La fiesta de la insignificancia
de
Milan Kundera
Jesús Guerra
Milan
Kundera (nacido en Brno, Checoslovaquia, el 1 de abril de 1929), quien por
problemas de censura de su obra en su país emigró a París en 1975, adquirió la
ciudadanía francesa, y en 1981 perdió su ciudadanía checa debido a la
publicación de su novela El libro de la risa y el olvido, y autor de
obras fundamentales como La vida está en otra parte (1972), y La
insoportable levedad del ser (1984), no había publicado nada desde La
ignorancia (2000), tercera novela escrita ya directamente en lengua
francesa (las otras dos son La lentitud, de 1995, y La identidad,
de 1998), y podría decirse que ya no se esperaba que publicara nada puesto que
en 2011 aparecieron, en dos tomos, sus Obras definitivas en la famosa
Bibliothèque de la Pléiade de la editorial francesa Gallimard (el primer tomo
de 1,504 páginas, y el segundo de 1,328), sin embargo en 2013 dio la sorpresa
con la aparición, en Francia, de una novela breve, la cuarta escrita en
francés, llamada La fiesta de la insignificancia (el título original, La
fête de l'insignifiance), la cual comienza a circular en España y México, y
otros países de lengua española, este mes de septiembre de 2014, con traducción
de Beatriz de Moura, bajo el sello de su editorial en nuestra lengua: Tusquets.
La
novela está dividida en siete partes (cuyos títulos son: «Los protagonistas se
presentan»; «El teatro de marionetas»; «Alain y Charles piensan con frecuencia
en sus madres»; «Todos andan en busca del buen humor»; «Una plumita planea bajo
el techo»; «La caída de los ángeles», y «La fiesta de la insignificancia»). Y a
su vez, cada parte está dividida en capítulos pequeños, todos con título. La
brevedad de la novela sólo es sorpresiva si la comparamos con sus grandes
novelas (grandes en ambos sentidos), pero en realidad todas sus novelas
escritas en francés han sido breves, aunque ésta es la más reducida. Yo pienso
que sus novelas francesas se han reducido en tamaño debido a que por bien que
escriba en una lengua que no es la suya, con todo y los 38 años que lleva
viviendo en Francia, este (quizá) esfuerzo le ha quitado «naturalidad» a su
prosa. Pero ahora hay que considerar también su edad y su evolución como autor.
Evidentemente
Kundera no había dejado de escribir, ni siquiera de publicar. Después de su
penúltima novela (La ignorancia, de 2000), publicó dos libros de
ensayos: El telón (2005) y Un encuentro (2009), pero quizá al
volver a la ficción simplemente ya no tuvo ganas de engendrar un enorme tomo,
quizá sólo tenía ganas de contar, de la manera más sencilla posible, incluso de
la manera más esquemática posible, aunque sin descuidar su prosa, una historia
bastante escueta, la cual, a pesar del título y del elogio que en este libro
realiza de la insignificancia, está llena, desbordante de significado. La
fiesta de la insignificancia es una obra que es en realidad la esencia de
su obra y de su pensamiento.
La novela
es sorprendente, entre otras cosas, porque es casi surrealista (al leerla por
momentos uno piensa en un Boris Vian hiperculto). Las diversas historias que se
entrecruzan, las de los personajes principales, son o parecen insignificantes,
como narración, como sucesión de eventos, pero lo que los personajes dicen y
piensan es lo contrario. Una parte de la explicación a esta obra se encuentra
en el texto de la contraportada del libro: «Proyectar una luz sobre los
problemas más serios y a la vez no pronunciar una sola frase seria, estar
fascinado por la realidad del mundo contemporáneo y, a la vez, evitar todo
realismo, así es La fiesta de la insignificancia. Quien conozca las
obras anteriores de Kundera sabe que en él no son en absoluto inesperadas las
ganas de incorporar en una novela algo "no serio"». En el mismo texto
se nos recuerda que la esposa del escritor, en la novela La lentitud, le
dice a su marido: «Me has dicho muchas veces que un día escribirías una novela
en la que no habría ninguna palabra seria...» Y el texto de contraportada
concluye que «...en esta novela Kundera ve por fin plenamente cumplido su viejo
sueño estético, que puede leerse como un sorprendente resumen de toda su obra».
La edición original con cintillo |
Los
personajes centrales son Alain (quien paseando por París reflexiona sobre esa
moda de las jovencitas, con pantalones a la cadera y camisetas muy cortas que
permiten ver el ombligo. «Estaba arrobado; arrobado e incluso trastornado: como
si el poder de seducción de las jovencitas ya no se concentrara en sus muslos,
ni en sus nalgas ni en sus pechos, sino en ese hoyito redondo situado en mitad
de su cuerpo».
