jueves, 13 de diciembre de 2018

El orden del día, de Éric Vuillard





El orden del día
de Éric Vuillard

Jesús Guerra

El orden del día es una novela corta sorprendente, tanto por su estilo como por su tema, que provoca un efecto doble en el lector: el placer y la emoción de la lectura debido al estilo y a la inteligencia del autor, y una especie de desilusión, tristeza y miedo debido al contenido histórico y sus implicaciones en el presente y en el futuro del planeta. Y es que, aunque se trata de una obra de ficción, en realidad está basada en hechos históricos. ¿Por qué entonces decimos que es una novela? Porque las escenas relatadas han tenido que ser inventadas o reinventadas por el autor, pero lo que está alrededor de dichas escenas y el resultado de las mismas es verídico. Es decir, se sabe que sucedieron, pero los registros de estas o no existen tal cual, o se encuentran en libros de memorias y en diversos tipos de documentos y el autor las ha ensamblado de una nueva manera.

El autor de esta obra es el francés Éric Vuillard. La novela se ganó el Premio Goncourt 2017, el premio literario de mayor prestigio en Francia para autores de lengua francesa. Como ya señalé, la novela es bastante breve, está dividida en 16 capítulos, que se extienden por sólo 141 páginas. Cada dos o tres capítulos nos narran una escena, o diversos aspectos de una escena (o una secuencia) de una historia mucho más grande que, a grandes rasgos (pero no del todo bien), ya conocemos: el ascenso de Hitler al poder y el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Cada escena es autónoma con respecto a las demás del libro, y cada una es sorprendente. Como ejemplo, menciono la escena inicial en la que 24 grandes empresarios alemanes asistieron a una junta secreta, convocada por el partido nazi, para recabar fondos para las siguientes elecciones.


Edición francesa


Esos empresarios eran las cabezas de compañías que aún hoy están entre nosotros, y que crecieron con la guerra, y siguieron creciendo después, algunas de ellas, en la Alemania nazi incluso construyeron fábricas cercanas a los campos de concentración para utilizar mano de obra esclava. ¿Y a quienes estaban detrás de esas empresas alguien les pidió cuentas por su actuación en la guerra? Por supuesto que no. Estamos hablando de BASF, Bayer, Agfa, Opel, IG Farben, Siemens, Allianz, Telefunken... El autor escribe: «Están ahí, en todas partes, bajo la forma de cosas. Nuestra vida cotidiana es la suya. [...] Y los 24 sujetos presentes en el palacio del presidente del Reichstag, ese 20 de febrero, no son sino sus mandatarios, el clero de la gran industria; [...] Y se mantienen ahí, impasibles, como 24 calculadoras en las puertas del Infierno».

Está también la escena en la que «Halifax, lord presidente del Consejo británico, acudió a Alemania, a título personal, invitado por Hermann Göring», y el político inglés no sólo cenó y se divirtió con su anfitrión, y además conoció a Hitler, sino que a su regreso escribió: «El nacionalismo y el racismo son fuerzas pujantes, ¡pero no las considero ni contra natura ni inmorales!»

Los estridentes prolegómenos para la anexión de Austria. Las reuniones de políticos alemanes e ingleses. Una comida planeada para retrasar la reacción británica ante la invasión de Austria... Y esa escena patética en la que los alemanes no llegaron a Viena —aunque ya el pueblo austriaco los esperaba en las calles, ondeando banderitas nazis— porque la «impresionante maquinaria alemana de la guerra» en realidad todavía no estaba a punto y se quedó tirada, descompuestos los tanques y los demás vehículos, apenas pasada la frontera, y tanto el temor como la admiración se debía a la propaganda cinematográfica nazi, ésa sí, en todo su esplendor. El autor apunta: «Y lo que sorprende de aquella guerra es el inaudito triunfo de la desfachatez, por lo que debemos tener presente una cosa: el mundo se rinde ante el bluff».


Edición en inglés


Göring realizaba llamadas con otros funcionarios siguiendo un guion, porque en realidad eran llamadas destinadas a los espías británicos. Y sus llamadas, digámoslo así, secretas, eran transcritas por personal a su servicio, por órdenes suyas, quizás pensando en la posteridad, cuando los nazis gobernaran el mundo. Pero fue en los juicios de Núremberg en donde se leyeron transcripciones de llamadas contradictorias. En efecto: el bluff y la propaganda.

El autor nos dice, en el capítulo «Sonrisas y lágrimas», de esta especie de ensayo novelado, que todas las películas que tenemos de los enormes mítines nazis y de muchos momentos de la guerra, hasta antes de la llegada de los soviéticos y los norteamericanos, son en realidad películas propagandísticas, en las que además de los seguidores convencidos estaban los acarreados, y en donde el audio ha sido arreglado para que las reacciones populares ante los discursos de Hitler fueran grandiosas (emotivas o intimidantes, según el punto de vista). Todas esas imágenes en movimiento del nazismo en ascenso forman parte, en realidad, del filme dirigido en última instancia por Goebbels.

La Segunda Guerra Mundial no fue como nos la han contado en el cine. En todas las guerras, pasadas y presentes, hay demasiados hechos secretos, demasiados tratos realizados en la oscuridad, demasiada injusticia, demasiado dinero involucrado, demasiados negocios de por medio... Necesitamos tanto los grandes libros de historia de investigadores independientes como ensayos novelados breves, como éste, que en pocas páginas nos muestren un poco de lo mucho que desconocemos y nos dejen sin aliento.


Edición mexicana


Éric Vuillard, el autor de esta novela sorprendente nació en la ciudad francesa de Lyon en 1968. Es escritor, dramaturgo y cineasta. Es autor de Conquistadores (2009), de Congo (2012), de La batalla de Occidente (2013), de Tristeza de la tierra: una historia de Buffalo Bill (2014) y de 14 de julio (2016), todas ellas ganadoras de importantes premios, y hasta donde entiendo, ninguna aún traducida a nuestra lengua.

Mi recomendación: consigan de inmediato este libro y léanlo tan pronto puedan. En una o dos tardes lo van a terminar y lo más probable es que al acabarlo comiencen a leerlo de nuevo.

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La orden del día. Éric Vuillard. Traducción de Javier Albiñana. Tusquets Editores (1a. ed. en España, marzo 2018; 1a. ed. en México, abril 2018). 144 págs.





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