Equilibrio
de Viktoria Tókareva
Jesús Guerra
El libro Equilibrio,
de la autora rusa Viktoria Tókareva está compuesto por tres cuentos. El primero
es el que le da el título al libro, «Equilibrio», en el cual una mujer —la
narradora—, cuyo nombre no sabemos, se quiere suicidar. No parce encontrarse en
una profunda depresión ni tener problemas agudos muy específicos, o al menos no
los menciona, al parecer simplemente está cansada de vivir. Su edad no la
sabemos pero quizá deba andar —al igual que ella misma calcula de manera poco
precisa las edades de los personajes que nos va presentando a lo largo del
texto— entre los 30 y los 50 años. Recurre a ejemplos de la literatura
universal pero ningún método de suicidio la convence. Y entonces dice, o
piensa, lo siguiente:
«¿Qué queda? Ahorcarse no es estético. Arrojarme por una
ventana me da miedo. Lo que me gustaría es que la muerte llegara sin que yo me
diera cuenta, me tomara cariñosa de la mano y me llevara en pos de sí como a la
felicidad. Como a los brazos de la persona amada después de una larga
separación. Porque es lo mismo. La vida es una separación de la eternidad. Llegué
de la eternidad y volveré a ella. La vida sólo es una pausa entre ambas
eternidades, y es algo completamente personal —mío— el tiempo que esta pausa se
prolongue».
Debido a que este personaje (y la autora también) es rusa,
evidentemente vive en un ambiente muy frío, así que matarse por congelamiento
es lo que de alguna manera le resultaría lo más sencillo, por tanto, sin
pensarlo mucho más, se da un baño, se cubre sólo con una sábana y sale a su
balcón. La temperatura exterior es de 30 grados bajo cero. Su primera sorpresa,
en esos momentos, es que el frío quema. Sentía como si estuviera parada en una
hoguera. Pero está dispuesta a morir y se queda ahí.
Sin embargo, en esos momentos pasa del balcón vecino al
suyo un hombre que le pide permiso para salir por su departamento. Ella le dice
que sí, y como ella es muy amable acompaña al hombre hasta la puerta. Aunque no
se conocían, ese hombre es su vecino, y es médico. El vecino se da cuenta de
las intenciones de la mujer, y como él tiene que ir al hospital, le pide que
vaya con él. No para curarla, pues la mujer está bien, sino para vigilarla. Y
ella, que fuera de matarse no parece tener otra cosa que hacer, decide
acompañarlo... Y esto es sólo el inicio del cuento, aquí comienzan las
aventuras del día de esta mujer que quiere matarse. El cuento es interesante,
está muy bien escrito (y está muy bien traducido) y es, sobre todo, muy
divertido, aunque toca temas terribles, como el de la soledad y el de la
enfermedad.
El segundo cuento, el más breve, es «Un rato de trabajo»;
en él, Sievka, que es un niño como los demás, quizá un poco más guapo que
algunos de sus compañeros, estaba jugando con algunos amigos en el patio de la
escuela cuando se le acercó una mujer a pedirle su nombre y su teléfono, y le
preguntó si le gustaría trabajar en el cine. Algo tan sencillo como eso marcó
de inmediato una diferencia entre la vida de Sievka y la de sus compañeros, por
lo menos por un tiempo. La madre de Sievka, sin perder tiempo alguno, le habló
a todos sus familiares y amistades para darles la notica, que a Sievka le
habían pedido que trabajara en el cine, y luego agregó de su cosecha «en el
papel principal». Los amigos y las amigas de Sievka ya lo veían diferente, y
comenzaron a imitar lo que hacía. Para todos ellos Sievka ya era una
celebridad.
En pequeño, en ese microcosmos de alguna manera
provinciano —el Moscú soviético—, en un entorno familiar, y en un tono más bien
tierno, la autora explora esta idea de la fama que tiene la gente común y
corriente, y por supuesto su deseo de la misma.
El tercer cuento, el más extenso, se llama «Cien gramos
para armarse de valor». Se trata de un cuento clásico en sus temas, en su
estructura y en sus personajes, y creo que pudo haber sido concebido por
Charles Chaplin para una de sus películas. En un edificio vive Nikitin, un
joven «colaborador científico», sea lo que sea que esto significara en la Rusia
soviética de los años 80. En el edificio de enfrente vive una chica guapa que
todos los días practica el arpa sentada junto a la ventana. Por supuesto, a
Nikitin le encanta esta chica, y cuando ella toca su instrumento, él la observa
de ventana a ventana. Está enamorado.
Una noche Nikitin se decide y la llama por teléfono. Ella
contesta. Él le dice quién es y le propone salir a dar un paseo una de esas
noches. Ella, que dice llamarse Natasha, menos tímida de lo que él se
imaginaba, o más práctica, le dice que vaya a su departamento de una vez, que
ahí deciden a dónde salir. Nikitin se sorprende pero acepta. Quedan de verse un
rato después. Nikitin comienza a arreglarse. Pero al salir no está convencido,
así que va a la casa de su mentor y jefe en el trabajo, y le pregunta cómo se
ve. El jefe es un hombre de mundo, así que le presta una corbata y una chamarra
para que luzca mejor. Ya cambiado, más elegante, se encamina al edificio de
Natasha, pero cuando está a punto de llegar pierde valor. Decide tomarse un
trago —aunque él no toma— y va a un almacén, una de esas tiendas soviéticas en
las que había que hacer cola para ser atendido. Nikitin quiere una botella
pequeña, y por algún motivo que no entiendo, lo que quiere Nikitin es una
botella de 100 gramos, así que podemos suponer que es una de 100 mililitros,
pero en la tienda no hay, sólo botellas más grandes. Otras personas están en la
misma situación de Nikitin, así que dos individuos le proponen comprar una
botella grande entre los tres y dividírsela. Nikitin acepta, y así es como
conoce a Fedia, un borrachín que quiere un trago a como dé lugar... Y así es
como Nikitin, sin proponérselo, se embarca en una aventura nocturna que no
tiene nada que ver con Natasha.
En estos tres cuentos, tragicómicos y tiernos, la
escritora rusa Viktoria Tókareva nos presenta personajes surgidos de la gente
común y corriente de la Rusia de los últimos años de la URSS. Se trata de un
libro publicado en su idioma original en el año 1990, aunque alguno de sus
textos es varios años anterior, y publicado en español por la Editorial Circe,
con traducción de Selma Ancira, en el año de 1993. No se trata de un libro
reciente, aunque creo que la editorial ha hecho reimpresiones posteriores, pero
si se quiere encontrar se puede. Vale la pena para comenzar a conocer la obra
de esta narradora, muy popular en su país.
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Equilibrio. Viktoria Tókareva. Traducción de
Selma Ancira. Editorial Circe. Barcelona, 1993. 98 páginas.
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