jueves, 9 de febrero de 2017

La noche en que Frankenstein leyó El Quijote, de Santiago Posteguillo




La noche en que Frankenstein leyó El Quijote
La vida secreta de los libros
de Santiago Posteguillo

Jesús Guerra

Santiago Posteguillo es un escritor español nacido en el año de 1967 en la ciudad de Valencia. Es profesor universitario de la Universidad de Valencia, en donde imparte Lengua y Literatura Inglesas, y es muy conocido por ser el autor de dos trilogías de novelas históricas que se desarrollan en la antigua Roma. La trilogía sobre Escipión El Africano (Africanus: el hijo del cónsul [Ediciones B, 2006], Las legiones malditas [Ediciones B, 2008] y La traición de Roma [Ediciones B, 2009]), y la trilogía sobre Trajano (Los asesinos del emperador [Planeta, 2011], Circo Máximo [Planeta, 2013] y La legión perdida [Planeta, 2016]). Tiene también dos libros publicados considerados en alguna parte como de «ensayos» sobre temas literarios: La noche en que Frankenstein leyó El Quijote (Planeta, 2012; la edición mexicana es de 2014), y La sangre de los libros (Planeta, 2014). No creo que los textos de estos dos libros, o por lo menos los del libro que ahora comentamos, sean ensayos sino más bien artículos, textos ligeros, pero eso sí, con mucha información sobre libros y autores.

Mary Shelley
Reconozco que no he leído las novelas históricas de este autor, pero sé que han vendido muchos ejemplares y han sido muy leídos, así que si les interesa la novela histórica, y si les interesa la Roma de la antigüedad, pues aquí tiene el nombre de este escritor para que puedan iniciar una nueva aventura lectora. El que leí y que ahora recomiendo, La noche en que Frankenstein leyó El Quijote —cuyo título, ya de entrada, me parece estupendo—, está lleno de curiosidades de la historia de la literatura y me ha parecido muy interesante y ameno. El volumen, que se deja leer con gran rapidez, está compuesto por un prólogo y 24 artículos. El texto que le da título al libro, por ejemplo, trata de un episodio muy conocido de la literatura del siglo XIX, pero lo toca desde un ángulo diferente. Se trata del período que pasaron el poeta inglés Percy Shelley y su esposa Mary en una mansión suiza frente a un lago, en compañía del poeta Lord Byron y otros amigos. Es conocido el hecho de que durante una temporada de tormentas, en que los veraneantes no podían salir a disfrutar de paseos por las montañas y tuvieron que quedarse encerrados en la mansión, Lord Byron propuso, como entretenimiento, un concurso: que cada uno de los presentes escribiera un relato de terror y ganaría el mejor y más terrorífico. Aparentemente la inspiración no llegó a ninguno de los dos grandes poetas, pero se sabe que ese concurso produjo dos textos de terror muy conocidos, que han sido muy influyentes: el cuento «El vampiro», escrito por Polidori (John William Polidori), el médico y amigo de Lord Byron, y la novela Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary Shelley. Incluso hay por lo menos dos películas que tratan este momento.

Cervantes
El artículo de Santiago Posteguillo ni siquiera menciona a Polidori, pero menciona que se sabe, a partir de los diarios de Mary Shelley, que en esas noches, su marido, Percy Shelley, leía en voz alta, para entretenimiento de todos después de la cena, mientras bebían algún licor sentados frente a la chimenea, fragmentos de obras clásicas de la literatura, y por lo que se ve, el poeta era un espléndido lector. Así, durante varias noches lo que Percy Shelley leyó para todos fue la traducción al inglés de El Quijote. Luego menciona el autor varios puntos que muestran la influencia que la novela de Cervantes tuvo en la novela de Mary Shelley.


En el artículo «¿Escribió Shakespeare las obras de Shakespeare?», Santiago Posteguillo nos cuenta una de las teorías (porque hay varias) acerca de quién pudo ser realmente el autor de las importantísimas obras teatrales que el mundo conoce como escritas por William Shakespeare. Una de las teorías más «factibles» o, por lo menos, más interesantes, es que las obras de Shakespeare en realidad fueron escritas por Christopher Marlowe, otro gran autor teatral. La historia dice que una noche Marlowe fue asesinado en una pelea de bar (esto lo recordarán quienes hayan visto la película Shakespeare apasionado, que en inglés se llama Shakespeare in love, de 1998, la cual se ganó varios Óscares, incluido el de Mejor Película). Pero esta teoría que nos narra Posteguillo dice que en realidad sólo se aparentó la muerte de Marlowe, quien en realidad estaría al servicio de la reina en calidad de espía en Europa y que, por lo tanto, las obras teatrales que escribía y enviaba a su editor se le tuvieron que atribuir a otro autor, para lo cual se contrató a Shakespeare, para que él asumiera la autoría de dichas obras. Hay mucho material sobre este tema, pero poco en nuestro idioma. Para quien no conocía esta teoría, este artículo funciona como una breve pero sugestiva introducción.

