¿Por qué nos gustan las vampiras?
Jesús Guerra
Hay una antología estupenda llamada Vampiras. Antología
de relatos sobre mujeres vampiro, publicada en inglés, en los Estados
Unidos, en 1987, aunque en español la primera edición apareció hasta 1999 (y ha
seguido reeditándose) en la Editorial Valdemar. Hay dos ediciones, la de lujo,
en la colección Gótica, y la de bolsillo, en la colección El Club Diógenes. El
libro contiene 16 cuentos de extensiones muy diversas, que muestran un panorama
amplio de lo que existe en este subgénero (vampiras) del subgénero vampiros de
la literatura de terror. De los 16 cuentos antologados, tres son del siglo XIX,
y 13 del siglo XX. El más antiguo es de 1836 y el más reciente es de 1979. Los
cuentos están ordenados de manera cronológica, lo cual es interesante y útil
pues así podemos captar la evolución de los relatos de vampiras a lo largo de
aproximadamente siglo y medio.
A continuación transcribo el índice del libro. Cualquier lector
mínimamente familiarizado con la literatura de terror reconocerá por lo menos a
algunos de los autores de los cuentos, comprenderá la importancia de esta
antología, y sentirá el deseo de leer este libro.
1) La muerta enamorada (Théophile Gautier)
2) Carmilla (Joseph Sheridan Le Fanu)
3) El misterio de Ken (Julian Hawthorne)
4) Luella Miller (Mary Wilkins Freeman)
5) Pues la sangre es vida (Francis Marios Crawford)
6) Almas en pena (Seabury Quinn)
7) Entre la nieve (August Derleth)
8) La capa (Robert Bloch)
9) Cuando había luz de luna (Manly Wade Wellman)
10) Herencia (David H. Keller)
11) La chica de los ojos hambrientos (Fritz Leiber)
12) La última tumba de Lill Warran (Manly Wade Wellman)
13) El vestido de seda blanca (Richard Matheson)
14) Sólo sale de noche (William Tenn)
15) Uno para el camino (Stephen King)
16) Roja como la sangre (Tanith Lee)
(En el blog Tan-Tan encontrarán mis
comentarios de cada uno de estos cuentos, aquí.)
Pero ahora vale la pena detenernos a intentar responder
una pregunta fundamental, una que los lectores que no leen literatura de terror
nos hacen con frecuencia a quienes sí leemos libros de vampiros, y una pregunta
que quizá nos hacemos a nosotros mismos: ¿por qué nos gustan las narraciones de
vampiros?
Esta pregunta la formula e intenta responderla Charles G.
Waugh, el compilador de la antología mencionada, en la introducción del libro.
Luego de afirmar que los vampiros y las vampiras son uno de los temas más
comunes y populares de los relatos de monstruos, el antologador nos brinda
algunas posibles razones que expliquen la popularidad del vampiro.
En la naturaleza existen animales e insectos que son
vampiros, por ejemplo, los mosquitos y algunas variedades de mariposas y, sobre
todo, de murciélagos. Esto es ya, de hecho, suficiente para el salto de la
imaginación humana, a la paranoia y a la ficción.
Cita un artículo de una revista estadounidense en la que
el autor del mismo, Bruce Wallace, dice que el temor a los vampiros podría
provenir desde que nuestros antepasados, los hombres de las cavernas, eran
mordidos por murciélagos con rabia. Los humanos infectados irían adentrándose
en las cavernas para huir de la luz, y en las últimas etapas de la enfermedad
saldrían de la oscuridad, enloquecidos y agresivos, a morder a otros miembros
de la tribu. Y los mordidos por estos enfermos, comenzarían a repetir el ciclo.
El hecho de saber reconocer a estos enfermos tendría, lógicamente, un valor
importante para la supervivencia, de ahí que este temor probablemente quedara
grabado genéticamente en la memoria de nuestra especie.
Cita a Basil Cooper, autor de un libro, la traducción de
cuyo título sería «Los vampiros en leyendas y en hechos», el cual dice que a lo
largo de la historia humana han existido individuos que sienten una morbosa
satisfacción al beber la sangre de los vivos, e incluso de los recientemente
fallecidos.
