viernes, 23 de noviembre de 2012

A tiro limpio, de Boris Vian




A tiro limpio
de Boris Vian

Jesús Guerra

Boris Vian, nacido el 10 de marzo de 1920 en Ville d’Avray, Francia, tuvo una vida intensa y veloz, marcada indudablemente por sus problemas cardiacos, mismos que comenzaron cuando tenía apenas 12 años. Vian estaba condenado a morir joven. Estudió ingeniería, dibujaba, tocaba la trompeta en una orquesta de jazz, y escribió como enloquecido: canciones, poemas, cuentos, obras de teatro, óperas, guiones de cine, críticas musicales y novelas. Además fue traductor, actor, director artístico de dos compañías discográficas y cantante.

A los 21 años se casó con su primera esposa, Michelle Léglise, con quien tuvo a sus hijos Patrick y Carol. A los 23 años empezó a tocar la trompeta para la orquesta amateur de jazz de Claude Abadie. A los 25 terminó de escribir la novela Vercoquin y el plancton (publicada dos años después), a los 26 terminó La espuma de los días, novela por la que, ese mismo año (1946) fue candidato al Prix de la Pléiade, que no se ganó a pesar de que su candidatura estaba apoyada por Raymond Queneau y Jean-Paul Sartre, de quienes era amigo.

Escribía a una velocidad endiablada: en agosto de 1946 redactó su novela Escupiré sobre vuestras tumbas (best-seller de 1947), y entre septiembre y noviembre del mismo 46 escribió otra novela: El otoño en Pekín, publicada también en el 47, con su nombre. Con Escupiré sobre vuestras tumbas, Boris Vian hizo algo genial: publicó la novela con el nombre de Vernon Sullivan y él, Vian, apareció como traductor y redactor del prefacio, en el que explicó que el estilo y los temas de Sullivan impedían que sus obras fuesen publicadas en Estados Unidos, su país de origen. Pronto (y en el caso de Vian es realmente «pronto») publicó otras tres novelas bajo el seudónimo de Sullivan: Todos los muertos tienen la misma piel, Que se mueran los feos (1948) y Con las mujeres no hay manera (1950). Pero no sólo escribía lo de Sullivan, sino también lo propio: L’equarrissage pour tous (teatro, 1947), Cantilènes en gelée (poemas, 1949), Las hormigas (cuentos, 1949), La hierba roja (novela, 1950).

Mientras tanto, sus obras tenían destinos diversos. Su libro más conocido ha sido, siempre, su primer Sullivan. Escupiré sobre vuestras tumbas pasó de ser un best-seller en el 47 a una obra prohibida en el 48. Para 1950, por ofender las costumbres y la moral, ya eran los dos primeros libros de Sullivan los condenados. Pero Vian seguía escribiendo, y muy vian.

Además de sus óperas, obras teatrales y espectáculos, Vian escribió todavía El arrancacorazones (1951) y la versión definitiva de El otoño en Pekín (1956). En 1954 se volvió a casar (con Ursula Vian-Kübler). Entre 1954 y 1959 se dedicó a producir discos, a hacer giras de conciertos y a escribir canciones, comedias musicales y guiones de cine. Entre sus canciones más famosas se encuentra «El desertor», una obra pacifista hija de la posguerra, la cual tiende a ser prohibida cada vez que el gobierno francés requiere de sus jóvenes para acciones militares.

A Boris Vian le encantaba el cine, y escribió una serie de guiones cortos, publicados apenas hace relativamente pocos años. Una de sus ilusiones era ver la versión fílmica de Escupiré sobre vuestras tumbas (para esas fechas ya se sabía que la obra era suya). Hubo varios intentos de negociación y varias versiones de adaptación, problemas con los productores y Vian quedó fuera del proyecto. Finalmente, Vian fue a ver una proyección especial de la cinta, con la que no estaba de acuerdo. Y ahí, en la sala cinematográfica, el 23 de junio de 1959, durante los primeros minutos de la proyección, murió el autor del poema «No quisiera morir», a los 39 años de edad. Su muerte pudo haberla inventado para alguno de sus personajes. Vian tuvo una muerte digna de su imaginación.

Uno pensaría que un autor como Boris Vian merece una mayor cantidad de lectores, pero quizá no sea así, quizá un número mayor de lectores no lo merezcan a él. En Estados Unidos, por ejemplo, ni siquiera se encuentran traducidos todos sus libros. Sin embargo, en Francia, a pesar de la ambivalente relación que las editoriales tuvieron con Vian, ahora ha sido ya admitido en el panteón de los grandes literatos pues en el 2009, en el cincuentenario de su muerte, se publicaron biografías y dossiers, y Gallimard publicó sus obras completas.

Justamente debido a esta conmemoración, se publicó en español, por primera vez (en Tusquets, en España en diciembre de 2009 y en México en mayo de 2010), la primera novela de Boris Vian, cuyo título original me parece difícil de traducir: Trouble dans les andains. Tusquets la publicó, con traducción de Juan Manuel Salmerón, como A tiro limpio (aunque según Wikipedia hay otras dos ediciones castellanas cuyos títulos hacen desconfiar de sus traducciones: Jaleosas andadas y Temblor en los Andes).

A tiro limpio fue escrita por Boris Vian cuando tenía 23 años de edad, y dijo que la había escrito para sus amigos. Supongo que con esto no se refería sólo a que estaba dedicada al gusto de sus amigos, sino a que pensaba hacer (o lo hizo, no sé) una edición de tiraje limitado para regalársela, o que simplemente se las leyó en alguna de sus míticas fiestas. La novela es en realidad un chiste. Es breve y es surrealistamente loca. Es muy divertida en algunos pasajes y es ya plenamente borisvianesa. Quizá no sea el mejor libro para comenzar a leer la obra de Vian, pero para quienes ya han leído algunas de sus novelas, A tiro limpio es interesante por ser ésta el inicio de su trabajo literario, aún si él mismo no la tomó en serio.

El conde Adelfín de Belfulano («nacido hacía treinta años, se preciaba con justo título de tener un cuerpo que muchos monitores de gimnasia normalmente constituidos le habrían envidiado si hubieran sido víctimas de tres accidentes de automóvil consecutivos y de varias explosiones bien controladas») se prepara para ir a una fiesta en la casa de la baronesa de Cantorina. Pasa por su amigo Serafinio Alvaraide y llegan a la reunión. Ahí, tras un apagón, Adelfín se da cuenta de que le han robado un extraño objeto, un barbarón bífido auténtico. Y comienza la aventura, en la que también participan el mayor Loostiló (el origen de este apellido es maravilloso, además aunque se llama Jacques Loostiló «usaba tarjetas de visita con el nombre de Jean Dupont, pero eran robadas» ) y su amigo Antioquío Timbratimbres. Hay otro personaje interesante, que en unos capítulos es inca y en otros es azteca, llamado Popotepec Atlazotl.

La aventura, la verdad, no soy capaz de resumirla. Suceden demasiadas cosas en pocas páginas. Es una alucinación, un verdadero viaje surrealista, en el que los personajes se trasladan en Cadillac, en hidroavión, en bote, nadan, buscan al Barón Visi, se enfrentan a un villano de apellido Vandenbuic, lanzan granadas, disparan, son atacados, atacan… En el camino encuentran un manuscrito que les proporciona extrañas claves relacionadas con su caso. Hasta que logran su objetivo… creo.

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A tiro limpio. Boris Vian. Traducción de Juan Manuel Salmerón. Tusquets Editores. Colección Andanzas número 708. 1a edición, España: diciembre de 2009. 1a edición en México: mayo de 2010. 114 págs.



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