Sobre los huesos de los muertos
de Olga Tokarczuk
Jesús Guerra
Quizás ustedes recuerden que la Academia Sueca, encargada
de los Premios Nobel de Literatura, se vio envuelta en un escándalo que involucró
al marido de una de las académicas del Nobel, y por ser un personaje muy
cercano a la Academia hubo hasta renuncias (lo cual no deja de ser importante
pues los puestos de los académicos del Nobel son puestos vitalicios). El caso
es que informaron que tenían que investigar y reorganizarse y que el premio
correspondiente al año 2018 lo darían hasta el año siguiente, junto con el
premio del año 2019.
Así que, por primera vez en toda la historia del Nobel,
este año se anunciaron dos acreedores al Premio Nobel de Literatura, uno
correspondiente al 2018 y el otro al 2019. El del año pasado fue para la
narradora polaca Olga Tokarczuk, y el premio de este año se le otorgó al
austriaco Peter Handke.
No sé si en el mismo anuncio que hizo la academia sueca, o
días antes, un vocero de la academia dijo que tenían la tarea de
diversificarse, de mirar hacia todo el mundo y a todas las culturas. Algo que
es evidente, pero estos dos premios se los han otorgado, otra vez, a escritores
europeos, lo cual hizo que, otra vez, le llovieran críticas a la Academia
Sueca. No podemos negar la calidad de estos autores, por supuesto, pero está
claro que también hay calidad en otras partes del planeta.
Olga Tokarczuk nació en un lugar impronunciable para
nosotros, en Polonia, el 29 de enero de 1962, así que tiene 57 años, algo más
joven que el promedio de los ganadores de este galardón. (El promedio de edad
anda por los 65 años, pues el ganador más grande fue una mujer, la inglesa
Doris Lessing, que lo recibió a los 88 años, en 2007, y el más joven fue el
también inglés Rudyard Kipling, el autor de El libro de la selva, quien
lo ganó en 1907, a los 41 años de edad.)
Olga Tokarczuk es psicóloga de profesión, pero luego de
que sus primeros libros comenzaron a tener éxito se ha dedicado exclusivamente
a escribir. Es ensayista, poeta, autora de adaptaciones escénicas, pero sobre
todo narradora, es decir, cuentista y novelista.
Ha recibido muchos premios literarios, entre ellos: el
Premio de la Asociación Polaca de Editores de Libros, en 1993; el Premio
Literario de la Fundación Koscielski, en 1997; el Premio Literario Vilenica,
otorgado a escritores de Europa Central, en 2013; el Premio Literario Nike por
la novela «Los libros de Jacob», en 2015; ha tenido varias nominaciones al
Premio Literario Nike, de ellas ha ganado cuatro veces el Premio del Público y
en el 2008 el primer Premio del Jurado de este certamen literario, por Los
errantes; en 2018 ganó el Man Booker International, también por Los
errantes, y, por supuesto, el extraño Premio Nobel de Literatura de 2018 que
no fue anunciado sino hasta el año 2019.
Para los lectores de lengua hispana es una autora bastante
desconocida pues sólo han sido traducidos tres libros suyos, de los cuales Un
lugar llamado antaño, que publicó Lumen, hasta donde sé se encuentra descatalogado.
Y los dos que sí se pueden conseguir son Sobre los huesos de los muertos,
publicado por Océano, y Los errantes (que debe de ser uno de sus mejores
novelas pues fue la que se ganó el Premio Nike en 2008 y el Man Booker Price
diez años después) que acaba de ser publicado por Anagrama.
La edición de Siruela |
Sobre los huesos de los muertos fue publicada originalmente —es
decir, en Polonia y en polaco—, en el año 2009. La traducción al español se
publicó desde 2015 (en España en la editorial Siruela, y en México en Océano),
con traducción de Abel Murcia. La historia está contada, en primera persona,
por quien es también el personaje principal, Janina Duszejko, una mujer ya algo
grande, que fue ingeniera especializada en puentes y trabajó en diversos países
pero se enfermó de un mal difícil de diagnosticar por lo cual regresó a Polonia
y cambió de carrera: comenzó a trabajar como maestra de primaria, y luego
terminó por irse a vivir a un caserío casi despoblado del campo de Polonia,
cercano a algunos pueblos y a la frontera con la República Checa.
Es una mujer solitaria, aunque con algunas relaciones
sociales, como un exalumno de ella que es traductor del poeta inglés William
Blake; con la dueña de una tienda de ropa usada de uno de los pueblos cercanos,
y con uno de sus vecinos, aunque sus casas están como a dos kilómetros de
distancia... Es una apasionada de los animales y de la astrología, y es una
mujer decididamente excéntrica, o eso parece.
Como está narrada en primera persona, Janina nos cuenta lo
que ve, lo que sucede y lo que hace, pero también muchas de sus reflexiones, de
sus sensaciones, de sus sueños y nos dice sus opiniones sobre un sinfín de
cosas. Es un personaje muy simpático, aunque a sus vecinos, conciudadanos y
quizá a muchos lectores les parezca más bien una vieja loca. Y, hay que
decirlo, tiene teorías astrológicas que son una maravilla.
Además, tiene ideas muy interesantes acerca del lenguaje.
Constantemente nos habla de palabras que le parecen ridículas o inapropiadas. Y
a los otros personajes, aunque en algún momento nos dice sus verdaderos
nombres, siempre los llama por los nombres que a ella le parece que les quedan
mejor y que, por tanto, puede recordar con más facilidad. A uno de sus vecinos
lo llama Pie Grande, a otro Pandedios, a un policía Abrigo Negro, y así por el
estilo, con todos.
Pero un día comienzan a morir una serie de personajes de
ese caserío, poco a poco, con el paso de las semanas, y aunque la policía
investiga —con mucha mayor lentitud y menos eficacia de la que a Janina le
gustaría—, ella decide realizar su propia investigación, junto con su exalumno,
Dionizy, quien la visita cada viernes, aunque la teoría de cada uno con
respecto a los crímenes y al posible criminal es diferente.
Así, entre reflexiones, teorías extravagantes —algunas fantásticas,
pero, al mismo tiempo, con una suerte de lógica poética, si queremos decirlo
con elegancia— y el retrato de su entorno, geográfico y social, que incluye no
pocas críticas a la Polonia actual, se va desarrollando esta historia que
adquiere de pronto la atmósfera de una novela policiaca. La autora, con mucha
habilidad, aprovecha esta narración para introducir temas como la ecología, la
política, la corrupción, la crueldad hacia los animales, la desigualdad de
género, el feminismo, la desigualdad social, la discriminación a los ancianos,
los prejuicios de todo tipo, el fanatismo, la religión, y algunas cosas más.
Así, esta novela, que en un inicio nos puede parecer que
arranca con cierta lentitud, pronto se convierte en una narración
interesantísima, y Janina se vuelve un personaje que se queda con nosotros
bastante después de terminar de leer el libro. Es cierto que a partir de una
sola novela es difícil determinar qué tan justo fue su premio Nobel, aunque
espero que pronto tengamos más libros de esta autora a nuestra disposición, por
el momento es una buena introducción a la obra de una novelista europea de
primera línea, y de la narradora polaca más importante de nuestros días.
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Sobre los huesos de los muertos. Olga Tokarczuk. Océano, colección
Hotel de las Letras. 304 págs.
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