Mala índole
Cuentos
aceptados y aceptables
de Javier Marías
II. Cuando fui
mortal
Jesús Guerra
(La entrada anterior tiene información sobre el contenido del libro Cuando fui
mortal y sobre la edición de Mala índole. Cuentos aceptados y aceptables
que, creo, podría ser de utilidad conocer —con leer la primera parte sería
suficiente— antes de leer esta reseña.)
El segundo libro
de cuentos de Javier Marías, llamado Cuando fui mortal, contiene 12
narraciones de diversas extensiones y fue publicado por Alfaguara en 1996
—después fue publicado en Alfaguara Bolsillo, en Punto de Lectura y en
Debolsillo, esta última edición contiene un prólogo de la italiana Elide
Pittarello, que también está incluido, junto con su prólogo a Mientras ellas
duermen, en la recopilación Mala índole. Cuentos... pero en
este caso «A manera de epílogo»—. Los 12 relatos de este libro se encuentran en
la sección «Cuentos aceptados» de Mala índole...
1. El médico
nocturno (1991)
2. La herencia
italiana (1991)
3. En el viaje
de novios (1991)
4. Prismáticos
rotos (1992)
5. Figuras
inacabadas (1992)
6. Domingo de
carne (1992)
7. Cuando fui
mortal (1993)
8. Todo mal
vuelve (1994)
9. Menos
escrúpulos (1994)
10. Sangre de
lanza (1995)
11. En el tiempo
indeciso (1995)
12. No más
amores (1995)
«El médico
nocturno» comienza en una cena para siete personas. El narrador, que ha pasado
unos días en París y se ha quedado en el departamento de una amiga italiana,
Claudia, y de su marido, Hélie, pasa su última noche del viaje en la cena que
han organizado sus anfitriones. Una de las invitadas es otra italiana que vive
muy cerca, a unos 15 minutos a pie. Cuando esta invitada decide marcharse, el
narrador, por cortesía, la acompaña hasta su departamento. Ahí, la italiana le
presenta a un médico español que la espera para subir a atender al marido de la
amiga de Claudia. Cuando el narrador regresa, el resto de los invitados se ha
marchado ya y Claudia está en la sala. Tampoco se siente bien así que espera a
un médico de guardia. Cuando tocan a la puerta, el narrador se retira a la
cocina a leer el periódico. Lo que logra escuchar desde ahí lo lleva a pensar
que, quizá, algo verdaderamente raro sucede... Javier Marías no sólo es
estupendo introduciendo lo extraño en la normalidad, sino que logra magnificar
el efecto gracias a que las escenas de la vida cotidiana que nos narra son ya
estupendas, por divertidas, por interesantes o porque en sí mismas son ya algo
extrañas.
«La herencia
italiana» parece una variación sobre el cuento anterior. También sucede en
París, también hay dos amigas italianas en la trama, y las relaciones amorosas
de ambas son curiosamente similares. Ambas narraciones son igualmente absorbentes,
intensas e inquietantes. Son como las dos caras de una misma moneda.
El tercer
relato, «En el viaje de novios», tiene una particularidad, el autor lo utilizó
después, con algunos pocos cambios, pero extendiéndolo más allá del final para
crear una de las escenas clave de su novela Corazón tan blanco (1992).
Javier Marías apunta en la «Nota previa»: «La escena en cuestión prosigue en
dicha novela y aquí en cambio se interrumpe, dando lugar a una resolución
distinta [...]».
«Prismáticos
rotos» transcurre en el hipódromo de Madrid. Dos desconocidos que miran las
carreras entablan conversación a partir de un pequeño accidente con unos
prismáticos. Es uno de esos relatos en que lo importante no es lo que ocurre
sino el descubrimiento de lo que probablemente pasará, pues uno de los dos le
cuenta sus planes al otro. Es el caso de «Mientras ellas duermen» (comentado en
la entrada anterior). En ambos episodios, el narrador se encuentra de un
momento a otro en posesión de una información terrible, con la cual no puede
hacer nada. Un dato curioso, uno de los caballos de una de las carreras
presenciadas por los personajes se llama Heart So White.
En «Figuras
inacabadas» un tipo llamado Cámara contrata al pintor Custardoy, copista y
falsificador de cuadros, para que falsifique un Goya de un pariente. El relato
es breve y fenomenal por la gran cantidad de elementos y temas que contiene.
Pertenece al universo de Corazón tan blanco, pues ahí, recordemos,
también aparece Custardoy, con el mismo nombre, las mismas características
físicas y el mismo oficio.
En el sexto
cuento, «Domingo de carne», el narrador y su esposa, llamada Luisa (como en
«Mientras ellas duermen» y en Corazón tan blanco), llegan a San
Sebastián a pasar tres semanas de vacaciones. Llegaron cansados y no han salido
de la habitación del hotel en 24 horas. Ahora esperan que se despeje un poco la
playa, que está atestada de gente, para salir a asolearse un rato. Mientras
tanto, el marido observa a la multitud desde la terraza (como en el relato «En
el viaje de novios» y por tanto en Corazón tan blanco) con unos
prismáticos, pero no puede fijar su atención en nadie porque hay demasiadas
personas. Hasta que se da cuenta de que su vecino de habitación también observa
a la gente con unos prismáticos, aunque no puede ver al vecino pues éste no se
encuentra en la terraza, sino que está detrás del cristal, y los prismáticos
del vecino sí están fijos en un punto específico. Otro de los relatos de cuarto
de hotel de Javier Marías. Muy breve y sorprendente.
