lunes, 17 de marzo de 2014

Equilibrio, de Viktoria Tókareva






Equilibrio
de Viktoria Tókareva

Jesús Guerra

El libro Equilibrio, de la autora rusa Viktoria Tókareva está compuesto por tres cuentos. El primero es el que le da el título al libro, «Equilibrio», en el cual una mujer —la narradora—, cuyo nombre no sabemos, se quiere suicidar. No parce encontrarse en una profunda depresión ni tener problemas agudos muy específicos, o al menos no los menciona, al parecer simplemente está cansada de vivir. Su edad no la sabemos pero quizá deba andar —al igual que ella misma calcula de manera poco precisa las edades de los personajes que nos va presentando a lo largo del texto— entre los 30 y los 50 años. Recurre a ejemplos de la literatura universal pero ningún método de suicidio la convence. Y entonces dice, o piensa, lo siguiente:

«¿Qué queda? Ahorcarse no es estético. Arrojarme por una ventana me da miedo. Lo que me gustaría es que la muerte llegara sin que yo me diera cuenta, me tomara cariñosa de la mano y me llevara en pos de sí como a la felicidad. Como a los brazos de la persona amada después de una larga separación. Porque es lo mismo. La vida es una separación de la eternidad. Llegué de la eternidad y volveré a ella. La vida sólo es una pausa entre ambas eternidades, y es algo completamente personal —mío— el tiempo que esta pausa se prolongue».

Debido a que este personaje (y la autora también) es rusa, evidentemente vive en un ambiente muy frío, así que matarse por congelamiento es lo que de alguna manera le resultaría lo más sencillo, por tanto, sin pensarlo mucho más, se da un baño, se cubre sólo con una sábana y sale a su balcón. La temperatura exterior es de 30 grados bajo cero. Su primera sorpresa, en esos momentos, es que el frío quema. Sentía como si estuviera parada en una hoguera. Pero está dispuesta a morir y se queda ahí.

Sin embargo, en esos momentos pasa del balcón vecino al suyo un hombre que le pide permiso para salir por su departamento. Ella le dice que sí, y como ella es muy amable acompaña al hombre hasta la puerta. Aunque no se conocían, ese hombre es su vecino, y es médico. El vecino se da cuenta de las intenciones de la mujer, y como él tiene que ir al hospital, le pide que vaya con él. No para curarla, pues la mujer está bien, sino para vigilarla. Y ella, que fuera de matarse no parece tener otra cosa que hacer, decide acompañarlo... Y esto es sólo el inicio del cuento, aquí comienzan las aventuras del día de esta mujer que quiere matarse. El cuento es interesante, está muy bien escrito (y está muy bien traducido) y es, sobre todo, muy divertido, aunque toca temas terribles, como el de la soledad y el de la enfermedad.

El segundo cuento, el más breve, es «Un rato de trabajo»; en él, Sievka, que es un niño como los demás, quizá un poco más guapo que algunos de sus compañeros, estaba jugando con algunos amigos en el patio de la escuela cuando se le acercó una mujer a pedirle su nombre y su teléfono, y le preguntó si le gustaría trabajar en el cine. Algo tan sencillo como eso marcó de inmediato una diferencia entre la vida de Sievka y la de sus compañeros, por lo menos por un tiempo. La madre de Sievka, sin perder tiempo alguno, le habló a todos sus familiares y amistades para darles la notica, que a Sievka le habían pedido que trabajara en el cine, y luego agregó de su cosecha «en el papel principal». Los amigos y las amigas de Sievka ya lo veían diferente, y comenzaron a imitar lo que hacía. Para todos ellos Sievka ya era una celebridad.

En pequeño, en ese microcosmos de alguna manera provinciano —el Moscú soviético—, en un entorno familiar, y en un tono más bien tierno, la autora explora esta idea de la fama que tiene la gente común y corriente, y por supuesto su deseo de la misma.

El tercer cuento, el más extenso, se llama «Cien gramos para armarse de valor». Se trata de un cuento clásico en sus temas, en su estructura y en sus personajes, y creo que pudo haber sido concebido por Charles Chaplin para una de sus películas. En un edificio vive Nikitin, un joven «colaborador científico», sea lo que sea que esto significara en la Rusia soviética de los años 80. En el edificio de enfrente vive una chica guapa que todos los días practica el arpa sentada junto a la ventana. Por supuesto, a Nikitin le encanta esta chica, y cuando ella toca su instrumento, él la observa de ventana a ventana. Está enamorado.

