Antología Z
(volumen 4)
Zombimaquia
(Primera de dos partes)
Jesús Guerra
Jesús Guerra
Ya estamos de nuevo en esa época del año que muchos
lectores y cinéfilos celebramos leyendo cuentos y novelas de terror, y viendo
múltiples películas (y series de televisión) de horror. Hay quienes releen sus
libros preferidos, y quienes consiguen libros nuevos para darse un festín:
Halloween.
Si no han leído a los clásicos de este género, mi
recomendación es que lean algunos de dichos libros, pues, la verdad, los van a
sorprender. Estoy hablando, por supuesto, de obras como Drácula, de Bram
Stoker; Frankenstein, de Mary Shelley; El extraño caso del doctor
Jekyll y el señor Hyde, de Robert Louis Stevenson; cuentos de Edgar Allan
Poe; El castillo de Otranto, de Horace Walpole; El fantasma de la
ópera, de Gaston Leroux; El Golem, de Gustav Meyrink; Manuscrito
encontrado en Zaragoza, de Jan Potocki; Melmoth el errabundo, de
Charles Robert Maturin; El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde; El
monje, de Matthew Lewis; Carmilla, de Sheridan Le Fanu y «El vampiro»,
de Polidori, entre muchas obras. Y si hablamos de autores más recientes, pueden
leer obras de Stephen King, Clive Barker, Richard Matheson, Anne Rice, Arthur
Machen, H. P. Lovecraft y Dan Simmons, por mencionar sólo a algunos pocos de
los escritores de terror más conocidos de nuestro tiempo.
Pero si prefieren que les recomiende un libro en
particular y les interesan los relatos de zombis, pueden conseguir el libro que
les comento en esta entrada, el cual está destinado —así lo aclara el texto de
la contraportada— a lectores adultos. Se trata de la Antología Z, volumen 4,
que tiene el subtítulo Zombimaquia. Este libro fue coordinado por el
escritor español Rubén Serrano y fue publicado por Dolmen Editorial. La edición
es del año 2011, pero aún se consigue, posiblemente en reimpresión. Obviamente
hay tres antologías previas a ésta, y unas posteriores, creo que ya van en la
número 7 u 8. Yo sólo tengo este volumen, pero después de leerlo me han dado
ganas de conseguir el resto de las antologías, pues la verdad ésta, la número
4, vale la pena: tiene en general buenos relatos, y algunos realmente
espléndidos.
Este volumen está compuesto de 20 cuentos, 19 de ellos
escritos por autores españoles y uno traducido del inglés, del escritor Mike
Resnick. La edición de la colección es muy, muy bonita, tanto su portada como
sus páginas interiores. Lo que le falta al libro, sin duda, son unas páginas
con las fichas de los autores, para que los lectores podamos ubicarlos y
enterarnos de qué otras cosas han escrito, de dónde son, qué edad tienen,
etcétera.
Rubén Serrano, el antologador, escribe también el prólogo.
Comienza por reconocer que «los zombis están de moda» y que los encontramos en
todas partes, cine, televisión, cómics, revistas, novelas de ciencia-ficción y
de fantasía, en Internet, en videojuegos, juegos de mesa, la música, el arte...
Y apunta: «existe toda una cultura zombi; un fenómeno que prolifera, aunque
pocos comprenden».
Volumen 1 |
Este punto de la poca comprensión que se tiene del
fenómeno zombi me parece fundamental, pero es un tema para tratar después. Por
el momento sigamos con el prólogo de Rubén Serrano, quien líneas después
escribe: «[...] por su propia supervivencia, las técnicas de los vivos para
hacer frente a la nueva amenaza han tenido que adaptarse y superarse a sí
mismas. Surge así la 'zombimaquia', la lucha contra los muertos andantes». (El
término zombimaquia es pariente de tauromaquia. Si este último
término está formado por las palabras griegas que significan 'toro' y 'lucha',
quiere decir que zombimaquia es el arte de pelear con los zombis... Para
que vean que todos los días se aprende algo nuevo.) Y para cerrar su prólogo,
escribe: «Y al final, casi siempre, los humanos dejan aflorar su verdadero ser,
en ocasiones más terrible que el de esos pobres seres putrefactos, haciendo
inevitable la pregunta: ¿quién es realmente el monstruo?»
