El crimen de lord Arthur Savile
y otros cuentos
de Oscar Wilde
Jesús Guerra
Oscar Wilde (Dublín,
1854-París, 1900) es quizá uno de los autores más célebres de la historia de la
literatura. Escribió una novela, famosa y muy polémica en su momento: El
retrato de Dorian Gray (1891), varias obras de teatro de éxito (entre ellas
El abanico de Lady Windermere [1892] y La importancia de llamarse
Ernesto [1895]), poemas, ensayos, conferencias y cuentos.
Publicó tres libros de
relatos:
* El príncipe feliz y
otros cuentos (1888, que contiene: “El príncipe feliz”, “El ruiseñor y la
rosa”, “El gigante egoísta”, “El amigo fiel”, y “El famoso cohete”)
* El crimen de lord
Arthur Savile y otras historias (1891, que incluye “El crimen de lord
Arthur Savile”, “El fantasma de Canterville”, “La esfinge sin secreto”, “El
modelo millonario”, y luego un cuento que se agregó en una edición posterior
del libro, “El retrato del Sr. W. H.”)
* Una casa de granadas (1891,
que incluye: “El joven rey”, “El cumpleaños de la infanta”, “El pescador y su
alma”, y “El niño estrella”)
Como pueden ver en el título
de esta reseña, hoy comento los cuentos del segundo de los libros de
narraciones cortas de Wilde (con excepción de “El fantasma de Canterville”,
pues lo comenté ya en una reseña reciente del blog infantil y juvenil Tan-Tan,
llamada “El fantasma de Canterville y otros cuentos”, debido a que es un relato
muy querido por lectores jóvenes, aunque en realidad es mejor comprendido por
los adultos, y comenté también tres cuentos para niños: “El ruiseñor y la rosa”,
“El príncipe feliz” y “El gigante egoísta”. La liga está al final del presente
comentario).
y otros cuentos
de Oscar Wilde
En una fiesta de lady Windermere, en su mansión llamada Bentinck House, la anfitriona, como un entretenimiento novedoso, llama al señor Podgers, su quiromántico, a quien ve dos veces a la semana, para que lea la mano de algunos de los invitados. Cuando le toca el turno al joven lord Arthur Savile, el quiromántico se sorprende y se queda sin saber qué decir durante unos segundos. La chismosa lady Windermere quiere que le diga algunas “cosas malas” de Arthur, para poder contárselas al día siguiente a la prometida de éste, Sybil Merton, pero el señor Podgers, pálido y sudoroso, responde que lord Savile va a perder un familiar lejano. Lady Windermere se queda muy decepcionada por esa lectura tan poco emocionante y conduce a sus invitados a otra cosa. Pero lord Savile está preocupado, pues notó la expresión y la actitud del quiromántico, y un rato después lo localiza y le ofrece bastante dinero para que le diga la verdad de lo que había visto en las líneas de su mano. Esta revelación desencadena la parte central del relato.
El narrador, cuyo nombre nunca conocemos, encuentra por casualidad, en el café de la Paix de París, a su antiguo compañero de Oxford, Gerald, ahora lord Murchison. El narrador recuerda que su amigo era muy simpático en aquellos tiempos, pero ahora lo encuentra cambiado, serio y preocupado. Le pregunta si se ha casado. La respuesta es sorprendente: “No; no comprendo todavía lo suficiente a las mujeres”. Como fueron muy amigos y se tienen confianza, Gerald decide sincerarse y le cuenta la extraña historia de amor que tuvo con una mujer sumamente misteriosa, lady Alroy, que fue la que terminó de confundirlo con respecto al comportamiento femenino.
Hughie Erskine es un joven muy bien parecido, pero no particularmente brillante, de buen corazón, pero incapaz de hacer dinero. Ha intentado entrar en una serie de negocios, sin éxito, y vive con una renta anual no muy cuantiosa que le otorga una tía. Tiene una relación con una chica llamada Laura Merton, que lo adora, y al padre de ésta Hughie le cae de maravilla, pero no quiere ni oír hablar del matrimonio de su hija. Le dice a Hughie que cuando tenga diez mil libras en la mano, podrán hablar del tema. Un día, de camino a casa de su novia, Hughie decide llegar a visitar a su amigo Alan Trevor, un pintor de cierto éxito. Y ahí suceden algunas cosas que cambian el destino de Hughie. Por supuesto, ya no puedo contar nada más sin arruinarles la lectura y las sorpresas de esta obra.
Este es un caso especial entre las narraciones cortas de Wilde, pues en realidad se trata de una suerte de cuento-ensayo. Hay un misterio en la obra de Shakespeare que ha hecho que muchos académicos hayan desarrollado diversas teorías, hasta nuestros días. ¿Qué significan exactamente los sonetos que Shakespeare dedicó “al señor W. H.” y quién era el tal W. H.? Desde la muerte del dramaturgo más famoso de la literatura han corrido ríos de tinta intentando dilucidar estas cuestiones.
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