Leer es bueno para la salud
Jesús Guerra
En la entrada anterior comenté que sería bueno para
todos incluir en nuestros propósitos de Año Nuevo el de leer más. Hoy
quiero complementar esta idea con la información de un artículo buenísimo que
leí llamado «Los libros son buenos para tu cerebro». El artículo es de Dan
Seitz y se publicó en Internet el primero de enero de este año en el sitio de Popular Science (es decir Ciencia
Popular). El artículo está en inglés. Quien quiera leerlo puede hacer clic aquí, pues yo no voy a traducirlo (salvo algunas líneas específicas)
sino a extraer algunas de sus informaciones y comentarlas.
Este artículo menciona que la lectura de libros es buena
para ejercitar nuestro cerebro y para aumentar nuestra inteligencia emocional.
Y dice que incluso sabiendo esto, una cuarta parte de los norteamericanos no
leyó ni un libro el año pasado. Y yo agrego que puedo suponer que en el caso de
México este porcentaje de habitantes que no leyeron ni un libro en 2018 debe de
ser aún mayor.
El artículo dice a continuación que estudios científicos
hechos con niños gemelos han demostrado que leer es esencial para tener un
cerebro sano, y que otros estudios han demostrado que la lectura hace que el
cerebro de los adultos siga desarrollándose y en adultos mayores, ayuda a hacer
más lento o incluso a detener del todo la atrofia cognitiva.
Con respecto a la inteligencia emocional, un estudio de
2016 mostró que los lectores de narrativa de ficción tienden a «tener bien
desarrollada su habilidad para atribuir estados mentales a uno mismo y a otros,
es decir, a entender que las otras personas pueden tener diferentes deseos,
pensamientos y emociones, lo que significa que los lectores de ficción tienden
a tener más empatía». Lo que a su vez significa, en términos generales, que la
lectura (en este caso de ficción) nos ayuda a ser mejores personas.
Luego, el artículo de Dan Seitz da algunos consejos sobre
cómo comenzar a leer, poco a poco, para las personas que no tienen el hábito
diario de leer o que creen no tener tiempo para leer. Dice que es necesario
establecer metas concretas y realistas, y luego irlas incrementando. Por
ejemplo: establecer la meta de leer cinco páginas diarias de un libro. Pero es
necesario que el libro sea de un autor o un tema que nos interese mucho.
Luego de un tiempo en que se alcance la meta de leer cinco
páginas diarias, se puede subir la meta a leer 10. Y como el libro es interesante,
la meta será un paso lógico. Luego se puede subir a 15 o a 20 páginas diarias.
También aconseja que no se debe ser demasiado duro con uno mismo. Habrá días
que realmente tengamos otra cosa qué hacer o estemos muy cansados y no podamos
cumplir con la meta establecida. Lo importante es haber leído algo. Ya al día
siguiente podremos alcanzar la meta de nuevo.
Un consejo importante para ayudar a alcanzar la meta de
páginas por leer es la de no cerrarse ante ninguna de las alternativas de
lectura. Se pueden leer libros impresos y también libros digitales o se pueden
escuchar audiolibros. «Para efectos de lectura, los audiolibros también
cuentan», por supuesto.
En tiempos en que casi todos traemos teléfonos
inteligentes, podemos traer nuestro libro digital en el teléfono o en una
tableta. El teléfono es bueno porque lo llevamos a todas partes. Entonces se
puede aprovechar de leer en cualquier tiempo muerto. Al hacer fila en el banco,
por ejemplo, en lugar de sacar el teléfono para jugar o para revisar las redes
sociales, podemos leer unas páginas de esa historia que, además, nos interesa,
nos emociona, y si el libro en realidad es bueno, nos tendrá ansiosos por saber
qué sigue.
Y también en el teléfono podemos traer algunos
audiolibros, lo cual nos permite escucharlos (es decir, leerlos) mientras
caminamos y mientras hacemos ejercicio. El autor del artículo menciona que,
según otro estudio, en este caso de la Universidad de Pennsylvania, a personas
a las que sólo se les permitió escuchar audiolibros emocionantes (libros de
misterio, por ejemplo) mientras iban a hacer ejercicio al gimnasio, terminaron
por ir con más frecuencia al gimnasio, lo que significa que la lectura auditiva
de libros interesantes nos ayuda a mantenernos sanos y en forma.
Y para los fanáticos de la productividad y el trabajo:
está demostrado que leer libros ayuda a aumentar la productividad. «Dejar de
hacer una tarea para centrarse en otra, que requiere otras habilidades, ayuda a
regresar a la primera tarea con una visión renovada y con mayor atención». Así
que el autor recomienda leer en los coffee
breaks o en la hora para comer, para ser más productivo al regresar al
trabajo un rato después.
En cuanto a la discusión sobre cómo es mejor leer, si en
libros impresos, en libros digitales o en audiolibros, la discusión en realidad
terminó hace tiempo. Dan Seitz menciona un estudio hecho con niños a los que se
les dio a leer el mismo libro, a unos se les dio libros impresos, a otros
libros digitales en un iPad. No hubo diferencias en cuanto a comprensión o
retención de lo leído, que es lo importante. Para los niños, además, todos los
medios estaban ahí cuando nacieron.
En realidad —agrego yo— todo esto es una cuestión de
gustos y costumbres. Para los lectores de mayor edad, que siempre leyeron libros
impresos, los libros digitales pueden ser extraños, o no ser de su gusto. Pero
las generaciones posteriores nos hemos acostumbrado a todo: lo importante es
leer.
Claro que cada medio tiene sus ventajas y sus desventajas.
Los libros impresos se pueden no sólo tocar, sino acariciar. Nos gusta la
textura del papel y hasta el olor de la tinta. Y se pueden subrayar y apuntar
anotaciones al margen. Además, no requieren electricidad para funcionar, y se
pueden hojear con facilidad. Como desventaja, si es un libro grueso, por
ejemplo, tiene el peso. Y en la oscuridad se requiere de una luz para leerlos.
Los libros electrónicos requieren de un aparato para
leerlos, pero se pueden leer en la oscuridad porque tienen su propia luz. Pero
claro, requieren que la batería esté cargada. También se pueden subrayar y
hacer notas al margen. Además, se pueden traer muchos libros en el mismo
aparato, que puede ser incluso nuestro teléfono inteligente. Los puede uno leer
en cualquier parte, en cualquier momento.
Los audiolibros no se pueden subrayar ni se les pueden
hacer notas. Y se requiere un aparato para escucharlos. Pero se pueden leer, es
decir escuchar, mientras hacemos otras actividades, como caminar, hacer fila en
el banco o mientras hacemos ejercicio en el gimnasio. Por si fuera poco,
recrean esa magia antigua de que alguien nos cuente una historia, con su voz, y
su sabiduría para contarla.
En lugar de discutir qué es mejor, mi opinión es que
debemos utilizar los tres medios para leer libros. Hay que encontrar el medio
adecuado para el momento adecuado. Eso es todo. Lo importante es leer.
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