Cita también a Douglas Hill, autor de un libro cuyo título
en español sería «Historia de los fantasmas, los vampiros y los hombres-lobo»,
el cual explica que antes de los avances médicos del siglo 20 eran frecuentes
los entierros prematuros debido a las características de ciertas enfermedades.
Creyendo muerto al enfermo, lo enterraban vivo. Cuando los aldeanos
supersticiosos, buscando vampiros, abrían las tumbas de estos pobres seres que
habían muerto enterrados, los encontraban con facciones de terror en sus
rostros, en posiciones distintas a las que tenían al ser enterrados, y con
sangre en los dedos y en la boca, por los esfuerzos que habrían realizado
intentando escapar de la tumba. Al encontrarlos así, los buscadores de vampiros
creían encontrar pruebas de vampirismo en aquellos cadáveres.
Si bien para los adultos los relatos de vampiros,
fantasmas y otras criaturas sobrenaturales son una fuente de distracción y
emoción, gracias a las cuales escapamos de nuestras rutinas cotidianas, muchos
de estos mismos adultos utilizaban estas narraciones para infundir miedo en sus
hijos como una manera de controlarlos, por ejemplo, para que no estuvieran fuera
de casa después de anochecer.
Es decir, la naturaleza, la evolución, algunas
enfermedades, algunos errores médicos, la superstición, ciertos elementos
folclóricos y ciertas medidas de seguridad familiar dieron origen a
determinadas leyendas que se convirtieron en la base de argumentos y personajes
que han causado una verdadera fascinación en el ser humano moderno. Si es
cierto aquello de que entre el amor y el odio hay una distancia muy corta, lo
mismo parece suceder entre la repugnancia, el miedo y la fascinación.
En el caso de nuestro gusto por las vampiras, hay que
agregar a las explicaciones anteriores, algunas explicaciones más. El
antologador y autor de la introducción a este libro apunta varios motivos:
Primero: entre los seguidores de la literatura fantástica,
hay lectores adolescentes que le tienen miedo a las mujeres jóvenes. La
fascinación y el miedo se entrelazan. O, mejor dicho, la fascinación, el deseo
y el miedo. Por lo tanto, dice textualmente el autor, «la lógica del mercado
hace que los relatos sobre vampiras siempre tengan» un buen recibimiento.
«Permiten introducir alusiones sexuales y ofrecen la posibilidad de
caricaturizar a las mujeres convirtiéndolas en inciertas combinaciones de
peligro y atractivo».
El segundo motivo está entretejido con el primero, y es el
siguiente: «Los vampiros tienden a lograr sus fines mediante la seducción y la
hipnosis, por lo que las hembras de la especie encajan en la tradición
judeocristiana de 'Eva la tentadora'».
Tercero: Algunos de estos relatos «iluminan las
desigualdades a que las mujeres deben enfrentarse en la vida, algunos permiten
presentar mujeres fuertes y capaces de afirmar su voluntad ya sea de forma
directa o comparativa, y algunos tratan temas típicos del feminismo en una
forma revisada y trascendente que sorprenderá a quienes no estén familiarizados
con ellos».
La tercera razón está más centrada en los autores. A ellos
les pueden resultar atractivas las vampiras para mostrar las desigualdades
entre géneros, y para crear personajes femeninos fuertes y con mucho poder. Y
esto quizá era claro en épocas anteriores. Para los lectores, sin embargo, me
parece que los dos primeros motivos son los más importantes: por la mezcla
entre el miedo, el deseo y la fascinación. Porque las vampiras, con su
capacidad de seducir, están relacionadas con la Eva tentadora de la cultura
judeocristiana.
Háganme caso. Lean esta antología. Les aseguro que la van
a disfrutar enormemente.
. . . . . . . . . . . . . . .
Vampiras. Antología de relatos sobre
mujeres vampiro.
Editorial Valdemar. Colecciones Gótica y El Club de Diógenes. 532 págs.
. . . . . . . . . . . . . . .
Si quieres leer los comentarios de cada uno de los cuentos
del libro, haz clic aquí:
No hay comentarios:
Publicar un comentario