martes, 30 de octubre de 2018

Antología Z núm. 4





Antología Z
(volumen 4)
Zombimaquia

(Primera de dos partes)

Jesús Guerra

Ya estamos de nuevo en esa época del año que muchos lectores y cinéfilos celebramos leyendo cuentos y novelas de terror, y viendo múltiples películas (y series de televisión) de horror. Hay quienes releen sus libros preferidos, y quienes consiguen libros nuevos para darse un festín: Halloween.

Si no han leído a los clásicos de este género, mi recomendación es que lean algunos de dichos libros, pues, la verdad, los van a sorprender. Estoy hablando, por supuesto, de obras como Drácula, de Bram Stoker; Frankenstein, de Mary Shelley; El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, de Robert Louis Stevenson; cuentos de Edgar Allan Poe; El castillo de Otranto, de Horace Walpole; El fantasma de la ópera, de Gaston Leroux; El Golem, de Gustav Meyrink; Manuscrito encontrado en Zaragoza, de Jan Potocki; Melmoth el errabundo, de Charles Robert Maturin; El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde; El monje, de Matthew Lewis; Carmilla, de Sheridan Le Fanu y «El vampiro», de Polidori, entre muchas obras. Y si hablamos de autores más recientes, pueden leer obras de Stephen King, Clive Barker, Richard Matheson, Anne Rice, Arthur Machen, H. P. Lovecraft y Dan Simmons, por mencionar sólo a algunos pocos de los escritores de terror más conocidos de nuestro tiempo.

Pero si prefieren que les recomiende un libro en particular y les interesan los relatos de zombis, pueden conseguir el libro que les comento en esta entrada, el cual está destinado —así lo aclara el texto de la contraportada— a lectores adultos. Se trata de la Antología Z, volumen 4, que tiene el subtítulo Zombimaquia. Este libro fue coordinado por el escritor español Rubén Serrano y fue publicado por Dolmen Editorial. La edición es del año 2011, pero aún se consigue, posiblemente en reimpresión. Obviamente hay tres antologías previas a ésta, y unas posteriores, creo que ya van en la número 7 u 8. Yo sólo tengo este volumen, pero después de leerlo me han dado ganas de conseguir el resto de las antologías, pues la verdad ésta, la número 4, vale la pena: tiene en general buenos relatos, y algunos realmente espléndidos.

Este volumen está compuesto de 20 cuentos, 19 de ellos escritos por autores españoles y uno traducido del inglés, del escritor Mike Resnick. La edición de la colección es muy, muy bonita, tanto su portada como sus páginas interiores. Lo que le falta al libro, sin duda, son unas páginas con las fichas de los autores, para que los lectores podamos ubicarlos y enterarnos de qué otras cosas han escrito, de dónde son, qué edad tienen, etcétera.

Rubén Serrano, el antologador, escribe también el prólogo. Comienza por reconocer que «los zombis están de moda» y que los encontramos en todas partes, cine, televisión, cómics, revistas, novelas de ciencia-ficción y de fantasía, en Internet, en videojuegos, juegos de mesa, la música, el arte... Y apunta: «existe toda una cultura zombi; un fenómeno que prolifera, aunque pocos comprenden».


Volumen 1


Este punto de la poca comprensión que se tiene del fenómeno zombi me parece fundamental, pero es un tema para tratar después. Por el momento sigamos con el prólogo de Rubén Serrano, quien líneas después escribe: «[...] por su propia supervivencia, las técnicas de los vivos para hacer frente a la nueva amenaza han tenido que adaptarse y superarse a sí mismas. Surge así la 'zombimaquia', la lucha contra los muertos andantes». (El término zombimaquia es pariente de tauromaquia. Si este último término está formado por las palabras griegas que significan 'toro' y 'lucha', quiere decir que zombimaquia es el arte de pelear con los zombis... Para que vean que todos los días se aprende algo nuevo.) Y para cerrar su prólogo, escribe: «Y al final, casi siempre, los humanos dejan aflorar su verdadero ser, en ocasiones más terrible que el de esos pobres seres putrefactos, haciendo inevitable la pregunta: ¿quién es realmente el monstruo?»

Esta es precisamente la pregunta que muchas de las grandes obras del terror nos obligan a hacernos, comenzando, por supuesto, con Frankenstein.

El libro abre con el cuento llamado «Condemnata Regina», de Elena Montagud. Este relato me parece espléndido y nos narra la parte final del mito de Dido y Eneas, pero con zombis. El efecto es buenísimo, sobre todo debido a la escritura del texto. Los invito a que consulten primero el mito de Dido y Eneas para que verdaderamente puedan saborear esta narración espectacular.

El cuento «Las últimas horas», de Gervasio López, nos cuenta, en efecto, las últimas horas de la relación formada por Martín y Eliza. Son una pareja que vive en ese desolado paisaje posterior al apocalipsis zombi. Pero son atacados. Los zombis son demasiados, y aunque la pareja pelea y resiste por un tiempo pero finalmente tienen que huir, y uno de los zombis logra agarrar del cabello a Eliza e hincarle los dientes en un hombro. Martín despedaza al atacante, pero sabe que todo está perdido para su mujer. Martín recuerda su vida con Eliza mientas observa, lloroso, su metamorfosis. Sabe lo que debe hacer. Sin embargo, espera... no se atreve a hacerlo... ni sabe si se atreverá... Se trata de un relato que explora la muerte y el proceso de cambio, de zombificación, en el seno de una pareja que se ama. Es efectivo e interesante, aunque no sea tremendamente original.

