martes, 19 de junio de 2012

La cara del miedo, de Nikolaj Frobenius





La cara del miedo
de Nikolaj Frobenius

Jesús Guerra

Por una casualidad se estrenó en cines la película El cuervo (The Raven) —aunque en México, por supuesto, tenía que tener un subtítulo chafa: Guía para un asesino—, en los días en que yo leía la novela La cara del miedo, del noruego Nikolaj Frobenius. Y es una casualidad porque mientras que el filme es de este año, la novela, publicada en Noruega en 2008, se publicó en España y México desde junio de 2010 y yo no estaba ni enterado: me la encontré en una librería apenas el mes pasado y la compré porque trata de Edgar Allan Poe. A medio libro, vi la película, y me encontré con que a pesar de que ambas obras comparten una subtrama muy parecida en realidad no tienen nada que ver una con otra.

El cuervo
Esta película, dirigida por James McTeigue (el mismo de V de Vendetta, de 2005) y escrita por Ben Livingston y Hannah Shakespeare (¿qué tal el apellido de la guionista? Nadie podrá negar que El cuervo es una película escrita por Shakespeare), sigue la moda impuesta por Guy Ritchie en 2009 con su primer Sherlock Holmes, cinta que si bien es sumamente disfrutable, tampoco podemos afirmar que se trate realmente del Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle. Pues en El cuervo sucede lo mismo pero con un personaje histórico: Edgar Allan Poe.

Los días finales de Poe son un misterio. Hasta donde sé, Poe fue encontrado el 3 de octubre de 1849 en estado de delirio. Lo llevaron a un hospital y Poe no fue capaz de decir por qué se encontraba en tal estado ni por qué traía puestas ropas que no eran suyas. Repetía un apellido, Reynolds, pero nadie supo (ni nadie ha podido explicar hasta ahora) a quién se refería. De los cinco días previos al 3 de octubre nadie supo dar una explicación, son un misterio, y finalmente a las 5 de la mañana del 7 de octubre murió.

En esos cinco días previos al 3 de octubre transcurren los hechos de la película El cuervo, y si bien tienen un cierto interés, en términos de thriller de Hollywood, la verdad es que la película no termina de convencer, es pura exterioridad, vestuario, escenografía, fotografía bonita, y un armado argumental que mezcla los thrillers de televisión con las historias contemporáneas de asesinos en serie, es decir, no tiene nada que ver con el espíritu de la época de Edgar Allan Poe ni con su obra. La parte interesante, o más bien, la idea interesante pero desperdiciada, es que un asesino mata a sus víctimas siguiendo los asesinatos descritos por Edgar Poe en sus relatos.

Tontamente el escritor (interpretado por John Cusack) se convierte en el primer sospechoso, y cuando queda demostrada su inocencia, el detective encargado del caso, Fields (interpretado por Luke Evans), le pide a Poe que lo ayude a atrapar al asesino. Así, esos cinco días en que nadie sabe qué sucedió con Poe, esta película nos los muestra con un Poe convertido en detective: hay incluso una escena en la que Poe va a caballo en la niebla disparando una pistola. Por supuesto es una escena para adolescentes de inicios del siglo XXI que nada tiene que ver con la sensibilidad de mediados del siglo XIX. Mucho menos con la sensibilidad de la obra de Poe.   

 

La cara del miedo
La novela del noruego Nikolaj Frobenius tiene también esta idea pero como una subtrama, la parte central de la obra es la relación, novelada pero basada en la realidad histórica, entre Edgar Allan Poe, el poeta, el crítico literario, el escritor de narraciones macabras, y el crítico Rufus Griswold, un escritor que admiraba a Poe y sentía celos de su talento y al mismo tiempo lo odiaba y detestaba sus actitudes y sus posiciones morales. Básicamente Griswold era el Salieri de Allan Poe.

Evidentemente hay una investigación histórico-literaria seria detrás de esta obra, y Nikolaj Frobenius (nacido en Oslo en 1965) se esforzó y logró mostrarnos un retrato de la época, del mundillo literario del este norteamericano a mediados del siglo XIX, de las relaciones entre los escritores, los editores de periódicos y revistas y los autores y críticos que trabajaban para ellos, de los salones literarios, las lecturas de poesía, y de la pobreza extrema de un escritor, como Poe, que intentaba vivir de escribir.

La novela está narrada desde tres puntos de vista: Edgar Allan Poe, Rufus Griswold y el asesino, cada uno con sus características bien marcadas, su personalidad, se lenguaje y su locura.

Todo este asunto del asesino que copia los asesinatos narrados por Edgar Poe en sus narraciones es interesantísimo, aunque quizá, también aquí, algo desperdiciado; pero lo verdaderamente interesante, además de la biografía en sí de Edgar Allan Poe, llena de tragedias y traiciones, es la relación entre él y Griswold, extraña, confusa, paranoica. Para colmo, Griswold quedó como el albacea literario de Poe a la muerte de éste, pero Griswold se dedicó a desprestigiar al escritor muerto, intentando acabar con él y con su legado. Es evidente que falló, pues la obra de Edgar Allan Poe fue a lo largo del siglo XX, y sigue siéndolo ahora, como lo demuestran estas dos obras, una de las más influyentes.




La traducción, de Diego García Quiroga, en general se deja leer bien, aunque tiene algunos problemas, pero no debe de ser sencillo traducir una obra del noruego. Las lenguas nórdicas y germánicas por lo regular pasan mal al español (y puedo suponer que el español pasa mal a esas lenguas) porque son producto de una sensibilidad completamente diferente a la nuestra. Las traducciones de esas lenguas normalmente nos suenan acartonadas, duras, frías, y las obras en sí nos parecen cuadradas y anticlimáticas (no puedo imaginar cómo se leerá, por ejemplo, Cien años de soledad, en alemán o en noruego).

La cara del miedo es una novela interesante y disfrutable, y sin duda los admiradores de Edgar Allan Poe la disfrutarán aún más.

Vale la pena apuntar que el autor, Nikolaj Frobenius, además de novelista es guionista de cine, y él es uno de los guionistas de la versión original (noruega) de la película Insomnia, de 1997, la cual fue rehecha en Estados Unidos, con el mismo título, en 2002, con la dirección de Christopher Nolan y las actuaciones de Al Pacino y Robin Williams.

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La cara del miedo. Nikolaj Frobenius. Traducción de Diego García Quiroga. Rocaeditorial. México, junio de 2010. 272 págs.




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