La cara del miedo
de Nikolaj Frobenius
Jesús Guerra
Por una casualidad se estrenó en
cines la película El cuervo (The Raven) —aunque en México,
por supuesto, tenía que tener un subtítulo chafa: Guía para un asesino—,
en los días en que yo leía la novela La cara del miedo, del
noruego Nikolaj Frobenius. Y es una casualidad porque mientras que el filme es
de este año, la novela, publicada en Noruega en 2008, se publicó en España y
México desde junio de 2010 y yo no estaba ni enterado: me la encontré en una librería
apenas el mes pasado y la compré porque trata de Edgar Allan Poe. A medio
libro, vi la película, y me encontré con que a pesar de que ambas obras
comparten una subtrama muy parecida en realidad no tienen nada que ver una con
otra.
El cuervo
Esta película, dirigida por James
McTeigue (el mismo de V de Vendetta, de 2005) y escrita por Ben
Livingston y Hannah Shakespeare (¿qué tal el apellido de la guionista? Nadie
podrá negar que El cuervo es una película escrita por Shakespeare),
sigue la moda impuesta por Guy Ritchie en 2009 con su primer Sherlock Holmes,
cinta que si bien es sumamente disfrutable, tampoco podemos afirmar que se
trate realmente del Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle. Pues en El cuervo
sucede lo mismo pero con un personaje histórico: Edgar Allan Poe.
Los días finales de Poe son un
misterio. Hasta donde sé, Poe fue encontrado el 3 de octubre de 1849 en estado
de delirio. Lo llevaron a un hospital y Poe no fue capaz de decir por qué se
encontraba en tal estado ni por qué traía puestas ropas que no eran suyas.
Repetía un apellido, Reynolds, pero nadie supo (ni nadie ha podido explicar
hasta ahora) a quién se refería. De los cinco días previos al 3 de octubre
nadie supo dar una explicación, son un misterio, y finalmente a las 5 de la mañana
del 7 de octubre murió.
En esos cinco días previos al 3 de
octubre transcurren los hechos de la película El cuervo, y si bien
tienen un cierto interés, en términos de thriller de Hollywood, la
verdad es que la película no termina de convencer, es pura exterioridad,
vestuario, escenografía, fotografía bonita, y un armado argumental que mezcla
los thrillers de televisión con las historias contemporáneas de asesinos
en serie, es decir, no tiene nada que ver con el espíritu de la época de Edgar
Allan Poe ni con su obra. La parte interesante, o más bien, la idea interesante
pero desperdiciada, es que un asesino mata a sus víctimas siguiendo los
asesinatos descritos por Edgar Poe en sus relatos.
Tontamente el escritor (interpretado
por John Cusack) se convierte en el primer sospechoso, y cuando queda
demostrada su inocencia, el detective encargado del caso, Fields (interpretado
por Luke Evans), le pide a Poe que lo ayude a atrapar al asesino. Así, esos
cinco días en que nadie sabe qué sucedió con Poe, esta película nos los muestra
con un Poe convertido en detective: hay incluso una escena en la que Poe va a
caballo en la niebla disparando una pistola. Por supuesto es una escena para
adolescentes de inicios del siglo XXI que nada tiene que ver con la sensibilidad
de mediados del siglo XIX. Mucho menos con la sensibilidad de la obra de
Poe.
La cara del miedo
La novela del noruego Nikolaj
Frobenius tiene también esta idea pero como una subtrama, la parte central de
la obra es la relación, novelada pero basada en la realidad histórica, entre
Edgar Allan Poe, el poeta, el crítico literario, el escritor de narraciones
macabras, y el crítico Rufus Griswold, un escritor que admiraba a Poe y sentía
celos de su talento y al mismo tiempo lo odiaba y detestaba sus actitudes y sus
posiciones morales. Básicamente Griswold era el Salieri de Allan Poe.
Evidentemente hay una investigación
histórico-literaria seria detrás de esta obra, y Nikolaj Frobenius (nacido en
Oslo en 1965) se esforzó y logró mostrarnos un retrato de la época, del
mundillo literario del este norteamericano a mediados del siglo XIX, de las
relaciones entre los escritores, los editores de periódicos y revistas y los
autores y críticos que trabajaban para ellos, de los salones literarios, las
lecturas de poesía, y de la pobreza extrema de un escritor, como Poe, que
intentaba vivir de escribir.
La novela está narrada desde tres
puntos de vista: Edgar Allan Poe, Rufus Griswold y el asesino, cada uno con sus
características bien marcadas, su personalidad, se lenguaje y su locura.
Todo este asunto del asesino que
copia los asesinatos narrados por Edgar Poe en sus narraciones es
interesantísimo, aunque quizá, también aquí, algo desperdiciado; pero lo
verdaderamente interesante, además de la biografía en sí de Edgar Allan Poe,
llena de tragedias y traiciones, es la relación entre él y Griswold, extraña,
confusa, paranoica. Para colmo, Griswold quedó como el albacea literario de Poe
a la muerte de éste, pero Griswold se dedicó a desprestigiar al escritor muerto,
intentando acabar con él y con su legado. Es evidente que falló, pues la obra
de Edgar Allan Poe fue a lo largo del siglo XX, y sigue siéndolo ahora, como lo
demuestran estas dos obras, una de las más influyentes.
La traducción, de Diego García
Quiroga, en general se deja leer bien, aunque tiene algunos problemas, pero no
debe de ser sencillo traducir una obra del noruego. Las lenguas nórdicas y
germánicas por lo regular pasan mal al español (y puedo suponer que el español
pasa mal a esas lenguas) porque son producto de una sensibilidad completamente
diferente a la nuestra. Las traducciones de esas lenguas normalmente nos suenan
acartonadas, duras, frías, y las obras en sí nos parecen cuadradas y
anticlimáticas (no puedo imaginar cómo se leerá, por ejemplo, Cien años de
soledad, en alemán o en noruego).
La cara del miedo es una novela interesante y
disfrutable, y sin duda los admiradores de Edgar Allan Poe la disfrutarán aún
más.
Vale la pena apuntar que el autor,
Nikolaj Frobenius, además de novelista es guionista de cine, y él es uno de los
guionistas de la versión original (noruega) de la película Insomnia,
de 1997, la cual fue rehecha en Estados Unidos, con el mismo título, en 2002,
con la dirección de Christopher Nolan y las actuaciones de Al Pacino y Robin
Williams.
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La cara del miedo. Nikolaj Frobenius. Traducción de
Diego García Quiroga. Rocaeditorial. México, junio de 2010. 272 págs.
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