jueves, 14 de noviembre de 2019

La lotería (02), de Shirley Jackson





La lotería
de Shirley Jackson

(Segunda de dos partes)

Jesús Guerra

En entradas anteriores escribí aquí un poco de la vida de la escritora norteamericana Shirley Jackson (nacida en 1916, y fallecida en 1965, a los 48 años); comenté y recomendé su famosísima novela La maldición de Hill House, que es una novela de terror sobrenatural, que autores como Stephen King y Neil Gaiman alaban muchísimo, y escribí también acerca de la conmoción que causó la publicación de su cuento «La lotería» en las páginas de la revista The New Yorker, en 1948.

En la presente entrada comento, de manera muy general, algunas de las características de los otros relatos del libro La lotería. Para comenzar, apunto los títulos de los 25 cuentos que forman este volumen en la edición en español:

* La lotería
* El embriagado
* El amante diablo
* Como lo hacía mamá
* Juicio por combate
* El periódico
* Mi vida con R. H. Macy
* La bruja
* El renegado
* Usted primero, mi querido Alphonse
* Charles
* Una tarde entre lino
* El jardín de flores
* Dorothy y mi abuela y los marineros
* Coloquio
* Elizabeth
* Una firma antigua y sólida
* El muñeco
* Siete tipos de ambigüedad
* Ven a bailar conmigo en Irlanda
* Por supuesto
* La columna de sal
* Los hombres y sus zapatotes
* El diente
* Carta de Jimmy

El orden de los cuentos es diferente al de la edición original del libro en inglés, aunque no sé si en ediciones norteamericanas posteriores este orden haya cambiado:

* The Intoxicated
* The Daemon Lover
* Like Mother Used to Make
* Trial by Combat
* The Villager
* My Life with R. H. Macy

II
* The Witch
* The Renegade
* After You, My Dear Alphonse
* Charles
* Afternoon in Linen
* Flower Garden
* Dorothy and My Grandmother and the Sailors

III
* Colloquy
* Elizabeth
* A Fine Old Firm
* The Dummy
* Seven Types of Ambiguity
* Come Dance with Me in Ireland

IV
* Of Course
* Pillar of Salt
* Men with Their Big Shoes
* The Tooth
* Got a Letter from Jimmy
* The Lottery

V
* Epilogue

Quizás el cambio más notable es la ubicación del cuento que le da título al libro, «La lotería», que en la edición en español es el primero y en la edición en inglés es el último. En nuestra edición no hay epílogo (quizá por ser ya anacrónico, pero no lo sé). Y en el volumen en nuestro idioma el relato llamado «El amante diablo» es el tercero cuando en inglés es el segundo. Y si menciono este relato es porque la edición original del libro se llamaba en inglés 'La lotería. Las aventuras de James Harris', y James Harris aparece, o por lo menos su nombre, en este cuento, pero aparece además en otros relatos del libro. Así que es un personaje importante.


Edición original


Ahora les explico la importancia de este James Harris. Existe una balada sobre este personaje (al referirme aquí a una «balada», no me refiero, evidentemente, a las canciones de amor que conocemos con ese nombre en nuestros días, sino a las composiciones poéticas que narran, en verso, sucesos tradicionales o leyendas, que se utilizaron desde fines de la Edad Media hasta el siglo XIX aproximadamente), y varias historias acerca del llamado «amante diablo», cuyo nombre era James Harris. Hay otras versiones de esa leyenda con otros nombres, pero el más conocido en Estados Unidos es Harris. Este personaje por lo general representa al seductor, o más bien a la fantasía femenina de lo que debe ser un hombre, es decir, el hombre ideal, el príncipe azul o algo así, aunque luego resulta que no lo es, que es más bien un engaño, un amante traicionero.

Hay más cambios en el orden del volumen. Para algunos lectores eso puede tener importancia al momento de leerlo. Para otros lectores, como yo, el orden de los cuentos de un libro generalmente no tiene importancia porque muy rara vez leo un libro de relatos en orden.

Los personajes centrales de estos relatos son siempre mujeres. En algunos casos son jóvenes de pueblos pequeños que se van a la gran ciudad a trabajar, a ganar dinero, a ser independientes, a «hacerla»; en otros, la situación se invierte: son también mujeres jóvenes, pero ahora recién casadas, a veces ya embarazadas de su primer hijo o ya con uno o dos niños pequeños, que son chicas que crecieron, estudiaron y trabajaron en la gran ciudad —y la gran ciudad normalmente es Nueva York o San Francisco—, mujeres que se han mudado a un pueblo pequeño por motivos de trabajo del marido o porque ambos tienen esa idea de que es mejor criar a sus hijos y formar una familia en una comunidad pequeña, alejados de los peligros y la corrupción que la mencionada gran ciudad representa.

