jueves, 1 de noviembre de 2018

Antología Z (núm. 4) 2a. parte





Antología Z
(volumen 4)
Zombimaquia

(Segunda de dos partes)

Jesús Guerra


En la entrada anterior comento algunos de los cuentos de la Antología Z, volumen 4, Zombimaquia, de Dolmen Editorial, unos cuentos de muertos vivientes bastante interesantes. Algunos aterradores, otros muy divertidos, y algunos otros verdaderamente sorprendentes. En esta entrada comento otros relatos del libro. Como ya había apuntado, esta antología contiene 20 narraciones, 19 de ellas son de autores españoles y la otra es una traducción de un relato de un autor estadounidense muy conocido, sobre todo en los ámbitos de la fantasía y la ciencia-ficción. Este autor es Mike Resnick, de quien comentaré una novela corta en fechas próximas.

El relato de Mike Resnick que aparece en esta antología se llama «Una chica muy especial», y así como la chica del título, este texto es también muy especial; es de un humor negrísimo y es una especie de caos controlado, en el que puede suceder cualquier cosa. El narrador es un tipo que maneja apuestas en los barrios bajos de Chicago, y su nombre es Harry el Libro —porque, por supuesto, todos los personajes tienen apodos, que la verdad suenan mejor en inglés, pero ni modo—; otros de los personajes son Benny Quinta Calle, Gently Dawkins y Joey Chicago, éste último es el dueño y bar-tender del bar en el que Harry tiene su «oficina provisional». Longshot Lamont le debe tres mil dólares de unas apuestas perdidas, y Harry utiliza como cobrador a Punto Muerto Dugan, que tiene la característica de ser un zombi. Un zombi que entiende y habla, aunque su mente no es muy brillante, y por supuesto, huele horrible.

Cuando Punto Muerto Dugan regresa al bar sin los tres mil dólares que le cobró a Lamont, Harry, con mucha paciencia, le pegunta qué hizo con el dinero. Y la respuesta del zombi es sorprendente: se lo regaló a una chica a la que acaba de conocer y de la que dice que es el amor de su vida... (o de su muerte, agrega alguien más).

Otro de los relatos de este libro se llama «Génesis zombi» y es de Loli González Prada. La narradora de esta historia se llama Silvia y escribe su relato como una crónica de los terribles eventos que le han toca vivir. Se encuentra en el edificio más alto de la ciudad (aunque no nos dice cuál) y está acompañada de varios sobrevivientes más. Han logrado acumular latas de comida y contenedores de gasolina porque han escuchado que en el sur del país (o sea de España) aún están más o menos libres de la plaga de los muertos vivientes y quieren irse para allá, pero no han logrado encontrar un auto que funcione cerca de donde están. Todas las tardes y noches ven desde los pisos altos a un número enorme de zombis que se agolpan en las entradas del edificio y golpean las puertas. Saben que algún día lograrán entrar.  Y, en efecto, un día lo logran... Si bien este cuento no agrega nada nuevo al género, salvo la lucha contra los zombis en un rascacielos, y es de esos cuentos clásicos de zombis equivalentes a ver un capítulo de The Walking Dead, pero con otros personajes y en España, sí es una narración muy intensa.

«Tiempo muerto», de Sergi Llauger, narra los acontecimientos de un programa de televisión, con público en vivo, como una pelea de box o de lucha libre, pero en este caso son peleas a muerte con zombis. Todos los días se realizan estas peleas, y cada domingo se lleva a cabo una gran final con los ganadores de la semana. Si el humano vivo logra deshacerse de todos los zombis y termina sin haber sido mordido, gana una buena cantidad de dinero. Si los zombis ganan, es decir matan al humano vivo, son sacrificados en la arena, porque el público está sediento de sangre... Lo bueno, para los productores, es que zombis sobran... La gran final que leemos tiene unos luchadores muy originales y un final fuera de lo común. El relato está bien escrito y es muy ágil. Es un texto satírico que lleva al extremo el tipo de sociedad que, lamentablemente, comenzamos a ser. Es uno de esos cuentos que nos muestra con mucha claridad quién es el verdadero monstruo en las historias de monstruos.


