La lotería
de Shirley Jackson
(Segunda de dos partes)
Jesús Guerra
En entradas anteriores escribí aquí un poco de la vida de
la escritora norteamericana Shirley Jackson (nacida en 1916, y fallecida en
1965, a los 48 años); comenté y recomendé su famosísima novela La maldición de Hill House, que es una novela de terror sobrenatural, que
autores como Stephen King y Neil Gaiman alaban muchísimo, y escribí también
acerca de la conmoción que causó la publicación de su cuento «La lotería»
en las páginas de la revista The New Yorker, en 1948.
En la presente entrada comento, de manera muy general,
algunas de las características de los otros relatos del libro La lotería.
Para comenzar, apunto los títulos de los 25 cuentos que forman este volumen en
la edición en español:
* La lotería
* El embriagado
* El amante diablo
* Como lo hacía mamá
* Juicio por combate
* El periódico
* Mi vida con R. H. Macy
* La bruja
* El renegado
* Usted primero, mi querido Alphonse
* Charles
* Una tarde entre lino
* El jardín de flores
* Dorothy y mi abuela y los marineros
* Coloquio
* Elizabeth
* Una firma antigua y sólida
* El muñeco
* Siete tipos de ambigüedad
* Ven a bailar conmigo en Irlanda
* Por supuesto
* La columna de sal
* Los hombres y sus zapatotes
* El diente
* Carta de Jimmy
El orden de los cuentos es diferente al de la edición
original del libro en inglés, aunque no sé si en ediciones norteamericanas
posteriores este orden haya cambiado:
* The Intoxicated
* The Daemon Lover
* Like Mother Used to
Make
* Trial by Combat
* The Villager
* My Life with R. H. Macy
II
* The Witch
* The Renegade
* After You, My Dear
Alphonse
* Charles
* Afternoon in Linen
* Flower Garden
* Dorothy and My
Grandmother and the Sailors
III
* Colloquy
* Elizabeth
* A Fine Old Firm
* The Dummy
* Seven Types of
Ambiguity
* Come Dance with Me in
Ireland
IV
* Of Course
* Pillar of Salt
* Men with Their Big
Shoes
* The Tooth
* Got a Letter from Jimmy
* The Lottery
V
* Epilogue
Quizás el cambio más notable es la ubicación del cuento
que le da título al libro, «La lotería», que en la edición en español es el
primero y en la edición en inglés es el último. En nuestra edición no hay
epílogo (quizá por ser ya anacrónico, pero no lo sé). Y en el volumen en
nuestro idioma el relato llamado «El amante diablo» es el tercero cuando en
inglés es el segundo. Y si menciono este relato es porque la edición original
del libro se llamaba en inglés 'La lotería. Las aventuras de James Harris', y
James Harris aparece, o por lo menos su nombre, en este cuento, pero aparece
además en otros relatos del libro. Así que es un personaje importante.
Edición original |
Ahora les explico la importancia de este James Harris.
Existe una balada sobre este personaje (al referirme aquí a una «balada», no me
refiero, evidentemente, a las canciones de amor que conocemos con ese nombre en
nuestros días, sino a las composiciones poéticas que narran, en verso, sucesos
tradicionales o leyendas, que se utilizaron desde fines de la Edad Media hasta
el siglo XIX aproximadamente), y varias historias acerca del llamado «amante
diablo», cuyo nombre era James Harris. Hay otras versiones de esa leyenda con
otros nombres, pero el más conocido en Estados Unidos es Harris. Este personaje
por lo general representa al seductor, o más bien a la fantasía femenina de lo
que debe ser un hombre, es decir, el hombre ideal, el príncipe azul o algo así,
aunque luego resulta que no lo es, que es más bien un engaño, un amante
traicionero.
Hay más cambios en el orden del volumen. Para algunos
lectores eso puede tener importancia al momento de leerlo. Para otros lectores,
como yo, el orden de los cuentos de un libro generalmente no tiene importancia
porque muy rara vez leo un libro de relatos en orden.
Los personajes centrales de estos relatos son siempre
mujeres. En algunos casos son jóvenes de pueblos pequeños que se van a la gran
ciudad a trabajar, a ganar dinero, a ser independientes, a «hacerla»; en otros,
la situación se invierte: son también mujeres jóvenes, pero ahora recién casadas,
a veces ya embarazadas de su primer hijo o ya con uno o dos niños pequeños, que
son chicas que crecieron, estudiaron y trabajaron en la gran ciudad —y la gran
ciudad normalmente es Nueva York o San Francisco—, mujeres que se han mudado a
un pueblo pequeño por motivos de trabajo del marido o porque ambos tienen esa
idea de que es mejor criar a sus hijos y formar una familia en una comunidad
pequeña, alejados de los peligros y la corrupción que la mencionada gran ciudad
representa.
