martes, 9 de septiembre de 2014

El ruido de las cosas al caer, de Juan Gabriel Vásquez




El ruido de las cosas al caer
de Juan Gabriel Vásquez

Maru Galindo

Una sola sombra larga
Nunca será uno de mis muertos
La mitad de los ausentes
Somos todos escapados
What's there to live for?
Arriba, arriba, arriba


¿Qué hay detrás del hombre? Una historia, profunda, misteriosa, mágica, trágica, en fin cada uno de nosotros tenemos una y ésta novela trata, en un hilo narrativo principal, de la reconstrucción de una vida, la de Ricardo Laverde, resultado de un momento histórico donde el miedo colectivo y la violencia sofocaban, nadie se sentía seguro y de alguna u otra manera eran cómplices o víctimas.

La historia es relatada por un narrador —Antonio Yammara— quien vive su propio proceso de cuestionamiento interno con respecto a su vida profesional y familiar, motivo que da como resultado esta intensa y conmovedora narración. Encontramos varias vidas unidas por el azar y en el contexto de la terrible historia del narcotráfico. Una historia de amor, de miedo colectivo, de invasión norteamericana, contada en primera persona con una técnica narrativa impecable y con un magistral juego del tiempo.

La acción se desarrolla en Colombia, específicamente en Bogotá y sus alrededores, después de que trascurrieran diez años de la época más violenta que haya vivido la sociedad colombiana debido al esplendor, primero, de la marihuana, y después de la cocaína, durante las décadas de los ochenta y noventa.

Edición en inglés
Es la narración de una sociedad que no termina de sanar sus heridas ni de sentirse vulnerable como tampoco ha dejado de escuchar el ruido de las cosas al caer. «He leído en alguna parte que un hombre debe contar la historia de su vida a los cuarenta años, y ese plazo perentorio se me viene encima: en el momento en que escribo estas líneas, apenas unas cuantas semanas me separan de ese aniversario ominoso. La historia de su vida. No, yo no contaré mi vida, sino apenas unos cuantos días que ocurrieron hace mucho, y lo haré además con plena conciencia de que esta historia, como se advierte en los cuentos infantiles, ya ha sucedido antes, y volverá a suceder. Que me haya tocado a mí contarla es lo de menos». (p. 15.)

Una noticia en la televisión detona toda la historia, que se va tejiendo con una magnifica técnica narrativa y en uno de sus hilos queda adherido Antonio Yammara, joven abogado y profesor universitario, casado con Aura, a quien conoce como alumna en la universidad. «Por esos días mi ciudad comenzaba a desprenderse de los años más violentos de la historia reciente. No hablo de la violencia de cuchilladas baratas y tiros perdidos, de cuentas que se saldan entre traficantes de poca monta, sino la que trasciende los pequeños resentimientos y las pequeñas venganzas de la gente pequeña, la violencia cuyos actores son colectivos y se escriben con mayúscula: el Estado, el Cartel, el Ejército, el Frente». (p.18.)

Otra edición en inglés
La misma noticia comenta Ricardo Laverde, ex presidiario, quien era cliente del mismo billar en la calle 14 que también frecuentaba Antonio Yammara. «Billarista que comentó sobre los animales del zoológico de Pablo Escobar: a ver qué van hacer con los animales, dijo. Los pobres se están muriendo de hambre y a nadie le importa». (p. 20.) «Era tan delgado que su estatura engañaba, y había que verlo de pie junto a un taco de billar para percatarse que apenas si llegaba al metro setenta; su escaso pelo del color de los ratones y su piel reseca y sus uñas largas y siempre sucias daban una imagen de enfermedad o delgadez... acababa de cumplir 48, pero parecía mucho más viejo». (p. 21.)

Ahí en el billar y así, comentando la noticia de los animales, se conocen Ricardo Laverde y Antonio Yammara, quienes se convierten en compañeros de juego. «Piloto que no me permitió saber más y del cual yo concluí: este hombre no ha sido siempre este hombre. Este hombre era otro hombre antes». (p. 29.)

Edición italiana
Dos sucesos que se encadenan los unen: escuchar la cinta de la caja negra de un avión Boeing que cae cuando cubría la ruta Miami-Cali entre cuyos pasajeros se encontraba la ex esposa del piloto, Elaine Fritts. «Huérfana, Elaine Fritts se crió con sus abuelos y éstos la apoyaron en todas sus decisiones, solamente cuando les dijo que se iría a Colombia el abuelo le dijo: que no te quedes por allá, como tantos otros. Está muy bien ayudar, pero tu país te necesita más». (p. 140.) «Llegó al centro de Estudios Universitarios Colombo-Americanos en donde todos eran jóvenes cansados de su país, de las guerras, de Vietnam, de Cuba, de Santo Domingo, una generación que sufrió la infamia de la historia, la muerte de Malcolm X, Wharlest Jackson, Fred Conlon... Somos todos escapados». (p. 142.) «Elaine deja el cuarto de huéspedes para rentar en otro lado, mejor. Ahí conoce a Ricardo Laverde, se enamoran y se casan. Él como nieto de un héroe de guerra adquirió el gusto por los aviones, primera sorpresa que le prepara a Elaine el día de su boda: la lleva con los ojos vendados a bordo de un Cessna Skylark que su abuelo le consiguió para impresionar a la novia». (p. 174.)

