El sentido de un final
de Julian Barnes
Jesús Guerra
Tony Webster, un hombre de sesenta y tantos años, divorciado y
retirado, nos cuenta su vida a grandes rasgos. Sus años de preparatoria, su
primera novia, sus amigos, su matrimonio con Margaret, su relación con su hija,
Susie, y sus preocupaciones actuales, que tienen que ver con las sorpresas del
envejecimiento y sus intentos por comprender no sólo la vida, sino su propia
vida. En la preparatoria sus mejores amigos eran Colin y Alex. Los tres eran
como los tres mosqueteros. Eran irreverentes y rebeldes. Un día tuvieron un
nuevo compañero, Adrian Finn, que sin ser tan irreverente resultó el más
inteligente. A partir de que se conocieron, el grupo pasó a ser de cuatro,
igualmente inseparables, igualmente hambrientos de conocimientos, de literatura
y, claro está, de sexo. «Si Alex había leído a
Russell y a Wittgenstein, Adrian había leído a Camus y a Nietzsche. Yo había
leído a George Orwell y Aldus Huxley; Colin a Beaudelaire y a Dostoievski». (p.
19.) Y nos aclara: «Sí, desde luego que éramos pretensiosos: ¿para qué otra
cosa sirve la juventud?» (p. 19).
Una mañana se enteran de que un compañero de la escuela
murió. Después saben que en realidad se suicidó, y se dice que debido a que
embarazó a su novia. El chico se apellidaba Robson. No era un muchacho
brillante ni aparentemente interesante así que nunca se acercaron a él, no lo
conocían realmente, pero les sorprendió que Robson no sólo hubiera logrado
tener una novia, sino que tuviera relaciones sexuales con ella. El grupo de
Webster no había logrado ni siquiera la primera de las dos cosas.
En una clase, ante la pregunta ¿qué es la historia?,
Webster respondió: «La historia son las mentiras de los vencedores». El maestro
le respondió «...siempre que recuerdes que es también los autoengaños de los
derrotados...» Finn, por su parte, citando a un autor francés, dijo «La
historia es la certeza obtenida en el punto en que las imperfecciones de la
memoria topan con las deficiencias de documentación». El maestro le pidió a Fin
que pusiera un ejemplo y éste respondió: «El suicidio de Robson...» Estos
hechos, estos recuerdos, resultarán claves para la interpretación del resto de
la novela.
Cuando los amigos se separaron porque fue cada uno a una
universidad diferente, y la amistad quedó relegada a las vacaciones, Webster
consiguió andar con su primera novia, Veronica Ford, una chica que en su
momento fue fascinantemente extraña. Webster incluso fue invitado por ella a
pasar un fin de semana en la casa de sus padres, un fin de semana de eventos
superficiales que por algún motivo se volvieron importantes en la memoria de
Webster. Por su parte, Tony la invitó a Londres a conocer a sus amigos; hasta
una foto quedó de recuerdo de esa ocasión. Poco tiempo después se rompió la
relación de Tony y Veronica; y más adelante explotó una pequeña bomba, cuando
Tony recibió una carta de Adrian Finn diciéndole que tenía una relación con su
exnovia y que esperaba que eso no fuera un problema para su amistad.
Tiempo después, a su regreso de un viaje largo, Webster se
enteró que Adrian se había suicidado. Webster intentó interpretar esa muerte, y
lo logró, a su manera y desde su perspectiva, y era una interpretación tan
favorable, tan racional, que hasta le parecía admirable pues así Adrian
demostró que había tenido el control de su vida y de su muerte, en tanto que
él, Webster, se había dejado conducir por la vida. Cuatro décadas después,
Webster recibe la llamada de un abogado, y poco después una carta, que lo
obligarán a buscar a su antigua exnovia y a reinterpretar no sólo la muerte de
Adrian sino su propia vida. ¿Qué cosas recordamos y qué olvidamos? ¿Cómo
interpretamos los sucesos de nuestra existencia? ¿Qué historias nos contamos a
nosotros mismos acerca de nosotros mismos y de los demás? Ya desde que Webster
nos contaba más o menos confiado la primera versión de los hechos tenía cuidado
con esto de los recuerdos y las interpretaciones: «Una vez más, debo recalcar
que ésta es mi lectura actual de lo que sucedió entonces. O, mejor dicho, mi
recuerdo ahora de la lectura que hice entonces de lo que estaba sucediendo.»
(p. 57.) Y más adelante: «[...] a medida que los testigos de tu vida
disminuyen, hay menos corroboración y, por consiguiente, menos certeza de lo
que eres o has sido.» (p. 79.) Y es aquí en donde aquellas respuestas que
dieron él, Finn y el maestro a la pregunta ¿qué es la historia?, son útiles
quizá no para encontrar la verdad de lo sucedido, sino para mostrar apenas el
camino que podría, quizá, acercarse a ella.
Edición en catalán |
Son varias las historias, las relaciones, las vidas a
cuyos finales hay que encontrarles un sentido, incluidos, claro está, el final
de esta novela y el de nuestra propia vida. El final de El sentido de un
final es complejo, muchos lectores opinan que lo mejor que puede hacerse al
terminar de leer esta obra espléndida de Julian Barnes es pasar a la primera
página y comenzar a leerla de nuevo, a la búsqueda de claves de interpretación,
de datos que olvidamos, sí, pero también al reencuentro del enorme placer que
nos brinda esta novela y, de hecho, que nos brindan todos los libros de este
autor.
De Julian Barnes (nacido en Leicester, Inglaterra, en
1946) les recomiendo todos sus libros, léanlos en el orden en que caigan en sus
manos. A continuación apunto su bibliografía:
Novelas
* Metrolandia (Metroland, 1980), Anagrama.
* Antes de conocernos (Before She Met Me,
1982), Anagrama.
* El loro de Flaubert (Flaubert's Parrot,
1984), Anagrama.
* Mirando al sol (Staring at the Sun, 1986),
Anagrama.
* Una historia del mundo en diez capítulos y medio (A
History of the World in 10½ Chapters, 1989), Anagrama.
* Hablando del asunto (Talking It Over,
1991), Anagrama.
* El puercoespín (The Porcupine, 1992),
Anagrama.
* Inglaterra, Inglaterra (England, England,
1998), Anagrama.
* Amor, etcétera (Love, etc, 2000, es la
continuación de Hablando del asunto), Anagrama.
* Arthur
& George (Arthur & George, 2005), Anagrama.
* El sentido de un final (The Sense of an Ending,
2011), Anagrama.
Relatos
* Al otro lado del Canal (Cross Channel,
1996), Anagrama.
* La mesa limón (The Lemon Table, 2004),
Anagrama.
* Pulso (Pulse, 2011), Anagrama.
Ensayos, memorias y obra periodística:
* Letters
from London (1995).
* Something
to Declare (2002).
* El perfeccionista en la cocina (The
Pedant in the Kitchen, 2003), Anagrama.
* Nada que temer (Nothing
to Be Frightened Of, 2008), Anagrama.
* Through
the Window (2012).
* Levels
of Life (2013).
Tiene también unas novelas policiacas publicadas con el
seudónimo Dan Kavanagh, de las que sólo una ha sido publicada en español:
* Duffy
(1980).
* Fiddle
City (1981).
* Con las botas puestas (Putting
the Boot In, 1985), Montesinos Editor.
* Going to
the Dogs (1987).
Edición en alemán |
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El sentido de un final. Julian Barnes. Traducción de Jaime
Zulaika. Editorial Anagrama, en sus colecciones Panorama de Narrativas y
Compactos. 188 págs. Esta novela ganó el Premio Booker en 2011.
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