sábado, 17 de septiembre de 2011

El qué, el cómo y el porqué de las palabras, de Ricardo Espinosa Cárdenas



FIL-Saltillo 2011



El qué, el cómo y el porqué de las palabras,
de Ricardo Espinosa Cárdenas

Ismael Martínez

Siete de la tarde, martes 13 de septiembre. Uno de los invitados de la Feria Internacional del Libro Saltillo 2011 que ha tenido una de las mayores audiencias es Ricardo Espinosa Cárdenas. El Salón de las Letras quedó lleno de jóvenes y adultos para, con interés y un poco de pena, escuchar los errores que muchas veces cometemos al expresarnos. En esta ocasión, el autor habló de su obra El qué, el cómo y el porqué de las palabras. Tal vez, mucha gente al leer el título del libro pensará que el señor Ricardo Espinosa lleva a cabo en sus conferencias una especie de arqueología de las letras, pero no es así. Su idea se cimienta en una sola frase: «Las palabras, el idioma y la lengua son para disfrutarse». Y como se dice en la lengua popular, «el mero mole» del señor Espinosa son las palabras.

¿Le ha sucedido cuando platica que no encuentra la palabra correcta y dice: «lo tengo en la punta de la lengua»? Pues precisamente así es como se llama la sección que desde hace unos años mantiene el autor en algún medios de comunicación, espacio en el que, por medio del micrófono, comparte su conocimiento de nuestro idioma con comentarios siempre llenos de humor.

El modo de hablar de los jóvenes fue uno de los temas que tocó en su conferencia. Dice que a menudo escucha que los jóvenes «destruyen el idioma» pero a su parecer, y ante el asombro de quienes creíamos darle la razón, dijo que «Al idioma no le pasa nada, somos 450 millones de hispanohablantes; dejen que hablen como les dé la gana, es su idioma». Una idea desprendida de esa observación es que el español jamás dejará de existir, siempre estará ahí pero no será el mismo, ya que está en constante cambio. Para poner un ejemplo sencillo, utilizó la multiplicación de dos por dos. Quinientos años atrás el resultado fue cuatro, lo mismo que hace doscientos y lo mismo que ahora. Pero hace quinientos años el español no era igual al de hoy. Los cambio en el idioma son constantes, está en movimiento, es como un ser vivo.

Luego explicó algunos de los errores frecuentes en los medios de comunicación, por ejemplo: «Hubo una alarma en el edificio, pero el personal de emergencia evacuó al personal».

Para empezar, evacuar no se dice «evacúa» sino «evácua», lo mismo con «licua» y «adecua». La segunda corrección hecha fue que no se evacua al personal, sino al edificio, porque es lo que se vacía. Caso similar ocurre con la palabra «negocia» pues frecuentemente caemos en el error de pronunciar «negocía». En su opinión, para hablar se necesita encontrar las palabras correctas que, al escucharse, subliman al alma.

Lea, escriba, pero sobre todo, hable. Hable, hable y hable. Hable mucho. Recuerde que la práctica hace al maestro y disfrute lo que dice. No existen palabras buenas y palabras malas, sólo existen palabras.


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