Venganza
de Benjamin Black
Jesús Guerra
Venganza es la sexta novela negra de Benjamin Black, la sexta de ocho que
lleva publicadas, de las cuales están traducidas siete al español. Se publicó
en inglés en 2012 (Vengeance) y en español en febrero de 2013, bajo el
sello de Alfaguara, como el resto de las traducciones de este autor. Los
títulos de las otras novelas son: El secreto de Christine, de 2007 (Christine
Falls, 2006); El otro nombre de Laura, 2008 (The Silver Swann,
2007); El Lémur, de 2009 (The Lemur, 2008); En busca de April,
de 2011 (Elegy for April, 2010); Muerte en verano, de 2012 (A
death in Summer, 2011); Holy Orders, de 2013, no traducida aún, y La
rubia de ojos negros, de 2014 (The Black-Eyed Blonde, 2014).
Con excepción de El Lémur y de la La rubia de
ojos negros, las otras seis novelas forman parte de una serie que se
desarrolla en la ciudad de Dublín durante la década de los 50, en la que los
personajes principales son el patólogo forense Quirke y el inspector de policía
Hackett. En español esta serie no tiene nombre. Alfaguara ha publicado estas
novelas en una colección llamada Alfaguara Negra, pero en inglés se le ha
llamado Quirke Mysteries. Esto, por supuesto, es un juego del autor. El
apellido del personaje lleva una e
final, pero la pronunciación es la misma de quirk
que traducido al español puede ser ‘peculiaridad’, ‘singularidad’, ‘rareza’, ‘excentricidad’.
Por su parte, la novela La rubia de ojos negros, que ya comentaremos
aquí dentro de poco, es una obra del investigador Philip Marlowe, creado por
Raymond Chandler, cuyas versiones cinematográficas de los años 40, famosísimas
también, fueron interpretadas por Humphrey Bogart.
La vuelta de tuerca de todo esto es que Benjamin Black es
en realidad el seudónimo de un gran escritor irlandés, conocido sobre todo por
ser un estilista de su lengua y que ha ganado una enorme cantidad de premios,
incluido el Premio Franz Kafka, y apenas en junio de este año se le concedió el
Premio Príncipe de Asturias de las Letras; su nombre es John Banville.
Banville, gran maestro de la prosa inglesa, tiene un
sentido del humor que, se dice, es influencia de Nabokov. Con su nombre ha
publicado libros de cuentos, biografías y novelas. Entre sus obras de ficción
más recientes, y traducidas al castellano, se encuentran: El intocable,
Anagrama, 1997 (The Untouchable); Imposturas, Anagrama, 2005 (Shroud,
2003); El mar, Anagrama, 2006 (The Sea, 2005); Los infinitos,
Anagrama, 2010 (The Infinities, 2009) y Antigua luz, Alfaguara,
2012 (Ancient Light, 2012).
Volvamos a la novela Venganza. Dos familias han
estado interrelacionadas desde finales del siglo XIX, cuando Samuel Delahaye y
Philip Clancy se hicieron socios para crear una empresa de importaciones y
exportaciones. Desde un inicio Samuel Delahaye tomó las riendas de la empresa,
y su socio, Phlip Clancy, se tuvo que conformar con ser el segundo al mando. El
cambio de generación no redefinió las cosas en la empresa. Los hijos de ambos
mantienen estos mismos roles, aunque nominalmente siguen siendo socios. En este
caso se trata de Victor Delahaye y de Jack Clancy. Y ambos tienen hijos
veinteañeros, dispuestos a tomar el timón cuando haga falta. Los hijos de
Victor son gemelos, Jonas y James Delahaye, y son tan parecidos que nadie está
seguro de poder distinguirlos. El hijo de Jack es Davy Clancy.
Una noche en una fiesta, el director real de la empresa,
Victor Delahaye, invita al hijo de su socio, el joven Davy Clancy, a que a la
mañana siguiente lo acompañe a navegar un rato. Por las características de las
relaciones entre las familias, Davy siente que no puede negarse, a pesar de que
a él no le gusta ni sabe navegar y, de hecho, a pesar de que le tiene miedo al
mar. Así, a la mañana siguiente, estos dos hombres salen al mar en el bote del
poderoso Victor. Ya muy lejos de la costa, Victor le pide a Davy que tome el
timón unos momentos, le cuenta una historia de su infancia, toma una pistola
que tenía escondida en el barco, se apunta al pecho y se dispara. Davy, sin
entender nada, aterrorizado y sin saber navegar, se queda en el bote, aturdido.