Una noche Nikitin se decide y la llama por teléfono. Ella contesta. Él le dice quién es y le propone salir a dar un paseo una de esas noches. Ella, que dice llamarse Natasha, menos tímida de lo que él se imaginaba, o más práctica, le dice que vaya a su departamento de una vez, que ahí deciden a dónde salir. Nikitin se sorprende pero acepta. Quedan de verse un rato después. Nikitin comienza a arreglarse. Pero al salir no está convencido, así que va a la casa de su mentor y jefe en el trabajo, y le pregunta cómo se ve. El jefe es un hombre de mundo, así que le presta una corbata y una chamarra para que luzca mejor. Ya cambiado, más elegante, se encamina al edificio de Natasha, pero cuando está a punto de llegar pierde valor. Decide tomarse un trago —aunque él no toma— y va a un almacén, una de esas tiendas soviéticas en las que había que hacer cola para ser atendido. Nikitin quiere una botella pequeña, y por algún motivo que no entiendo, lo que quiere Nikitin es una botella de 100 gramos, así que podemos suponer que es una de 100 mililitros, pero en la tienda no hay, sólo botellas más grandes. Otras personas están en la misma situación de Nikitin, así que dos individuos le proponen comprar una botella grande entre los tres y dividírsela. Nikitin acepta, y así es como conoce a Fedia, un borrachín que quiere un trago a como dé lugar... Y así es como Nikitin, sin proponérselo, se embarca en una aventura nocturna que no tiene nada que ver con Natasha.

En estos tres cuentos, tragicómicos y tiernos, la escritora rusa Viktoria Tókareva nos presenta personajes surgidos de la gente común y corriente de la Rusia de los últimos años de la URSS. Se trata de un libro publicado en su idioma original en el año 1990, aunque alguno de sus textos es varios años anterior, y publicado en español por la Editorial Circe, con traducción de Selma Ancira, en el año de 1993. No se trata de un libro reciente, aunque creo que la editorial ha hecho reimpresiones posteriores, pero si se quiere encontrar se puede. Vale la pena para comenzar a conocer la obra de esta narradora, muy popular en su país.

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Equilibrio. Viktoria Tókareva. Traducción de Selma Ancira. Editorial Circe. Barcelona, 1993. 98 páginas.


lunes, 10 de marzo de 2014

El huésped, de Guadalupe Nettel




El huésped
de Guadalupe Nettel

Maru Galindo

«Lo interesante de las personas y las ciudades 
es aquello que no se percibe con la vista, 
lo poco evidente».
Guadalupe Nettel

El huésped —la primera novel de Guadalupe Nattel— es un relato en donde los personajes no son lo que parecen, son adolescentes que se desdoblan, cuya belleza interior es necesario descifrar puesto que ven, sienten y viven la realidad con otros parámetros, como la humillación permanente. Aunado a esto, su vida transita en mundos paralelos, tanto física como mentalmente y ello les produce un aislamiento permanente.

«Comprenda que se trata de salvarse, entero con sus carencias, con sus callos, con todo lo que un hombre puede tener de inconsistente, de contradictorio, de absurdo. Todo esto es lo que se necesita poner a la luz: el loco que somos.» Jean Paulhan (epígrafe del libro).

La propia Nettel dice: «esta novela, como todo lo que escribo, habla de personajes outsiders, de seres inadecuados por razones físicas o psicológicas que no logran encajar en el mundo. Creo que ese sentimiento es el que nos hace únicos».

El huésped es una historia sencilla y extraña que se va convirtiendo, a medida que avanzamos, en una lectura fantástica perfectamente tejida con una mezcla de hilos, luminosos y oscuros, que nos dan un mapa «underground» de lo que vive un grupo de personas diferentes en la ciudad de México, los invidentes, cuya carencia es la falta de luz.

La novela se divide en tres partes; la primera describe la vida familiar de Ana, y la inquietud que le aqueja. La familia está compuesta por el padre, la madre y su hermano Diego quien fallece a edad temprana. Pertenecen a la clase media y sus padres llevan una relación distante, entre ellos y con los hijos. Iniciamos la primera parte con las reflexiones y el relato intimista de Ana, la protagonista, en donde ella misma se reconoce como una persona diferente en cuyo cuerpo habita La Cosa, la cual no la deja vivir libremente y con quien tiene peleas cotidianas, de las que algunas gana y otras negocia.

«Estaba segura de que algún día La Cosa iba a manifestarse, a dar signos de vida y, aunque la idea me parecía espeluznante, no dejaba de buscar esos signos en todos los pasillos de mi vida cotidiana…» (p. 13).

Consciente de que en su cuerpo habitaba un huésped, Ana vive siempre a la expectativa de esos episodios que le hacen entrar en una amnesia periódica y sin control. Se sabía diferente y lo asumía con valentía y soledad: «No tenía amigos, ni en la escuela ni en el barrio. Por miedo a sentirme descubierta, participaba solamente en los juegos colectivos donde la atención recae sobre uno en momentos breves, como las escondidas o Doña Blanca» (p. 19).


Edición francesa


Más que combatir al huésped, Ana se defiende aceptando la invasión del mismo, lo asume ya que ella sabe que deberá habitar la oscuridad y para ello debe prepararse. «A estas alturas ya estaba resignada a cualquier calamidad y no tenía la fuerza suficiente para oponerme a ella. En caso de invasión absoluta, la memoria sería mi única prueba de existencia» (p. 51).

«A veces me pregunto por qué, si siempre recuerdo mi propio nombre, Ana, tan simple, tan común, no recuerdo ese otro nombre que llevo dentro» (p. 15).

La segunda parte se encuentra dividida en 24 apartados breves. En ellos Ana relata diez años de su vida en los cuales La Cosa casi nunca apareció, sin que por ello Ana la olvidara. «Desde la muerte de Diego, La Cosa había permanecido discreta, casi imperceptible, como si ella también se hubiera visto sumergida por el letargo en el que vivíamos mamá y yo» (p. 61).