Esto quiere decir que casi todos los personajes femeninos son una versión de la propia autora. Una versión ficticia, pero con raíces no sólo reales sino autobiográficas. Estas mujeres, al llegar a estos pueblos que son su nuevo hogar, se topan con que bajo la superficie de amabilidad de la gente hay una serie de actitudes que terminan por ser amenazantes para ellas, las recién llegadas. Y cuando es a la inversa, a pesar de todas sus esperanzas y deseos iniciales, terminan sucumbiendo, de una manera u otra, ante el peso enorme de la urbe, de la realidad.

Teniendo en cuenta que Shirley Jackson era mujer, y que todos sus personajes centrales son mujeres, me parece evidente que a las lectoras debe de interesarles de manera particular. No estoy diciendo, lo aclaro de una vez, que se trate de una literatura que no les interese a los hombres. A mí su libro me parece maravilloso. Pero supongo que a las mujeres que leen debe de interesarles de manera especial. El hecho de si su literatura es femenina o incluso feminista es otra cuestión, a la que no voy a entrar en este momento, aunque por supuesto son temas importantes. Así que, lectoras, les recomiendo a ustedes, de manera especial, este libro y a esta autora.


Edición en francés


Shirley Jackson tenía la enorme capacidad de describir y relatar escenas de todos los días, en contextos cercanos y familiares, momentos que no parecen interesantes a primera vista y que son, sin embargo, interesantísimos después de pasar por el filtro de su sensibilidad, y tenía muy buen ojo para los detalles, tanto del contexto familiar como del social; sus descripciones de los personajes y de sus acciones son de verdad estupendas; tenía también un gran oído para las conversaciones, para el lenguaje cotidiano, y una habilidad extraordinaria para escribir diálogos: ahí están los pequeños deslices, la intención de herir disfrazada de inocencia, las insinuaciones encubiertas, las amenazas veladas... Y me gustan de manera especial los llamados diálogos de sordos, que sabe utilizar de manera deslumbrante. Esto quiere decir que, aunque conversen, sus personajes no están interesados en escuchar al otro, sino sólo en hablar de lo suyo, en escuchar su propia voz. También me parece deslumbrante la manera en que Jackson va develándonos a los personajes a través de sus propias palabras.

Shirley Jackson insiste en algunos de los temas de sus relatos, que por cierto no son nunca el centro de la narración, sino elementos periféricos, lo cual los hace mucho más eficaces, como las diferencias entre la manera de pensar de los hombres y de las mujeres, que sirve para subrayar el sexismo imperante y la condición sometida de la mujer en los Estados Unidos a mediados del siglo XX; las amenazas o sugerencias inquietantes que se pueden encontrar en conversaciones aparentemente intrascendentes entre personajes cercanos; el egocentrismo, el mal que se puede ocasionar inadvertidamente; el mal como algo que se puede hacer o puede ocurrirnos al azar.

Jackson, en sus narraciones, parece decirnos que nuestra civilización es una fachada, la cual nos hace sentirnos seguros ya que en apariencia vivimos en un mundo civilizado, en una sociedad que parece preocupada por la seguridad y el bienestar de todos, sin embargo la violencia individual y grupal emerge con demasiada facilidad; nuestra idea de la modernidad en la que supuestamente vivimos puede convertirse en un mundo ajeno a nuestra condición «moderna»; lo inesperado surge en cualquier momento, así como nuestra condición salvaje; la tendencia humana a querer sobresalir aunque sea con mentiras, puede salirse de control sin que nos demos cuenta; nuestra tendencia a usar máscaras, a aparentar ser lo que no somos, a humillar a quienes percibimos como inferiores, a tratar de acabar con todo lo que sea diferente convierten nuestro avanzado mundo en una verdadera selva. Me parece especialmente interesante el retrato que realiza Shirley Jackson en varios de sus cuentos, de las personas que no sólo creen que están en lo correcto, sino que se creen atentas, bondadosas y amorosas, y que, sin embargo, son capaces de cometer tremendas injusticias y de actuar con extrema crueldad.

Las reflexiones que provocan estas narraciones son muchas. Los dejo para que sean ustedes quienes realicen sus propias cavilaciones, si deciden leer este libro exquisito, inquietante y sorprendente.

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La lotería. Shirley Jackson. Traducción de Hernán Sabaté. Debolsillo (1a. ed., marzo 2015). 326 págs.

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