La noche en que Frankenstein leyó El Quijote
La vida secreta de los libros
de Santiago Posteguillo
Jesús Guerra
Santiago Posteguillo es un escritor español nacido en el
año de 1967 en la ciudad de Valencia. Es profesor universitario de la
Universidad de Valencia, en donde imparte Lengua y Literatura Inglesas, y es
muy conocido por ser el autor de dos trilogías de novelas históricas que se
desarrollan en la antigua Roma. La trilogía sobre Escipión El Africano (Africanus:
el hijo del cónsul [Ediciones B, 2006], Las legiones malditas [Ediciones
B, 2008] y La traición de Roma [Ediciones B, 2009]), y la trilogía sobre
Trajano (Los asesinos del emperador [Planeta, 2011], Circo Máximo [Planeta,
2013] y La legión perdida [Planeta, 2016]). Tiene también dos libros
publicados considerados en alguna parte como de «ensayos» sobre temas
literarios: La noche en que Frankenstein leyó El Quijote (Planeta, 2012; la
edición mexicana es de 2014), y La sangre de los libros (Planeta, 2014). No
creo que los textos de estos dos libros, o por lo menos los del libro que ahora
comentamos, sean ensayos sino más bien artículos, textos ligeros, pero eso sí,
con mucha información sobre libros y autores.
Mary Shelley |
Reconozco que no he leído las novelas históricas de este
autor, pero sé que han vendido muchos ejemplares y han sido muy leídos, así que
si les interesa la novela histórica, y si les interesa la Roma de la
antigüedad, pues aquí tiene el nombre de este escritor para que puedan iniciar
una nueva aventura lectora. El que leí y que ahora recomiendo, La noche en
que Frankenstein leyó El Quijote —cuyo título, ya de entrada, me parece
estupendo—, está lleno de curiosidades de la historia de la literatura y me ha
parecido muy interesante y ameno. El volumen, que se deja leer con gran
rapidez, está compuesto por un prólogo y 24 artículos. El texto que le da
título al libro, por ejemplo, trata de un episodio muy conocido de la
literatura del siglo XIX, pero lo toca desde un ángulo diferente. Se trata del
período que pasaron el poeta inglés Percy Shelley y su esposa Mary en una
mansión suiza frente a un lago, en compañía del poeta Lord Byron y otros
amigos. Es conocido el hecho de que durante una temporada de tormentas, en que
los veraneantes no podían salir a disfrutar de paseos por las montañas y
tuvieron que quedarse encerrados en la mansión, Lord Byron propuso, como
entretenimiento, un concurso: que cada uno de los presentes escribiera un
relato de terror y ganaría el mejor y más terrorífico. Aparentemente la
inspiración no llegó a ninguno de los dos grandes poetas, pero se sabe que ese
concurso produjo dos textos de terror muy conocidos, que han sido muy
influyentes: el cuento «El vampiro», escrito por Polidori (John William
Polidori), el médico y amigo de Lord Byron, y la novela Frankenstein o el
moderno Prometeo, de Mary Shelley. Incluso hay por lo menos dos películas
que tratan este momento.
Cervantes |
El artículo de Santiago Posteguillo ni siquiera menciona a
Polidori, pero menciona que se sabe, a partir de los diarios de Mary Shelley,
que en esas noches, su marido, Percy Shelley, leía en voz alta, para
entretenimiento de todos después de la cena, mientras bebían algún licor
sentados frente a la chimenea, fragmentos de obras clásicas de la literatura, y
por lo que se ve, el poeta era un espléndido lector. Así, durante varias noches
lo que Percy Shelley leyó para todos fue la traducción al inglés de El Quijote.
Luego menciona el autor varios puntos que muestran la influencia que la novela
de Cervantes tuvo en la novela de Mary Shelley.
En el artículo «¿Escribió Shakespeare las obras de
Shakespeare?», Santiago Posteguillo nos cuenta una de las teorías (porque hay
varias) acerca de quién pudo ser realmente el autor de las importantísimas
obras teatrales que el mundo conoce como escritas por William Shakespeare. Una
de las teorías más «factibles» o, por lo menos, más interesantes, es que las
obras de Shakespeare en realidad fueron escritas por Christopher Marlowe, otro
gran autor teatral. La historia dice que una noche Marlowe fue asesinado en una
pelea de bar (esto lo recordarán quienes hayan visto la película Shakespeare
apasionado, que en inglés se llama Shakespeare in love, de 1998, la
cual se ganó varios Óscares, incluido el de Mejor Película). Pero esta teoría
que nos narra Posteguillo dice que en realidad sólo se aparentó la muerte de
Marlowe, quien en realidad estaría al servicio de la reina en calidad de espía
en Europa y que, por lo tanto, las obras teatrales que escribía y enviaba a su
editor se le tuvieron que atribuir a otro autor, para lo cual se contrató a
Shakespeare, para que él asumiera la autoría de dichas obras. Hay mucho
material sobre este tema, pero poco en nuestro idioma. Para quien no conocía
esta teoría, este artículo funciona como una breve pero sugestiva introducción.
Marlowe |
El primer artículo lleva por título «¿Quién inventó el
orden alfabético?» Ese orden alfabético que nos sirve para infinidad de cosas
en nuestra vida diaria (así están ordenados los contactos en nuestras agendas,
y así están dispuestos los libros en las librerías, y los nombres de las
personas en el directorio, y de los artículos y servicios en las páginas
amarillas, y las palabras en los diccionarios y los conceptos en las
enciclopedias y un larguísimo etcétera). Quizá nunca nos lo habíamos
preguntado, o quizá sí, pero pensábamos que era uno de esos datos que son
imposibles de saber. Pues este dato sí se sabe. No les voy a decir aquí quién
fue, pero sí les puedo adelantar que está relacionado con la famosa biblioteca
de Alejandría.