En estos bloques de texto la protagonista continúa describiendo con detalle su preparación para enfrentar la oscuridad. «Durante años recogí el movimiento de las bicicletas sobre las hojas del parque, los charcos de lodo que tapan las coladeras en temporada de lluvias, las formas que toma el verde sobre el pan enmohecido» (p. 55).

Inicia su vida laboral en una escuela para ciegos en donde se convertirá en su lectora de cuentos e historias cortas; así inicia su introducción en el mundo de las sombras que le asusta e incomoda. «El libro que estaba sobre la mesa era Las mil y una noches, en una edición de lujo con pasta dura y forro negro de piel… Comencé a leer de inmediato para evitar el horror de tenerlos ante mí, descifrándome sin que yo supiera cómo» (p. 68).

La vida en el instituto para ciegos es rutinaria: «lunes, miércoles y viernes, taller de Braille toda la mañana. Martes y jueves de 10.00 a 12.00 discusión sobre la actualidad, a cargo del Cacho, en la que se hablaba de temas políticos, el alza de precios, las noticias del periódico» (p. 74). El Cacho es un personaje que sabe tratar a los ciegos, a diferencia de Ana, quien siente lástima y miedo por éstos. A Cacho le falta una pierna y se ayuda con una muleta para caminar; es un mendigo que recorre las calles de la ciudad pidiendo limosna y habitando las oquedades del Metro. Este mundo paralelo que el Cacho presenta a Ana la hará conocedora de una de tantas sórdidas realidades que viven los excluidos como Marisol, Madero y los invidentes.

«—¿No te molesta la compasión de la gente?
»—¡Compasión! —exclamó sorprendido—. La gente no sabe qué es eso. Cuando mucho me tendrán lástima, y eso en los días de suerte» (p. 91).

Ellos, especialmente Madero, hacen reflexionar a Ana al mostrarle otro punto de vista social; Madero le dice que hay muchas maneras de ser ciego… «las maneras de ver el mundo son miles y los ojos sólo una de ellas, un umbral intermitente que abre el paso hacia el universo de las siluetas y colores». «En realidad no vemos al mundo tal y como es sino como somos nosotros. Entonces habló de la ceguera de la mente, la del afecto, la del humor» (p. 130).

Y finalmente en la tercera parte de la novela La Cosa se aparecerá en todo su esplendor.

Guadalupe Nettel (ciudad de México, 1973), doctora en Ciencias del Lenguaje por la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, es autora de cuatro libros de cuentos (Juegos de artificio, Les jours fossiles, Pétalos y otras historias incómodas y El matrimonio de los peces rojos); de la novela El huésped, finalista del Premio Herralde, publicada simultáneamente en francés por la editorial Actes Sud. También publicó Para entender a Julio Cortázar, un ensayo corto sobre el escritor argentino. Sus narraciones han merecido premios y la atención de la crítica en varios países. Ha sido traducida al francés, su segunda lengua, y al inglés, holandés, esloveno, alemán y sueco, entre otras. Ha recibido varios reconocimientos como el prestigioso premio alemán Anna Seghers (2009), el Premio internacional de narrativa breve Ribera del Duero, el premio franco-mexicano Antonin Artaud (2008), el Premio Nacional de Cuento Gilberto Owen (2007) y el Prix Radio France Internacional (1993), entre otros. Ha publicado en varias antologías en España, México, Francia, Eslovenia, India, Alemania y otros países.


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El huésped. Guadalupe Nettel. Editorial Anagrama. Colección Narrativas Hispánicas. 192 págs.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Las 100 mejores novelas de la lengua española de los años 1981-2006


Las 100 mejores novelas de la lengua española
de los años 1981-2006

Jesús Guerra

En marzo de 2007 se celebró en Cartagena, Colombia, el Cuarto Congreso Internacional de la Lengua Española, y en Medellín el Décimo Tercer Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Por este motivo, la revista Semana, de Colombia, realizó en ese año una encuesta con 81 escritores, editores y críticos literarios de España y Latinoamérica para determinar las 100 mejores novelas en lengua española de los últimos 25 años (es decir, los 25 años que terminaban en 2006), o sea, publicadas entre 1981 y 2006. El método fue sencillo: a cada participante invitado se le pidio que enviara los títulos de los cinco libros que consideraban más importantes de esos 25 años. Y las obras que más veces aparecieran serían las que conformarían la lista.

Los resultados son interesantísimos. Este tipo de listas, como ya lo hemos apuntado aquí antes, si bien no son definitivas, sí nos sirven de guía a los lectores.

