En el café de la juventud perdida
de Patrick Modiano
Jesús Guerra
En el café de la juventud perdida, del escritor francés Patrick
Modiano, ganador del Premio Nobel de Literatura 2014, es una novela breve que a
mí me ha parecido bellísima, comenzando por el título, uno que acepta por lo
menos dos interpretaciones.
Edición francesa, de bolsillo |
La novela está dividida en cinco capítulos sin número y la
historia está contada de manera fragmentaria por cuatro narradores diferentes,
siempre en primera persona. La novela abre con los recuerdos de un hombre, cuyo
nombre nunca sabemos, quien en aquellos años era un joven estudiante e iba con frecuencia
a un café parisino llamado Le Condé, el cual tenía una clientela particular.
Nos habla de los personajes que ahí se juntaban, la mayoría jóvenes de entre 19
y 25 años de edad, aunque en el grupo había varios hombres que andaban por la
cincuentena. Casi todos eran o querían ser artistas o escritores, o por lo
menos eso es lo que parecían. En la memoria del narrador sobresale una chica
guapa, medio solitaria, callada pero luminosa, cuyo nombre real nunca supo, y
al parecer no lo supo nadie de los asistentes de ese café. «Hay que dejar claro
lo siguiente: el nombre de Louki se lo pusieron cuando empezó a ir asiduamente
por Le Condé. Yo estaba allí una noche, cuando entró a eso de las doce y ya no
quedaban más que Tarzan, Fred, Zacharias y Mireille, sentados a la misma mesa.
Fue Tarzan quien exclamó: “Anda, aquí viene Louki…” Primero pareció asustada y,
luego, sonrió. Zacharias se puso de pie y, con tono de fingida seriedad, dijo: “Esta
noche te bautizo. A partir de ahora te llamarás Louki.” Y según iba pasando el
rato y todos la llamaban Louki, creo que sentía alivio por tener ese nombre
nuevo. Sí, alivio. Porque, desde luego, cuanto más lo pienso más vuelvo a mi
primera impresión: se refugiaba aquí, en Le Condé, como si quisiera huir de
algo, escapar de un peligro».
El narrador recurre a su memoria, pero también a un
cuaderno en el que otro de los miembros del grupo llevaba el registro de todos
los asistentes al café debido a una estrambótica teoría suya, cuaderno que
finalmente heredó el narrador cuando ese compañero se fue del país; y recurre
también a unas fotos de aquellos días, tomadas por un fotógrafo quien
finalmente las publicó en un libro acerca de la gente de los cafés de la
ciudad.
Esta novela, a su manera, es una obra de misterio, y el
misterio central es esta chica, Louki, en la que cada uno de los narradores
aporta una parte de la historia, desde su personal perspectiva, incluida la
propia joven. Otro de los misterios es el tiempo; otro es la identidad. El tono
general es nostálgico; y la nostalgia es por el pasado, por la juventud
desaparecida, por ciertos momentos clave, por ciertos lugares, por ciertas
personas, por ciertos deseos; y, como siempre en la obra de Patrick Modiano,
uno de los personajes centrales es la ciudad misma, París. «Vamos a suponer que
llevan allí a alguien con los ojos vendados, lo sientan a una mesa, le quitan
la venda y le preguntan: ¿En qué barrio de París estás? Bastaría con que mirase
a los vecinos y escuchase lo que decían y es posible que lo adivinara: Por las
inmediaciones de la glorieta de L'Odéon, que siempre me imagino igual de
lúgubre bajo la lluvia».
Edición en alemán |
Otra de las constantes de Modiano es su estilo literario.
Escribe con sencillez, con una aparente, engañosa sencillez. Frases cortas,
claras, con palabras cotidianas, comprensibles, y sin embargo cuenta historias
muy complejas en libros de pocas páginas, y logra decirnos muchísimo; su prosa,
atmosférica, resuena en el lector y lo emociona. ¿Cómo lo logra? Es, además, un
maestro para las descripciones. Nos dice apenas lo necesario, unos cuantos
trazos y los lectores vemos el lugar. Estamos ahí.
Los cuatro narradores, que son personajes muy diferentes
entre sí, pueden batallar en ciertos momentos con la memoria, pueden olvidar en
qué año o en qué estación sucedió lo que cuentan, pueden no estar seguros de
algunas cosas, pero son todos muy observadores y retienen algunos elementos
fundamentales para la evocación; y por lo mismo de que son observadores, son
intuitivos pues aunque pueden no saber por qué, en ciertos momentos parecen
sentir o adivinar significados de los comportamientos o actitudes ajenas, como
en esa frase transcrita líneas arriba, que es importante para el argumento, en
la que el narrador apunta: «Porque, desde luego, cuanto más lo pienso más
vuelvo a mi primera impresión: se refugiaba aquí, en Le Condé, como si quisiera
huir de algo, escapar de un peligro». El misterio está planteado.
Esta novela de Patrick Modiano es una obra espléndida, y
es uno de los libros más recomendables para comenzar a leer la obra de este
autor importantísimo.
. . . . . . . . . .
En el café de la juventud perdida. Patrick Modiano. Traducción de
María Teresa Gallego Urrutia. Anagrama, colecciones Panorama de Narrativas y
Compactos. 136 págs.
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