sábado, 2 de julio de 2011

Harry Potter, el fenómeno editorial






Harry Potter.

El mundo mágico de J.K. Rowling

El siguiente artículo apareció en el segundo número de la revista Lecturas Tu Red, correspondiente a los meses septiembre-diciembre de 2003, cuando acababa de ser publicado el quinto tomo de la saga en inglés, y aún no se editaba en español. En este tiempo han aparecido las últimas dos novelas de la serie y casi todas las versiones cinematográficas de las mismas (la segunda parte de la séptima entrega fílmica, es decir, la octava película, se estrena a nivel mundial dentro de dos semanas). Debido a que “todo termina el 15 de julio”, hemos querido compartir este artículo en el blog, así como las reseñas de las primeras cinco novelas (que publicaremos aquí en los próximos días), mismas que aparecieron en el mismo número mencionado de la revista. Al leer este artículo, quienes estuvieron al tanto del fenómeno literario, único en la historia del libro, recordarán datos de este acontecimiento… quizá irrepetible.



HARRY POTTER,
EL FENÓMENO EDITORIAL

Jesús Guerra

Casi todos hemos leído o escuchado algo acerca de Harry Potter. De hecho, yo no conozco a nadie que no sepa quién es Harry Potter. Ese fenómeno es interesante porque no se trata de un actor famoso ni de un músico adorado por las masas ni de un deportista ultraconocido, sino de un personaje de ficción, creado por la escritora J. K. Rowling (Joanne Kathleen Rowling) y, más importante aún, de un personaje que, aunque ya ha aparecido en dos películas muy taquilleras, se hizo famoso cuando era un personaje de novela, un personaje que sólo existía en palabras sobre papel, pero también en la imaginación de millones de personas de todo el mundo.

Una de las características más interesantes de este fenómeno editorial es que comenzó siendo un éxito de ventas en Inglaterra, su país de origen, sin que la mercadotecnia tuviera nada que ver. Según se cuenta, la autora escribió el primer libro con la ayuda económica de una beca. El libro apareció en un tiraje más o menos pequeño y comenzó a venderse, y fueron los mismos niños los que, recomendándoselo unos a otros, lo convirtieron en un éxito, en un principio modesto.

Cuando el primer libro se publicó en los Estados Unidos, el tiraje inicial fue de 30 mil ejemplares. Para un país con tirajes ridículamente bajos como México, 30 mil ejemplares son un mundo de libros, pero para la industria editorial norteamericana se trata de una edición pequeña. Pudo haber sido menor, incluso, pero ya llegaba precedido de buenas ventas en Gran Bretaña. El libro pronto alcanzó el primer lugar de la lista de best-sellers del periódico The New York Times, pero aun así no fue reseñado en el famoso suplemento literario de dicha publicación (el muy influyente The New York Times Book Review), hasta que alcanzó las 14 semanas en la lista de los libros más vendidos. La cuestión era muy sencilla: no sólo la autora era una desconocida sino que nadie le prestaba mucha atención a las obras para niños y jóvenes. El único precedente era un libro que, en 1952, había estado tres semanas en la lista de los más vendidos (Charlotte’s Web de E. B. White). El éxito de Harry Potter fue tal, que obligó al suplemento a crear una lista especial de best-sellers infantiles y juveniles.


La fama creció con los dos libros siguientes. Para el año 2000 en que apareció el cuarto volumen en inglés (en sendas ediciones británica y norteamericana) la fama se volvió internacional. En ese año aparecieron los tres primeros volúmenes en español, y al año siguiente el cuarto.

Tanto en Estados Unidos como en Gran Bretaña, las editoriales echaron la casa por la ventana con el lanzamiento de The Goblet of Fire. En Londres, un tren como el que lleva a los alumnos de magia a la escuela Hogwarts, recorría las librerías. En Estados Unidos se realizaron fiestas infantiles en las librerías desde la noche precedente a la fecha en que estaba programado el inicio de la venta del libro, con actores disfrazados como los personajes leyendo fragmentos de la novela y otros eventos similares. A las 12 de la noche comenzó la venta. Los niños, acompañados de sus padres, hicieron cola de varias cuadras en librerías de Nueva York, y llenaron los corredores de librerías de diversos tamaños en casi todo el país. Ese libro, el cuarto, rompió el récord norteamericano de cantidad de ejemplares impresos en una primera edición con 3 millones 750 mil ejemplares, mismos que se vendieron en unos cuantos días. ¿Sería posible un éxito mayor?

A principios del segundo trimestre del 2003 se estableció la fecha de lanzamiento del quinto volumen de la serie (que será de siete), tanto en Inglaterra como en Estados Unidos (y otros países de lengua inglesa): el sábado 21 de junio. Para comenzar, la editorial norteamericana, partiendo de las ventas del libro anterior, decidió romper nuevamente el récord de ejemplares impresos en una primera edición: ahora sería de seis millones de ejemplares. ¿Se venderían igual que la ocasión anterior? Si para la publicidad de la primera edición del primer volumen de la serie (cuando imprimió los muy modestos 30 mil ejemplares) la editorial Scholastic le concedió un presupuesto de 100 mil dólares para publicidad, ahora le dedicó tres millones y medio de dólares. El fenómeno se repitió: se organizaron las fiestas infantiles en las librerías, se formaron las enormes colas de compradores, y volvió la locura. El resultado: cinco millones de ejemplares vendidos ¡el mismo sábado 21 de junio! (y estamos hablando sólo de la edición estadounidense y de las ventas en Norteamérica y Canadá). No tengo datos sobre las ventas de la edición inglesa, que además se exporta a Australia, Nueva Zelanda y muchos otros países, pero según una nota del New York Times, el gerente de una librería de Australia declaró que tuvieron que capacitar a sus empleados “para abrir las cajas de libros con rapidez”. 

Algunas notas y reportajes aparecidos en el mencionado diario neoyorkino en los días posteriores al lanzamiento del quinto tomo de la serie, Harry Potter and the Order of the Phoenix, me han dejado pasmado: por ejemplo, una entrevista con una jovencita de 14 años, Mary Stein, quien compró el libro en las primeras horas del 21 de junio. A la mañana siguiente se levantó temprano y se puso a leer; para las nueve de la noche ya había terminado las 870 páginas del nuevo volumen, y todavía dijo que lo pudo haber terminado antes, pero se detuvo durante una hora a llorar porque uno de los personajes importantes de la saga muere cerca del final del libro (cosa que, por cierto, ya había revelado la autora en una entrevista pocos días antes del lanzamiento). Otra niña entrevistada para el reportaje, Emma Cash, de 11 años, dijo que ha leído los primeros cuatro tomos, ni más ni menos que 18 veces cada uno. (“Young Potter Fans See Hero Maturing With Them”, por Julie Salomon, julio 27, The New York Times.) ¿Tenemos en México lectores así de apasionados?


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