De las cien obras transcribo a continuación las diez primeras, junto con su autor, el país del autor y el año de publicación:


1. El amor en los tiempos del cólera
Gabriel García Márquez
Colombia, 1985

2. La fiesta del Chivo
Mario Vargas Llosa
Perú, 2000

3. Los detectives salvajes
Roberto Bolaño
Chile, 1998

4. 2666
Roberto Bolaño
Chile, 2004

5. Noticias del imperio
Fernando del Paso
México, 1987

6. Corazón tan blanco
Javier Marías
España, 1992

7. Bartleby y compañía
Enrique Vila-Matas
España, 2000

8. Santa Evita
Tomás Eloy Martínez
Argentina, 1995

9. Mañana en la batalla piensa en mí
Javier Marías
España, 1994

10. El desbarrancadero
Fernando Vallejo
Colombia, 2001



La lista completa pueden leerla en el sitio de la revista Semana

Esta lista es interesante por muchos motivos. Evidentemente podemos ver cuántas de estas novelas hemos leído, para sentirnos súperlectores, o bien podemos martirizar nuestro ego literario comprobando cuántas no hemos leído... aún. Analizar esta lista en términos cuantitativos tiene también su interés. Por ejemplo:

Países con obras en esta lista, son 11, así que el promedio tendría que ser de 9.09 novelas por país, y si nos pusiéramos a tomar en cuenta el número de pobladores, la proporción sería diferente a la que realmente es. Leo la lista, de menos a más:
* Guatemala: 1
* Paraguay: 1
* Cuba: 2
* Venezuela: 2
* Uruguay: 2
* Perú: 4
* Chile: 9
* México: 11
* Colombia: 13
* Argentina: 23
* España: 32


Es decir: España sola se lleva casi la tercera parte de la lista de 100, con 32. Argentina sola se lleva casi la cuarta parte con 23. Entre las dos se llevan 55 de las 100 novelas. Como verán algo no está bien, y no me refiero a la lista sino a la realidad.

Luego vienen los autores con más obras en la lista, que son 7 y todos con 3 obras:
* Gabriel García Márquez (Colombia)
* Roberto Bolaño (Chile)
* Javier Marías (España)
* Juan José Saer (Argentina)
* Antonio Muñoz Molina (España)
* César Aira (Argentina)
* Diamela Eltit (Chile)

Diamela Eltit es la única mujer con tres obras en la lista.

Los autores con dos novelas en la lista son 12:

* Ignacio Martínez de Pisón (España)
* Osvaldo Soriano (Argentina)
* Alfredo Bryce Echenique (Perú)
* Carlos Fuentes (México)
* Álvaro Pombo (España)
* Álvaro Mutis (Colombia)
* Javier Cercas (España)
* Fernando Vallejo (Colombia)
* Enrique Vila-Matas (España)
* Tomás Eloy Martínez (Argentina)
* Mario vargas Llosa (Perú)
* Y la única mujer del grupo, con dos novelas en la lista: Ángeles Mastretta (México)


Es decir que 19 autores son los responsables de 45 de las mejores novelas de las 100 de la lista.
Quedan, por lo tanto, 55 autores con una novela por cabeza.
Son 74 autores para 100 novelas. Y de esos 74 autores, sólo son mujeres: siete.
Es evidente una enorme desproporción de género.

Volviendo al número de novelas por país, de esta lista de las mejores 100 novelas en lengua española, la desproporción es enorme... Comparemos tres países por número de novelas en esta lista y por número de habitantes por país.

* México tiene 11 novelas en esa lista. Y tiene alrededor de 120 millones de habitantes.
* Argentina tiene 23 novelas en esa lista, y tiene alrededor de 42 millones de habitantes.
* España tiene 32 novelas en la lista, y tiene alrededor de 47 millones de habitantes.


No es que sean los únicos datos a considerar, pero puede uno darse cuenta de que algo no está bien.
España tiene más o menos 39 por ciento de la población de México, pero México tiene sólo el 34 por ciento de novelas de calidad con relación al número de novelas de España en la lista.

Esto quiere decir que si la educación y la economía de nuestro país fueran lo que deberían de ser, y teniendo en cuenta nuestro número de habitantes, el centro literario y editorial de la lengua española tendría que ser México, pero no es así. España es el centro literario y editorial de lengua española... y curiosamente dentro de España lo es Barcelona, la capital de Cataluña, cuya lengua es el catalán. Por motivos como éstos es por lo que el realismo mágico nos representa tan bien.


Como último dato curioso, ya que se trata de las 100 mejores novelas de los 25 años que van de 1981 a 2006, deberían de ser, en promedio, cuatro novelas por cada uno de esos años, pero obviamente no es así (había escrito «pues ni el talento ni el azar parecen tener nada que ver con las matemáticas», pero me retracto pues sospecho que los matemáticos dirían que esa frase no es correcta, espero que ustedes entenderán lo que intenté decir).

* Sólo cinco de esos años tienen sus cuatro mejores novelas: 1991, 1997, 2000, 2001 y 2004.
* El año inicial, 1981, sólo tiene una.
* El año final, 2006, sólo tiene dos.
* Hay un año con 8 novelas: 2005.
* Y dos con 7: 1996 y 2003.


Parece ser que a los 81 críticos, editores y escritores invitados a participar en esa encuesta no les gusta mucho la literatura en español de los años 80. ¿Realmente es inferior a la de los 90?