Joyce |
En «Los vikingos y la literatura», nos comenta la
fundación de la que hoy es la ciudad de Dublín, y la consolidación de la
ciudad. El autor se pregunta si se deberá al clima o a la mezcla de etnias
(vikingos, celtas y normandos, entre otros), lo que ha hecho que, aunque mucha
gente no lo sepa, esta ciudad sea una de las que más escritores importantes le
ha dado a la historia de la literatura. Y es cierto, de Dublín fueron Jonathan
Swift, Oscar Wilde, George Bernard Shaw, Samuel Beckett, James Joyce, Bram
Stoker y William Butler Yeats, entre otros. Esta
lista es impresionante, y más si tenemos en cuenta que entre ellos hay tres
premios Nobel. El artículo contiene una cita espléndida de una escritora de
Dublín, que dice: «En otras ciudades, la gente inteligente sale y hace dinero.
En Dublín, la gente inteligente se queda en casa y escribe libros».
En otro de los artículos, el autor nos comenta la creación
del tristemente célebre Índice de Libros Prohibidos del Vaticano, oficializado
en el año de 1559, y nos dice quién se supone que fue el autor del libro El
Lazarillo de Tormes, que apareció y sigue apareciendo como anónimo.
Sir Walter Scott |
En otro de los textos, Posteguillo nos comenta las
terribles circunstancias en las que Cervantes, estando en prisión, comenzó a
escribir Don Quijote de la Mancha. Otro de los artículos trata sobre las
novelas históricas de Sir Walter Scott, género que de alguna manera él creó, y
que comenzó publicando con seudónimo pues ya era famoso y respetado como poeta,
y las novelas, en esa época, eran mal vistas. Sin embargo, se volvieron tan
populares que tuvo que reconocer su autoría. En este artículo hay diversas
curiosidades literarias, algunas verdaderamente sorprendentes.
Jane Austen |
Otro de los textos trata de Alejandro Dumas y de sus colaboradores,
es decir, escritores que lo ayudaban con la creación de algunos de los
argumentos de sus novelas, que luego Dumas reescribía, mejorándolos, pero que
eran sus editores quienes no querían que aparecieran en los libros los nombres
de los colaboradores. Apunta, eso sí, que Dumas era honesto y reconocía que
tenía ayudantes, mismos que, por otra parte, cuando intentaron hacer carrera
por su lado, no lo lograron pues, aunque eran buenos para crear argumentos, no
lo eran para escribir. El texto continúa el tema hasta llegar a los actuales escritores
fantasma, muy utilizados en los Estados Unidos. Tiene dos textos
independientes sobre novelas rechazadas por los editores (de hecho, por varios
editores diferentes), sobre los motivos —que ahora nos parecen ridículos— de
los editores para rechazar esas obras, y de cómo alguien, finalmente, publicó
esos libros que terminaron convirtiéndose en obras de enorme éxito: los dos son
casos de mujeres escritoras. Uno es el de Jane Austen (autora de Orgullo y
Prejuicio, entre muchas otras), y el otro es el de J. K. Rowling, autora de
las novelas de Harry Potter.
Dickens |
Otro de los textos trata sobre la adicción al juego de
Dostoievski, y de cómo tuvo que escribir algunas de sus obras con enorme
rapidez para poder pagar sus deudas. Y no sólo eso, de las circunstancias y
motivos por los que tuvo que escribir dos novelas al mismo tiempo. En otro nos
cuenta sobre las lecturas en voz alta que realizaba Charles Dickens, quien al
parecer era un lector formidable y sus presentaciones eran muy exitosas, y para
demostrarlo transcribe algunas de las frases que aparecían en las críticas
periodísticas de la época. Uno de los periodistas apuntó: «Escuche a Dickens y
muera: nunca oirá nada mejor en su vida». Esta actividad, que comenzó cuando le
pidieron hacer unas lecturas para recabar fondos, terminó convirtiéndose en un
negocio de Dickens. Otro de estos textos nos cuenta cómo y por qué Arthur Conan
Doyle, el creador del detective más famoso de la literatura, un día decidió
matar a su personaje, y cómo, por la presión de los lectores, y por tanto de
sus editores, se vio en la necesidad de revivirlo.
Kafka |
En otros, nos cuenta del «interés» que tenía la Gestapo en
la obra de Kafka; la historia de la edición de El Principito y el
terrible destino de su autor; de los problemas de derechos de autor que tuvo
J.R.R. Tolkien, el autor de El hobbit y de El señor de los anillos
en los Estados Unidos, por culpa, en parte, del presidente de ese país en ese
entonces; de los vaivenes de la política soviética y cómo afectaron al escritor
Aleksandr Solzhenityzyn; de una de las novelas perdidas, y recuperadas, de
Julio Verne, y hasta de escritores asesinos.
Como podrán apreciar, los temas son muy variados, aunque
todos están relacionados con la literatura, y la verdad es que todos son de
enorme interés. El libro, como ya apunté, se deja leer muy rápido y es de
verdad muy placentero.
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La noche en que Frankenstein leyó El
Quijote.
Santiago Posteguillo. Editorial Planeta. 230 págs.
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