La elegancia del erizo
(o el placer de buscar los
siempres en los jamases)
Maru Galindo
La
primera vez que vi esta novela en una librería me pareció que era una lectura
para adolescentes, puesto que la portada presenta una chica con gafas y al
fondo la torre Eiffel con suelo rosa y un cielo con nubes. Sí, imaginé una
novela rosa, lo cual no se me antojó, ni siquiera leí el texto de contraportada
así que pasé de ella. Poco tiempo después, un grupo entusiasta y ávido de
lectura me la recomendó; esta vez sí fui más allá de la portada y me encontré
un tesoro, una obra redonda que sin grandes pretensiones literarias te embelesa
y atrapa. Escritura original en francés, una traducción española de la
editorial Seix Barral, algo de slang
francés, filosofía y una buena historia que leer.
Les
adelanto que existe una película que llegó a nuestro país en 2009 a través de
una muestra de cine francés que no fue difundida lo suficiente. Yo primero vi
la película, la cual me encantó, y después leí el libro. La novela fue adaptada al cine en 2008 bajo el título Le Hérisson
(«El erizo»).
Ambas obras son literaria y estéticamente buenas.
El
libro fue escrito Muriel Barbery y editado en Francia por Gallimard en 2006, y
es la segunda novela de Barbery, con la cual alcanzó cifras extraordinarias de
ventas, algo así como un millón de copias, por lo que le otorgaron el premio
francés de las librerías. Considero que la novela es un homenaje al director de
cine japonés Yasujiro Ozu (1903-1963), a los
dibujos animados, a la literatura, al arte y a los nómadas.
La obra cinematográfica de Ozu se
caracteriza por tener planos largos y fijos, filmados a noventa centímetros del
suelo, pues él consideraba el punto de vista que tendría un adulto sentado
sobre un tatami. Retrató en sus películas los grandes cambios que sufrió la
sociedad japonesa después de la Segunda Guerra Mundial: la pérdida de los
valores tradicionales de su país y la desintegración familiar, podríamos decir
que era un director costumbrista.
A
través de una particular forma de escribir —capítulos cortos con títulos
atractivos— es como se desarrolla esta historia, que como cuentas de un collar
de perlas Akoya nos introduce al mundo del número 7 de la calle Grenelle, un
inmueble burgués en París, donde nada es lo que parece, y bulle en ese edificio
a través de sus personajes la crítica al sistema político y social francés. Pero
no todos los personajes que habitan el número 7 son comunes, ahí existen tres
que nos harán vibrar de emoción al responder a un asunto trascendental para el
ser humano. Ellos son: Paloma, Renée y Kakuro.
«¿Qué
ha sido de nuestros sueños de juventud? Preguntan con aire desencantado y
satisfecho. Se han desvanecido, y cuán perra es la vida…» (p. 17).
«En
lo que a mí respecta, tengo doce años, vivo en la calle Grenelle, número 7, en
un piso de ricos. Mis padres son ricos, mi familia es rica y por consiguiente
mi hermana y yo somos virtualmente ricas» (p. 18).
Dos de estos
personajes esconden un secreto. Paloma, hija del matrimonio Josse, posee una
inteligencia fuera de lo común que desquicia a su familia. Ella decidió
quitarse la vida en su próximo cumpleaños. Renée, la portera, lleva mucho tiempo
fingiendo ser una mujer común, proviene del campo, es viuda y tiene un gato que
se llama León, en honor al escritor ruso Tolstoi.
«Me llamo
Renée. Tengo cincuenta y cuatro años. Desde hace veintisiete soy la portera del
número 7 de la calle Grenelle, un bonito palacete con patio y jardín
interiores, dividido en ocho pisos de lujo, todos habitados y todos
gigantescos» (p. 13).
Otra edición en inglés |
Dice Barbery
de Renée: «Deseé crear un personaje en el que cupiese el desarraigo y la
soledad más absoluta y que al mismo tiempo tuviese la capacidad de tener un
amplio conocimiento de la vida y fuese una sabia». Por ello la portera esconde
esa belleza que sólo otras personas iguales pueden ver: sabe de música, de
gramática, de filosofía y aprecia el arte y los libros. «Nunca vemos más allá
de nuestras certezas y, lo que es más grave todavía, hemos renunciado a conocer
a la gente…» (p. 159). Detrás de esa mujer adusta hay una persona refinada,
sensible y amorosa. «La señora Michel tiene la elegancia del erizo: por fuera
está cubierta de púas, una verdadera fortaleza, pero intuyo que, por dentro,
tiene el mismo refinamiento sencillo de los erizos…» (p. 157).
Y con
respecto al señor Kakuro Ozu, el nuevo inquilino del edificio, representa al personaje
oriental por tradición, «es un señor de unos sesenta años, muy presentable y
muy japonés. Es más bien bajito, delgado con un rostro lleno de arrugas pero de
expresión clara» (p. 145). Todos los residentes del edificio están muy
intrigados por la llegada del señor Ozu, el extranjero que derrumba paredes y
construye un nuevo mundo, rodeado de arte.
Edición en alemán |
Paloma,
Renée y Ozu forman un triángulo narrativo que nos enseñará a observar la vida
de otra manera. Estos personajes, de una manera suave, empiezan a conocerse;
ellos sí se ven y se encuentran como espejos que reflejan soledad y cierta
tristeza que debe ser curada. «La camelia sobre el musgo del templo, el violeta
de los montes de Kyoto, una taza de porcelana azul, esta eclosión de la belleza
en el corazón mismo de las pasiones efímeras, ¿no es acaso a lo que todos
aspiramos? ¿Y lo que nosotros, civilizaciones occidentales, no sabemos
alcanzar? La contemplación de la eternidad en el movimiento mismo de la vida» (p.
159).
¿Te
animas a leerla? Con seguridad te digo que encontrarás en esta novela tu vida,
como una exquisita perla cultivada.
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La elegancia del erizo. Muriel
Barbery. Seis Barral. Colección Formentor. 368 págs.
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Ficha de la película:
El erizo (Le hérisson). Dirección: Mona Achache.
Guión: Mona Achache y Muriel
Barbery, basado en la novela de Barbery. Fotografía: Patrick Blossier. Edición: Julia Gregory. Con: Josiane Balasko, Garance Le Guillermic, Togo Igawa, Anne
Brochet y Ariane Ascaride, entre otros. 100 minutos.
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