Termino con estas curiosidades, les recomiendo que revisen esa lista de las 100 mejores novelas en lengua española de 1981 a 2006, la tomen como guía y se pongan a leerlas, que es lo que yo quiero hacer. Para cuando termine (porque obviamente ésta no es la única lista que sigo), de seguro ya habrá otra lista nueva.





lunes, 24 de febrero de 2014

Recomendaciones de la Librería del Fondo Carlos Monsiváis



Recomendaciones de
la Librería del Fondo Carlos Monsiváis




Por qué la austeridad mata
El costo humano de las políticas de recorte
David Stuckler y Sanjay Basu

Este es el primer libro que afronta el debate político y económico sobre la crisis desde una nueva y necesaria perspectiva: su costo humano. La recesión mundial ha tenido un impacto brutal sobre la riqueza de los países, pero todavía ignoramos cómo afecta el bienestar físico y mental de sus ciudadanos. ¿Por qué al enfrentarse a crisis similares la salud en algunas naciones (como Grecia) se ha deteriorado gravemente mientras en otras (como Islandia) ha llegado a mejorar? Tras una década de investigaciones, David Stuckler y Sanjay Basu nos demuestran que incluso ante las peores catástrofes económicas los efectos negativos en la salud pública no son inevitables. Es la mala gestión de los gobiernos la que puede conducir a un desastroso saldo de tragedias humanas.
Por qué la austeridad mata presenta una conclusión demoledora: los recortes son seriamente perjudiciales para la salud de las personas. Son las recetas de austeridad las que agravan fatalmente las consecuencias de las crisis, mutilando programas sociales clave justo en el momento en el que más se necesitan, empeorando el desempleo y obstaculizando la recuperación.

Este libro defiende que las decisiones económicas no son únicamente una cuestión de ideologías, de tasas de crecimiento y de déficits presupuestarios, sino también una cuestión de vida o muerte. Sólo un sistema más justo e igualitario garantizará el bienestar de nuestras sociedades.

David Stuckler es investigador y experto en los aspectos económicos de la salud. Actualmente es Senior Research Leader en la Universidad de Oxford y Honorary Research Fellow en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres. Ha escrito más de 90 artículos en publicaciones científicas y su trabajo ha sido reseñado en medios como The New York Times, The Economist, The Lancet, Nature, British Medical Journal, New Scientist, Scientific American, la BBC, la National Public Radio y la NBC.

Sanjay Basu es epidemiólogo y profesor asistente de Medicina en el Centro de Investigación para la Prevención de la Universidad de Stanford. Ha trabajado para Oxfam International y es miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. Ha escrito más de 80 artículos en medios especializados y ha aparecido en publicaciones como The Wall Street Journal, The New York Times, The Boston Globe, The Washington Post, Nature, Science y New England Journal of Medicine. Es autor del blog sobre salud, política y economía EpiAnalysis, que cuenta con más de 50.000 lectores.

Taurus
368 págs.
$ 269.00




Una historia secreta de la consciencia
Gary Lachman

Durante los últimos cuatro siglos, la ciencia ha tratado de interpretar la realidad en términos puramente materiales de átomos, moléculas y leyes físicas. Gary Lachman apunta hacia otra manera de considerar las cosas en donde el sentido del mundo no proviene del exterior, sino de la consciencia misma. Su libro es un intento de compensar esta parcial unilateralidad de la visión científica y presentar todo el pensamiento que sobre la evolución de la consciencia ha quedado fuera de la historia oficial y académica, incorporando una visión más amplia de la consciencia, su historia y su futuro. Para ello, Lachman traza esta fascinante y enriquecedora Historia secreta de la consciencia que agrupa desde las ideas sobre el futuro de la humanidad de R. M. Bucke, las teorías psicológicas de William James, el «impulso vital» de Bergson y el superhombre de Nietzsche, a la cuarta dimensión de Ouspensky, las revelaciones esotéricas de Madame Blavatsky o la antroposofía de Rudolf Steiner, a las que hay que añadir las investigaciones sobre la hipnagogia de Andreas Mavromatis, los estudios sobre el lenguaje de Owen Barfield y las indagaciones filosóficas de Yuri Moskvitin sobre el origen del pensamiento, para terminar con los cinco estados evolutivos de la consciencia postulados por Jean Gebser.

Gary Lachman es escritor y músico. Nació en Bayonne, Nueva Jersey, en 1955, y desde 1996 vive en Londres. Entre 1975 y 1977 fue bajista, letrista y miembro fundador del grupo Blondie, y en 1981 guitarrista de Iggy Pop. Actualmente escribe y colabora para The Guardian, Mojo y The Times Literary Supplement. Es autor de In Search of Ouspensky: The Genius in the Shadow of Gurdjieff (2004), A Dark Muse: A History of the Occult (2005), Rudolf Steiner (2007), publicado por Atalanta (núm. 67), Politics and the Occult: The Left, the Right, and the Radically Unseen (2008) y Jung The Mystic (2010), así como de numerosos artículos. Tal vez su libro más importante sea The Secret History of Consciousness, publicado en 2003.

Atalanta
470 págs.
$ 520.00




El artista adolescente
que confundía el mundo con un cómic
Sergio González Rodríguez

Sus personajes simbolizan una pugna generacional desde las obsesiones más íntimas cuya aventura encubre, como en cualquier persona, un secreto que determina los actos de la vida: un joven viajero, escritor de cuentos inescrutables y aspirante a creador de novelas gráficas; un librero de viejo; una muchacha que trabaja como doble de la modelo y actriz Paris Hilton; un ex guardaespaldas convertido en instructor de artes marciales; y una tríada de criminales de Hong Kong, protagonizan una trama de suspenso que proyecta la sombra del crimen y los negocios en el mundo actual.