Volumen 5


El cuento llamado «Z-O-M-B-C-N», de Ignacio Javier Borraz, nos muestra cómo el ser humano es capaz de sacar provecho incluso de las tragedias más terribles. Es decir que es un relato emparentado en su intención con el que les acabo de comentar, aunque la narración es muy diferente. Una compañía crea una atracción turística en una Barcelona devastada e inundada de zombis. El relato es bastante bueno, con mucha acción y algunas sorpresas interesantes. Y ojo, si creen que es sólo una crítica a las compañías capaces de crear una atracción como ésta, tienen que ver las cosas con más calma: ¿Qué hay de los turistas capaces de pagar por vivir una experiencia así? La pregunta clave es, finalmente, la misma: ¿quién es el verdadero monstruo en los relatos de monstruos?

«El crucero del terror», de José Vicente Ortuño, está narrado por un escritor español de novelas de terror que está muy atrasado con la entrega de su más reciente obra, y se siente incapaz de escribir ni una sola línea. Así que toma un crucero de un mes, pensando que el cambio de ambiente lo ayudará a escribir. Por supuesto, está equivocado. El barco tiene encima tres mil turistas que quieren hacer la fiesta las 24 horas del día y en todas las áreas del barco. Y entonces llega el verdadero problema: un pasajero que bajó en uno de los puertos del viaje enfermó repentinamente en el barco y pocas horas después murió... y poco tiempo después se levantó y mordió a varias personas que a su vez... Bueno, ya saben lo que pasa en estos casos. Este relato pertenece a la variante tradicional, pero en un contexto novedoso: un gran barco de recreo con miles de personas. Está bastante bien escrito, mantiene nuestro interés en todo momento y es muy efectivo.

Como pueden ver, los tonos, los contextos y los puntos de vista son muy variados a pesar de que, en apariencia, todos los relatos tratan de lo mismo.

El cuento llamado «La muerte del hombre blanco», de Tony Jiménez, es bastante original. Se ubica a mediados del siglo XIX en el Lejano Oeste. Como en otros relatos de esta misma antología, los zombis de esta historia tienen un origen mágico. La idea me gusta mucho, el argumento es bastante bueno, auque la escritura es algo deficiente. Además, aquí hay una doble venganza que es muy efectiva. Si este relato fuera adaptado al cine, el realizador perfecto para dirigir la versión fílmica sería, sin duda, Quentin Tarantino.

«Oma Claudine» se llama el cuento escrito por José Luis Cantos Martínez. La narradora de la historia es la hermana Letha. El relato está ubicado en un convento, y aunque el tiempo no se menciona de manera específica, debe de ser algún momento del siglo XVIII o del XIX. La hermana Letha es la «sanadora» del convento. Una noche, ya tarde, una monja de mayor rango le pide que prepare un compuesto llamado vinagre de los Cuatro Ladrones, el cual, se supone, es muy potente y se utiliza en males graves. Ya de madrugada, cuando el compuesto está preparado, conducen a la sanadora a la recámara de la superiora, la madre Oma Claudine. Y Letha se asusta al verla. El estado de la superiora es terrible, y es mantenido en secreto. La enferma está inconsciente y tiene fiebre, y su cuerpo está lleno de llagas nauseabundas.

Luego, por otras noticias, se dan cuenta de que algo extraño y terrible sucedió en el pueblo que visitó la madre superiora antes de caer enferma... Para mi gusto, éste es uno de los mejores relatos de esta antología. Es muy clásico en tanto que cuento de terror, pero es muy novedoso como cuento de zombis, y esta mezcla de perspectivas y el hecho de que se ubique en un convento lo hacen un relato estupendo. Además, está escrito con elegancia y con una muy buena administración del suspenso.