El otro suceso es el asesinato de Ricardo Laverde, quien iba acompañado de Antonio, que sobrevive, pero cae en una profunda depresión de la que no logra salir, afectando así su vida familiar. Sin embargo, esa situación le intriga y lo lleva a investigar por qué sucedió el crimen y así saber quién era en realidad ese conocido solitario y taciturno que alguna vez lo invitara a conversar después de echarse unos tragos a la salida del billar. Momento que desaprovechó Yammara.
 
Edición francesa
«Lara Bonilla, ministro de Justicia, primer enemigo público del narcotráfico, y el más poderoso entre los legales; la modalidad del sicario en moto, por la cual un adolescente se acerca a un carro donde viaja la víctima y le vacía una mini Uzi sin siquiera reducir la velocidad, comenzó con su asesinato». (p. 227.) «Vivir así, pendiente de la posibilidad de que se nos hayan muerto los otros, pendiente de tranquilizar a los otros para que no crean que uno se encuentra entre los muertos. Vivíamos en casas particulares, ¿se acuerda?, evitábamos los lugares públicos... Cualquier casa era preferible a un lugar público...» (p. 230.)

La vida de Antonio Yammara sufre una severa crisis a partir del suceso. No puede reponerse porque el miedo lo sobrepasa y la angustia lo invade. La comunicación entre él y su esposa y la hija de ambos, Leticia, se modifica caóticamente. Antonio recibe una sorpresiva llamada de Maya Fritts, única hija de Elaine y Laverde, quien le pide que se reúnan en una finca, La Dorada, ubicada entre Bogotá y Medellín, porque ella no se anima a ir a Bogotá, la ciudad la asfixia y le trae recuerdos muy tristes. La hija de Laverde le cuenta a Antonio: «Ese es uno de los poquísimos recuerdos de verdad que tengo. Mi papá cuidando a los caballos. Mi papá acariciando al perro de mi mamá. Mi papá regañándome por no dar de comer al armadillo. Los únicos recuerdos de verdad, los demás son inventados, Antonio, recuerdos de mentira. Lo más triste que puede pasarle a una persona, tener recuerdos de mentira». (p. 238.)

Antonio llega a la finca y se encuentra con una mujer joven, solitaria y desconfiada; poco a poco la plática fluye. «Maya Fritts tenía los ojos verdes más claros que he visto nunca, y en su cara se daban cita la piel de una niña y la expresión de una mujer madura y trasegada: su cara era como de una fiesta de la cual ya se han ido todos. No había adornos en ella, salvo por dos chispas de diamante...» (p. 100.)

«En la oscuridad del cuarto pensé en eso, aunque pensar en la oscuridad no es conveniente: las cosas parecen más grandes o más graves en la oscuridad, las enfermedades más destructivas, la presencia del mal más cercana, el desamor más intenso, la soledad más profunda». (p. 242.)

Edición de bolsillo,
en francés
Y así, a través de anécdotas, fotografías y cartas que Maya guardó, arman la vida de Laverde. Y simultáneamente ella conoce los últimos días de su padre perfectamente descrita a través de una metáfora que utiliza los siguientes versos: «Eso me gustaría saber, cuántos salieron de mi ciudad sintiendo que de una u otra forma se salvaban, y cuántos sintieron al salvarse que traicionaban algo, que se convertían en las ratas del proverbial barco por el hecho de huir de una ciudad incendiada. Yo os contaré que un día vi arder entre la noche / una loca ciudad soberbia y populosa, dice un poema de Aurelio Arturo. Yo, sin mover los párpados, la miré desplomarse, / caer, cual bajo un casco un pétalo de rosa». (pp. 254-255.)

«Hay un ruido que nunca he logrado identificar: un ruido que no es humano o es más que humano, el ruido de las vidas que se extinguen pero también el ruido de los materiales que se rompen. Es el ruido de las cosas al caer desde la altura, un ruido interrumpido y por lo mismo, eterno, un ruido que no termina nunca, que sigue sonando en mi cabeza desde esa tarde y no da señales de querer irse… Ese ruido es lo último que se oye en la cabina del vuelo 965.» (p. 83.)

¿Encontrará Antonio Yammara su equilibrio en ese país tan convulsionado por la violencia? ¿Cómo recordará Maya a sus padres? ¿Leticia recuperará a su padre? Pero sobre todo, ¿qué hay detrás de todos estos personajes y cómo lidian con la vida diaria, cómo superarán el dolor y las heridas que ha dejado el narcotráfico?

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El ruido de las cosas al caer. Juan Gabriel Vásquez. Premio Alfaguara 2011. Alfaguara. 260 págs.

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Juan Gabriel Vásquez
Escritor colombiano, Juan Gabriel Vásquez pasó dos años en París estudiando Literatura Latinoamericana en La Sorbona. Tras un período en Bélgica se asentó en España, concretamente en Barcelona. Es colaborador habitual de numerosos periódicos de España y de Latinoamérica. En 2011 resultó ganador del prestigioso Premio Alfaguara con su novela El ruido de las cosas al caer. La traducción al inglés de esta novela (The sound of things falling) fue considerada por The New York Times como una de las obras notables de 2013. Otras obras del autor: El doble, Las reputaciones, El arte de la distorsión y Los informantes.



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