La maleta de mi padre
de Orhan Pamuk
Jesús Guerra
Orhan Pamuk, nacido en 1952, es el novelista y ensayista
turco que ganó el Premio Nobel de Literatura en 2006. Es, hasta el momento, el
único turco que ha ganado este galardón. Escribe a mano y con lentitud, porque
es muy exigente con su prosa. Dice que escribe 10 horas diarias y que en ese
tiempo de trabajo consigue media página de escritura. Quizás exagera.
Ha publicado ocho novelas:
* Cevdet Bey y sus hijos, de 1982, inédita en
español.
* La casa del silencio, de 1983; Metáfora
Ediciones, 2001.
* El astrólogo y el sultán, de 1985, fue publicada
en español por Edhasa en 1994; y por Mondadori en 2007, con el título El
castillo blanco.
* El libro negro, de 1990; Alfaguara, 2001.
* La vida nueva, de 1995; Alfaguara, 2002.
* Me llamo rojo, de 1998; Alfaguara, 2003.
* Nieve, de 2001; Alfaguara, 2005.
* El museo de la inocencia, de 2008; Mondadori,
2009.
Ha publicado también un libro de memorias:
* Estambul. Ciudad y recuerdos, de 2005; Mondadori,
2006.
Y tres libros de ensayos:
* Otros colores, de 1999; Mondadori, 2008.
* La maleta de mi padre, de 2007; Mondadori, 2007.
* El novelista ingenuo y el sentimental, de 2010;
Mondadori, 2011 (primero fue publicado por Harvard Press en 2010 y al año
siguiente en turco).
La maleta de mi padre es un libro muy breve y muy bueno,
que contiene tres discursos del autor, pronunciados en ocasión de recibir tres
importantes premios. El orden de los discursos en el libro es cronológicamente
inverso. El primer discurso del libro es «La maleta de mi padre», que dio al
recibir el Premio Nobel; el segundo es «El autor implícito», que leyó en abril
de 2006 al recibir el premio Puterbaugh, otorgado por la revista estadounidense
World Literature, y el tercero es «En Kars y en Frankfurt», leído al
recibir el Premio de la Paz de la Unión de Libreros Alemanes en 2005.
Edición francesa |
Se trata de un libro muy «citable»; si uno no subraya con
cuidado, puede uno terminar por subrayarlo completo. El libro trata,
lógicamente, de su amor por la literatura, como lector y como escritor. Trata
de lo que significa ser escritor, por lo menos para él. Trata de la importancia
de la literatura pero de manera específica de la importancia de la novela, y de
cómo leer y escribir novelas nos sirve para entendernos a nosotros mismos, para
entender una cultura, para entender y embellecer la vida cotidiana, sirve para
ayudarnos a vivir al permitirnos escapar del aburrimiento de la vida diaria y
permitirnos habitar, aunque sea por algunos momentos al día, en nuestra
imaginación, y sirve para que nos pongamos en el lugar de los demás.
Dice, por ejemplo: «Para mí, ser escritor es descubrir,
luchando pacientemente durante años, la segunda persona que se esconde en el
interior de uno y el universo que convierte a esa persona en lo que es. Y
cuando me refiero a la escritura lo primero que se me viene a la mente no es la
novela, la poesía ni la tradición literaria, sino alguien encerrado en una
habitación y sentado a una mesa que se vuelve sobre sí mismo a solas y gracias
a eso forja con palabras un nuevo mundo» (p. 15).
El título del discurso se debe a que, nos cuenta el autor,
cuando él ya era un escritor profesional, su padre, poco antes de morir, le
entregó una pequeña maleta llena de cuadernos y papeles, y le pidió que cuando
ya hubiera muerto, los revisara. Pero al escritor esa maleta le daba miedo,
porque, entre otras cosas, podía descubrir que su padre pudo haber sido un buen
escritor y por ser un hombre muy sociable y muy apegado a su vida cómoda, no se
dedicó a la literatura, como lo hacía el autor.
Hay algunas ideas que el autor repite de alguna u otra
manera en sus tres textos, y hay una que me gusta en especial, la de que el
novelista intenta contar su vida como si fuera la de otro, y contar las vidas
ajenas como si fuese la suya. «La historia de la novela también podría
escribirse como la historia de la forma en que nos liberamos y nos
transformamos mediante la imaginación al ocupar el lugar de otro» (p. 77).
Edición en inglés |
En «El autor implícito», dice: «Para poder escribir bien
tengo que aburrirme como es debido, y para aburrirme como es debido tengo que sumergirme
en la vida. Cuando estoy en medio de todo ese barullo, de todos esos despachos,
teléfonos, amores, amistades, costas soleadas y entierros, o sea, cuando estoy
a punto de zambullirme en el corazón de los acontecimientos, de repente siento
que en realidad estoy al margen. Empiezo a fantasear. O, desde una perspectiva
pesimista, se puede pensar que empiezo a aburrirme. En cualquier caso, hay una
voz interior que me dice 'vuelve a tu habitación, siéntate a tu mesa'» (p. 54).
En este discurso apunta la noción de «autor implícito», la
que a grandes rasgos dice que cada novela implica a un autor específico, como
si fuese la novela la que creara a su autor, y el escritor tiene que luchar, en
cada novela que escribe, por ser ese autor que la novela implica.
El tercer discurso del libro, el primero en orden
cronológico, llamado «En Kars y en Frankfurt», es el que toca temas políticos,
y en el texto mismo se disculpa por ello, pero sucede que el premio mismo que
le dieron, premio que origina el discurso en cuestión, es en sí mismo un premio
literario y político, pues es el Premio de la Paz de la Unión de Libreros
Alemanes, y debido a la relación ambigua entre Europa y Turquía, y a la
relación, aún más específica, entre Turquía y Alemania, el tema era inevitable.
Sin embargo, tan pronto puede, vuelve a lo literario, y explica: «Al contrario
de lo que se cree, para un novelista la política no consiste en consagrarse a
causas políticas ni en afiliarse a asociaciones, partidos o grupos. Para un
novelista, la política es algo que se origina en la imaginación, en la
capacidad que tiene el autor de una novela de ponerse en el lugar de otro» (p.
79).
Tres discursos breves, concentrados, esenciales. Este
libro, de gran importancia para narradores y en particular para novelistas, es
de interés también para los lectores en general, para conocer el pensamiento de
este importantísimo autor de la literatura contemporánea mundial; y puede
servir como puerta de entrada a sus novelas.
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La maleta de mi padre. Orhan Pamuk. Traducción de Rafael
Carpintero. Mondadori. 2007. 97 págs.
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