Volumen 6


Otro de mis relatos preferidos de esta antología es «The Karate Kiz», así, con 'z' al final en lugar de la letra 'd': The Karate Kiz en lugar, por supuesto, de The Karate Kid. Su autora es Nuria C. Botey. Resulta que un hombre recibe una llamada a su casa, una llamada muy tarde. Luego de unos momentos de conversación comprendemos que quien recibe la llamada es Ralph Macchio, el actor que de jovencito estelarizó tres películas de la serie The Karate Kid, junto al actor Pat Morita, quien interpretaba a su maestro. Y quien llama —aunque no se conocen personalmente— es el también actor Will Smith. ¿Y para qué es la llamada? Pues según Will Smith, Pat Morita entró a su casa de California, y secuestró a su hijo, Jaden. ¿Pero cómo si Pat Morita murió en el año 2005?, pregunta Ralph. Ya lo sé, le dice Will, pero te juro que era Pat Morita quien se lo llevó y lo único que decía era tu nombre. Es decir que la idea es que Ralph Macchio ayude a Will Smith a ir tras un fantasmal o muerto animado Pat Morita para salvar al hijo de Smith... La idea original es descabellada y, por lo tanto, estupenda para un relato de zombis. Además, está bien escrito, con sentido del humor, con intensidad, con acción y con suspenso. Muy disfrutable.

Otro de los relatos interesantes por su punto de vista se llama simplemente «Z» y su autor es Pedro Escudero Zumel. Y es interesante porque, aunque pertenece a los relatos clásicos de este género, está contado desde la perspectiva de un soldado. Casi siempre los relatos clásicos están narrados por los sobrevivientes del ataque zombi, que son civiles, quienes primero esperan ser ayudados por la policía o el ejército y luego se dan cuenta de que la ayuda no va a llegar porque el ejército ya no existe, ni el país, ni la civilización. El hecho de que el punto de vista sea el de un soldado cambia el panorama pues equivale a ver la parte que siempre ha quedado oculta en los relatos clásicos.

Este cuento tiene otra novedad, que no les voy a mencionar para que ustedes la descubran, y esto influye de tal manera en el relato que éste termina por no ser tan clásico como pensábamos en un inicio. Está bien contado, tiene acción, suspenso, tensión, y nos da una panorámica muy amplia, además, del inicio de la plaga en varias ciudades de España.

Otro texto panorámico es el muy apropiadamente llamado «Movimiento de cámara», escrito por el coordinador de esta antología, Rubén Serrano. El cuento está dividido en seis partes, y cada una lleva como título el nombre del personaje principal de ese fragmento de la historia, aunque todas las partes forman una historia mayor cuyo personaje central es Alba, una reportera de televisión para un canal de Madrid.

Hugo y Alba son compañeros de trabajo. Ella es la reportera y Hugo es el camarógrafo. Pero a ellos les piden los reportajes menores, los más rutinarios, los que menos interés tienen. Una tarde están grabando uno de esos reportajes en las calles de la ciudad, cuando son testigos de un ataque zombi, aunque de momento no saben lo que es. Encuentran un lugar en donde refugiarse y Hugo sigue transmitiendo con la cámara, con la esperanza de que en la estación se den cuenta de que está transmitiendo en vivo. Es su gran oportunidad de que los reconozcan como equipo de trabajo. Cuando Hugo es sorprendido por uno de los muertos vivientes y es herido de muerte, Alba toma la cámara, huye y sigue transmitiendo. Su viaje desesperado por la ciudad es el que la va llevando a encontrarse con diferentes personas. Cada una y su enfrentamiento al ataque es una de las microhistorias de este relato. El texto es interesante, entre otras cosas, porque en pocas páginas nos presenta diversas historias, como una panorámica de una cámara de televisión.


Volumen 7


Con esto terminamos la revisión de los cuentos que componen esta antología de cuentos de zombis. Espero haber logrado despertar su interés por este libro y por este género del terror.

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Antología Z, volumen 4, Zombimaquia. Coordinador: Rubén Serrano. Dolmen Editorial. 310 págs.




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