«Carne Tabú», de Fermín Moreno González, es una espeluznante narración postapocalíptica. La gente vive en tribus. El hambre es permanente. Ponen trampas para comer ratas. Los zombis son un peligro constante, así como otros animales, como los osos. Todo ha cambiado. Cuando las personas mueren de muerte natural dejan de ser consideradas gente de la tribu y pueden ser devoradas por la tribu. Como el hambre es permanente, la gente come gente. No pueden matar a las personas para comérselas, hay aún una especie de moral, una especie de ley. Pero los errores suceden, los accidentes pasan, y el castigo de la tribu por comer lo que denominan 'carne-tabú' es aterrador. El final de este relato es siniestramente genial.  

El cuento «Testigo invisible», de Ramón López, me ha parecido interesantísimo, aunque el autor ha quebrantado algunas de las leyes clásicas de la mitología zombi (y no les digo cuáles para dejarlos a ustedes descubrir estas infracciones). Sin embargo, esto no es tan grave, pues al igual que sucede con las obras literarias y cinematográficas de vampiros, de hombres-lobo y de momias, por ejemplo, cada autor agrega o elimina características, según sus gustos o las necesidades de su historia.

En este relato el punto de vista es espléndido pues el narrador es un fantasma. Un hombre va a un hospital a que le hagan una operación que se supone es sencilla y, sin embargo, muere. Él no ve túneles ni luces, sólo ve la sala de operaciones y a los médicos trabajando en su propio cadáver. No sabe qué hacer así que se queda a vagar por el hospital, recorriéndolo todo y disfrutando de su invisibilidad. Luego de algunos días le toca ver la llegada de un hombre con unas mordidas, que por supuesto son de un zombi, pero esto no lo sabe nadie en el hospital. Y ve cómo muere, y cómo revive a los pocos minutos, y lo ve atacar a un médico y a una enfermera... que a su vez reviven para atacar a otros. Y es entonces cuando sucede lo más extraño... como si el hecho de que un fantasma nos narre la historia de unos zombis no fuera lo suficientemente extraño, ¿no? Pero esto, claro, ya no se los voy a contar. Estoy seguro, eso sí, de que los lectores de terror van a disfrutar mucho este relato.

El cuento «Cambio de presa», de María Delgado, está narrado por un sociópata, un asesino en serie. Como verán la idea es también sumamente interesante, y se puede apreciar la importancia del punto de vista de la narración. Cuando la lucha contra los zombis era más desesperada, cuando los ejércitos ya no eran suficientes, se recurrió al reclutamiento de voluntarios, y luego a los presos. Y después a los presos condenados a muerte. Este es el caso del narrador, un asesino en serie condenado a muerte. Le ofrecen cambiarle la pena si acepta luchar contra los zombis. El tipo, por supuesto, acepta... y obviamente no les puedo contar nada más. Este cuento es muy efectivo y bastante original.


Volumen 2


«Es peluznante», así con la palabra separada como si se tratara de verbo y adjetivo, es un relato de Senén Lozano. No son raros los relatos de humor negro en el género del terror. No son raros tampoco los relatos de este tipo que son buenos o muy buenos, pero tampoco se les encuentra todos los días. Esta narración a mí me ha parecido particularmente ingeniosa, y la verdad me gusta muchísimo. El narrador es un coreógrafo famoso al que han llamado, pagándole muy bien, para que le enseñe unos pasos de baile a un grupo de no-muertos que han sido resucitados por un brujo. Ya de entrada la idea es muy buena, pero el desarrollo del relato, el lenguaje del personaje y el final son estupendos. No puedo contarles nada más para no arruinarles su lectura.

Hay otra narración espléndida, escrita por Darío Vilas, de la que no puedo ni decirles el título para no telegrafiarles el argumento. Sólo les puedo decir que se desarrolla poco después de terminada la guerra civil española, en 1939, y que es de esos relatos de venganza que son muy satisfactorios porque en realidad se trata, con todo y sus lamentables pérdidas, de justicia poética.

Otro relato que incluso lleva su tema en el título mismo es «La venganza de Erika», de Lydia Alfaro. Sin embargo, es una narración muy diferente a la anterior, y el motivo para la venganza es también muy diferente, pero lógico. Es una obra mucho más tradicional en su contexto y en su tratamiento que las comentadas hasta ahora. Se ubica en los días posteriores al primer mes de la plaga de los muertos vivientes. Los personajes centrales son un grupo de amigos que se la han pasado sobreviviendo en esa pesadilla en que se ha convertido su mundo y, por supuesto, no terminan de entender qué es lo que sucede. Van de escondite en escondite, durmiendo en casas abandonadas, buscando comida, matando zombis y buscando otros sobrevivientes. En sus conversaciones externan lo que piensan y una de sus sospechas es que esa plaga haya sido provocada por alguna nación o grupo con la intención de deshacerse de una parte de la humanidad. Es sólo una teoría, pero es interesante. Como ya apunté, dentro del género es un relato tradicional, pero es sólido y efectivo.

En el extremo opuesto, es decir en lugar de clásico y de terror es humorístico y experimental, se encuentra el cuento «Me llamo Marcos y soy de Cádiz», escrito por Julián Sancha Vázquez. Es un texto complejo y, por momentos, hasta confuso, pero muy divertido. Es una de esas obras que, en principio, se burlan de todo lo que tocan: los zombis, el machismo, el feminismo, el terror, la sociedad, la manera de hablar de los gaditanos (es decir de los nacidos en Cádiz), los lectores, la literatura, las convenciones editoriales académicas y más. Y lo hace bien.


Volumen 3


Por el momento aquí termina este comentario. Todavía reseñaré algunos cuentos más de este libro que a mí me parece sumamente interesante, y supongo que lo será para todos los adultos jóvenes interesados en la literatura de terror y específicamente en las narraciones de zombis.

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Antología Z, volumen 4, Zombimaquia. Coordinador: Rubén Serrano. Dolmen Editorial. 310 págs.





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