Esta es precisamente la pregunta que muchas de las grandes
obras del terror nos obligan a hacernos, comenzando, por supuesto, con Frankenstein.
El libro abre con el cuento llamado «Condemnata Regina»,
de Elena Montagud. Este relato me parece espléndido y nos narra la parte final
del mito de Dido y Eneas, pero con zombis. El efecto es buenísimo, sobre todo
debido a la escritura del texto. Los invito a que consulten primero el mito de
Dido y Eneas para que verdaderamente puedan saborear esta narración
espectacular.
El cuento «Las últimas horas», de Gervasio López, nos
cuenta, en efecto, las últimas horas de la relación formada por Martín y Eliza.
Son una pareja que vive en ese desolado paisaje posterior al apocalipsis zombi.
Pero son atacados. Los zombis son demasiados, y aunque la pareja pelea y
resiste por un tiempo pero finalmente tienen que huir, y uno de los zombis
logra agarrar del cabello a Eliza e hincarle los dientes en un hombro. Martín
despedaza al atacante, pero sabe que todo está perdido para su mujer. Martín
recuerda su vida con Eliza mientas observa, lloroso, su metamorfosis. Sabe lo
que debe hacer. Sin embargo, espera... no se atreve a hacerlo... ni sabe si se
atreverá... Se trata de un relato que explora la muerte y el proceso de cambio,
de zombificación, en el seno de una pareja que se ama. Es efectivo e
interesante, aunque no sea tremendamente original.
«Carne Tabú», de Fermín Moreno González, es una espeluznante
narración postapocalíptica. La gente vive en tribus. El hambre es permanente.
Ponen trampas para comer ratas. Los zombis son un peligro constante, así como
otros animales, como los osos. Todo ha cambiado. Cuando las personas mueren de
muerte natural dejan de ser consideradas gente de la tribu y pueden ser
devoradas por la tribu. Como el hambre es permanente, la gente come gente. No
pueden matar a las personas para comérselas, hay aún una especie de moral, una
especie de ley. Pero los errores suceden, los accidentes pasan, y el castigo de
la tribu por comer lo que denominan 'carne-tabú' es aterrador. El final de este
relato es siniestramente genial.
El cuento «Testigo invisible», de Ramón López, me ha
parecido interesantísimo, aunque el autor ha quebrantado algunas de las leyes
clásicas de la mitología zombi (y no les digo cuáles para dejarlos a ustedes
descubrir estas infracciones). Sin embargo, esto no es tan grave, pues al igual
que sucede con las obras literarias y cinematográficas de vampiros, de
hombres-lobo y de momias, por ejemplo, cada autor agrega o elimina
características, según sus gustos o las necesidades de su historia.
En este relato el punto de vista es espléndido pues el
narrador es un fantasma. Un hombre va a un hospital a que le hagan una
operación que se supone es sencilla y, sin embargo, muere. Él no ve túneles ni
luces, sólo ve la sala de operaciones y a los médicos trabajando en su propio
cadáver. No sabe qué hacer así que se queda a vagar por el hospital,
recorriéndolo todo y disfrutando de su invisibilidad. Luego de algunos días le
toca ver la llegada de un hombre con unas mordidas, que por supuesto son de un zombi,
pero esto no lo sabe nadie en el hospital. Y ve cómo muere, y cómo revive a los
pocos minutos, y lo ve atacar a un médico y a una enfermera... que a su vez
reviven para atacar a otros. Y es entonces cuando sucede lo más extraño... como
si el hecho de que un fantasma nos narre la historia de unos zombis no fuera lo
suficientemente extraño, ¿no? Pero esto, claro, ya no se los voy a contar.
Estoy seguro, eso sí, de que los lectores de terror van a disfrutar mucho este
relato.
