martes, 19 de enero de 2016

¿Por qué nos gustan las vampiras?





¿Por qué nos gustan las vampiras?

Jesús Guerra

Hay una antología estupenda llamada Vampiras. Antología de relatos sobre mujeres vampiro, publicada en inglés, en los Estados Unidos, en 1987, aunque en español la primera edición apareció hasta 1999 (y ha seguido reeditándose) en la Editorial Valdemar. Hay dos ediciones, la de lujo, en la colección Gótica, y la de bolsillo, en la colección El Club Diógenes. El libro contiene 16 cuentos de extensiones muy diversas, que muestran un panorama amplio de lo que existe en este subgénero (vampiras) del subgénero vampiros de la literatura de terror. De los 16 cuentos antologados, tres son del siglo XIX, y 13 del siglo XX. El más antiguo es de 1836 y el más reciente es de 1979. Los cuentos están ordenados de manera cronológica, lo cual es interesante y útil pues así podemos captar la evolución de los relatos de vampiras a lo largo de aproximadamente siglo y medio.

A continuación transcribo el índice del libro. Cualquier lector mínimamente familiarizado con la literatura de terror reconocerá por lo menos a algunos de los autores de los cuentos, comprenderá la importancia de esta antología, y sentirá el deseo de leer este libro.

1) La muerta enamorada (Théophile Gautier)
2) Carmilla (Joseph Sheridan Le Fanu)
3) El misterio de Ken (Julian Hawthorne)
4) Luella Miller (Mary Wilkins Freeman)
5) Pues la sangre es vida (Francis Marios Crawford)
6) Almas en pena (Seabury Quinn)
7) Entre la nieve (August Derleth)
8) La capa (Robert Bloch)
9) Cuando había luz de luna (Manly Wade Wellman)
10) Herencia (David H. Keller)
11) La chica de los ojos hambrientos (Fritz Leiber)
12) La última tumba de Lill Warran (Manly Wade Wellman)
13) El vestido de seda blanca (Richard Matheson)
14) Sólo sale de noche (William Tenn)
15) Uno para el camino (Stephen King)
16) Roja como la sangre (Tanith Lee)

(En el blog Tan-Tan encontrarán mis comentarios de cada uno de estos cuentos, aquí.)




Pero ahora vale la pena detenernos a intentar responder una pregunta fundamental, una que los lectores que no leen literatura de terror nos hacen con frecuencia a quienes sí leemos libros de vampiros, y una pregunta que quizá nos hacemos a nosotros mismos: ¿por qué nos gustan las narraciones de vampiros?

Esta pregunta la formula e intenta responderla Charles G. Waugh, el compilador de la antología mencionada, en la introducción del libro. Luego de afirmar que los vampiros y las vampiras son uno de los temas más comunes y populares de los relatos de monstruos, el antologador nos brinda algunas posibles razones que expliquen la popularidad del vampiro.

En la naturaleza existen animales e insectos que son vampiros, por ejemplo, los mosquitos y algunas variedades de mariposas y, sobre todo, de murciélagos. Esto es ya, de hecho, suficiente para el salto de la imaginación humana, a la paranoia y a la ficción.

Cita un artículo de una revista estadounidense en la que el autor del mismo, Bruce Wallace, dice que el temor a los vampiros podría provenir desde que nuestros antepasados, los hombres de las cavernas, eran mordidos por murciélagos con rabia. Los humanos infectados irían adentrándose en las cavernas para huir de la luz, y en las últimas etapas de la enfermedad saldrían de la oscuridad, enloquecidos y agresivos, a morder a otros miembros de la tribu. Y los mordidos por estos enfermos, comenzarían a repetir el ciclo. El hecho de saber reconocer a estos enfermos tendría, lógicamente, un valor importante para la supervivencia, de ahí que este temor probablemente quedara grabado genéticamente en la memoria de nuestra especie.