Marlowe
El primer artículo lleva por título «¿Quién inventó el orden alfabético?» Ese orden alfabético que nos sirve para infinidad de cosas en nuestra vida diaria (así están ordenados los contactos en nuestras agendas, y así están dispuestos los libros en las librerías, y los nombres de las personas en el directorio, y de los artículos y servicios en las páginas amarillas, y las palabras en los diccionarios y los conceptos en las enciclopedias y un larguísimo etcétera). Quizá nunca nos lo habíamos preguntado, o quizá sí, pero pensábamos que era uno de esos datos que son imposibles de saber. Pues este dato sí se sabe. No les voy a decir aquí quién fue, pero sí les puedo adelantar que está relacionado con la famosa biblioteca de Alejandría.

Joyce
En «Los vikingos y la literatura», nos comenta la fundación de la que hoy es la ciudad de Dublín, y la consolidación de la ciudad. El autor se pregunta si se deberá al clima o a la mezcla de etnias (vikingos, celtas y normandos, entre otros), lo que ha hecho que, aunque mucha gente no lo sepa, esta ciudad sea una de las que más escritores importantes le ha dado a la historia de la literatura. Y es cierto, de Dublín fueron Jonathan Swift, Oscar Wilde, George Bernard Shaw, Samuel Beckett, James Joyce, Bram Stoker y William Butler Yeats, entre otros. Esta lista es impresionante, y más si tenemos en cuenta que entre ellos hay tres premios Nobel. El artículo contiene una cita espléndida de una escritora de Dublín, que dice: «En otras ciudades, la gente inteligente sale y hace dinero. En Dublín, la gente inteligente se queda en casa y escribe libros».

En otro de los artículos, el autor nos comenta la creación del tristemente célebre Índice de Libros Prohibidos del Vaticano, oficializado en el año de 1559, y nos dice quién se supone que fue el autor del libro El Lazarillo de Tormes, que apareció y sigue apareciendo como anónimo.

Sir Walter Scott
En otro de los textos, Posteguillo nos comenta las terribles circunstancias en las que Cervantes, estando en prisión, comenzó a escribir Don Quijote de la Mancha. Otro de los artículos trata sobre las novelas históricas de Sir Walter Scott, género que de alguna manera él creó, y que comenzó publicando con seudónimo pues ya era famoso y respetado como poeta, y las novelas, en esa época, eran mal vistas. Sin embargo, se volvieron tan populares que tuvo que reconocer su autoría. En este artículo hay diversas curiosidades literarias, algunas verdaderamente sorprendentes.

Jane Austen
Otro de los textos trata de Alejandro Dumas y de sus colaboradores, es decir, escritores que lo ayudaban con la creación de algunos de los argumentos de sus novelas, que luego Dumas reescribía, mejorándolos, pero que eran sus editores quienes no querían que aparecieran en los libros los nombres de los colaboradores. Apunta, eso sí, que Dumas era honesto y reconocía que tenía ayudantes, mismos que, por otra parte, cuando intentaron hacer carrera por su lado, no lo lograron pues, aunque eran buenos para crear argumentos, no lo eran para escribir. El texto continúa el tema hasta llegar a los actuales escritores fantasma, muy utilizados en los Estados Unidos. Tiene dos textos independientes sobre novelas rechazadas por los editores (de hecho, por varios editores diferentes), sobre los motivos —que ahora nos parecen ridículos— de los editores para rechazar esas obras, y de cómo alguien, finalmente, publicó esos libros que terminaron convirtiéndose en obras de enorme éxito: los dos son casos de mujeres escritoras. Uno es el de Jane Austen (autora de Orgullo y Prejuicio, entre muchas otras), y el otro es el de J. K. Rowling, autora de las novelas de Harry Potter.

Dickens
Otro de los textos trata sobre la adicción al juego de Dostoievski, y de cómo tuvo que escribir algunas de sus obras con enorme rapidez para poder pagar sus deudas. Y no sólo eso, de las circunstancias y motivos por los que tuvo que escribir dos novelas al mismo tiempo. En otro nos cuenta sobre las lecturas en voz alta que realizaba Charles Dickens, quien al parecer era un lector formidable y sus presentaciones eran muy exitosas, y para demostrarlo transcribe algunas de las frases que aparecían en las críticas periodísticas de la época. Uno de los periodistas apuntó: «Escuche a Dickens y muera: nunca oirá nada mejor en su vida». Esta actividad, que comenzó cuando le pidieron hacer unas lecturas para recabar fondos, terminó convirtiéndose en un negocio de Dickens. Otro de estos textos nos cuenta cómo y por qué Arthur Conan Doyle, el creador del detective más famoso de la literatura, un día decidió matar a su personaje, y cómo, por la presión de los lectores, y por tanto de sus editores, se vio en la necesidad de revivirlo.

Kafka
En otros, nos cuenta del «interés» que tenía la Gestapo en la obra de Kafka; la historia de la edición de El Principito y el terrible destino de su autor; de los problemas de derechos de autor que tuvo J.R.R. Tolkien, el autor de El hobbit y de El señor de los anillos en los Estados Unidos, por culpa, en parte, del presidente de ese país en ese entonces; de los vaivenes de la política soviética y cómo afectaron al escritor Aleksandr Solzhenityzyn; de una de las novelas perdidas, y recuperadas, de Julio Verne, y hasta de escritores asesinos.

Como podrán apreciar, los temas son muy variados, aunque todos están relacionados con la literatura, y la verdad es que todos son de enorme interés. El libro, como ya apunté, se deja leer muy rápido y es de verdad muy placentero.

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La noche en que Frankenstein leyó El Quijote. Santiago Posteguillo. Editorial Planeta. 230 págs.



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