Un día después lo encuentran unos marineros de otra embarcación y lo llevan a
la costa. Davy tiene quemaduras y está deshidratado. Cuando le piden que cuente
lo que sucedió, lo que cuenta no tiene mucho sentido para quienes lo escuchan.
¿Por qué se suicidó el poderoso Victor, quien lo tenía todo? ¿Y para que
querría a un testigo de su suicidio?
Al frente de la investigación queda el inspector Hackett,
y lo ayuda, un tanto extraoficialmente puesto que su verdadero trabajo está en la
morgue, el patólogo Quirke. Ambos son obsesivos pero no lo parecen, dan la
impresión de ser distraídos, de que piensan en otras cosas, sin embargo poco a
poco van recabando la información que requieren. Para este caso tienen que
entrevistar a una buena parte de la familia Delahaye y a otros personajes de su
entorno, lo que nos permite entender a los personajes y conocer algunos de sus
secretos.
Quirke: «Vestía un traje cruzado de doble botonadura, como
era habitual en él. El inspector sospechaba que disponía de tres o cuatro
trajes idénticos. Empezaba a tener un aire de encargado de funeraria, aunque
ése debía de ser uno de los riesgos laborales implícitos en la profesión de
patólogo forense». En un momento dado, Quirke se da cuenta de que todas las
conversaciones que mantiene con Hackett están relacionadas con cadáveres y
crímenes. «¿Qué sabía cada uno de la vida del otro? Apenas nada. Y, sin
embargo, llevaban a su espalda muchos años de historia en común. No podía
evitar que aquello le resultara ligeramente descorazonador». Quirke es un tipo
que a veces usa el sombrero ladeado sobre el ojo izquierdo, y según Hackett, y
otro personaje, después, sus pies son «incongruentemente pequeños». Quirke es
huérfano. No conoció a ninguno de sus padres. Creció en un orfanatorio. No
tiene certificado de nacimiento. No sabe el día de su cumpleaños. Su hija,
Phoebe, selecciona un día que le parece interesante, y le celebra su
cumpleaños. Casi al final de la novela, Quirke dice: «Soy muy curioso. Si fuese
un gato, hace tiempo que estaría muerto».
Hackett: «Llevaba el grasiento pelo negro aplastado y
Phoebe se preguntó si se lo lavaría alguna vez. ¿Qué sabía de él? Poca cosa.
Que estaba casado y que vivía en algún lugar de las afueras. Aparte de esa mínima
información no sabía nada. Le recordaba al perro que tuvo cuando era pequeña.
Se llamaba Ruff». Ya muy adelantada la historia, cuando el inspector comienza a
desenredar los hilos de la madeja, el narrador apunta: «Para Hackett, aquél era
el momento crucial de cada investigación, cuando se sentaba frente a la persona
que él creía artífice de la muerte de otro ser humano. Siempre estaba el
problema de la credibilidad. Los asesinos nunca parecían asesinos. ¿Qué aspecto
tenía un asesino?»
La escritura de esta novela es muy buena, lamentablemente
lo leemos en traducción. Con esto no digo que la traducción sea mala, sino que
una prosa muy estilizada de una lengua simplemente no puede pasar a otra. El
motivo más sobresaliente de Venganza
es la luz. Banville-Black describe la luz en todos los ambientes, a todas
horas, lo cual nos da una imagen muy clara de cómo se ve cada escena, lo cual
puede ser muy disfrutable por lo menos para algunos lectores. Un par de
ejemplos al azar: «Cuando salieron de la ciudad caía una ligera llovizna, pero
pronto perdió cuerpo y paró y un sol mojado apareció arrancando un brillo
cegador a la carretera que se extendía frente a ellos». El otro: «La última luz
del día poseía un intenso resplandor de un rosa dorado sobre las aguas inmóviles
de la bahía».
Después de leer Venganza, sé que buscaré las otras
novelas que componen esta serie de Hackett y Quirke.
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Venganza. Benjamin Black. Traducción de Nuria
Barrios. Alfaguara. Colección Alfaguara Negra. 2013. 304 págs.
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