Cita a Basil Cooper, autor de un libro, la traducción de cuyo título sería «Los vampiros en leyendas y en hechos», el cual dice que a lo largo de la historia humana han existido individuos que sienten una morbosa satisfacción al beber la sangre de los vivos, e incluso de los recientemente fallecidos.

Cita también a Douglas Hill, autor de un libro cuyo título en español sería «Historia de los fantasmas, los vampiros y los hombres-lobo», el cual explica que antes de los avances médicos del siglo 20 eran frecuentes los entierros prematuros debido a las características de ciertas enfermedades. Creyendo muerto al enfermo, lo enterraban vivo. Cuando los aldeanos supersticiosos, buscando vampiros, abrían las tumbas de estos pobres seres que habían muerto enterrados, los encontraban con facciones de terror en sus rostros, en posiciones distintas a las que tenían al ser enterrados, y con sangre en los dedos y en la boca, por los esfuerzos que habrían realizado intentando escapar de la tumba. Al encontrarlos así, los buscadores de vampiros creían encontrar pruebas de vampirismo en aquellos cadáveres.




Si bien para los adultos los relatos de vampiros, fantasmas y otras criaturas sobrenaturales son una fuente de distracción y emoción, gracias a las cuales escapamos de nuestras rutinas cotidianas, muchos de estos mismos adultos utilizaban estas narraciones para infundir miedo en sus hijos como una manera de controlarlos, por ejemplo, para que no estuvieran fuera de casa después de anochecer.

Es decir, la naturaleza, la evolución, algunas enfermedades, algunos errores médicos, la superstición, ciertos elementos folclóricos y ciertas medidas de seguridad familiar dieron origen a determinadas leyendas que se convirtieron en la base de argumentos y personajes que han causado una verdadera fascinación en el ser humano moderno. Si es cierto aquello de que entre el amor y el odio hay una distancia muy corta, lo mismo parece suceder entre la repugnancia, el miedo y la fascinación.

En el caso de nuestro gusto por las vampiras, hay que agregar a las explicaciones anteriores, algunas explicaciones más. El antologador y autor de la introducción a este libro apunta varios motivos:

Primero: entre los seguidores de la literatura fantástica, hay lectores adolescentes que le tienen miedo a las mujeres jóvenes. La fascinación y el miedo se entrelazan. O, mejor dicho, la fascinación, el deseo y el miedo. Por lo tanto, dice textualmente el autor, «la lógica del mercado hace que los relatos sobre vampiras siempre tengan» un buen recibimiento. «Permiten introducir alusiones sexuales y ofrecen la posibilidad de caricaturizar a las mujeres convirtiéndolas en inciertas combinaciones de peligro y atractivo».

El segundo motivo está entretejido con el primero, y es el siguiente: «Los vampiros tienden a lograr sus fines mediante la seducción y la hipnosis, por lo que las hembras de la especie encajan en la tradición judeocristiana de 'Eva la tentadora'».

Tercero: Algunos de estos relatos «iluminan las desigualdades a que las mujeres deben enfrentarse en la vida, algunos permiten presentar mujeres fuertes y capaces de afirmar su voluntad ya sea de forma directa o comparativa, y algunos tratan temas típicos del feminismo en una forma revisada y trascendente que sorprenderá a quienes no estén familiarizados con ellos».

La tercera razón está más centrada en los autores. A ellos les pueden resultar atractivas las vampiras para mostrar las desigualdades entre géneros, y para crear personajes femeninos fuertes y con mucho poder. Y esto quizá era claro en épocas anteriores. Para los lectores, sin embargo, me parece que los dos primeros motivos son los más importantes: por la mezcla entre el miedo, el deseo y la fascinación. Porque las vampiras, con su capacidad de seducir, están relacionadas con la Eva tentadora de la cultura judeocristiana.

Háganme caso. Lean esta antología. Les aseguro que la van a disfrutar enormemente.

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Vampiras. Antología de relatos sobre mujeres vampiro. Editorial Valdemar. Colecciones Gótica y El Club de Diógenes. 532 págs.

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Si quieres leer los comentarios de cada uno de los cuentos del libro, haz clic aquí:


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