A
tiro limpio
de
Boris Vian
Jesús
Guerra
Boris
Vian, nacido el 10 de marzo de 1920 en Ville d’Avray, Francia, tuvo
una vida intensa y veloz, marcada indudablemente por sus problemas
cardiacos, mismos que comenzaron cuando tenía apenas 12 años. Vian
estaba condenado a morir joven. Estudió ingeniería, dibujaba,
tocaba la trompeta en una orquesta de jazz, y escribió como
enloquecido: canciones, poemas, cuentos, obras de teatro, óperas,
guiones de cine, críticas musicales y novelas. Además fue
traductor, actor, director artístico de dos compañías
discográficas y cantante.
A
los 21 años se casó con su primera esposa, Michelle Léglise, con
quien tuvo a sus hijos Patrick y Carol. A los 23 años empezó a
tocar la trompeta para la orquesta amateur de jazz de Claude
Abadie. A los 25 terminó de escribir la novela Vercoquin y el
plancton (publicada dos años después), a los 26 terminó La
espuma de los días, novela por la que, ese mismo año (1946) fue
candidato al Prix de la Pléiade, que no se ganó a pesar de que su
candidatura estaba apoyada por Raymond Queneau y Jean-Paul Sartre, de
quienes era amigo.
Escribía
a una velocidad endiablada: en agosto de 1946 redactó su novela
Escupiré sobre vuestras tumbas (best-seller de 1947), y entre
septiembre y noviembre del mismo 46 escribió otra novela: El
otoño en Pekín, publicada también en el 47, con su nombre. Con
Escupiré sobre vuestras tumbas, Boris Vian hizo algo genial:
publicó la novela con el nombre de Vernon Sullivan y él, Vian,
apareció como traductor y redactor del prefacio, en el que explicó
que el estilo y los temas de Sullivan impedían que sus obras fuesen
publicadas en Estados Unidos, su país de origen. Pronto (y en el
caso de Vian es realmente «pronto») publicó otras tres novelas
bajo el seudónimo de Sullivan: Todos los muertos tienen la misma
piel, Que se mueran los feos (1948) y Con las mujeres
no hay manera (1950). Pero no sólo escribía lo de Sullivan,
sino también lo propio: L’equarrissage pour tous (teatro,
1947), Cantilènes en gelée (poemas, 1949), Las hormigas
(cuentos, 1949), La hierba roja (novela, 1950).
Mientras
tanto, sus obras tenían destinos diversos. Su libro más conocido ha
sido, siempre, su primer Sullivan. Escupiré sobre vuestras tumbas
pasó de ser un best-seller en el 47 a una obra prohibida en
el 48. Para 1950, por ofender las costumbres y la moral, ya eran los
dos primeros libros de Sullivan los condenados. Pero Vian seguía
escribiendo, y muy vian.
Además
de sus óperas, obras teatrales y espectáculos, Vian escribió
todavía El arrancacorazones (1951) y la versión definitiva
de El otoño en Pekín (1956). En 1954 se volvió a casar
(con Ursula Vian-Kübler). Entre 1954 y 1959 se dedicó a producir
discos, a hacer giras de conciertos y a escribir canciones, comedias
musicales y guiones de cine. Entre sus canciones más famosas se
encuentra «El desertor», una obra pacifista hija de la posguerra,
la cual tiende a ser prohibida cada vez que el gobierno francés
requiere de sus jóvenes para acciones militares.
A
Boris Vian le encantaba el cine, y escribió una serie de guiones
cortos, publicados apenas hace relativamente pocos años. Una de sus
ilusiones era ver la versión fílmica de Escupiré sobre vuestras
tumbas (para esas fechas ya se sabía que la obra era suya). Hubo
varios intentos de negociación y varias versiones de adaptación,
problemas con los productores y Vian quedó fuera del proyecto.