El artista adolescente que confundía el mundo con un cómic refleja sus vastas posibilidades al desplegarse en diversos niveles de lectura, reto para la complicidad de lectores hartos de relatos convencionales. Nunca la sencillez narrativa tuvo tanta riqueza como en esta novela diamante: valiosa, enigmática, sorprendente y de facetas múltiples.

Con esta obra, Sergio González Rodríguez renueva el género novelístico en las letras iberoamericanas y ratifica la creatividad que lo distingue. La recompensa de un escritor que día tras día disfruta de mayor prestigio dentro y fuera del país.

Mondadori
192 págs.

249.00

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martes, 18 de febrero de 2014

La revelación del significado, de Domingo Ortiz Montes




La revelación del significado
de Domingo Ortiz Montes

Cirilo G. Recio Dávila

En la sección «La lucha de todos los días se funda en el amor», de su libro La revelación del significado, Domingo Ortiz hace una exploración sobre la forma de abordar a la elusiva condición humana. En 14 ensayos breves reflexiona de manera empírica sobre las capacidades del ser humano para afrontar la realidad. Nos recuerda que somos seres libres y también sujetos a las contingencias. Son palabras que nacen desde luego de la propia experiencia, de ese conocimiento que todos nosotros vamos adquiriendo a través de lo vivido, esa filosofía personal que nos dice cuál es el sentido de la voluntad, de la libertad, del trabajo o del amor. No son reflexiones para leer en cualquier momento, porque el ruido ambiente, así como el ajetreo cotidiano son condiciones cuasi permanentes en nuestros días y por lo tanto es muy difícil que podamos encontrar ese espacio que se requiere para leer una reflexión de este talante.

Sin embargo estos ensayos pueden encontrar su cauce en la lectura pausada, en esos momentos en los que el río de la conciencia hace un remanso de tranquilidad y mesura. Es entonces cuando podemos ver en estos breves pensamientos articulados un paralelo con nuestras propias vidas, en nuestro propio pensamiento, puesto que nadie es ajeno a esa capacidad de interpretación y de reflexión acerca del vivir. En ese tiempo de silencio que se produce entre el trajinar cotidiano y el reposo indispensable, siempre hay valiosos períodos en los que no ocurre nada y por lo tanto podemos disponer nuestra atención a la lectura de la reflexión y asimismo reflexionar.

Por otra parte «La lucha de todos los días se funda en el amor» es un trabajo que tiene una característica inherente que es difícil de soslayar: está dirigido explícitamente a despertar, a provocar, a enseñar un camino y hasta a servir de faro y de guía a los lectores que así lo necesiten. Y este afán de didactismo ocurre porque a Domingo le preocupan las situaciones humanas que en llegando al límite, rozan ya con la desesperación y el pavor de vivir. Ese fue de hecho el origen de este escrito, porque —aunque sin ser expertos en política pública o en salud mental— es muy evidente que en estos días de velocidades apabullantes, cuando es posible comunicarnos por medios instantáneos a enormes distancias y cuando los automóviles y vías rápidas nos ponen en minutos en lugares extremos, es muy evidente que llegamos en instantes al otro lado del mundo, pero no sabemos para qué, el sinsentido de la vida humana es más palpable que nunca si podemos pasar horas ante una pantalla pero no sabemos para qué nos sirven la razón, las emociones y los sentimientos.

Estamos sujetos a nuestras propias pasiones y no conocemos la razón de ello. Llegamos en unas horas a ciudades lejanas para cerrar un negocio, para encontrar la playa adecuada a nuestras vacaciones o para entrar a trabajar a la fábrica y la oficina, pero no advertimos cuáles son las motivaciones que hacen de todo esto algo en verdad valioso: ¿mera sobrevivencia? ¿Competencia y rivalidad para ser los mejores? ¿Encontrar la felicidad? ¿Huir del dolor, de la inseguridad, la duda, la violencia y la muerte? Y si es así, ¿es suficiente lo que hacemos para lograr estos fines?

«La lucha de todos los días se funda en el amor» se inscribe en La revelación del significado, un proceso más depurado por Domingo, que implica también otra aproximación a una filosofía personal y vitalista, un paseo por «Las mil y una razones para entender que el mundo no es cuadrado»: máximas, pensamientos, fragmentos, retazos, aforismos que como si fueran un prisma que modifica el curso de la luz, le proponen al lector una nueva mirada sobre las cosas y la realidad cotidiana.

Esto tiene en mi opinión un valor relevante, porque la reflexión sobre la vida es un proceso universal en el sentido de que nadie puede sustraerse del pensar, de interpretar la realidad y de generar un proceso de reflexión sobre lo que se vive, pero es la relación que establecemos entre nuestras propias reflexiones y las de los demás que ocurre el movimiento, en esta comunicación es que se produce el desarrollo del pensamiento humano. Son pues tres libros en uno. El primero («La lucha de todos los días se funda en el amor») está compuesto por ensayos, el segundo («Las mil y una razones para entender que el mundo no es cuadrado») por breves destellos aforísticos y el tercero, que le da el título al libro, revela el significado de las cosas.