En «Cuando fui
mortal», el narrador —que como casi siempre calla su nombre— cuenta su historia
desde la muerte, desde un sitio al que califica como espacio de crueldad, pues
ahí no sólo se recuerda minuciosamente cada momento de la vida, incluidos
aquellos a los que no se les prestó atención, sino que se conoce todo lo que
rodeó a cada uno de esos momentos, es decir que ahí se sabe incluso el
contenido de conversaciones relacionadas con el muerto que éste no presenció. Y
la narración está centrada en dos momentos de la vida del narrador, uno de su
infancia, otro de la época en que murió. Este cuento desarrolla la misma
premisa de Corazón tan blanco: saber atormenta y culpabiliza, porque es
lo opuesto a la feliz inocencia de la ignorancia. Y además está emparentado con
«La vida y la muerte de Marcelino Iturriaga» (publicado en Mientras ellas
duermen, y por supuesto en Mala índole…).
De «Todo mal
vuelve», el octavo cuento, Javier Marías apunta en la «Nota previa»: «Creo que
es lo más autobiográfico que he escrito en mi vida, como fácilmente comprobaría
quien leyera además mi artículo “La muerte de Aliocha Coll”, incluido en Pasiones
pasadas (1991, Alfaguara, Madrid, 1999)». Es un relato triste, nostálgico e
intenso que tiene un aire de cuento del siglo XIX, por su tema y su personaje
central, o eso me parece a mí.
«Menos
escrúpulos» es un cuento con dos tramas encadenadas; por una parte, es la
historia de una mujer, la narradora, que por necesidad económica decide
presentarse al casting para una película porno. La contratan y la citan
para el rodaje, que comenzará unos días después. Llegado el día, la pasan a un
cuarto a esperar su llamado, y ahí conoce al que será su pareja en la escena,
un joven no mal parecido el cual le platica, para quitarle los nervios de
novata, lo que hacía él antes de entrar al porno (la segunda trama), una
historia terrible y contrastante. Aquí también aparece, como parte del equipo
de producción, un hombre llamado Custardoy. Un cuento muy eficaz que mezcla el
humor y un drama sangriento.
El nombre del
narrador de «Sangre de lanza» sí lo conocemos: Víctor, y él nos presenta a su
amigo Dorta (Eugenio Dorta), un escritor menor de la misma edad que Víctor, 39
años. Dorta vivía solo, pero con frecuencia hacía reuniones en su departamento.
Un día Víctor se entera de que Dorta fue encontrado muerto, asesinado en su
cama junto a una mujer joven, presumiblemente una prostituta, según la teoría
del inspector Gómez Alday. El arma, una lanza africana que Dorta tenía como
adorno en su departamento. A Víctor la teoría oficial no le parece creíble.
Tiempo después, gracias al azar, Víctor tiene la oportunidad de realizar su
propia investigación. «Sangre de lanza» es un cuentazo, uno de mis preferidos.
Aquí no hay elementos sobrenaturales ni propiamente extraños, sólo sospechas e
intriga y una escritura clara y muy placentera.
«En el tiempo
indeciso» es un cuento sobre el futbol, o ese era el tema cuando le encargaron
el relato. Más bien es un relato acerca de un futbolista, de una manera de ver
la vida o de encararla, un cuento de futbol que reflexiona sobre la vida, un
cuento, me parece a mí, que demuestra que un relato de futbol puede ser más
intenso que un partido.
Por último, «No
más amores» nos cuenta la extraña e íntima relación que establecen una mujer y
un fantasma. Es un cuento nostálgico y melancólico, sumamente bien logrado. Pero,
además, la historia del cuento es tan interesante como el argumento y el
desarrollo del mismo, y esa nos la cuenta el autor en la «Nota previa». La
historia que cuenta el relato estaba comprimida en un artículo, «Fantasmas
leídos», que escribió Javier Marías y apareció en su libro Literatura y
fantasma (Ediciones Siruela, 1993), luego la desarrolló en este relato, el
cual tiene «ecos conscientes, deliberados y reconocidos de una película y de
otro relato: The Ghost and Mrs. Muir, de Joseph L. Mankiewicz [...] y
«Polly Morgan», de Alfred Edgar Coppard, que incluí en mi selección Cuentos
únicos [...]». Pero ahí no acaba la cosa, y esto nos lo cuenta en la «Nota
previa» de la edición aumentada de su anterior libro de cuentos, Mientras
ellas duermen, este cuento lo adaptó a un ambiente mexicano, cuando una
editorial de México le pidió un cuento para un libro colectivo que sería
ilustrado por niños chiapanecos, esa adaptación se llama «Serán nostalgias».
Los doce cuentos
de Cuando fui mortal (incluidos en Mala índole. Cuentos aceptados y
aceptables) son todos estupendos, amenos, atrayentes, sorpresivos, muy
vivos y de una eficacia asombrosa. Javier Marías es un autor de una enorme
inteligencia y su escritura es sumamente disfrutable.
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Cuando fui
mortal. Javier Marías. Alfaguara
(1a. ed., 1996), 248 págs. / Alfaguara Bolsillo (1a. ed., 1998) / Punto de
Lectura (2a. ed., 2001), 222 págs. / Debolsillo, colección Bestseller (1a. ed.,
2006).
Mala índole,
cuentos aceptados y aceptables.
Javier Marías. Debolsillo (1a. ed., España: 2014; 1a. ed., México: 2015), 426
págs.
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Mala índole, cuentos aceptados y aceptables (I. Mientras ellas duermen)
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