La pesca con mosca
de
Gonzalo Calcedo
Jesús Guerra
Zacarías
es el jefe de una oficina regional de una empresa nacional (de España) dedicada
a realizar préstamos a pequeñas empresas. Telonius es su adjunto, digamos el
subjefe, y por ahora los únicos dos empleados de la oficina. El pueblo en donde
se encuentran es pequeño, y por la crisis (una de las tantas crisis económicas,
nacionales y globales) no hay empresas nuevas en la región. Desde hace meses la
burocrática y fantasmal dirección de la empresa despidió al resto de los
empleados de la oficina de Zacarías. Ahora, jefe y subjefe se encuentran solos
en la oficina a la que ya no va nadie. Cualquiera diría que ha cerrado sus puertas.
Pero Zacarías y Telonius llegan todos los días puntuales al trabajo a no hacer
nada. Salen a comer primero uno y después el otro, como si tuvieran clientes
que atender. Cumplen con todas sus horas de oficina. No quieren perder su
trabajo, por supuesto. Y en cualquier momento algo podría suceder.
Para
mantener las apariencias, hacen una solicitud de material de oficina a la
empresa. Hojas, plumas, sobres y grapas que en realidad no van a usar, salvo la
tinta para el fax, pues semana a semana la empresa les envía el pronóstico del
tiempo regional. Lo curioso, en todo caso, no es que ellos pretendan que trabajan
ante la lejana dirección de la empresa, pues no quieren que cierren su oficina,
sino que ellos mismos pretendan trabajar para engañarse a sí mismos, engaño que
no siempre funciona. Releen expedientes inútiles, cada uno se sienta en su
escritorio y se marcan por el teléfono interno, siguen rutinas laborales
vacías...
«Simulaban
una afectada ocupación, sabedores de que no había nada dañino en ello. Se
despidieron y Zacarías fue al despacho contiguo al suyo y localizó el memorando
encima de otros expedientes. Estaba fechado hacía tres meses, pero era el
último papel recibido y consideraba su contenido en vigor.»
Telonius
es soltero y mantiene una vida social más o menos normal y se las da de Don
Juan. Mantiene relaciones efímeras con un sinfín de mujeres, y sus aventuras se
las cuenta a su jefe, sin demasiados detalles, ya que Zacarías es un tipo que
se ve a sí mismo como moralmente recto. Zacarías está casado con Anita y su
matrimonio es aburridísimo. Tienen una hija adolescente que no los soporta.
Un
día reciben una llamada de la empresa de mensajería diciéndoles que les llegó
un paquete grande para que manden por él. Al verlo creen que les enviaron
material de oficina extra pero al abrir el paquete encuentran botellas de vino,
embutidos y regalos de lujo. ¿Qué significa eso? Deciden almacenarlo todo sin
tocarlo (aunque con el paso del tiempo se van tomando las botellas), pues
suponen que se trata de un error... luego suponen que se trata de una
conspiración, para probarlos. ¿De la dirección de la empresa? ¿De alguno de los
antiguos empleados de esa oficina, con ánimo vengativo? Jefe y subjefe
desconfían uno del otro.
Zacarías
no quiere hablar de esto con su mujer pues teme preocuparla, pero su extraño
comportamiento le indica a Anita que su marido la engaña. Así que la
conspiración fantasma tiene repercusiones incluso en la vida matrimonial de
Zacarías.
Telonius
y Zacarías a veces se permiten llegar una media hora tarde. Una mañana en que
Zacarías aún se encuentra en su casa recibe una llamada de su subalterno quien
le dice que vaya de inmediato a la oficina porque llegó una persona. En efecto,
Zacarías encuentra a una mujer, de aspecto enfermizo, llamada Nadia, la cual ha
sido transferida a esa oficina regional, procedente de otra oficina regional.
Los papeles están en regla, y hasta les avisaron de ello varias semanas antes
en uno de los faxes que Telonius y Zacarías recogen de la máquina y engrapan
pero ni se molestan en leer. Todo eso, por supuesto, les parece sumamente
sospechoso.
Esta
novela corta, de apenas 134 páginas, trata de la vida de los pueblos pequeños,
de las apariencias, de las rutinas y del significado que le damos a las mismas,
trata de la burocracia, del caos disfrazado de orden rigurosamente clasificado,
trata del vacío y del sinsentido, trata de la ridiculez de tomarse demasiado en
serio a uno mismo y a la vida, trata, de una manera sosegadamente divertida,
del aburrimiento, del estancamiento de las ilusiones y las esperanzas y su
posterior desaparición. Kafka y Camus se dan la mano en una oficina regional de
un pueblo español, gracias al talento de Gonzalo Calcedo, nacido en Palencia en
1961, autor de varios volúmenes de relatos, entre ellos Esperando al enemigo y La
madurez de las nubes, ambos publicados por Tusquets. La pesca con mosca es una novelita que vale mucho la pena de buscar
y leer. Es una obra muy inteligente y muy gratificante.
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La
pesca con mosca. Gonzalo Calcedo. Tusquets
Editores. Colección Andanzas. Barcelona, 2003. 136 págs.
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