En esta trilogía el autor no propone un camino unívoco. No intenta ofrecer un dictado absoluto. Es más bien un conjunto de razonamientos personales que trazan una posibilidad didáctica. Es el intento personal de proporcionar a las demás personas reflexiones a que su autor ha llegado. Es decir, Domingo ofrece al lector sus propias conclusiones sobre los sentidos, las lamentaciones, el amor, la gratitud, el trabajo, la voluntad, el destino, el origen, el miedo, los dones y la fortuna, el orden, las palabras y la divinidad, la constancia y las múltiples posibilidades de la vida.

Al establecer este texto de esa forma el escritor abre las posibilidades a la reflexión de los lectores, que habrán de coincidir o diferir de lo que se propone en estas páginas. Por otra parte, esta calidad empírica del texto le confiere un atributo interesante: su didactismo. Si nos atenemos al hecho de que toda educación, toda enseñanza —para que sea tal— requiere que el que aprende lo haga en libertad, sin condicionamientos ni obligaciones por parte de quien educa, entonces un escrito que pretenda dar un aprendizaje ha de tener en sí mismo esta virtud: dejar en libertad de decidir sobre lo que postula.

En este sentido el libro que comento tiene el hándicap —la ventaja y la desventaja simultáneas— de que los lectores pueden muy bien pensar «¿Cuál es la razón para leer estar reflexiones, si yo mismo tengo mi propia filosofía de la vida?», o también «¡Qué bien que alguien me ofrece estas reflexiones!» Para el autor y su obra estas dos posiciones son irrelevantes puesto que el libro ha sido erigido desde una actitud de generosidad y responsabilidad personal. También es preciso decir que no se trata en ningún sentido de una obra de filosofía como la que uno puede atender en personalidades como Erich Fromm, J. Krishnamurti o Wilhem Reich, ni tampoco un texto que nazca de la fusión del arte con las respuestas a la existencia, como podemos verlo en Rabindranath Tagore, Robert Musil o Gibran Jalil Gibran. Tales posibilidades están fuera del campo de este trabajo.

Domingo parece en cambio dirigirse coloquialmente al lector, como en una conversación de tú a tú. En este sentido sus reflexiones no exigen conocimientos profundos, ni tampoco una sensibilidad artística depurada, que serían sine qua non en obras de mayor complejidad (como ocurre por ejemplo en otros libros de nuestro autor). Pienso que esto es así por la naturaleza y origen de estos textos. Naturaleza y origen sentimentales, íntimos y enraizados en preocupaciones que el autor tiene sobre nuestras realidades caóticas. Veámoslo en algunos fragmentos del texto:

«…En la historia el hombre ha sido el artífice maravilloso de sí mismo, lo es por esa capacidad de adaptación y de transformación, su presencia en la tierra ha señoreado los más remotos espacios y lugares, el dominio de la inteligencia lo hizo el factor de cambio dominante, creó las ciudades y ese miedo ancestral que nos hizo huir de un lugar para subir a la montaña y vivir en los sitios más escarpados, fue uno de los ingredientes en el desarrollo del hombre.» (p. 87, «El miedo»).

«…Soy el mejor, nada hay que me pueda detener, (debemos) vernos de frente y así sabremos poco a poco del gran cambio que vamos haciendo en nuestras vidas. No debemos perder de vista que una de las mejores fórmulas o certezas existentes para combatir el miedo nos la da la verdad, la certeza y su luz, el conocimiento, son herramientas para erradicar el miedo, para borronear los prejuicios y los sinsabores, las inseguridades y los fantasmas. De hecho debemos pensar en la vocación que tenemos de aprender y de ser en el conocimiento, que la mejora y más apropiada canción que podamos entonar es la que nos dicta la sabiduría.» (p. 89, «El miedo»).


Domingo Ortiz


Es evidente que el escritor no teme al escrutinio público, esa pusilanimidad le es ajena. La escritura, desde el periodismo hasta la más depurada literatura es una profesión de libertad ética, temer al juicio de la mirada ajena, del público o de la historia nos dejaría sin escritores y traicionaría voces como las de Borges, el Marqués de Sade, Beaudelaire o Mario Vargas Llosa. Escribir es un reto que es asumido desde la perspectiva de un compromiso personal. En ese sentido es valioso que una entidad pública como lo es el Consejo Editorial del Estado haya levantado el guante para poner esta edición en manos de sus posibles lectores.

En momentos como los de hoy en que la incapacidad para el compromiso es patente en todos los medios, es muy interesante y valioso advertir que alguien como Domingo Ortiz emprende una causa personal. Qué tan atinada sea esta empresa, qué tan efectiva resulte para los propósitos que el propio autor se trazó, es una incógnita que no pertenece al alcance de este comentario. El evidente propósito de este libro de servir de guía didáctica para la vida debe probarse en el criterio de sus lectores.  