Finalmente, Vian fue a ver una proyección especial de la cinta, con
la que no estaba de acuerdo. Y ahí, en la sala cinematográfica, el
23 de junio de 1959, durante los primeros minutos de la proyección,
murió el autor del poema «No quisiera morir», a los 39 años de
edad. Su muerte pudo haberla inventado para alguno de sus personajes.
Vian tuvo una muerte digna de su imaginación.
Uno
pensaría que un autor como Boris Vian merece una mayor cantidad de
lectores, pero quizá no sea así, quizá un número mayor de
lectores no lo merezcan a él. En Estados Unidos, por ejemplo, ni
siquiera se encuentran traducidos todos sus libros. Sin embargo, en
Francia, a pesar de la ambivalente relación que las editoriales
tuvieron con Vian, ahora ha sido ya admitido en el panteón de los
grandes literatos pues en el 2009, en el cincuentenario de su muerte,
se publicaron biografías y dossiers, y Gallimard publicó sus
obras completas.
Justamente
debido a esta conmemoración, se publicó en español, por primera
vez (en Tusquets, en España en diciembre de 2009 y en México en
mayo de 2010), la primera novela de Boris Vian, cuyo título original
me parece difícil de traducir: Trouble dans les andains.
Tusquets la publicó, con traducción de Juan Manuel Salmerón, como
A tiro limpio (aunque según Wikipedia hay otras dos
ediciones castellanas cuyos títulos hacen desconfiar de sus
traducciones: Jaleosas andadas y Temblor en los Andes).
A
tiro limpio fue escrita por Boris Vian cuando tenía 23 años de
edad, y dijo que la había escrito para sus amigos. Supongo que con
esto no se refería sólo a que estaba dedicada al gusto de sus
amigos, sino a que pensaba hacer (o lo hizo, no sé) una edición de
tiraje limitado para regalársela, o que simplemente se las leyó en
alguna de sus míticas fiestas. La novela es en realidad un chiste.
Es breve y es surrealistamente loca. Es muy divertida en algunos
pasajes y es ya plenamente borisvianesa. Quizá no sea el mejor libro
para comenzar a leer la obra de Vian, pero para quienes ya han leído
algunas de sus novelas, A tiro limpio es interesante por ser
ésta el inicio de su trabajo literario, aún si él mismo no la tomó
en serio.
El
conde Adelfín de Belfulano («nacido hacía treinta años, se
preciaba con justo título de tener un cuerpo que muchos monitores de
gimnasia normalmente constituidos le habrían envidiado si hubieran
sido víctimas de tres accidentes de automóvil consecutivos y de
varias explosiones bien controladas») se prepara para ir a una
fiesta en la casa de la baronesa de Cantorina. Pasa por su amigo
Serafinio Alvaraide y llegan a la reunión. Ahí, tras un apagón,
Adelfín se da cuenta de que le han robado un extraño objeto, un
barbarón bífido auténtico. Y comienza la aventura, en la que
también participan el mayor Loostiló (el origen de este apellido es
maravilloso, además aunque se llama Jacques Loostiló «usaba
tarjetas de visita con el nombre de Jean Dupont, pero eran robadas»
) y su amigo Antioquío Timbratimbres. Hay otro personaje
interesante, que en unos capítulos es inca y en otros es azteca,
llamado Popotepec Atlazotl.
La
aventura, la verdad, no soy capaz de resumirla. Suceden demasiadas
cosas en pocas páginas. Es una alucinación, un verdadero viaje
surrealista, en el que los personajes se trasladan en Cadillac, en
hidroavión, en bote, nadan, buscan al Barón Visi, se enfrentan a un
villano de apellido Vandenbuic, lanzan granadas, disparan, son
atacados, atacan… En el camino encuentran un manuscrito que les
proporciona extrañas claves relacionadas con su caso. Hasta que
logran su objetivo… creo.
.
. . . . . . . . . . . . . .
A
tiro limpio. Boris Vian. Traducción de Juan Manuel Salmerón.
Tusquets Editores. Colección Andanzas número 708. 1a edición,
España: diciembre de 2009. 1a edición en México: mayo de 2010. 114
págs.
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