El cuento «Cambio de presa», de María Delgado, está
narrado por un sociópata, un asesino en serie. Como verán la idea es también
sumamente interesante, y se puede apreciar la importancia del punto de vista de
la narración. Cuando la lucha contra los zombis era más desesperada, cuando los
ejércitos ya no eran suficientes, se recurrió al reclutamiento de voluntarios,
y luego a los presos. Y después a los presos condenados a muerte. Este es el
caso del narrador, un asesino en serie condenado a muerte. Le ofrecen cambiarle
la pena si acepta luchar contra los zombis. El tipo, por supuesto, acepta... y
obviamente no les puedo contar nada más. Este cuento es muy efectivo y bastante
original.
Volumen 2 |
«Es peluznante», así con la palabra separada como si se
tratara de verbo y adjetivo, es un relato de Senén Lozano. No son raros los
relatos de humor negro en el género del terror. No son raros tampoco los
relatos de este tipo que son buenos o muy buenos, pero tampoco se les encuentra
todos los días. Esta narración a mí me ha parecido particularmente ingeniosa, y
la verdad me gusta muchísimo. El narrador es un coreógrafo famoso al que han
llamado, pagándole muy bien, para que le enseñe unos pasos de baile a un grupo
de no-muertos que han sido resucitados por un brujo. Ya de entrada la idea es
muy buena, pero el desarrollo del relato, el lenguaje del personaje y el final
son estupendos. No puedo contarles nada más para no arruinarles su lectura.
Hay otra narración espléndida, escrita por Darío Vilas, de
la que no puedo ni decirles el título para no telegrafiarles el argumento. Sólo
les puedo decir que se desarrolla poco después de terminada la guerra civil
española, en 1939, y que es de esos relatos de venganza que son muy
satisfactorios porque en realidad se trata, con todo y sus lamentables
pérdidas, de justicia poética.
Otro relato que incluso lleva su tema en el título mismo
es «La venganza de Erika», de Lydia Alfaro. Sin embargo, es una narración muy
diferente a la anterior, y el motivo para la venganza es también muy diferente,
pero lógico. Es una obra mucho más tradicional en su contexto y en su
tratamiento que las comentadas hasta ahora. Se ubica en los días posteriores al
primer mes de la plaga de los muertos vivientes. Los personajes centrales son
un grupo de amigos que se la han pasado sobreviviendo en esa pesadilla en que
se ha convertido su mundo y, por supuesto, no terminan de entender qué es lo
que sucede. Van de escondite en escondite, durmiendo en casas abandonadas,
buscando comida, matando zombis y buscando otros sobrevivientes. En sus
conversaciones externan lo que piensan y una de sus sospechas es que esa plaga
haya sido provocada por alguna nación o grupo con la intención de deshacerse de
una parte de la humanidad. Es sólo una teoría, pero es interesante. Como ya
apunté, dentro del género es un relato tradicional, pero es sólido y efectivo.
En el extremo opuesto, es decir en lugar de clásico y de
terror es humorístico y experimental, se encuentra el cuento «Me llamo Marcos y
soy de Cádiz», escrito por Julián Sancha Vázquez. Es un texto complejo y, por
momentos, hasta confuso, pero muy divertido. Es una de esas obras que, en
principio, se burlan de todo lo que tocan: los zombis, el machismo, el
feminismo, el terror, la sociedad, la manera de hablar de los gaditanos (es
decir de los nacidos en Cádiz), los lectores, la literatura, las convenciones
editoriales académicas y más. Y lo hace bien.
Volumen 3 |
Por el momento aquí termina este comentario. Todavía
reseñaré algunos cuentos más de este libro que a mí me parece sumamente
interesante, y supongo que lo será para todos los adultos jóvenes interesados
en la literatura de terror y específicamente en las narraciones de zombis.
. . . . . . . . . . . . . . .
Antología Z, volumen 4, Zombimaquia. Coordinador: Rubén Serrano. Dolmen
Editorial. 310 págs.
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