Ahora bien, este texto no carece de otros valores: no es una obra acuñada en el ámbito artístico, pero su factura contiene valores estéticos al proponer un discurso de reflexiones personales que muestran la vida interior del autor. Podemos estar de acuerdo o no con sus palabras, podemos haber llegado a razonamientos semejantes por nosotros mismos, podemos tener pensamientos contrarios y distintos a los que plantea Domingo, pero la cualidad más valiosa de su texto está en la sinceridad con que ha sido elaborado. Esta sinceridad me permite disculpar lo que en mi breve juicio estimo impreciso. Por ejemplo al hablar del orden señala:

«… Hay una parte de los hechos futuros que corresponde al azar, pero puede ser la definitiva, aunque se puede decir que en la mayoría de los casos, en casi todos los casos, es de menor impacto o efecto, pero esa parte o ese segmento, es el que va a corresponder a la decisión intervenida, a la que podemos, casi de manera inmediata, mover a fuerza de voluntad propia, podemos así en el mejor de los casos, abolir el azar.»

Ahora bien, pienso, si una parte de los hechos pertenece al azar y puede ser la definitiva, no puede ser entonces que en la mayoría de los casos sea la de menor efecto, aun cuando la voluntad individualmente intervenga para modificar el azar. No obstante, tales imprecisiones son producto de la naturaleza del libro, puesto que Domingo va perfilando el discurso así como el explorador camina por la selva desconocida en A prueba de todo y supuestamente va encontrando un mundo nuevo para él. Domingo Ortiz va revelando su discurso desde un razonamiento dialéctico, tamizando por la razón los valores que considera pertinentes.

Enseguida quiero referirme a un par de cosas más que incitan a la reflexión. En la parte de la lucha cotidiana que se fundamenta en el amor, se observa un discurrir formulado desde un nosotros y de un deber ser. Abundan entonces afirmaciones que señalan por ejemplo: «Debemos buscar la felicidad…» o «debemos ser congruentes con nosotros mismos…» o «debemos intentar con todas nuestras fuerzas alcanzar el éxito.» Esta construcción del discurso le otorga entonces un carácter dogmático que puede llevar, uno, a sentir como lectores una imposición de criterios, y dos, a pensar que el autor habla a partir de un yo plural, desde una convención universal, de un conocimiento mutuo. Me decanto definitivamente por la segunda alternativa, por la propia naturaleza del texto. Ahora me explico, los mismos ensayos que lo conforman, van señalando la zozobra, la duda, en errabundo peregrinaje de toda obra de creación, por eso, esos «debemos ser» pueden considerarse como las tentativas del arquero que afina su puntería y no sabe todavía lo que va a pasar…

El arquero, el arco, la flecha y el blanco son una sola cosa, nos dice —de otra manera, claro— Lao Tse en el camino del Tao, el Tao Te King. Pero las revelaciones de Domingo, sus reflexiones apocalípticas, por así decir, están más cerca del razonamiento monacal, de los monjes occidentales que del Oriente, aunque también intenten orientarnos.

La segunda cosa a la que quiero referirme es a la dificultad práctica de llevar estas sopesadas argumentaciones a la atmósfera de la realidad. Primero es comer y luego ser cristiano —reza un dicho que el propio Sancho Panza hubiera suscrito—. En un medio sociocultural como el nuestro, quienes viven en los mayores agobios, las personas más vulnerables y vulneradas por las dificultades económicas, materiales y culturales, las desigualdades, la violencia o la injusticia son quienes menos acceso pueden tener a una obra de esta índole. Quien vive en medio de la violencia, en la prisión, en las colonias marginales, en condiciones de inseguridad, difícilmente encontrará el tiempo y el espacio para leer las reflexiones que puedan ofrecerle el estímulo para levantar la frente y el corazón. Esto desde luego que no demerita, de ninguna manera, el trabajo de Domingo Ortiz. Pero sí señala que en una labor de desarrollo social y sustentable son necesarios esfuerzos concurrentes a las iniciativas individuales.

Enhorabuena que el Consejo Editorial del Estado se haya hecho eco de la revelación del significado. Ello significa que va por buen camino. O para decirlo con palabras de Domingo Ortiz, en la página 231 leemos el versículo 510: «A veces la realidad es la metáfora de nuestro pensamiento y puede ser que en esa realidad emergente, que implica la realidad de todos los días veamos a nuestros sueños cobrar vida.»

Felicitaciones a la Librería del Fondo de Cultura Económica Carlos Monsiváis y a su atinado equipo, por programar una presentación de este talante. Esto da constancia de que existen en el medio institucional preocupaciones vitales para mejorar nuestro entorno.

¡Y qué puedo decir de José Domingo sino reconocer con estimación, respeto y admiración esta labor que se ha echado sobre los hombros para corregir el rumbo de los pasos humanos! Y ahora, considerando, como dicen los abogados, considerando las propias palabras de nuestro autor que entre los aforismos que nos ofrece nos dice que: Entendió que era un escritor cuando descubrió que faltaban muchas cosas por decir, y para dar cabida a otras posibilidades se hizo el propósito de ser más breve, considerando también que el silencio es la voz más perfecta, no digo más que muchas gracias.

[Este texto fue leído por su autor en la presentación del libro, el martes 6 de noviembre de 2013, en la Librería del Fondo Carlos Monsiváis, en Saltillo, Coahuila, México.] 

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La revelación del significado. José Domingo Ortiz Montes. Consejo Editorial del Estado de Coahuila. 2013. 380 págs.