Seda
de Alessandro Baricco
Jesús Guerra
«Era 1861. Flaubert
estaba escribiendo Salammbô, la luz eléctrica era todavía una hipótesis y
Abraham Lincoln, al otro lado del océano, estaba combatiendo en una guerra cuyo
final no vería». Hervé Joncourt tenía 32 años y se ganaba la vida comprando y
vendiendo huevos de gusanos de seda. El pueblo en donde vivía, Lavilledieu, se
sostenía precisamente de la seda. Y cuando la epidemia de pebrina acabó con los
huevos de gusanos europeos, y cruzó el mediterráneo hacia África, no quedó más
remedio, a ojos de Baldabiou, un hombre respetado en el pueblo, que viajar
hasta el Japón a buscarlos. Pero en esa época ni siquiera había escuchado el
nombre de Japón la mayor parte de los europeos, pues la isla se encontraba encerrada
en sí misma desde hacía siglos. El joven Hervé, casado y muy enamorado de su mujer, Hélène, decidió hacer el viaje a esas tierras
extrañas. La travesía (por tren, por barco, a caballo, a pie) duraba tres
meses, así que ir y regresar tomaba medio año y una buena cantidad de dinero.
Además, debido a que la isla estaba cerrada a extranjeros y no había tratos
comerciales, el negocio era ilícito. Todo era un peligro. Pero Hervé fue. Y
trató con un hombre poderoso, Hara Kei.
Hara Kei hablaba
francés, así que platicaron, y en la conversación estuvo presente, recostada sobre las piernas de Hara Kei, una mujer bella, de
ojos que no parecían orientales, y que no le quitaba la vista de encima a
Hervé. Pero ella no hablaba francés. La mirada de la mujer fue tan provocativa
para el serio, respetuoso y tranquilo europeo, que al año siguiente
regresó más que gustoso al Japón. Y así hizo varios viajes más. El negocio era
un éxito y Hervé se dio cuenta un día que era rico. Aun así volvió a Japón una vez más, a pesar de que las
cosas en ese país, se decía, eran complejas y había una guerra interna.
"Seda" en italiano |
Alessandro Baricco
(nacido en Turín, Italia, en 1958), se negó a catalogar este libro como una
novela desde su aparición, en 1996. Él dijo que era una historia. Él, que tan
bien conoce la literatura norteamericana, escribió una obra sumamente europea.
No está escrita como una novela tradicional, ni tampoco propiamente como una novela
experimental. Su extensión podría corresponder a la de una novela corta o a la
de un cuento largo, y aunque es lineal y sencilla su estructura, y su lenguaje
aparentemente es directo, en realidad está trabajada esta obra casi como un poema, o
mejor, como una narración oral bien
cuidada, bien contada, de las tradicionales que se contaban junto a una fogata,
pero con un lenguaje pulido hasta hacerlo parecer
sencillo.
Edición francesa |
Curiosamente es una historia muy rápida narrada de una manera lenta.
Los diálogos son casi inexistentes. No «presenciamos» casi nada, todo se nos «cuenta».
El estilo es difícil de manejar. Es sutil, como la seda. La seda de calidad,
según dicen los protagonistas de esta historia, es tan ligera que al tocarla parece
que no se toca nada. Este relato, que más (o menos) que una historia de amor es
una historia de deseos, está narrado solamente con los elementos esenciales. Es
austero pero elegante.
Si esta obra funciona tan bien es por la perfecta relación entre
argumento y estilo. Este estilo, con otra historia, pudo haber sido una obra
insoportablemente aburrida. Esta historia, narrada de otra manera, pudo haber
sido una épica narración de aventuras con romance, más vital y ruidosa, tal
vez, pero quizá intrascendente. Es una historia para ser leída como si se
escuchara… o quizá para ser escuchada, directamente. Es una historia hecha para
la palabra, hecha de palabras. La prueba está en que, a pesar de que como libro
ha sido un éxito en todo el mundo (tan sólo en España lleva más de cuarenta
ediciones) desde su aparición en Italia en 1996, su versión cinematográfica (de
2007, con Keira Knightley, Michael Pitt y Sei Ashina, bajo la dirección del
canadiense Francois Girard) fue un completo fracaso, y aunque confieso que yo
no la vi he leído muchas reseñas (de críticos franceses, ingleses,
norteamericanos) y todas coinciden en que la cinta es exasperantemente lenta e
intrascendente. A los críticos que no conocían el libro les pareció banal; los
que sí la habían leído estaban decepcionados de la película. Los críticos
literarios, en cambio, han dicho maravillas del libro. Y es que Seda es, creo yo, una obra para leerse.
Quizá para escucharse. Y ejerce en nosotros una extraña fascinación.
Edición alemana |
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Seda. Alessandro Baricco. Traducción: Xavier González
Rovira y Carlos Gumpert. Editorial Anagrama. Colección Panorama de Narrativas. Barcelona.
1ª edición en español: 1997. 29ª edición, 2003. 125 págs.
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Esta novela puede
conseguirse en:
Edición rusa |
Edición en portugués |
Edición en inglés |
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