Ramón,
quien pasea por el Jardin du Luxembourg y aunque intenta desde hace tiempo
entrar a ver una exposición de Chagall en el museo del parque, cada vez que ve
el tamaño de la cola de gentes que intentan hacer lo mismo, da la media vuelta
y simplemente pasea.
D'Ardelo,
un hipocondriaco a quien esa tarde le confirman que no tiene cáncer, pero al
pasar por el Jardin du Luxembourd de regreso a su departamento se topa con
Ramón y, para darse importancia, le dice a éste que tiene cáncer. («¿Por qué había
mentido D'Ardelo? El propio D'Ardelo se lo preguntó a sí mismo inmediatamente
después y tampoco él supo darse una respuesta. No, no se avergonzaba de haber
mentido. Le intrigaba más bien ser incapaz de entender el motivo de esa mentira
[...] Simplemente, sin saber por qué, le encantaba su cáncer imaginario».)
Charles,
quien trabaja organizando pequeñas fiestas o reuniones, y a quien le encanta
contar y analizar una anécdota sobre Stalin aparecida en las Memorias de
Nikita Jrushchov.
Calibán,
un actor desempleado que trabaja con Charles como mesero en las reuniones (su
último trabajo como actor fue en el personaje Calibán, de La tempestad,
de Shakespeare, y como no lo han vuelto a contratar, sus amigos lo llaman así),
quien para divertirse, ha montado un numerito: Charles lo presenta como si
fuera Pakistaní, y Calibán, que por supuesto no habla esa lengua, ha tenido que
inventar algo parecido a un idioma para poder "hablar" con Charles en
las reuniones en las que sirven.
La
absurda anécdota de Stalin tiene repercusiones y reflexiones a lo largo de la
novela:
Tras
una pausa, dijo Calibán:
—Lo
que me parece increíble en toda esa historia es que nadie entendiera que lo de
Stalin era una broma.
—Claro
—dijo Charles y volvió a dejar el libro encima de la mesa—, porque todos a su
alrededor habían olvidado ya qué es una broma. Y, a mi entender, eso anunciaba
ya la llegada de un nuevo gran periodo de la Historia.
Y más
adelante:
—Me
encontré con tu amiga Madeleine. Le conté la historia de las perdices, ¡y se la
tomó como una anécdota incomprensible sobre un cazador! Tal vez había oído
nombrar vagamente a Stalin, pero no entendía por qué un cazador debía llevar
ese apellido...
Y una
de las reflexiones al respecto, que sirve para explicar muchas cosas más: «La
gente se va encontrando en la vida, discute, se pelea, sin darse cuenta de que
se interpelan de lejos los unos a los otros, cada cual desde un observatorio
situado en distinto lugar en el tiempo».
Entre
los grandes temas de esta obra sobresale el humor: «Comprendimos desde hace
mucho que ya no era posible subvertir el mundo, ni remodelarlo, ni detener su
pobre huida hacia delante. Sólo había una resistencia posible: no tomarlo en
serio. Pero me doy cuenta de que nuestras gracias ya perdieron todo su poder».
Pero no todo es ligero ni divertido, pues este libro que parece una broma no es
del todo, y necesariamente hay también una cierta tristeza.
En
varias partes se reflexiona acerca del valor de la insignificancia, para
concluir que: «La insignificancia, amigo mío, es la esencia de la existencia».
Si La
fiesta de la insignificancia es el resumen y el epílogo de la obra de
Kundera (y muy probablemente así sea, aunque nada impide que el escritor nos dé
otra sorpresa como ésta en el futuro próximo) eso explica, en parte, su grado
de compresión. Leída esta novela luego de haber leído por lo menos una buena
parte de las grandes obras narrativas de este autor, y algunos de sus libros de
ensayos, el libro satisface. A mí en lo personal me parece deslumbrante en
cuanto a las ideas, a la inteligencia de cada página, e insatisfactorio en
cuanto a la narración, es decir, mi opinión de este libro es la misma que
apunté al comentar la novela La ninfa inconstante de Guillermo Cabrera
Infante: como novela es mala pero como libro es una maravilla. No es, pues,
recomendable para empezar a leer a Kundera, pero sí para terminar de leer su
obra... o por lo menos para leerla a medio camino. Sin embargo, si ya son
lectores de Kundera me parece que deben leerla de inmediato. Por lo menos los
va a sorprender.
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La fiesta de la insignificancia. Milan Kundera. Traducción de Beatriz de Moura. Tusquets
Editores. España y México, septiembre de 2014. 138 págs. El dibujo de la portada es de Milan Kundera.
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Puede
interesarles leer los comentarios de:
La ignorancia, de
Milan Kundera.
La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera.
La ninfa inconstante, de Guillermo Cabrera Infante.
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