Chicos prodigiosos
de Michael Chabon
Jesús Guerra
Este año se cumplen 25 de la aparición, en inglés, de la segunda
novela del escritor estadounidense Michael Chabon (nacido en 1963): Chicos
prodigiosos (cuyo título original es Wonder Boys). En español se
publicó dos años después, en 1997, en Anagrama, con traducción de Mauricio
Bach. Le fue bien con la crítica y sólo estuvo nominada a un premio, el
International Dublin Literary Award. Su gran éxito de crítica y ganadora del
premio Pulitzer para ficción fue su siguiente novela, Las asombrosas
aventuras de Kavalier y Clay, publicada en el año 2000, y en español, en
Mondadori, en 2002 (espero pronto comentarla aquí, también). Sin embargo, Chicos
prodigiosos a mí me gusta mucho, quizá porque sus personajes son
escritores, aspirantes a escritores, editores y profesores de literatura, es
decir, lectores.
En el 2000, además, se estrenó la versión cinematográfica de Chicos
prodigiosos (que en inglés lleva el mismo título del libro, pero en México
tiene el ridículo nombre de Un loco fin de semana), una cinta
infravalorada que a pesar de que tuvo buenas críticas no funcionó en la
taquilla norteamericana (y supongo que tampoco en la mexicana) debido a una
mala campaña de publicidad, y aunque tuvo varias nominaciones para los Óscares
en 2001, sólo ganó el de Mejor Canción, para Bob Dylan. El estupendo guion lo
escribió de Steve Kloves, la magnífica dirección fue de Curtis Hanson
(1945-2016), y las deliciosas interpretaciones estuvieron a cargo de Michael
Douglas, Tobey Maguire, Frances McDormand, Robert Downey Jr., Katie Holmes y
Rip Torn. A pesar de los inevitables cambios en la adaptación, la cinta es
formidable.
El personaje central y narrador de la historia es Grady Tripp, un
novelista y profesor de escritura creativa de cuarenta y tantos años, exjoven
prodigio, autor de un par de novelas de cierto éxito, que lleva siete años sin
poder terminar lo que él considera su gran obra... aunque tiene sus dudas.
Simplemente no la puede terminar y ya lleva más de dos mil páginas escritas. La
novela que escribe se llama, precisamente, Wonder boys (aquí hay que
explicar que en inglés esta expresión significa lo que dice el título en
español, Chicos prodigiosos, es decir, jóvenes brillantes, muy
prometedores, que destacan desde temprana edad, pero también puede tener el
sentido que Tripp, jugando con las palabras, le da en su propia novela, que
sería simplemente «Los chicos Wonder», pues trata de unos hermanos que se
apellidan así).
La novela transcurre en un fin de semana; empieza el viernes en la tarde
al final de una clase de Grady, en la cual los compañeros de James Leer le
hacen pedazos el cuento que presentó al taller. Esa noche hay una fiesta en la
casa del director del departamento de Literatura y de su esposa, Sara, pues al
día siguiente empieza el Word Fest, es decir, un festival con conferencias de
escritores y otros eventos que pretenden reunir a los escritores locales con
editores nacionales, etc., y la historia termina el domingo en la noche. Para
el evento está invitado Terry Crabtree, amigo y editor de Grady, y asistirá
como estudiante y asistente de los organizadores Hannah Green, una alumna de
Grady que vive en su casa pues le renta el sótano. Pero esa noche llega también
James Leer, que no estaba invitado, y termina invitándolo Grady a pasar a la
reunión. Se trata de un fin de semana explosivo porque todos los personajes
centrales están en crisis.
Grady está en crisis porque lleva siete años trabajando en una obra
que no puede ni sabe cómo terminar, y porque esa misma mañana su mujer —su
tercera esposa— lo abandonó, y esa tarde se entera que su amante, Sara Gaskell,
la esposa de su jefe, está embarazada y el hijo es suyo, y porque en realidad
no sabe qué hacer con su vida pues siente que está envejeciendo y, por
supuesto, se niega a aceptarlo. Crabtree está en crisis porque lleva varios
años sin publicar ninguna obra de éxito, está a punto de que lo corran, y
siente la presión de conseguir un buen libro pronto, y el libro que Grady lleva
años prometiéndole simplemente no está terminado... y quizá porque también se
niega a madurar. Sara está en crisis porque no sabe qué hacer con su embarazo
ni con su matrimonio ni con su amante. Hanna está en crisis —muy controlada—
porque está enamorada de Grady... Y James está en crisis porque es joven... y
es brillante, y tampoco tiene idea qué hacer con su vida. Así que todos juntos,
en una especie de juerga permanente, producen una historia divertidísima y
caótica pero también íntima, inteligente, llena de descubrimientos personales
y, por supuesto, de referencias literarias y cinematográficas. Chicos
prodigiosos es una novela que se lee con un enorme placer.
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Chicos
prodigiosos. Michael
Chabon. Traducción de Mauricio Bach. Anagrama, colección Panorama de Narrativas
(1ª. ed., 1997, Barcelona). 335 págs.
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