa de que
la investigación llegue a su fin. Con la noticia del crimen, llegaron al pueblo
algunos periodistas de Buenos Aires, entre ellos Emilio Renzi (personaje que
aparece en otras novelas y relatos de Piglia).
El fiscal Cueto
hizo algunas maniobras políticas y logró que las autoridades jubilaran a Croce,
el cual se fue una temporada al manicomio local. Cuando Renzi lo fue a visitar
le preguntó por qué estaba ahí, y el excomisario le respondió: «De vez en
cuando hay que estar en un loquero, o hay que estar preso, para entender cómo
son las cosas en este país». Así, Renzi se convirtió en el ayudante no oficial
de Croce, e investigaba gracias a su credencial de periodista.
Y fue Sofía
Belladona la que a lo largo de varias largas conversaciones, le contó a Renzi
la historia de su familia, y con ello la historia del pueblo, y en particular
el caso de su medio hermano Luca Belladona, un ingeniero genial caído en
desgracia económica debido a varias traiciones recibidas, que permaneció
encerrado, viviendo solo, en lo que fuera su enorme fábrica de automóviles, con
varios proyectos demenciales que se encuentran en el límite entre la mística y
la ciencia-ficción.
La novela es
estupenda, maravillosamente escrita, y evidentemente con varias capas de
significados. La obra se entiende muy bien, por lo menos hasta un cierto nivel,
pero todo parece indicar que para comprenderla a fondo es necesario conocer el
resto de la obra narrativa de Piglia, sobre todo las novelas y relatos en los
que aparece el periodista Emilio Renzi, quien es en realidad el alter ego del
propio Piglia (el nombre completo del autor es Ricardo Emilio Piglia Renzi), y
ya de pasada un libro posterior, publicado póstumamente: Los casos del
comisario Croce. Así que Blanco nocturno es una novela para leer y
releer, es decir, para disfrutar ahora y en el futuro.
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Blanco nocturno. Ricardo Piglia. Anagrama, colección Narrativas
hispánicas (1a. ed., septiembre 2010), 301 págs.
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