Esto quiere decir que casi todos los personajes femeninos
son una versión de la propia autora. Una versión ficticia, pero con raíces no
sólo reales sino autobiográficas. Estas mujeres, al llegar a estos pueblos que
son su nuevo hogar, se topan con que bajo la superficie de amabilidad de la
gente hay una serie de actitudes que terminan por ser amenazantes para ellas,
las recién llegadas. Y cuando es a la inversa, a pesar de todas sus esperanzas
y deseos iniciales, terminan sucumbiendo, de una manera u otra, ante el peso
enorme de la urbe, de la realidad.
Teniendo en cuenta que Shirley Jackson era mujer, y que
todos sus personajes centrales son mujeres, me parece evidente que a las
lectoras debe de interesarles de manera particular. No estoy diciendo, lo
aclaro de una vez, que se trate de una literatura que no les interese a los
hombres. A mí su libro me parece maravilloso. Pero supongo que a las mujeres
que leen debe de interesarles de manera especial. El hecho de si su literatura
es femenina o incluso feminista es otra cuestión, a la que no voy a entrar en
este momento, aunque por supuesto son temas importantes. Así que, lectoras, les
recomiendo a ustedes, de manera especial, este libro y a esta autora.
Edición en francés |
Shirley Jackson tenía la enorme capacidad de describir y
relatar escenas de todos los días, en contextos cercanos y familiares, momentos
que no parecen interesantes a primera vista y que son, sin embargo,
interesantísimos después de pasar por el filtro de su sensibilidad, y tenía muy
buen ojo para los detalles, tanto del contexto familiar como del social; sus
descripciones de los personajes y de sus acciones son de verdad estupendas;
tenía también un gran oído para las conversaciones, para el lenguaje cotidiano,
y una habilidad extraordinaria para escribir diálogos: ahí están los pequeños
deslices, la intención de herir disfrazada de inocencia, las insinuaciones
encubiertas, las amenazas veladas... Y me gustan de manera especial los
llamados diálogos de sordos, que sabe utilizar de manera deslumbrante.
Esto quiere decir que, aunque conversen, sus personajes no están interesados en
escuchar al otro, sino sólo en hablar de lo suyo, en escuchar su propia voz.
También me parece deslumbrante la manera en que Jackson va develándonos a los
personajes a través de sus propias palabras.
Shirley Jackson insiste en algunos de los temas de sus
relatos, que por cierto no son nunca el centro de la narración, sino elementos
periféricos, lo cual los hace mucho más eficaces, como las diferencias entre la
manera de pensar de los hombres y de las mujeres, que sirve para subrayar el
sexismo imperante y la condición sometida de la mujer en los Estados Unidos a
mediados del siglo XX; las amenazas o sugerencias inquietantes que se pueden
encontrar en conversaciones aparentemente intrascendentes entre personajes
cercanos; el egocentrismo, el mal que se puede ocasionar inadvertidamente; el
mal como algo que se puede hacer o puede ocurrirnos al azar.
Jackson, en sus narraciones, parece decirnos que nuestra
civilización es una fachada, la cual nos hace sentirnos seguros ya que en
apariencia vivimos en un mundo civilizado, en una sociedad que parece
preocupada por la seguridad y el bienestar de todos, sin embargo la violencia
individual y grupal emerge con demasiada facilidad; nuestra idea de la
modernidad en la que supuestamente vivimos puede convertirse en un mundo ajeno
a nuestra condición «moderna»; lo inesperado surge en cualquier momento, así
como nuestra condición salvaje; la tendencia humana a querer sobresalir aunque
sea con mentiras, puede salirse de control sin que nos demos cuenta; nuestra tendencia
a usar máscaras, a aparentar ser lo que no somos, a humillar a quienes
percibimos como inferiores, a tratar de acabar con todo lo que sea diferente
convierten nuestro avanzado mundo en una verdadera selva. Me parece
especialmente interesante el retrato que realiza Shirley Jackson en varios de
sus cuentos, de las personas que no sólo creen que están en lo correcto, sino
que se creen atentas, bondadosas y amorosas, y que, sin embargo, son capaces de
cometer tremendas injusticias y de actuar con extrema crueldad.
Las reflexiones que provocan estas narraciones son muchas.
Los dejo para que sean ustedes quienes realicen sus propias cavilaciones, si
deciden leer este libro exquisito, inquietante y sorprendente.
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La lotería. Shirley Jackson. Traducción de
Hernán Sabaté. Debolsillo (1a. ed., marzo 2015). 326 págs.
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