Checkpoint
de Nicholson BakerJesús Guerra
La novela Vox, de Nicholson Baker (Nueva York, 1957) apareció en 1992, tanto en inglés como en español (en nuestra lengua la publicó Alfaguara, aunque ahora el libro ni siquiera aparece en su sitio de Internet, sin embargo aún se consigue pues se publicaron varias ediciones). En español, como de costumbre, tuvo un éxito moderado; en los Estados Unidos, en cambio, fue un best-seller, y fue un libro novedoso. Mucha gente leyó el libro por sus virtudes literarias, por su originalidad, muchos más lo hicieron porque es una novela erótica. En efecto, Vox es un largo diálogo sexy, una conversación de «phone sex» entre un hombre y una mujer que no se conocen. Sí, es erótico, pero sobre todo es muy divertido y muy inteligente (es también, de paso, el antecedente de otra novela de éxito internacional: Contra el viento del norte, de Daniel Glattauer, y esto lo comenté aquí en su momento. Independientemente de lo que se piense de Vox, la obra nos muestra el extraordinario talento de su autor para la escritura de diálogos. Doce años después, Nicholson Baker hizo algo muy similar, aunque tanto los personajes como la situación y el tema son muy diferentes en su novela Checkpoint. Y ése es el título que lleva el libro también en español, sin embargo en la portadilla, además del título en inglés podemos leer, entre paréntesis «Puesto de control», que es, por supuesto, el significado del título original.
Checkpoint es también un solo diálogo (y al igual que Vox podría perfectamente montarse en teatro), pero en este caso entre dos amigos, o quizá entre dos hombres que fueron amigos en la escuela: Jay y Ben. Jay, nos enteramos por la conversación misma, le pidió a Ben que lo encontrara en una habitación de hotel en la ciudad de Washington, y le pidió que llevara una grabadora. La obra comienza, de hecho, en el momento en que encienden la grabadora (como si, más que la conversación en vivo, lo que los lectores presenciamos es la reproducción del archivo de audio de la conversación).
Edición estadounidense |
Nos vamos enterando por lo que se cuentan los amigos, que a Jay no le ha ido bien en la vida, ni en términos económicos ni familiares. Ben, en cambio, es un hombre moderadamente exitoso. Muy pronto comienzan a colarse en la plática los temas económicos, sociales y políticos que tienen tan molesto a Jay, su disgusto por lo que su país ha llegado a ser. Y es entonces cuando le dice a Ben el motivo por el que lo ha llamado: quiere asesinar al presidente de los Estados Unidos (George W. Bush, el segundo Bush de la Casa Blanca), y de alguna manera, dice él, quería que su amigo lo supiera, quería que quedara grabada su conversación, como una suerte de testimonio, una explicación de motivos, y por supuesto su amigo se da a la tarea de disuadirlo, aunque todo parece indicar que se trata de una labor perdida de antemano.
Jay está molesto con toda la clase política de los Estados Unidos, con los diputados, los senadores, los altos mandos militares, por los engaños con los que llevaron a su país a la guerra en Afganistán, una guerra por motivos económicos en nada relacionados con el terrorismo internacional; a Jay le duelen las masacres de personas inocentes, y le molesta, en términos generales, el desastre de país que tiene. Le enoja que los estadounidenses en realidad ya no fabrican nada. «¿Todavía hacemos focos?», pregunta en algún momento a su amigo.
Edición francesa |
Esta novela, aunque breve, es un repaso de todos los grandes temas estadounidenses de su momento, el año 2004, temas que en su mayoría siguen vigentes hoy en día. El diálogo que se desarrolla entre estos dos amigos debió en realidad desarrollarse, con miles de variantes, entre muchos norteamericanos, e incluye ataques, chismes y chistes de los políticos más conocidos de ese momento. Por eso esta novela tuvo un gran impacto en Estados Unidos hace nueve años: fue una novela de plena actualidad con la que los lectores se identificaron. Porque si bien uno de los personajes —Jay, el que pretende asesinar al presidente— es un hombre desequilibrado y radical, su punto de vista coincidía, y coincide aún, con un buen número de norteamericanos; y Ben, aunque es un hombre centrado, en muchos casos le da la razón a Jay. Claro que en algunos momentos sólo lo hace por seguirle la corriente para intentar quitarle la intención asesina a su amigo, pero en otros momentos de la conversación es Ben el personaje que hace los comentarios mordaces y aporta datos, y entonces uno, como lector, supone que Ben puede terminar ayudando a Jay en el atentado.
Checkpoint es una novela muy interesante, muy inteligente, muy bien escrita, y también, por sus características formales, muy breve (tiene apenas 115 páginas en la versión de Alfaguara), que se lee rapidísimo, y funciona muy bien como introducción a la obra de Nicholson Baker, considerado por la crítica estadounidense como uno de sus escritores más originales.
Entre los libros de este autor que se consiguen en español se encuentran: La entreplanta (1991), Vox (1992), Temperatura ambiente (1993), La Fermata (1995), Una caja de cerillas (2004) y ésta que comentamos, Checkpoint (2004), todas en Alfaguara o en Punto de Lectura. Y en otras editoriales se consiguen otros libros suyos, como La historia interminable de la Nory, El antólogo, La casa de los agujeros, y Humo humano.
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Checkpoint. Nicholson Baker. Traducción de Luis Murillo Fort. Alfaguara. 115 págs.
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